Partida Rol por web

Jerome saludo con cortesía, mientras también se levantaba – Supongo que la velada sigue, gustan de acompañarme?- Pregunto a quienes quedaban en la mesa – Iré al próximo evento, al menos para observar, no soy muy bueno en los juegos – explico con destreza.

Se levantó no sin antes guardar la libreta y finalmente tomar su bastón para hacer algo más de apoyo y así comenzar su camino hacia el próximo juego propuesto por la Señorita Baker.

Subo por las escaleras hacia la cubierta superior disfrutando del suave sonido de mi vestido de cuero al subir, en cierta forma, me molesta que la alfombra absorba el ruido de estos gloriosos tacones. Me cuido de mover las caderas acompasada con la cadencia de cada paso, siento mi cabello deslizarse hacia mi espalda y mis manos balancearse con el ritmo de mi cuerpo en esta danza de aparentar ser humano, un baile que como ritual pagano me mantiene viva incluso en la muerte.

Llego a la cubierta y la brisa del río me recibe lamiendo mis formas. Por un instante, solo un breve y fatídico instante, mis ojos buscan el agua y me imagino sumergiéndome envuelta en las sombras hacia lo más profundo del limoso Mississippi y luego recuerdo que hace falta mucho más que agua para matarme ahora. Sin embargo, encuentro un extraño placer en imaginar mi cuerpo rodeado por esa densa y líquida oscuridad, en pensar, no sin cierta morbosidad, cómo será tener los pulmones llenos de agua y mugre del pantano y seguir viva.

Mis manos se deleitan en el frío metal de la barandilla, me mantengo perfilada con pose de reina admirando las frías y palpitantes estrellas, muchas de ellas muertas hace mucho, como todos nosotros, y al mismo tiempo vivas, como todos nosotros.

Me doy vuelta de espaldas al río para contemplar a quienes llegan, ¿Qué clase de estrellas hay en este lugar?

Señorita Morgan: Usted mismo se encargo de arrebatármelo, destrozando esa valiosa baraja.

Enarco una ceja mientras mi mirada se centra en Jane Morgan con un gesto levemente confuso.

- Eso es... inesperado. Cuando la bilis roja de la ira del frenesí me nubló la mente por unos instantes, juraría que destruí el premio, pero cuando logré controlarme estuve recogiendo los "desperfectos" y no encontré su preciada baraja por ninguna parte, señorita Morgan. Se lo prometo.

Guardo un silencio incómodo durante unos instantes, mirando de reojo a JoJo. No soy capaz de entender lo que pasó pero está claro que alguien jugó con nosotros. ¿Muchos Tremere en una misma sala?

Señor Crawford: Discúlpeme, señor Saunière, pero creo que no lo sigo. ¿Obsequio? Si a lo que se refiere es al baile que la señora Drummond y yo compartimos al comienzo de esta velada, no tengo ninguna razón para lamentarlo. Además, no era mi intención impresionarla; me temo que a ambos nos pusieron en un compromiso… Aunque creo que eso usted ya lo sabe.

Me giro lentamente hacia el educado Toreador, acariciándome el mentón. He sido un desconsiderado y un soez al soltar esos comentarios. Por un segundo me parece que el señor Crawford está tomándome el pelo, pero enseguida entiendo que como yo, puede estar educado en una época en la que omitir y respetar las faltas y fallos de los demás es todo un gesto de respeto.

No le debo nada, no le conozco de nada. Pero de momento tendré una deferencia y obviaré su comportamiento. Es terrible lo que una mujer hermosa puede hacer a la mente de un toreador.

- Olvídelo... - digo negando con la cabeza mientras trato de sonreír, un gesto que me cuesta tanto como moverme de día. - debe haber sido un malentendido mío. 

Señorita Baker: ¿De verdad están tan interesados en ganar, a toda costa? Por favor, mes amis, lo divertido de la ruleta arcadia es el desarrollo del juego. El premio es sólo... bueno, la guinda del pastel. Y seamos sinceros, ¿a quién le gustan las guindas?

Mis ojos se deslizan lentamente de Sebastian hacia la mortal que se cree la reina de la fiesta. Nunca he sido un clasista en la inmortalidad, ni siquiera cuando tenía esclavos le daba importancia. Pero nunca había visto a una ghoul manifestarse tan abiertamente igual a los nuestros. Es educada, pero es su actitud lo que denota un orgullo sin precedentes en una yonki mortal.

- Es el desarrollo del juego lo que me produce curiosidad.

La cubierta del quinto piso del barco se denomina “el solárium”, pues su función queda bastante clara: prácticamente descubierta, con una enorme terraza repleta de muebles de mimbre blancos de aspecto colonial, mesas bajas e iluminación de farolillos rojos, parece más una terraza de estilo chill-out que un lugar de recreo para los pudientes nobles de Nueva Orleans. Al fondo, junto a la barandilla que separan los cinco pisos del agua del Mississippi, hay dos piscinas: una de tamaño considerable, y otra más pequeña, con jacuzzi. 

