Partida Rol por web

La algarabía de la calle se había evaporado inmediatamente, no bien hubo sonado el estallido y el ruido de cristales. Los niños que habían encendido el petardo corrieron como almas que llevara el diablo para esconderse y que la madre de Theresa y Ander no les pillara con las manos en la masa.

Kate, por su parte, se acercó hasta la ventana rota para asomarse y ver mejor qué había pasado. Ander y Theresa la conocían, y también su madre, así que no era probable que la creyesen culpable de aquello. Sobre todo cuando Theresa había visto a los responsables correr como liebres.

Mientras iba hacia la puerta de entrada, Robert se fijó en que el grupo de "pirotécnicos" se dirigía a la carrera a un almacén de madera que usaban a veces, y que estaba cerca de allí. No era mal escondite, pero teniendo en cuenta que les habían visto... El chico se colocó enfrente del timbre de Ander y Theresa, y llamó.

¡RIIIIIING!

- ¡¿Y ahora quién viene?! -chilló Theresa, fuera de sí-. ¡Vete a abrir, anda!

No miró a Ander, pero no había nadie más allí, así que estaba claro que se refería a él. En ese momento, su madre bajó por la escalera, alarmada por el ruido que había oído y por los gritos de su hija. Cuando preguntó qué estaba pasando, Theresa le llamó la atención sobre el cristal roto por el petardo, y mamá no puso muy buena cara...

- Siempre tengo que hacerlo todo yo - dijo Ander enfurruñado - Eres una vaga y una llorona.

No obstante, el chico se acercó a la puerta. Mientras pensaba en las miles de maneras en las que haría sufrir a su hermana. Haciendole cosquillas, metiendole un montón de comida en la boca,... Pero ninguna de aquellas torturas parecía ayudar a Ander, que miraba de reojo el cristal roto y sabía que Theresa se las ingeniaría para culparle de algún modo. Aunque después mamá no la creyese, podía meterse en un buen problema.

- ¿Quien es? - dijo sin abrir. Mamá le había dicho muchas veces que no abriera al primero que pasara por su puerta, y como era muy bajito, no llegaba a mirar por el agujero que había en el medio de la puerta.

- Er... eh... ¿Ander? ¿Eres tú? Soy Bobby, del cole... ¿sales a jugar? - dijo. En su voz se escuchaba un deje tembloroso y dubitativo, como si su corazón estuviera latiendo a mil por hora.

Kate se acercó un poco detrás de Robert.

-H-hola-dijo algo tímida moviendo la mano-nosotros hemos visto a quienes han roto el cristal-dijo bajando la vista rápidamente.

Robert se giró y miró a Kate cuando dijo aquellas palabras, y se quedó blanco como el papel. Intentó responder, pero sólo pudo boquear como un pez fuera del agua.

Ander abrió la puerta. Por lo menos tenía voz de niño, sabía su nombre... y le conocía del cole. Pero claro, podía ser un tipo disfrazado de niño, ¿qué le diría mamá si le abriera la puerta a cualquiera?

Apuntando con la pistola de juguete antes de abrir del todo, le advirtió.

- No intentes nada raro o te haré pedazos ¿Entendido? - dijo semi-asomandose. Cuando vió a Kate, se tranquilizó y abrió del todo. No llevaba mucho en el cole, pero sí que había conocido a algunos chicos interesantes. Kate era curiosa, porque no dejaba de ser una niña, y eso le daba un poco de asco, pero al menos tenía sentido del humor... y no le pegaba en el casco, lo cual era una buena señal.

- ¿Qué haceis aqui? ¿Teneis algo que ver con la tremenda explosión?  - Agitó los brazos mientras daba un salto - ¡PUM! ¡KABOOM! ¡BANG!

No, no-se apresuró a decir la niña, que no quería que la echaran la culpa de lo que había pasado. Su cara estaba completamente sonrosada- pero... bueno, hemos visto a los niños que lo han hecho... Eran niños mayores, ¿a que si?-le dijo al pequeño que había llamado a la puerta.

Ander le parecía muy simpático, y sacaba su lado más infantil que intentaba reprimir en casa, cuando su mamá miraba o cuando llevaba las notas. Estaba blanco como la pared, pero en cuanto Kate explicó lo del petardo, sus mejillas se sonrosaron de nuevo y sonrió nerviosamente.

- Sí, sí, ¡SÍ! - dijo, con la espada de plástico aún en la mano derecha. Robert la aferraba como si fuera el bien más preciado en el mundo. - Mayores, sí... se han ido. ¿Y tú quién eres? ¿Eres del cole? - añadió, mirando a la joven.

Kate bajo la cabeza y empezó a juguetear con una de sus trenzas antes de levantar la vista y volver a contestar.

