Partida Rol por web

Nunca hay calma tras la tormenta

1ª Parte, preludio: El camino hacia Middenheim

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13/11/2015, 00:09
Director

El sol apenas se atrevía a calentar aquella mañana mientras tímidamente despuntaba el alba, y no sin razón. Era el 18 de Kaldezeit, y no en vano el invierno empezaba aquel día. El primer invierno tras la tormenta del caos, apenas 4 meses antes todavía no se podían transitar los caminos con moderada tranquilidad. Ahora es posible, aunque toda precaución es poca frente a los remanentes de los ejercitos del caos que se han unido a los peligros de siempre han acechado desde lo más profundo de los bosques Imperiales y en concreto de Drakwald.

Probablemente iba a ser uno de los inviernos más duros que se vivían desde hace varias décadas, y no solo por el frío que ya venía acusando varias semanas atrás, si no por todo lo que la guerra había dejado tras de sí. Pero esta mañana parecía distinta para unos curiosos personajes que habían comenzado sus caminos solitarios hacía poco. Quizá por eso los pájaros se habían despertado esta mañana a cantar, como trompetas que anuncian el principio de grandes hazañas, o quizás fuera que tenían frío.

Sentado en un tocón a un lado del Gran camino del Norte, al que en estos tiempos poco le quedaba de grandeza y menos aún de camino, descansaba un hombre envuelto en su túnica y su capa. Debajo de su frondosa barba asomaba un rostro duro, con la mirada perdida entre los árboles. Y sobresaliendo de la capa, un martillo de Sigmar recibía los primeros rayos de sol.

Al poco rato, unos pasos se unen al sonido de los pájaros. Dos hombres caminan uno delante del otro, la verdad es que llevan un rato haciéndolo pero no se conocen. Por miedo, por precaución o simplemente por desgana no se han hablado desde que se han encontrado hace una hora en un cruce. Uno, galantemente vestido, pero protegido contra el invierno con su propia capa, camina decidido, por delante. El otro, bien armado, abrigado con una gruesa capa de lino, camina como una tortuga con un escudo heráldico de caparazón, lento y triste, sumido en sus pensamientos. Es posible que ni se haya percatado del hombre que camina por delante. 

Al llegar hasta nuestro predicador, ambos se detienen, primero uno y luego el otro al casi chocar con él. Se miran los tres sin saber muy bien qué decir, sin saber si quiera por qué se han detenido. Sin dar tiempo a que ninguno siga su camino o se decida a hablar, nuevamente unos pasos irrumpen la armonía del bosque. 

Un último hombre recorre el camino esta mañana. Camina con la mirada fija al frente, sin cerrar su capa. Al acercarse se pueden notar las cicatrices recientes en su rostro, y su semblante parece hablar por si solo de su historia. Al llegar a los 3 extraños se detiene, casi automáticamente. Los cuatro se miran...

Ante ellos el bosque termina poco tramo más adelante, dando paso a las Schadensumpf. Las ciénagas y tierras pantanosas de Middenland que convierten el camino del Norte en el menos transitado. Rodeadas por el bosque de Drakwald y salpicadas por las minas de metales, son el último lugar en el que cualquier viaje solitario querría encontrarse, menos aún sabiendo qué habrá huido a ocultarse en los túneles y escondrijos de los pantanos. Todos iban decididos a atravesarlas solos y probar suerte en la capital, quizás hoy algún dios se haya fijado en nuestros cuatro extraños, atando un nuevo nudo con las cuerdas de sus destinos...

 

Notas de juego

Ya podéis postear. No marquéis a Ludwig como destinatario hasta que aparezca o se diga lo contrario.

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13/11/2015, 01:01
Director

Johan tu has vivido en Middenheim y has estado viajando por los alrededores por tu propósito. Sabes que a 60 kilómetros del inicio de las Schadensumpf hay una taberna, Herberge. Siendo que ha amanecido hace pocas horas, tú y tus nuevos compañeros podríais alcanzarla al anochecer.

