Partida Rol por web

Kroggar negó con la cabeza al ver como las piedras caían sobre el orco. Otro se hubiera reído, pero el enano era más de mirarte fríamente con desapobración. Como ese padre decepcionado porque su hijo no cumple las expectativas. Menos mal que el enano no era padre.

—Bueno ahorra sabemos lo evidente. Hay trrampas. Así que tened cuidado—el sacerdote hizo hincapié en la palabra cuidado—. No querrremos más herridos, ¿verdad? 

Kroggar fue a avanzar cuando se le ocurrió una cosa.

—Mia, ya que tienes buen ojo, puedes rrevisarr cómo han avanzado los goblins porr aquí. ¿Iban rrápidos? ¿Lentos? ¿Da la sensación de que se sepan las trrampas de memorria? Quierro saberr hasta que punto conocen el terrritorrio. 

El enano sabía que en ocasiones era mejor hacer las cosas despacio y bien. Gracias a ello percibió un cepo, similar al que pisó Yador hacía media hora. Agradeció a Moradin haberlo dotado de paciencia y de dos ojos sin cataratas, pues de lo contrario ahora cargaría con la vergüenza de caer en el mismo tipo de trampa que la de su compañero el elfo.

Voy mirando los pasitos del enano, esbozando una sonrisa y dando brincos.

Eso intento mirar, mi buen maestre enano. Las trampas desde luego son primitivas, pero eso quiere decir que nos acercamos a su guarida. Con un poco de suerte les alcanzaremos antes de que anochezca.

Cojo una brizna de hierba y la empiezo a mirar fijamente. No sirve para nada, pero... ¿por qué tendría que servir de algo? tras unos minutos, avanzo.

La supuesta Mia, con pasos más livianos y con tiempo para las bromas, se mueve entre las primitivas trampas, pero no por ello dejaban de ser peligrosas. El agacharse para ver la insignificante brizna le sirvió para ver (quizás de casualidad) la cuerda de otra de las trampas que accionaban unas estacas ocultas. Estaba en lo cierto al pensar que estaban cerca de la guarida goblin.

-Ughh

El semiorco gruñe, un poco por el dolor y más bien enojado por comerse la trampa. Aparta una de las rocas que aplastaba su mano adolorida, y se gira para sacar las que quedaron en su espalda. Se queda un rato en el suelo para coger aire. Entonces se levanta. Refunfuñando, sigue el consejo del enano, además de sus pisadas, con mucho cuidado y paciencia... mientras piensa como va a hacerse una bonita taza y un juego de cubiertos con el cráneo y los huesos de un goblin

Voy siguiendo los pasos de mis compañeros, pisando donde ellos pisan (y tirando de percepción pasiva). Voy agradeciendo por el camino tener ojos de elfo y, aunque en otras ocasiones me hubiera reído un buen rato del semiorco, en esta ocasión no lo hago, teniendo aún muy reciente el dolor de la trampa que pisé. En su lugar gruño un "Ten más cuidado" y miro a mi alrededor, esperando que el ruido de las rocas no haya sido demasiado como para llamar la atención de posibles enemigos.

Uno a uno los aventureros abandonan la molesta área de trampas que los bandidos habían colocado de forma tan meticulosa. Los goblins serían una panda de cobardes, pero era indiscutible que el ingenio de estos retacos verdes estaba al mismo nivel.

Tras unos diez metros sin más contratiempos, el grupo llega a un claro en el que encuentran, de forma solemne y paciente, unas centenarias ruinas de arquitectura dracónida. El tiempo y los elementos eran crueles, pero a pesar de haber pulido la piedra y casi borrado los relieves, se mantenía en pie y de una sola pieza, demostrando lo sobresaliente que era esta raza en la arquitectura, como en otros muchos talentos. Pero la naturaleza no se había rendido tampoco, reclamando la zona que le fue robada para tal monumento de Arkhosia, creciendo a su alrededor y por encima de este si era necesario, dando un aspecto menos artificial y más afín al entorno.

De la boca siempre abierta que tenía por entrada salió un grito que se cargó el misticismo del momento, un grito de jolgorio acompañado de risas. Los goblins habían mancillado el lugar y reclamado como guarida, al estar tan oculto y alejada de toda civilización. Que vosotros supierais, podrían llevar años viviendo ahí sin que nadie los molestara.

El enano se llevó la mano al martillo y lo desenfundó haciéndolo girar sobre verticalmente. Pensó en el Martilloardiente, el arma ancestral de su clan. El arma que empuñaba su abuelo y que algún día estaría en las manos de su padre y después de su hermano. 

—Perrfecto—dijo con satisfacción—. Están distrraidos y crreen que nadie va a encontrrarrlos. No podemos desaprrovecharr la oportunidad.

Una vez más el clérigo se puso a poner un poco de orden entre sus compañeros. Ya había comprobado que estaban muy lejos de ser un grupo compenetrado y profesional. Y no sabía cuál de esas dos cualidades les faltaba más. Así que tendrían que suplir esas carencias con orden impuesto y una aplicación técnica de la teoría de la soldadesca. Al menos mientras no estuvieran en combate, si algo tenía claro Kroggar es que en ese momento reinaría el más absoluto caos.

—Yadorr examina la puerrta. Si está limpia, Zwak y Arrael entrran prrimerro. Yo irré detrrás de vostrros. ¡Que todo el mundo tenga cuatrro ojos!

Había algo más sobre lo de dar órdenes que el enano no iba a reconocer. Y era el pequeño placer que sentía, al impartirlas sobre el orco y el elfo.

