Partida Rol por web

La intervención de Daini fue suficiente para delatar la posición del goblin, eso y que este sacara la cabeza de detrás de la lápida en el peor momento para comprobar lo que ocurría.

Zwak no pierde de vista como el goblin se asoma. El semiorco recobró la postura, para luego correr contra el bicho

-Te tengo alimaña!!!

Zwak se suba al ataúd y, aprovechando la altura, desciende su hacha sobre la cabeza del goblin, como si estuviera partiendo sandías

El goblin, que tenía la espalda contra el sarcófago, escucho un grito desde arriba de él. Contempló en contrapicado e invertido, la imponente figura del semiorco, descendiendo el hacha contra él. Gracias a sus reflejos, apartó la cabeza a un lado y el hacha de Zwak se clavó donde antes estaba su cabeza. Tan fuerte era el golpe que creó una grieta de la cual tubo que desclavar a fuerza de músculo. De haber acertado el goblin sería poco más que carne picada.

El enano avanzó por la sala por cortos pero enérgicos pasos. No iba a llegar a donde estaba el goblin, pero tampoco lo necesitaba. El fuego de la forja de Moradin estaba con él. Sólo esperaba que la pequeña criatura no fuera escurridiza como su compañero.

—¡MUERRE!

El clérigo de Moradín estaba enfocado en calcinar a los enemigos del Valle con fuego sagrado, pero este esquivo enemigo se salvo también del ataque que siguió al del semiorco. La muerte lo acechaba en cualquiera de sus formas.

Tenía claro lo que debía hacer, aprovechar la ocasión de huir y reagruparse junto con sus camaradas. Gracias a su juego de pies se destrabo del Zwak el guerrero, e inició la carrera en busca de refugio, dejando a los mercenarios a solas en la sala, rodeados de la destrucción y muerte.

Durante la refriega el grupo no se había dado cuenta, pero los goblins se habían acomodado en el panteón como si aquello fuera una sala de reuniones. Usaban las tumbas como mesa para apostar a las cartas, o para dejar encima sus trastos. Había botellas vacías por los suelos y cristales rotos alrededor de la estatua que estaba al otro lado de la sala, de cara a la entrada. Representaba a un héroe de la antigua Arkhosia con el escudo frente a él, descansando en el suelo y en posición militar firme. En el escudo los goblins habían dibujado un diana en el centro, tres caras satíricas de un elfo, enano y orco, y un gran miembro viril.

Habían jugado a lanzarle cosas, añadiendo al deterioro de la estatua manchas de fruta y verduras podridas, también tenía daños por la corrosión del vino y la cerveza.

Aquella entrada solo era la punta del iceberg. Los goblins habían dedicado tiempo y esfuerzo en crear un túnel para ampliar su guarida. Posiblemente fueran muchos más enemigos que los que podían caber en aquella sala.

Mientras todos se quedan mirando al tendido, examino la sala, buscando recovecos. Los gobos coleccionan cosas preciosas, quizás no valiosas y haya ciempiés, pero quizás si curiosas. Meto debajo la cabeza debajo de la mesa y me dedico a hurgar por toda la sala.

- Ojala supiese hablar goblin, entonces si que podría divertirme un rato... me pregunto como se comportan las féminas goblins, casi siempre los asaltantes son los machos, ¿alguna idea, Maese enano?

Daini es la que habla esta vez, intrigada.

Zwak no pierde la concentración y de inmediato se acerca a la pared al norte. Espalda pegada a esta, se acerca poco a poco hasta el túnel. Acto seguido, saca la hoja del hacha, tratando de usar el metal como un espejo de mala calidad y ver, como mínimo un borrón. También esperaba ver si alguno de los posibles goblins se ponía nervioso y disparaba al hacha, revelando su posición. En última instancia, el semiorco iba a asomar su cabeza si sus acciones no provocan reacción

Lo único de valor que Daini encontró fueron un montón de monedas que sumaban un total de 20 coronas de oro. Uno de los goblins estaba teniendo una buena racha y su última mano era muy buena, lastima que la suerte se le terminó al entrar los aventureros. También habían bastantes llaves en un aro, una de ellas debía ser de la entrada, el resto era una incógnita.

Zwak, como veterano de guerra y más precavido del grupo, se las ingenió para ver lo que había a lo largo del túnel sin ser un blanco fácil. Los goblins se habían adentrado hasta lo más profundo de la guarida. Para aquellos con visión en la penumbra, podían darse cuenta que no estaba excavado en línea recta, por torpeza de los goblins o para impedir ser atacados desde la distancia al acercarse o huir.