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13/11/2015, 01:58
Johan Kohn

Una mañana como otra cualquiera. Se había movido mucho hacia el sur, hasta el punto de haberse alejado de la capital donde aún le quedaba un sitio al que llamar hogar... Y ese era en efecto el pequeño apartamento en el que habitaban sus abuelos en el barrio de los mercaderes, si es que ahora había algo con lo que comerciar.

Pero pronto lo que parecía ser una mañana mas se convirtió en tiempo de encuentros. Se fue encontrando con varias personas de camino a casa. ¿Serían peligrosos? 

Se agarró rápidamente a la fría empuñadura de su espada corta, y siguió caminando. De vez en cuando miraría hacia atrás, tratando de escudriñar las intenciones de su perseguidor, pero llegado a un punto, pudo ver que no era peligroso.

Luego, aparecería el sacerdote. O mejor dicho, tropezaría con el. Se paró, y dejó que el resto le alcanzaran. Siendo un hombre de dios, contaba con que no fuera nadie peligroso. Empezó la conversación con los hombres ya reunidos.

- Buenos días valientes viajeros. Mi nombre es Johan Kohn. Me hallo recorriendo los caminos en busca de valientes guerreros que se animen a viajar hacia el norte a ayudar en la lucha contra el Caos, pero con vosotros no me va a hacer falta, porque veo que vais en la dirección apropiada para ayudar a salvar la humanidad. Os lo agradezco. Pensaba atravesar las Schadensumpf para llegar a la siguiente posada, pero conozco esta zona. Y sé que no sería demasiado inteligente hacerlo solo. ¿Viajan hacia la capital? Si es así, podríamos ir juntos. Y si no tienen donde quedarse, siempre podría pedir a mi familia que aguara mas el cocido para que pudieran sentarse a la mesa con nosotros.

Recorrer los pantanos con todo lo que podría haber acechando no era buena idea. Se necesitaban los unos a los otros, por muy capacitados que parecieran esos tipos, solos tendrían mas posibilidades de perecer. 

Notas de juego

- No puedo poner destinatarios. Espero que me estén leyendo, o sino que arregles tú lo de destinatarios. 

Máster: había marcado destinatarios ocultos en vez de por defecto XD perdónenme ustedes. Ahora está por defecto y sin Ludwig.

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13/11/2015, 22:09
Heinrich Karlsson

El sol despuntó al alba del primer día de invierno, pero este no bañó la tierra con su calor, aportando una premonición del gélido invierno que se aproximaba. Eran tiempos oscuros, el Caos había sido derrotado, pero el Gran Enemigo era mucho más poderoso de lo que parecía y la guerra se cobró un precio. Los caminos eran peligrosos, las gentes anteriormente hospitalarias callaban, y como un hombre de fe bien sabía, el auténtico peligro habita en el mismo corazón de los hombres débiles de fe.

Estos eran los pensamientos que rondaban la mente del sacerdote mientras hacía un alto en el camino. Su llegada a Middenheim se había visto retrasada por las dificultades del camino y por la dureza del clima cada vez más frío. El mayor problema iba a ser el pantano que se interponía entre el hombre y la ciudad de lobo, el cual podría demostrar ser una dura prueba.

Fue entonces cuando los vio. Tres hombres se aproximaban por dos puntos distintos del camino. El hombre de dios no se alteró, pues a pesar de que eran tiempos tempestuosos no era una carretera en muy mal estado y el sol brillaba en el cielo. No era la hora más propicia para los bandidos, y poco tenía que temer un hombre de fe de un mal tan mundano como los asaltadores. 

