Partida Rol por web

La cara de Morgan era todo un poema. Su desdeño hacia sentimientos como el matrimonio le hacían tanta gracia como a cualquiera de nosotros. Es solo que con el tiempo te inmunizas a ese tipo de comentarios. El amor es un concepto tan distante y pueril como hablar de papá noel o hablar del yeti.

Pero para Morgan es como si hablasen de un compuesto mineral desconocido, o sobre una especie de alga marina. Sonreí unos segundos.

Me cruzo de brazos y observo a Fowler mientras ejerce una amenazante sugerencia velada.

Parecía muy confiado en si mismo. Sin duda debía tener un gran poder en la ciudad, alguien había dejado que una mascota peligrosa comiese hasta hacerse muy grande.

Creo que lo que el señor Fowler quería decir es... "Por favor", ¿puede ayudarnos a encontrarle? - digo extendiendo una mano para abrirles la puerta.

Al parecer las preguntas habían sido realizadas por los demás, no había más que decir a menos que esto se diera vuelta y hubiera una masacre en este lugar. La mirada del viejo era serena al igual que su postura, quizás ya había dejado atrás varios miedos o simplemente los ocultaba de forma magistral.

Jerome se acomodó un poco dejando casi todo el peso del cuerpo sobre la pierna buena, miro a Morgan por unos segundos y luego bajo la mirada hacia el suelo; se ensimismó en sus pensamientos tratando de recordar algo que le era esquivo al menos por el momento. Tras algunos segundos levanto la mirada y cuando iba a decir algo pareció arrepentirse a último momento dejando que las palabras de Shane hicieran ese oportuno efecto.

Se hizo cargo con un pestañeo de asentimiento a las palabras de Antoine antes de llegar arriba, donde inmediatamente tomo distancia tras recibir la copa de este. En este punto solo quedaba esperar.

Paseo la mirada por la cubierta superior, que todavía no había visitado, frunciendo ligeramente el entrecejo al percatarse del panorama. Al parecer, los jueguitos habían llegado bastante lejos…  Al reconocer a Eris se aproximo a ella, sin dejar de observar la escena.

-¿De que me he perdido aquí, pequeña? +inquirió en tono bajo, aunque ya se hacia una idea.

Subiendo por el pasillo os encontrais a la mortal JoJo apoyada en una pared, parece extrañamente debilitada. 

Antoine y Caroline suben de la primera planta hacia el solarium. 

¿De donde dijo que venían, usted y su esposo? ¿Es su sire, Antoine?

Sin moverme ni un ápice enarco una ceja mirando al vampiro que se dirige a mi, coloco ambas manos en mi cintura. 

Discúlpeme, pero ¿por qué debería yo de contarle de dónde soy? sonrío y deslizo mi mano sobre la camisa del otro, el más alto, ese es mucho más de mi estilo, así que me dirijo a él. ​Dime pequeño mío, ¿cuál ha sido la travesura de mi pequeño? y sobre todo, miro a la mujer ¿qué obtengo yo de ayudaros? 

—Lavonne, no hay tiempo para eso —termino diciendo cuando veo que se demora más de lo que sería prudente—. No conviene que precisamente nosotros hagamos esperar al Príncipe. Vamos, pues.

Me sorprendo al darme cuenta de que aparento más confianza de la que realmente siento. Ofreciendo mi brazo para que Lavonne lo tome si lo considera oportuno, me dispongo a subir las escaleras que habrán de llevarnos a cubierta, y a nuestro juicio.

¿Quién habrá hecho esto y por qué?

Los pasos en el pasillo quedan amortiguados por la moqueta, pero aun así los escucho, aproximarse, a mi espalda. 
Aún apoyada contra la pared, trato de erguirme y poner la mejor de mis sonrisas, antes de volverme, un poquito más lentamente de lo que sería normal.

Por favor, que sea... que sea él...

Pero no. Antoine y Caroline. 

Bueno, no hubiesen sido mi primera opción, pero menos es nada.

-Bonne nuit -les saludo, con una sonrisa, sin moverme del sitio- ¿no hemos atracado aún?

-Todavía no… +replico sobriamente, interrumpiendo la charla que venían sosteniendo con Antoine.  La anfitriona de la noche no parecía estar bien; tal vez ir repartiendo demasiadas “atenciones” de un lado a otro la habían agotado.+ Luce cansada. ¿Una noche extenuante?

La pregunta la hizo apenas reduciendo el paso que llevaba para llegar a la cubierta superior, mientras cruzaba junto a Jojo. Los excesos de otros no eran de su incumbencia, la mayoría de las veces.

—Creo que aparecer juntos es suficiente —apuntó con suavidad.

Demasiados secretos. Demasiadas cosas aconteciendo a un mismo tiempo.

Me alegro mucho de entendernos. Creo que ambos tenemos objetivos muy claros y me gusta que tenga una forma de trabajar tan profesional, no puedo confiar algo así a cualquiera... - detengo mis pasos al ver a la señorita Jojo. Algo me dice que no se encuentra bien, parece... "indispuesta".