—Siemprre he pensado que los goblins salen de agujerros—rezongó el enano respecto a las féminas goblinoides.

Era gracioso, porque lo de salir de agujeros era algo que también se había dicho de los enanos. Sobre todo en aquella época en la que el mundo era joven y los primeros hijos de Moraddin salieron a la superficie. Al menos eso contaban las leyendas.

Kroggar se asomó por la puerta, para echarle un vistazo. Y no tardó en dar órdenes.

—Ya rrevisarremos esas cosas después. Han dado la voz de alarrma y hemos perrdido el factorr sorrprresa. ¡Vamos! No les demos oporrtunidad de orrganizarrse.

El sacerdote se acercó a Zwak y rezó una plegaria a Moraddin para que curara sus heridas. Esperaba que el Padrenano no se sintiera ofendido por usar sus dones con un hijo de Gruumsh.

—Abrre la marrcha—ordenó.

Por mi parte me acerco a recoger las flechas que no se hayan echado a perder, me guardo las cartas con las que jugaban los goblins a las cartas con una sonrisa y tomo las llaves, si no las coge Daini.

-Toma de momento esas monedas y ya las repartiremos cuando terminemos. Nuestro amigo gruñón tiene razón, debemos darnos prisa, dejemos a un lado el sigilo y avancemos. Os sigo.

Zwak había asegurado el pasillo y se encontraba físicamente bien, casi como si no le hubiera pasado nada gracias la intervención divina de su compañero enano.

Aquella lucha les había encendido por dentro y no se detendrían ahora. Sabían que debían actuar rápido y por primera vez se pusieron de acuerdo en muy poco tiempo. Cogieron las cosas de valor y lo necesario para la lucha antes de adentrarse en la oscuridad del túnel.

Casi cuando estaban llegando escucharon el grito del último goblin que se había escapado, reclamando a sus compañeros que le abrieran el portón, pero estos se lo negaron. Poco a poco llegaron a una zona con buena visibilidad y comprendieron a que portón se refería. El túnel terminaba en una cueva (quizás natural o creada por los goblins durante años) lo suficiente mente grande como para tener una torre de vigía en su centro y empalizadas. El portón daba a una rampa que ascendía para poder llegar a la salida. Para ahorrar tiempo en el desplazamiento los goblins fabricaron una jaula que subía y bajaba gracias a un complejo mecanismo, demasiado sofisticado para ser idea de los goblins. Esta jaula estaba elevada y fuera del alcance del goblin y los aventureros.
 

Kroggar examinó la situación. Lo difícil iba a ser entrar por esa empalizada. Pero estaba bajo tierra, eso era territorio enano, su territorio.

—Yadorr, tú conmigo—dijo mientras echaba mano de su ballesta ligera—. Les darremos coberrturra a Zwak y a Mia—dijo señalando al torreón—. Vosotrros dos, encarrgaos del goblin y tirrad esa puerrta abajo. ¡VAMOS!

Era gracioso ver al enano dispuesto para correr con su oronda barriga tonelera.

Examino la situación y, a regañadientes, acompaño al enano. Estaba claro que era más seguro para mi cubrir en la distancia que acercarme y acabar como un cactus con las flechas de los goblins, pero no me gustaba eso de estar recibiendo órdenes constantemente.

-Bien, estoy listo -digo mientras pongo una flecha en mi arco-. Que comience la fiesta.

Les sigo, algo enfurruñada. Mia no rompe cosas, eso desde luego, no le pega. Ocuparme del goblin fenomenal, pero... ¿lo otro? Están locos. No, me niego... o más bien haré lo primero y olvidaré lo segundo.

Gracias a la ventaja de la altura y a su visión en la oscuridad superior, los goblins vieron llegar de frente a los aventureros. Los aventureros sabían que debían actuar rápido dado lo precavidos que solían ser estos goblins en concreto. El goblin que estaba más cerca del grupo se alejó unos metros para atacar desde la distancia al enano. La flecha se clavó en el hombro de la armadura de este. El daño era soportable pero muchas flechas seguidas podían ser un problema.

Desde la torre hicieron sonar una campana, que se intensificó con el eco de la cueva. El plan de infiltrarse de forma sigilosa no parecía que fuera una opción viable llegados a este punto. En lugar de disparar se bajó de la torre veloz y se marchó. Fue su compañero de vigía el que hizo el segundo disparo contra el semiorco Zwak, pero la flecha se perdió en la oscuridad del túnel.