Cuando el primero de los viajeros llegó a su altura lanzó un saludo cortés y anunció que se dirigía a Middenheim a ponerse al servicio del Imperio, y ofrecía compañía y cobijo a aquellos que quisieran compartir camino. Alzando la vista a los cielos en agradecimiento por enviarle una nueva oportunidad en su viaje, el sacerdote contestó:

Buenos días a ti también, Johan Kohn, y a vosotros también, viajeros. - dijo mientras hacía la seña del cometa de dos colas a cada uno de los presentes a modo de bendición. - En efecto, me dirijo a la ciudad del lobo para ofrecer consuelo al piadoso, penitencia al pecador y castigo al hereje, y la compañía podría hacer el viaje más seguro y agradable. Ofrecerse en servicio del Imperio es un acto que agrada a Sigmar, y nada deben de temer los hombres que luchan por el Imperio pues con él les protege y con él se reunirán. También es noble ofrecer hospitalidad aunque poco se tenga, aunque por mi parte, no pediré más que un plato sencillo para comer, puesto que poco exige este cuerpo que no es más que un mero instrumento de nuestro Señor. Mi nombre es Heinrich Karlsson, y viajaré contigo a Middenheim.

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16/11/2015, 00:22
Gerald Herrmingson

Caminando sumido en sus propios recuerdos, Gerald apenas se había percatado de la presencia del anciano parado en el camino, no fue sino cuando empezó a hablar con el tipo que andaba delante suyo, al que había hecho poco o ningún caso hasta ahora, cuando Gerald reaccionó y salió de su ensimismamiento.

Buen día tengan ambos, mi nombre es Gerald Herrmingson y regreso a Midenheim tras completar un encargo - su rostro se ensombreció por momentos - el camino me es familiar y sus motivos son honorables, pondré mi espada a su servicio hasta alcanzar la capital.

Sinceramente, Gerald había tenido días mejores, no estaba de humor para hacer amigos, pero le habían educado en el respeto y la cortesía, no podría abandonar a ciudadanos imperiales a su suerte.

 

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16/11/2015, 12:38
Magnus

La mañana era hermosa, pero gélida, como el corazón de Magnus en esos momentos. El sol prestaba su luz, mas no su calor, señalizando el inicio del invierno, un invierno que amenazaba con hacer tambalear más al ya desequilibrado Imperio. Avanzaba por el camino imperial con una cadencia marcial, si bien algo parsimoniosa, con la mirada fija en el cruce de caminos que se encontraba más adelante, pero de tanto en tanto su mirada se desviaba hacia sus silenciosos "acompañantes", los cuales caminaban unos cuantos pasos más adelante que él.

El ambiente inspiraba algo de paz, al contrario de las cenizas, escombros y cadáveres que el soldado había dejado atrás no hace muchos días. Magnus cerró sus ojos durante un segundo, dejando que aquella paz inundase su cuerpo y mente, pero contrario a sus intenciones solo logró evocar recuerdos del pasado, recuerdos no gratos.

Pese a no tener particular interés en las personas que transitaban el camino, los escudriñó con una mirada rápida. El primero tenía aspecto de noble, o al menos sus ropas lo hacían parecer así. La capa del segundo le impedía ver más allá, pero el escudo que le acompañaba dejaba ver que era alguien dedicado a las artes bélicas - Un mercenario, quizás. Buscando fortuna en Middenheim luego de la tormenta. Tiene sentido, muchas personas no se sienten seguras, y con sentido, y harán o pagarán lo que sea para disminuir esa sensación aunque sea un poco. - Pensaba mientras seguía avanzando. Paso tras paso el cruce se fue haciendo más cercano, y otra figura haría su aparición. Esta vez se trataba de un hombre de fé. Su túnica y, más importante aún, su martillo, así lo indicaban.

Todos estos hombres se encontraron en el cruce por alguna y otra razón, y los dos caminantes se detuvieron para cruzar palabras entre sí. Magnus no, pero aminoró su marcha para escuchar. Después de todo, un cuerpo más entre él y los colmillos de cualquier bestia no era una mala idea.