Cuando observo que al fin ha llegado un número considerable de invitados, hago un gesto a un camarero que espera pacientemente junto a la puerta, y este desaparece unos instantes para regresar con una bandeja dorada. En ella reposa una gran cantidad de vasos de chupito, todos con idéntica apariencia: pequeños vasitos de cristal de bohemia llenos hasta la mitad por una sustancia roja conocida por todos: sangre. Una cantidad irrisoria con la cual, aunque fuera de vampiro, nunca podríais vincularos. Ni siquiera llega para ganar 1 punto de sangre.

-¡Invitados míos, inmortales de mi corazón, acercáos por favor! -Exclamo, alzando el brazo para llamar la atención de todos los presentes, incluso de aquellos que se hayan alejado para charlar en privado. El camarero deposita la bandeja sobre una pequeña mesa auxiliar junto a mí, y le hago un gesto con la cabeza para que se retire. Después, me deshago del pareo para terminar de lucir mi magnífico trikini, y espero a que todos los vampiros se aproximen- mi recomendación para este juego es que nos metamos todos en el agua. Supongo que ninguno habréis traído traje para tal fin, pero ¿qué es un poco de ropa interior mojada a cambio de la diversión de beber sumergidos?

Me río al ver las expresiones de desconcierto que se van encendiendo a mi alrededor, y dibujo en el aire un gesto relajado con la mano, restando importancia a mis palabras.

-Bueno, es opcional. En cualquier caso, bienvenidos a la Ruleta Arcadia. El procedimiento es extremadamente sencillo: todos estos preciosos vasitos contienen sangre humana, excepto uno. Ese vasito especial está lleno de sangre de changeling, es decir, de hada. Como todos sabrán, la sangre de hada causa en los cainitas efectos muy parecidos a los del LSD en humanos, aunque es completamente inocua, y con esta cantidad, los efectos se desvanecen en cuestión de minutos. Los vasos se repartirán de forma aleatoria, y, a la vez, todos los participantes deberán beber su chupito de un trago. En el transcurso de cinco minutos, todos deberán averiguar quién es el cainita al que le ha tocado el vaso con sangre de changeling. El que lo adivine, recibirá como premio una botellita de 5 cl de sangre de hada.* -Mientras hablo, hago un nuevo gesto al camarero que se ha retirado, y este me tiende una preciosa botellita azul cuyo contenido se pierde entre las preciosas formas del soplado del cristal. Balanceo la botella sobre mi cabeza, mirando tanto a Jane como a Shane- No me dirán que no es un premio interesante.

Sacudo la cabeza, para retirarme los rizos de los hombros, y extiendo la mano hacia la mesa con los chupitos.

-Vengan, aproxímense. Tomen asiento y pónganse cómodos: en los siguientes minutos tendremos que observar y ser observados por todos. ¿Quién será el primer valiente que coja un vasito? 

No tenía intención de participar, pero tras escuchar la explicación de JoJo una sonrisa que bailaba entre lo travieso y lo divertido se dibujó en sus labios. Miró a Rosalie haciéndole un gesto para que se animase junto a ella y se acercó a la mesa para coger uno de los vasitos.

—Por ti, preciosa -dijo alzándolo ligeramente hacia JoJo antes de beber.

Sigo mirando a los ojos de Shane, mientras me dice algo que ya sé, solo quería divertirme un poco más con él, pero al menos tiene algo dentro de esa cabeza. Debería sentirme mal, le estaba culpando sabiendo que no había sido él, pero solo siento un pequeño remordimiento, aunque todo lo que le he dije lo tenía bien merecido, es ahora que ha cambiado su forma de actuar. ¿Arrepentimiento? Eso parece… Supongo que puedo…

Señor Saunière: - Eso es... inesperado. Cuando la bilis roja de la ira del frenesí me nubló la mente por unos instantes, juraría que destruí el premio, pero cuando logré controlarme estuve recogiendo los "desperfectos" y no encontré su preciada baraja por ninguna parte, señorita Morgan. Se lo prometo.

-Le creo, no tengo ninguna duda en que es usted un hombre de palabra señor… Saunière.- En mi tono no se aprecia ninguna burla. Pobre, al final será demasiado bueno y todo ¿Cómo sigue vivo? Si algún día necesita algo le haré un 5% de descuento y debería estar agradecido porque sigue siendo culpa suya todo ese asunto. Si es que soy un sol.  -Supongo que cada vez quedan menos opciones…- Y se reducen drásticamente, además algunas son demasiado peligrosas, de reojo miro a Rosalie. Demasiado… ya he jugado con suficientes viejos esta noche… Podría morirse alguno.

Señorita Baker: ¿De verdad están tan interesados en ganar, a toda costa? Por favor, mes amis, lo divertido de la ruleta arcadia es el desarrollo del juego. El premio es sólo... bueno, la guinda del pastel. Y seamos sinceros, ¿a quién le gustan las guindas?

Señor Saunière: - Es el desarrollo del juego lo que me produce curiosidad.