Miro a Caroline confuso, está claro que no hace falta ser un reputado médico para saber que la dama no está sana, por mucho que lo trate de disimular.

Me acerco a ella y le tiendo un brazo para que se apoye en él. - Coincido con Lady Caroline. No tiene usted buen aspecto. Supongo que el esfuerzo como anfitriona debe ser duro, pero algo me hace sospechar que no estáis bien por algo más.

Suba con nosotros, el aire de cubierta le sentará bien.

La ayudo a subir los escalones con cuidado, dejando que se apoye. - Díganos, señorita Jojo. ¿Está enferma? ¿Demasiada bebida?

¿Pero que coño?
Arqueo una ceja cuando la dama desliza su mano por dentro de mi camisa.
Mi primer pensamiento oscila entre dejarle seguir para ver hasta donde quiere llegar... y la opción de arrancarle la mano de un mordisco.

Espero unos instantes para ver si alguno contesta. Por un segundo, solo por un segundo, pensé que sería más fácil.

Ha desaparecido un valioso objeto del príncipe. Además de otras cosas. Algunas pruebas apuntan a que... su marido podría tener información sobre dichos objetos.

Miro a mis compañeros. No soy un gran investigador, mis métodos son mucho más efectivos cuando se me permite destrozar partes del cuerpo de otras personas. Esto de trabajar en el Eliseo es una puta mierda, demasiado limitado.

- Sólo queremos hablar con él, si no tiene nada que esconder, no tiene nada que temer.

Sigo atendiendo el aburrido intercambio de palabras que estamos teniendo, solo para darme cuenta que ahora a la mujer de la rata le han entrado ganas de jugar. Aprieto lo dientes con fuerza y empiezo a contar interiormente para no hundir su cara en una de las paredes del barco, realmente sería una pena manchar una embarcación tan bella. Pero por otra parte, seguramente de esta forma conseguiríamos todo mucho más rápido.

Cuando me observa preguntando por qué beneficios sacará, frunzo el ceño y doy un paso hacia ella. -¿Obtener? No va a obtener nada si nos ayuda…- No me fío de ella, las ratas se atraen, como los polos opuestos de un imán. -Elegir si colabora o no, no es una elección posible en su caso. Va a venir con nosotros, al igual que lo hará su marido más adelante.- La miro con desprecio, para luego mostrarle una sonrisa altiva. -Aunque… Hay distintas formas de hacerlo, le invito a averiguarlas.-

Le hago un gesto con la cabeza, “invitándola” a continuar caminando.

-Pero solo queremos hablar como bien ha dicho...- Añado dejando el tono enfadado a un lado, para sonar algo más burlona. Por el momento.

Su silencio parecía decirlo todo, más las dudas que le generaba esta mujer parecían no del todo tranquilizadoras. Jerome escucho a los que hablaron y guardo otros segundos de silencio, pero luego hablo –Solo somos los mensajeros, puede usted acompañarnos por favor? Quizás no gane hoy, pero si no lo hace pues creo que todos estamos en aprietos ya que el Príncipe mismo negó volver a puerto hasta que se solucione este inconveniente -

Fowler enarcó una ceja cuando la mujer obvió su presencia sobrenatural y empezó a manosear al Gangrel, que no tardó en destripar su mentira. Se estrujó el ceño, pero lo dejó pasar. El resto del viaje lo hizo en silencio. 

Luce cansada. ¿Una noche extenuante?

Por un instante siento que se me vuelven a llenar los ojos de lágrimas, pero parpadeo rápidamente hasta despejar la vista. Afortunadamente, Antoine me libra de responder, ofreciéndome su brazo.

Díganos, señorita Jojo. ¿Está enferma? ¿Demasiada bebida?

-Sí. No. -Respondo, aún un poco aturdida, mientras le tomo del brazo y me apoyo en él con un suspiro. Espera, ¿a cubierta? Detengo mis pasos abruptamente, haciendo que el propio Antoine se pare de golpe- ¿quién está en cubierta? 

Me detengo en seco y enarco una ceja mientras la furia me asalta y me separo lentamente del hombre alto con un gesto de repugnancia. Por alguna razón nuestros clanes nunca se han llevado bien.

- Por favor... no me haga reír. Supongo que le busca porque ha oído cosas de su pasado. Todo eso quedó atrás. Antoine es demasiado inteligente para mezclarse con esos temas. Ahora trabaja para el clan. Olvídese.

Me acerco a una mesa contoneando las caderas, me siento en el borde de la mesa, cruzo las piernas dejando que la extensa raja de mi vestido se abra mostrando una kilométrica pierna esbelta, a la vez que recupero una copa de sangre a medio terminar. Mojo mis labios y miro al bombón moreno y al anticuario, ambos embusteros profesionales.

- ¿Y bien? ¿Existe esa máscara vudú del siglo XVIII? ¿o solo quería impresionarme señor Fowler?