En cuanto a Magnus, cualquiera que le vea deducirá que es un soldado por profesión. Debajo de su pesada capa se puede ver claramente un uniforme del ejército de Middenheim, con sus colores azul y plateado, y el emblema del gran lobo a la altura del pecho, así como también lo poco de una armadura de cuero que el uniforme no pueda cubrir que, en conjunto con la pesada alabarda que descansa en su hombro, dejan ver que el hombre ha servido al menos una vez bajo las órdenes del Conde Elector, Boris Todbringer. Sus cicatrices también son prueba de que ha sido probado en batalla, aunque éstas no tienen nada que envidiarle a las heridas tratadas por los mejores galenos puesto que han sanado de buena forma.

El joven soldado escucha pero no habla. Tampoco mira a los hombres que hablan entre sí, aunque su marcha denota que está interesado en lo que hablan puesto que vuelve a aminorar una vez ha llegado a su nivel. Tras rebasarlos y avanzar unos cuantos metros hace un alto y gira su rostro hacia los que ha dejado atrás en el camino.

— ¿Y bien? —Gruñó más que hablar aquel hombre—. No llegaremos a Middenheim sin caminar—. Su voz era gruesa, firme y rasposa, aunque su tono no muy amigable en particular.

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17/11/2015, 19:20
Director

Aún sin saber muy bien por qué, todos comienzan a caminar en la misma dirección. Al principio Magnus continúa un poco por delante del resto pero poco a poco, por el paso de los demás, terminan los 4 a la par. De vez en cuando intercambian miradas, quizás alguna palabra. Desde luego son tiempos extraños y más parecían serlo las compañías que uno encuentra en el camino.

Al cabo de un rato, cuando no llevan ni una hora caminando, el bosque termina abruptamente para dejar paso a las Schadensumpf, las tierras pantanosas y húmedas que de alguna manera albergan algunos de los yacimientos de metal más importantes de Middenland.

El camino en ese momento se convierte en una travesía irregular, embarrada por las constantes lluvias. El cielo a lo lejos, deja claro el pronóstico para la tarde con unos enormes nubarrones negros arrastrados rápidamente por el viento.

La mañana transcurre tranquila para nuestros viajeros, el terreno es irregular pero constante y el camino esquiva todos los montículos y elevaciones. La extensión de terreno pantanoso y hierba húmeda y alta es enorme, salpicada por estas elevaciones de tierra, muy pocos árboles y a veces cuevas en el mismo suelo o en los montículos.

A veces, a lo lejos y fuera del camino, se ven algunas casas de piedra negra, sencillas y austeras. 

Caminar se hace difícil y cansado por el barro pero los cuatro se rehusan a detenerse, su objetivo es claro y quieren llegar cuanto antes. Al final, el hambre los hace detenerse por un momento, devorando sus raciones y bebiendo un poco de agua. Después el camino continúa como hasta entonces.

A mitad de la tarde, las nubes de la mañana se encuentran sobre ellos y deciden que unos rayos y truenos son más que suficientes para avisar del diluvio que va a caer.

De un momento a otro, una fina llovizna se convierte en un chaparrón como no habían visto hace mucho, los cuatro viajeros se juntan buscando protegerse con las capas. No hay dónde cobijarse de la lluvia, solo pueden seguir adelante confiando en las palabras de Johan, que asegura que más adelante hay una posada.

Cada vez caminar es más dificil, tropiezan en charcos, se llenan de barro hasta las pantorrillas. La humedad y el frío se intensifican. No es nada fácil continuar, pero todos lo hacen. Y justo cuando comienzan a desesperar, casi dándose por vencidos, la lluvia va aliviando hasta terminar por completo... El viento aclara el cielo por completo, ya está atardeciendo, el tiempo ha pasado rápido mientras no podían ver el sol.

Y por fin las promesas se cumplen. Un tramo más de terrible barro y la dichosa posada aparece a la vista. El sol se ha puesto y nuestros aventureros llegan a los muros de piedra del recinto mojados, cansados pero por fin esperanzados. Los muros encierran una casa de dos pisos, típica imperial, con muros de piedra y vigas de madera por fuera afianzando. Se puede ver luz en el interior y sobre todo se puede escuchar mucho barullo, hombres hablando, movimiento...

