Partida Rol por web

La verdad es que no me encuentro muy inspirada. ¿Roedores como montura? Si tuviese otra cara seguro que podía hacer una broma con ello, pero mi yo actual retrocedió un poco, con cara de espanto, levantándose y mirando a su alrededor.

- ¿Roe... roedores? ¿Ratas? No, por favor, dime que no, las odio.

Me llevo las manos al estómago, simulando que contengo una arcada. En realidad una vez fui hombre rata, pero demasiados pelos, no repetiría la experiencia.

- Por eso los héroes no matan simples goblins, imagino, no salen grandes poemas de esa panda de pequeños granujas...

Protesto por lo bajo., mientras me acerco al enano con cara preocupada

Tras mucho esfuerzo, gruñidos y sudor, el carromato es levantado al fin, facilitando la tarea del elfo a la hora de explorar el interior. El nuevo hallazgo confirmó las teorías que se estaban formando, pero dio lugar a nuevas preguntas. Si las monturas que usaban los goblins no eran perros o lobos ¿Qué roedor era tan grande y fuerte como para derribar a un caballo a la carrera?

El tiempo invertido en incorporar el carro y estudiar el escenario del crimen había sido más costoso de lo esperado, sin darse cuenta habían pasado tres horas desde que dejaron la seguridad del sendero y el Sol estaba bajo, les quedaba poco más de cuatro horas de luz, debían seguir con su misión o dormir una noche más al raso, exponiéndose a las bestias nocturnas o a una visita de los asaltantes.

Kroggar iba a arrugar más el rostro, pero claro, ya había llegado a su límite. ¡En serio! Antes ya había dicho que lo que le faltaba era que su cara se metiera hacia dentro. Así que simplemente, permaneció con esa expresión de preocupación.

—Podrrían serr licántrropos. Goblins hombrres-rrata...—el enano chasqueó la lengua con desagrado—Esto supone un otrro prroblema. Si nos muerrden... quedarremos malditos.

El enano negó con la cabeza, esa misión cada vez pintaba peor. 

—Dejad de perrderr el tiempo con el carrromato—dijo con tono imperativo—. Tenemos que buscarr un nuevo rrastrro.

Cuando por fin pusieron el carromato en su posición original estaba tan concentrado en investigar los rastros que me pilló por sorpresa y acabé de morros contra el suelo del vehículo. Poniéndome de pie rápidamente y saliendo de vuelta al exterior aún más deprisa, tapándome un pequeño chichón con la mano me giro al enano gruñón.

-La idea está muy bien, pero antes de hacerlo deberíamos de saber qué hacer en cuanto a la noche. Yo no tengo problemas con la oscuridad, pero los goblins tampoco la tienen. Quizás debamos montar un campamento, descansar y mañana será otro día.

Suspiro y miro a mi alrededor, tratando de buscar algún lugar aparentemente seguro cercano donde pasar la noche. No me gustaba la idea de seguir un rastro sin luz. Aun teniendo suerte y no teniendo ninguna trampa esperando lo más probable, viendo la pericia de mis compañeros, será que perdamos el rastro y acabemos dando vueltas, perdidos en la oscuridad.

El enano estaban a favor de seguir con la aventura cuanto antes mientras aún era de día, pero Yador no estaba conforme con la idea. ¿Cuántas veces en la historia del Valle y del continente entero, elfos y enanos habían coincidido en algo? Esta no parecía ser la excepción.

El enigmático hombre se centro en su tarea, tan centrado en encontrar un buen sitio para dejarse caer que descuidó lo que tenía justo debajo, metiendo el pie en el cepo que un cazador furtivo había plantado para otro animal más pequeño. La bota impidió que los dientes de la trampa llegaran al hueso. Con suerte solo dejaría una pequeña cicatriz que dolería al caminar. De haber sido una trampa para osos, el grupo habría tenido que abortar la misión y encomendar a Keldron una prótesis para el pie mutilado.

La simple, pero decidida mente de la paladín aún no podía entender el problema de haber invertido su tiempo en aquel carro-. Había que descartar toda área que podría tener alguna pista del ataque-. Se dijo a si misma -. Como algún cuerpo o más señales de batalla, por ejemplo-. Una ves que su mente llegó a esa conclusión, de la nada la bella guerrera sagrada infló su abundante pecho con orgullo, como si dicha verdad hubiese sido un regalo del mismo Tyr, esto, mientras sacaba su cantimplora y bebía un sorbo de agua con el fin de aplacar el calor generado por haber hecho peso muerto en un lugar que no era su templo.

-. O pueden ser huargos, recuerden que pueden ser utilizados como monturas para los grandes trasgos y derivados-. intervino con simpleza al momento de guardar nuevamente su cantimplora, recordando una de las varias clases que su maestra le había impartido durante su formación como paladín-. En cualquier caso-. Miro el cielo que lentamente se cernía para dar paso a su oscura hermana noche, pensando que la oscuridad no era un problema para ella debido a sus dones raciales-. Sean lo que sean, mi espada los despellejara vivos mientras cantamos gloriosas liturgias de purificación-. sentenció con un tono animado y una sonrisa bastante antinatural, especialmente si viene de alguien que ha jurado lealtad a una facción que busca la justicia y la piedad para todas las criaturas de la creación…

-. Dividámonos en un diámetro no mayor a 400 metros-. declaró con un tono seco, pero bastante cautivador-.  Que un grupo siga buscando pistas mientras que otro busca un lugar donde establecer el campamento-. Al momento de pronunciar dichas palabras, la Aasimar fijó sus ojos al elfo, el cual, había sido herido por una trampa… digamos… bastante elemental. Segundos después, y con una sonrisa bastante burlona, quizás viendo este acontecimiento como una pequeña venganza divina hacia las acciones anteriores del elfo, Arael sin demora se acercó a este.