Murmuro un par de palabras mal sonantes, asegurándome de que no me escuche el enano. No me gusta que me den órdenes, pero la idea era buena. También podría adelantarme en sigilo, pero estaba claro que eso supondría un riesgo que no quería asumir, teniendo en cuenta el número indeterminado de enemigos y la naturaleza de algunos de ellos además de las trampas, por lo que finalmente me acerco a examinar la puerta, tal y como me ordenaron, tras apenas un segundo de vacilación.

-Cubridme mientras, no vaya a ser que sea una emboscada... Nunca se tiene suficiente cuidado cuando se trata de goblins.

Cuando el elfo se asomó a la entra pudo ver que había que cruzar un rellano antes, para terminar delante de una puerta de madera que había visto mejores tiempos. No había trampas a la vista ni dentro ni fuera y la cerradura parecía tener un mecanismo sencillo. Con las herramientas apropiadas quizás pudiera abrirla sin que se dieran cuenta de la intrusión. La otra opción, menos elegante y más ruidosa, sería dejar que ese enano que tanto le fastidiaba derribara la puerta a golpe de martillo.

Zwak se arrodilla en el sitio, para así ser menos notable. Escucha la propuesta del enano y asiente, sacando de inmediato su hacha. Pasa su dedo por la hoja, asegurandose que mantiene su filo. Al ver que Yador sobrevivió al pararse frente a la entrada, el semiorco espera a que se gire y señala la entrada y hace dos gestos: ambos de un puño cerrado, pero uno con el pulgar hacia arriba y otro hacia abajo

Miro al semiorco con cara de no entender nada mientras me encojo de hombros. Suspiro y vuelvo a acercarme al grupo para hablarles susurrando. 

-Hay un rellano y justo después una puerta cerrada, aunque parece tener una cerradura simple. Si os parece bien me acerco, intento abrir la puerta con mis herramientas, vuelvo y ya vamos todos juntitos en formación como dijo nuestro amigo. La otra opción es derribar la puerta y mandar al carajo nuestra ventaja del elemento sorpresa.

Miro y oigo los gritos... una oportunidad para saber lo que se cuece. Me encantaría poder ser una goblin y colarme en su fiesta, si entendiese el idioma, cosa que no ocurre, con lo que me tendré que conformar con oír sus gritillos. Daini ser revuelve en el interior de Mia. La oportunidad de cambiar pieles y ocupar el lado goblin es apetecible... Si fallasen funcionaría, pero no iba a durar mucho la farsa.

- Está bien, mi intrépido - hace una pausa dramática, sugiriendo algo - amigo, ve en son de paz, tienes mi bendición.

No puedo tocar música sin alertarles, pero hay una opción más sencilla. Me acerco al sigiloso elfo y antes de que parta, le doy un beso en la mejilla. Mia es irresistible, ¿no?

No se supo si el elfo se sonrojó por el gesto debido a las muchas capas de ropa que lo cubrían, pero era evidente por el brillo de sus ojos que estaba cargado de entusiasmo, pero quizás fuera por la subida de adrenalina al saber que podrían coordinar su primer plan de ataque como equipo. Debía controlar ese entusiasmo pues antes dependía de su buen pulso para forzar la rudimentaria cerradura.

Me acerco sigilosamente a la puerta mientras saco mis ganzúas y jugueteo con ellas, visiblemente algo nervioso. Una vez al lado de la misma me dispongo a hacer mi propia "magia" y trato de abrir la puerta. Tras un satisfactorio click dejo la puerta entornada, sin abrirla del todo para dejar ese honor a otro y vuelvo con los demás con una sonrisita de suficiencia.

-La puerta está despejada y desbloqueada -susurro cuando llego con los demás-. Hora de ponernos con el plan del enano, es decir, vosotros delante y yo os sigo.

Aquella cerradura no representaba un desafío, a duras penas contaba como preliminar. En esta ocasión se abrió más suave que una doncella con palabras bonitas. La primera vez que lo hizo le sudaban las manos, estaba tembloroso y no conseguía acertar con sus herramientas... Lo mismo le pasó con su primera cerradura.

Hasta el momento todo andaba bien. Tras unas cuantas trampas y trabajo independiente que había resultado un desastre tras otro, el grupo estaba actuando ahora con astucia y cuidado. Los preparativos al ataque inminente contra los goblins estaban listos: enemigos distraídos, puerta abierta y armas prestas para la lucha... Desafortunadamente arriesgaron todo a una carta por intentar un sigilo grupal.

Hacía tiempo que no engrasaban las bisagras de la puerta, por lo que al abrirla para el paso de todos fueron delatados por un chirrío de esta. Uno de los goblins miró por encima de su jarra en mitad del trago, escupiendo el trago y salpicando la mesa y al compañero que tenía justo delante.

-¡Intruojoz...- intentó decir, cortado por la tos e intentando aclararse la garganta para repetir la alerta mientras señalaba hacia vosotros y cambiaba la jarra por la cimitarra- ¡A LAS ARMAS! ¡INTRUSOS!

-Finalmente... mi copa y mis cubiertos están frente a mi

Murmura Zwak, mientras entra en una postura de guardia, mandoble levantado y horizontal, la punta de este en dirección a los goblins. Y con sus piernas medio dobladas, el pie izquierdo frente al derecho, entra en un trance de combate

Ahí estaban los goblins, uno de los ancestrales enemigos de los enanos. Como los orcos y los elfos (Yador y Zwak nadie os está mirando). Y como los gigantes. Y como... ¿cuántos enemigos ancestrales tienen los enanos? ¡Seguro que hasta los enanos son su propio enemigo ancestral!

A lo que íbamos, la hora de luchar había llegado y Kroggar señaló al enemigo con su martillo.

—¡Marrcha hacia adelante!