Atraídos por el calor y sobre todo la promesa de cerveza y comida caliente, entran sin pensarlo.

La escena no podría ser más típica. Hombres, con las caras manchadas de negro al igual que sus vestimentas, alzan jarras de cerveza, gritan, hablan, se golpean entre ellos. Entre todo el gentío un hombre, va y viene entre las mesas, rellenando jarras y recogiendo los desperfectos. 

Notas de juego

Perdón por tomarme la libertad de meteros en la taberna directamente, creo que estaba claro y nos ahorramos un turno de decir: si, entremos :P espero que os parezca bien.

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17/11/2015, 19:53
Borrachos

Pero es al lado del hogar, donde la parte más curiosa de esta escena ocurre. Dos hombres, visiblemente borrachos, están uno a cada lado de un sillon que os da la espalda, de frente al fuego. En el parece haber sentado alguien que ha levantado las manos.

Inmediatamente, los dos hombres lo agarran y lo levantan del sillón pero sin conseguir sujetarle las manos. Se puede ver a un muchacho, joven y bien vestido, que mira a los borrachos desconcertado y asustado.

Uno de ellos empieza a hablar -Fí*hip!*jate Fregor, aún ecima é tío ¡se quiere *hip!* reír de nosotros! -

-Sí Grunter *hip!* dice pobre desgraciao, peo sus rop*hip!*as no dicen lo mimo. *hip!*Contesta el otro.

-Creo que'sile damo *hip!* una lecció, no volverá a enviá mons*hip!*tros a lá minaSeguidamente, el que parece llamarse Grunter alza la mano para darle un puñetazo pero pierde el equilibrio en ese momento golpeándose contra el sillón. Su amigo parece desconcertado y no acierta a qué hacer a continuación.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Ya podéis postear y Ludwig entra en escena, grupo completo.

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17/11/2015, 20:08
Director

Al levantarte los borrachos de tu asiento, puedes ver que 4 extraños personajes han entrado en la taberna, armados. No parecen ser de la zona.

Los dos hombres no han conseguir apresarte a la par que te levantaban por lo que tus manos están libres. Dieter no parece haberse dado cuenta de lo que ocurre.

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18/11/2015, 01:39
Johan Kohn

El camino se hacía largo. Llovía. Barro. Mierda, casas a medio derruir. Nadie salía a su paso ni para saludar, ni para causarles problemas.

Algo le decía que se tenía que mantener alerta, por lo que pudiera pasar. Muchas veces había escuchado que había criaturas nunca vistas morando por los bosques... ¿Sería cierto?

Le costó mucho mantener la fe del grupo. El viaje era tan duro, que hasta él mismo se cuestionaba si esa taberna que recordaba estaba allí realmente... Pero por suerte, el día llegó.

Pronto pudieron secarse al fuego, y probar un poco de comida por primera vez en bastante tiempo. ¡Y sabía bien!. Aprovechó ese rato en el que el camarero fue a la cocina y volvió para comentar y sobretodo escuchar lo que los hombres tuvieran que decirle, de cara a enterarse como iban las cosas por la zona, y si alguien necesitaba ayuda con cualquier cosa. 

Sus viajes eran largos, y siempre tenía que mantener algo en el bolsillo si es que no quería morir de hambre...

De repente, unos hombres empezaron a acosar a un joven esmirriado. No pudo evitar acercarse para recriminar la actitud de los hombres que lo acosaban y hablar directamente con él.

- Dejad a este buen hombre tranquilo, pues nada os ha hecho. No juzgueis a nadie por sus ropas, sino por el corazón que hay debajo de las mismas. Seguro que es un buen hombre, ¿Cierto? - miraría al jovenzuelo - ven, siéntate con nosotros, hay sitio en el banco, y seguro que tienes hambre.