 -A mí me gusta ganar, pero si lo interesante es el trascurso del juego… Supongo que sabrá sorprendernos a todos.- Digo sin estar muy convencida de mis propias palabras, ningún juego era de mi agrado, los juegos eran para los niños y ya éramos bastante mayorcitos aunque no lo aparentáramos.

Por fin JoJo anuncia el tan esperado juego, acercándose más al mejor de los premios, volver a casa para poder disfrutar de mi soledad, aunque claro, desde que él está en Nueva Orleans es algo que escasea demasiado. A ver que propone, miro reflexiva mientras escucho a la ghoul.

¿Meterme en el agua? Ni en broma… Me muestro decepcionada, no puede hacer algo acorde a nuestras indumentarias para una fiesta de este estilo, se supone que aquí hay cierta seriedad, aunque quizá sea mucho suponer.

Opcional ya es algo que me gusta más. Sigo escuchando la explicación que hace la organizadora, la cual no despierta mucho entusiasmo en mí. Beber sangre, bueno… es algo que me gusta. Aunque la sangre esa de hada como dice ella no me hace especial ilusión… prefiero ser totalmente consciente de mis actos.  ¿Y si veo visiones? ¿El LSD no causa cosas así? Podría ver algo que no me gustara… No me parece nada inteligente darle esto a un grupo de vástagos, el Gangrel podría parecer un lobo o los farolillos empezar a arder en llamas. El miedo también es peligroso, no solo la furia.

Odio perder el control.

Al terminar su explicación, nos muestra la botellita que se obtiene como premio, tengo claro que es una sustancia rara y tendrá su valor pero el mercado será demasiado escueto, mucho más que con la reliquia esa, lamentablemente tendré que conformarme con las sobras, que remedio. -No lo tengo claro del todo…- Digo contestando a JoJo al ver el premio, luego me acerco a ella para susurrarle algo.

No me gusta nada este juego, pero no puedo dejar escapar un posible premio, aunque lamentablemente esperaba algo más. Saco mis gafas de pasta negras y me las pongo, si hay que observar no me queda más remedio que llevarlas. Después cojo uno de los vasitos, mirando el contenido de este con curiosidad, por si se aprecia alguna diferencia en el color de la sangre.

-Señorita Baker ¿Eso es seguro? Si es como el LSD… ¿Nadie ha entrado nunca en frenesí? Aquí tenemos a gente propensa a ello.- Digo mientras miro de reojo a Shane, aunque cualquiera puede ser un peligro.

Hago una pausa, mientras pienso algo. Peor para ellos.-Supongo que quedará bajo su responsabilidad, usted es la que conoce esta sustancia.- Después de decir eso cojo uno de los vasitos y se lo muestro. -Jugaré, pero con la piscina no me convencerá señorita Baker.- Quitarme la ropa delante de tanta gente es demasiado para mí, no soy de Nueva Orleans, yo tengo pudor. 

-Tranquila, normalmente los peores efectos de la sangre de changeling son más parecidos a un mal viaje de marihuana. Nada que un par de lágrimas y muchos bollitos de canela no arreglen -me encojo de hombros, con una sonrisa, mientras observo cómo bebe la vampiresa- que aproveche.

Pues vamos a ver a que sabe esto. Me bebo el contenido del vasito, intentando degustar la sangre por si había sido la afortunada.

Sonrío al escuchar la respuesta del señor Saunière, fingiendo dejar pasar el asunto como si tal cosa, pero lo cierto es que me ha puesto la mosca detrás de la oreja. Cuanto más lo pienso, más raro me parece lo que ha dicho. No tengo ni idea de a qué supuesto obsequio puede referirse, pero me temo que solo Lavonne tiene la respuesta a esa incógnita.

Todavía me encuentro dándole vueltas al asunto cuando JoJo estima oportuno dar el pistoletazo de salida a la nueva actividad de la noche, que no resulta ser otra cosa que una ruleta rusa de chupitos de sangre. Se me escapa la risa al saber que uno de ellos es sangre de hada. Mi Sire me ha dicho que no somos las únicas cosas extrañas que rondamos por la noche, pero la idea de que las hadas existan me parece surrealista. Sin embargo, la propuesta de JoJo me produce curiosidad. Para mi sorpresa, no es otra que Lavonne la primera en participar en el juego, lo que me arranca una sonrisa afilada. Vaya, vaya. La señorita con la que hasta hace unos instantes estábamos reunidos JoJo, Saunière y yo, y que ha mostrado una actitud tan desdeñosa y ciertamente maleducada al no devolverme el saludo, no tarda en seguirla. No puedo ser menos que ellas.

—Daño no hará —mascullo divertido, y me acerco a la bandeja con parsimonia, tomando uno de los minúsculos vasitos al llegar a ella. Mis ojos examinan el oscuro líquido, espeso como melaza—. Salut.

En el momento en el que me llevo el cristal a mis sonrientes labios, mis ojos se cruzan con los de Lavonne. He de hablar con ella en algún momento.