-Si, voy a la misma clase que tu... pero soy nueva...-le dijo algo avergonzada- oye Ander... los niños que han roto el cristal han ido alli-señalo el edificio donde habían ido a refugiarse los malos- ¿no tendrías que decirselo a tu madre?

- Yo... eh... no... eh... - miraba a uno y a otro todo el rato. ¿Iban a la misma clase y no se conocían? - ¿Les habeis visto? - Era lo único que le importaba. Pero él no era un chivota como Theresa. Era estúpida, y no le sorprendió que la otra niña fuera la que le diese la idea de decírselo a su madre. No obstante, mamá vendría ahora y se enteraría de boca de los propios niños.

Eran mayores. Seguro que eran los que le pegaban en el casco y se reían de él. Esperó a que Theresa o su madre vinieran. No quería ir tras ellos sin que su madre lo supiera.

Mientras los chicos hablaban en la puerta, la madre de Ander y Theresa inspeccionaba los daños y hablaba en el salón. La hermana del pequeñín se acercó, con cara de furia.

- Mamá está que trina -dijo enfadada-. No me extraña, menuda idea hacer explotar un petardo junto a la ventana. ¿Por dónde dices que se han ido los que lo han hecho? Más vale que no me estés engañando.

Miró a donde Kate señalaba y luego, ceñuda, a Robert. Le conocía del colegio y como no, sospechó de él enseguida.

- Tú siempre andas metiéndote en líos, ¿no tendrás también algo que ver?

Y luego se volvió hacia su hermano. Era obvio que tenía para repartir entre todos...

- Como me entere de que tú también estás en el ajo te vas a enterar. ¡No vas a salir de tu habitación en un mes!

Bobby se quedó algo paralizado cuando aquella chica le miró tan duramente, pero no podía dejarse amilanar delante de esa chica nueva. ¡Tenía que demostrar que era un niño grande! Frunciendo el ceño, arrugando la naricita y poniendo los brazos en jarras (un gesto que, aunque él no lo supiera, había aprendido de su madre), se plantó delante de ella.

- ¡Yo no he hecho nada! - dijo, haciendo levemente su voz algo más grave, lo que daba la impresión de que estaba actuando. Con un gesto torpe, señaló a Kate - ¡Yo he estado con ella todo el tiempo! Sí... es.. nueva en el cole y eso...

-Se fueron por allí-volvió a decir Kate mientras señalaba con la mano. No quería que la echaran la culpa de algo que no había echo, si ella siempre se portaba muy bien. La hermana de Ander parecía muy mandóna pero también era una chica muy guapa y mayor. Seguro que si se lo decía a su madre no les regañarían.

Ander miró a su hermana y a aquellos chicos con cara apenada. Siempre era asi, intentó decirselo con la mirada y echó de menos no tener telepatía o alguna cosa de esas que tenian los aliens psicos o psiques o como se llamaran.

Theresa frunció el ceño, sin fiarse aún de ninguno de los tres, y miró en la dirección que le señalaban. Por la esquina que los chicos habían doblado no había ninguna salida. Tenían que haberse escondido en el almacén que había al final.

- Si se han ido por ahí, es que son rematadamente tontos -gruñó la chica-. No tenemos más que ir para allá y les encontraremos.

Echó a andar con paso decidido en la dirección del almacén, mientras miraba a los otros.

- ¡Vamos, ayudadme a cogerlos! Que luego no puedan decir que me invento que han sido ellos.

Y se fue directamente a la calle por la que la pandilla de gamberros había desaparecido. Si se habían escondido en el almacén, les encontrarían en cuestión de segundos.

Robert se quedó pensativo y agachó la cabeza. Si iba con ellos y encontraban a los otros niños, podrían decir que él también había participado. Pero si decía que no y les acusaba, se quedaría sin amigos... y él quería pasar un buen verano... Todo era muy difícil...

- ¡Yo no tengo por qué ir! ¡No es mi casa! - dijo, sin moverse del sitio - ¿Por qué no nos vamos a jugar por ahí, Ander, Kate?

Kate miró al suelo sin decir nada, por un lado le daba miedo ir con los chicos mayores que habían roto el cristal por que la tirarían del pelo y la empujarían pero por otro lado también quería ayudar a Ander y a su hermana a encontrar a los culpables, asi su madre no se enfadaría con ella.

Ander miró a sus compañeros.

- Si no vamos, nos acusará de haberles ayudado. Conozco a mi hermana y es una sucia, cobarde y asquerosa. Asi que yo voy a ir, lo siento, Bobby

Ander echó a correr como pudo detrás de Theresa y, cuando había dado cinco pasos, se dió cuenta de que estaba en pijama... Le dió verguenza pero no se paró. Joe, que corte...

- Pfffff - dejo escapar una pedorreta al ver que le habían dejado solo ante el peligro. No quería ir con ellos, pero tampoco quería quedarse allí como un pasmarote.

En silencio, y con la cabeza gacha, siguió a Ander.