Hizo a un lado su mochila y le invitó a sentarse. Era obvio que ese tipo no era un habitante de la zona, podría convencerle a que se uniera a la cruzada contra el Caos.

Al tiempo.

- Tiradas (2)

Notas de juego

- Utilizo Cotilleo para ponerme al día de los últimos acontecimientos, ataques o asaltos por la zona... TRABAJO, posibilidades de hacer negocio... - Dos grados de éxito

- Carisma para convencer a los borrachos de que dejen al chico tranquilo. Fracaso.

- Compro algo de comida que haya, la común que coman todas acompañada de una buena cerveza.

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18/11/2015, 11:28
Borrachos

-Mira este *hip!* otro. ¿Pa que te metes donde no te *hip!* llaman?  - Dice el que no había dado el puñetazo, dándose la vuelta a duras penas para encarar a Johan. Alza la mano imitando a su compañero e igualmente falla miserablemente a causa de la embriaguez, perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo. El trombazo se escucha llamando la atención del posadero que acude. 

- Tiradas (1)
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18/11/2015, 11:37
Dieter

Solo sabéis causar problemas, ¡no sois más que borrachos! Después de un día de trabajo ¡y no tenéis nada mejor que hacer! Dice levantandolos a ambos y arrastrandolos a la puerta. - mañana me cobraré vuestras cervezas, ahora fuera, volved a casa. -  Los saca y cierra la puerta, volviendo a vosotros. 

-Perdona joven, no creía que fueran a meterse con un extraño... Parece que ahora tendrás mejor compañía. ¿Qué puedo hacer por ustedes viajeros? 

Notas de juego

El conflicto era fácil de terminar y al postear Johan primero he actuado como si hubiera sido el primero el acercarse a medias. Si está forma de terminar algo así sin esperar a que todos digáis algo os parece mal decídmelo por favor. Johan tus tiradas de cotilleo no quedan en vano, pero resolvemos todo a la vez la comida, y otros acciones que surjan de los demás. 

Por cierto, solo habéis estado viajando todo un día, no varios. 

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18/11/2015, 11:59
Ludwig Khaler

Ante todo el revuelo, y que los borrachos habían prestado la atención en un hombre que intercedió por él, Ludwig estaba ya en una esquina con los brazos en la cara para protegerse de los golpes. Cuando vio que los echaban, sonrió y alivado, dijo:

- No es culpa tuya Dieter, tranquilo. -mirando a Johan, le extendió la mano para dar un apretón de manos.- Muchas gracias señor, si o hubiera intervenido hubiera acabado bastante mal. Mi nombre es Ludwig Khaler, y el suyo? No se preocupe, estaba terminando la cena- fue a buscar su plato para terminar de cenar con ellos ante el ofrecimiento de Johan.

 

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18/11/2015, 12:05
Johan Kohn

Johan extendería la mano y tras estrecharla asentiría.

- Mi nombre es Johan. Y estos son Gerald, Heinrich y ese... - mirando a Magnus - aún no se ha presentado. Igual tu tienes mas suerte que nosotros con eso.-sonreiría.

El joven diplomático se dirigió de nuevo a la mesa y escuchó al tabernero.

- Nos dirigimos hacia el norte. Yo provengo de allí. Desde el ataque de los hombres del Caos me dedico a recorrer los caminos intentando convencer a cualquier hombre dispuesto a luchar contra el mal. Nuestra supervivencia está en juego, el norte necesita a todo el mundo que esté dispuesto...

Siguió comiendo de su cena delicadamente, siempre mirando y escuchando alrededor tratando de enterarse de cualquier cosa que pudiera mejorar su situación económica.