-. Deja ver esa herida don Yador, hay que evitar infecciones y posibles amputaciones-. Pronunció aún manteniendo aquella sensual pero juguetona sonrisa para luego pronunciar una pequeña oración en algún idioma antiguo al mismo tiempo que una luz dorada, pero cálida, se acumulaba en una de sus manos-. Corpus Tyr, sanctifica me-. Finaliza la oración, moviendo su mano con rapidez y tocar la herida, generando que aquella sacra luz se transfiera rápidamente al área comprometida-. Que don Yador, la señorita Daino y yo exploremos el lugar en busca de pistas y, el resto, inicie la selección del lugar para nuestro campamento-. Finaliza, ya dejando a un lado el tema de la pequeña herida del elfo y invitando a este ultimo que guie el camino, dada sus aptitudes mucho mejores que la de ella para estos casos.

La escena era cuanto menos divertida. El elfo con sus aires de superioridad recibió un mordisco de una trampa. contuve una carcajada. Ir de sobrado por el mundo tenía un precio, pero Mei no se reía de esas cosas.

Hasta que la paladín rompió la magia, tenía que evocar mi nombre. No digo nada, más mi cara formula una mueca de desagrado. Demasiado directos con esos comentarios, desde luego.

 intento entonar una música con el violín, pero no termino de concentrarme. Con fastidio, lo guardo.

- Está bien, está bien, vamos al meollo cuanto antes. estoy cansada del camino, si no encontramos a esos bribonzuelos rápido, mejor tomarnos un respiro.

La mano firme y justa de Arael sana a su compañero, de la misma forma que imparte ordenes con sabiduría. La autoridad de su voz se hace escuchar más que la de otros compañeros, su intervención fue como una bocanada de aire fresco.

A pesar de no gustarle que olvidara el nombre de su identidad secreta, la cambiaformas emprende su búsqueda, pero como siempre, con música. La forma de rasgar las cuerdas del violín parecía un murmullo, como si manifestara los pensamientos de su dueña durante la tarea, hasta que torturó las cuerdas al detenerse en seco, pareciendo más un grito de dolor del pobre instrumento. Sus ojos captaron un rastro, piedras que habían sido pateadas al correr, hierba aplastada y muchas pisadas de la manada misteriosa, todas en el mismo sentido.

-¡Ay! Gracias, Arael. Bien, hagamos eso que dices.

En cuanto me cura me froto la pierna, algo dolorido, y sigo a Arael, ayudándole en lo que haga (ayudo como acción a lo que necesite).

—No, no crreo que sean huarrgos—negó el enano a la posibilidad propuesta por Arael—. La morrdedurra es diferrente. ¡Y es prronto parra descansarr! Cuanto más tarrdemos, más difícil serrá encontrrarrlos.

Kroggar se puso ambas manos en su oronda barriga, mientras dejaba a sus compañeros que buscaran un rastro. No era esa una de sus especialidades. Podía pedirle una manita a Moraddin pero... teniendo compañeros que podían hacerle el trabajo no iba a recurrir al Forjador de Almas.

—¿Encontrráis algo?

Me dedico a dar unos pocos brincos por el lugar, mirando el mundo de forma desinteresada

- Venga, venga, venid, creo que he hallado algo. Igual nos lleva a algún sitio interesante.

Miro las pisadas y cojo una hoja, haciéndome la interesante. Así lo hacen los montaraces en las historias, ¿no? la huelo un poco, como si se pudiese sentir el flujo de un río de percepciones sólo con tenerla. Para mí, es una simple hoja.

El grupo sigue el rastro un buen trecho. Los goblins no habían hecho ningún esfuerzo en ocultar su rastro, convencidos de que nadie sensato seguiría el rastro de una banda criminal fuertemente armada.

Por algún motivo, las pisadas se dividen en pequeños grupos, y pasan de numerosas huellas dejadas frenéticamente a zancadas más cuidadosas, como si evitaran pisar ciertas zonas del terreno y prefirieran dar un rodeo.

-Alto!!! Miren

Dice Zwak de inmediato, su preocupación aumentando en gran medida al ver como los "bandidos" de repente se volvieron más meticulosos. Mira los alrededores primero, tratando de encontrar alguna cabeza verde que le mire.

-Con cuidado, retrocedan. Creo que podrían haber trampas... pisemos donde los goblins han pisado... pero primero

Y, aunque no creía que estos monstruitos verdes eran de verdad tan peligrosos, la paranoia cultivada en los años vividos en la Antipoda Oscura se activó de nuevo, y fue a comprobar que de verdad hubieran trampas. Así que, se agachó, y miro hacia las secciones del suelo donde no existían pisadas, buscando incongruencias en el terreno, como tierra movida, montones de hojas raros, o incluso cuerdas o pedazos de madera mal colocados

Siguiendo el sentido común, el semiorco pisó donde las huellas, pero se centró tanto en tantear cuidadosamente el suelo que no pensó en levantar más el pie del suelo, tirando sin querer de una fina pero fuerte cuerda que dejó caer sobre su cabeza una lluvia de rocas, sujetas por una red.

Gracias a la intervención del semiorco, que les había hecho retroceder a tiempo, las rocas se desmoronaron delante de ellos, pero golpeando al desafortunado Zwak.