Notas de juego

- Si pones cursiva y es hablado ponlo en negrita please. Sería como susurrar. Normal en negrita hablado. Cursiva sin mas pensamientos. O así se hace en todas las partidas que he jugado hasta ahora ;)

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18/11/2015, 12:36
Heinrich Karlsson

El día de camino fue especialmente duro desde que el bosque fue sustituido por los humedales y el chaparrón constante. La humedad calaba los huesos de Heinrich mientras que sus piernas se hundían hasta las rodillas en el lodazal. Pero los dioses no dan su favor al perezoso o al de fácil rendición, así que la constancia y la determinación llevó al grupo finalmente a una posada, tal como Kohn había prometido. Durante el camino no fueron muchas las palabras intercambiadas más allá de algunos gruñidos de aliento para superar la prueba.

La taberna ofrecía un hospitalario consuelo a Heinrich a pesar del barullo y de la multitud. Era muy preferible pasar la noche bajo techo que en la fría humedad del pantano, con saben los dioses qué criaturas acechando. Sea como fuere, las criaturas que acechaban dentro del establecimiento eran mucho menos fieras, ya que Johan acudió en defensa de un joven acosado por dos hombres borrachos. El hombre no solo los había llevado hacia allí tal y como dijo, sino que había demostrado una actitud altruista en defensa de las leyes y del débil, y eso no escapaba a la vista del hombre de fe. Cuando se hubo resuelto el entuerto, Heinrich se dirigió al posadero que les daba la bienvenida:

- Un hombre de Sigmar no busca más que un alto en el camino y un plato sencillo con el que saciar el hambre. Así bien, sabed que si cualquiera en esta posada, así como vos o vuestra familia, necesitan el perdón o el consuelo de Nuestro Señor estaré encantado de interceder ante Él por quien me lo pida.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Carisma para apelar a la caridad religiosa del posadero 

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18/11/2015, 13:29
Ludwig Khaler

- Oh así que al norte, allí me dirigía yo, en concreto a Middenheim, a encontrarme con un amigo y enrolarme en el ejército si es posible. Si no os importa, podría unirme a vosotros hasta llegar cerca de la ciudad?.- dice mirando a los hombres terminando de cenar.

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18/11/2015, 14:53
Johan Kohn

Kohn asintió al joven, pues le había pillado con la boca llena y no era de gente educada hablar con la misma llena.

- Creo que no me equivoco al afirmar que todos estamos dirigiéndonos al norte. Yo soy natural de la zona, me honra que vengas a luchar a nuestro lado contra esas bestias. Muchas gracias, de veras. Y sí, creo que cuantos mas seamos por el camino mejor. No están las cosas para andar solo...

Seguiría comiendo esperando que el resto hablaran.

Por Ulric... Qué callada es esta gente... 

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18/11/2015, 21:29
Gerald Herrmingson

Tras un largo día de caminata, las inclemencias metereológicas sumadas a que hacía no mucho que había cruzado las mismas Schadensumpf en dirección contraria no contribuían a que Gerald se encontrara de buen humor. Al encontrar la taberna un pequeño brillo de esperanza asomó al rostro del joven.

Para luego ser ensombrecido por la pareja de borrachos molestando a aquel chiquillo - y para defender a gente como esta hemos luchado - Gerald, que siempre se consideró una persona paciente, se descubrió a sí mismo con la mano sobre el pomo de su espadón - Sin duda todo esto me ha cambiado, debo tranquilizarme.

 Al ver como Kohn intervenía, prefirió dejárselo a él, el tipo parecía tener labia y saber tratar con la gente. Estuvo a punto de intervenir cuando se levantaron, pero estaban tan ebrios que cayeron por su propio peso. 

Tras haber expulsado a la pareja, el joven objeto de su acoso se presentó ante Johan, y más tarde se reunió con el resto.

¡Ludwig! - dijo el escudero sorprendido, como hablando consigo mismo - sabed que portais el nombre de un gran héroe de esta tierra, aunque dudo que las canciones narren sus gestas. Mi nombre es Gerald Herrmigson y prestaré mi espada en tu defensa mientras nuestros caminos permanezcan unidos.

 

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19/11/2015, 19:11
Magnus

El camino era tortuoso y lleno de obstáculos, el paisaje hace mucho que había dejado de ser hermoso como en el camino imperial, al menos desde la perspectiva de Magnus. En un momento indeterminado de la caminata Magnus mira al cielo y emite un chasquido al ver lo que el cielo pronosticaba para dentro de unas pocas horas. Las casas de barro y piedra negra a duras penas llaman su atención, aunque de vez en cuando lanza una mirada ocasional a las que el grupo se va encontrando para asegurarse de que nadie indeseado haya notado su presencia o quiera causar problemas aunque sepa que la mayoría de estas debe corresponder a los mineros de la zona.

A medida que seguían caminando el avance se iba haciendo cada vez más dificultoso, el camino daba giros y cruces para evadir los obstáculos naturales, pero el barro, la hierba alta y muchas otras cosas eran más que suficientes para ralentizar de manera significativa el avance del pequeño grupo. El esfuerzo que tenían que hacer los hombres era bastante agotador, por lo que tuvieron que detenerse en algún momento para recuperar sus fuerzas con una buena comida y unos cuantos tragos de agua.

La leve llovizna y los sonoros rayos y truenos dieron paso a una torrencial lluvia que no hacía si no empeorar las condiciones del camino, haciendo más difícil aún el avance de los cuatro viajeros. Durante largas horas avanzaron los hombres a través de aquel camino y aquella tormenta, protegidos por sus pesadas y gruesas capaz de viaje y sus férreas voluntades de llegar a la ciudad capital, pero poco a poco, a medida que la tormenta empeoraba, las fuerzas de aquellos viajeros se iban agotando. Finalmente, cuando pensaban que todo estaba perdido y parecía que tendrían que alargar su estadía en aquel horrendo lugar para acampar, la tormenta empieza a arreciar y finalmente las nubes empiezan a desaparecer del cielo, notificando al grupo que el tiempo ha avanzado de manera rápida y que ya está empezando a oscurecer.

Finalmente, luego de unos cuantos tramos más del horrible camino, el grupo posa sus ojos en lo que bien podría ser un oasis, la posada de la que había hablado el hombre bien vestido, Kohn. Su acabado no era el más fino, en su lugar tenía la típica estructura imperial, resistente y rústica, pero en los ojos de Magnus eso era todo lo que necesitaba y más. El típico sonido de una posada, los murmullos de los hombres y las risas, pronto inundan el ambiente y Magnus no puede evitar sentirse como en casa.

Dos borrachos en un costado de la posada parecen incordiar a un joven hombre, pero Magnus no interfiere puesto que lo último que quiere es meterse con los lugareños, además de que no es su problema, por lo que simplemente pasa de largo hacia la barra de la posada, aunque sus compañeros, Johan en específico, si que parecen interesarse en ayudar a aquel hombre. Magnus simplemente niega lentamente y suelta un chasquido mientras sigue caminando.

Al entrar a la posada, Magnus respira tranquilamente y pasa un largo rato junto al fuego, calentando sus huesos y su ropa también. Luego de recobrar un poco las fuerzas se acerca a la barra y se sienta en uno de los taburetes, descansando su alabarda en la barra misma y mira al posadero - Un plato de estofado caliente y una cerveza fuerte. - pide al tabernero mientras saca su bolsa para pagar por su comida. Mira de reojo a los otros viajeros, que parecen estar haciendo migas con el hombre que habían "rescatado" de una paliza no hace mucho y vuelve a dirigir su mirada a la barra.

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19/11/2015, 20:50
Ludwig Khaler

- Se me olvidó mencionar caballeros que creo que por la zona llevan unas semana de apuros. Parece ser que los borrachos querían darme la paliza porque creían que yo era un brujo o demonologista que había hecho algo y había mandado monstruos a la mina. Claro estos hombres eran mineros , por lo que lo habrían visto todo. Que os parece si les echáramos una mano.- dice Ludwig todo esto un poco en voz baja y excitado mirando alrededor.