Partida Rol por web

Caperucita forcejeaba por ponerse en pie, pero Zaina había llegado antes y la sujetaba con firmeza por los hombros, intentando que se tranquilizase.

—¡No, suéltame! —gritaba la niña de la capa roja—. ¡Estáis todos locos, quiero irme a casa!

-A ver, Caperu -le dije a la niña maratoniana-. Nadie más va a separarse del grupo, ¡mira lo que nos ha costado reunirnos de nuevo! Contesta a lo que te han preguntado, ¿por qué huías? Si tienes miedo, nosotros te protegeremos. ¡Cualquier cosa es mejor que estar por ahí tú sola!

Esperé a la reacción de la niña, que ya me tenía intrigada.

–¡Jess! Tiene miedo...y es normal

Zaina la soltó finalmente, confiando en que la chiquilla no huyese e intentó hacerla entrar en razón. La gitanilla alzó las dos manos y con una señaló primero al bolsillo donde llevaba "la carta" y a su escopeta.

–Hay más bichos como el ser gris que nos atacó...Y habrá cada vez más. Si quieres irte no vamos a atarte, pero ¡jolín! ¡Que yo no te he hecho nada! ¡Te he defendido del alien malo, y has visto lo que puedo hacer con las cartas o como puedo asustar a los seres que nos atacan. Quédate con nosotros, por fa...

Una vez ha pasado todo, se acerca con recelo a la escena. Caperucita Roja no parece muy dispuesta a seguir con ellos, pero es que tampoco pueden hacer nada. Cree que deberían dejarla ir si no quiere estar con ellos, pero también sabe que será peligroso para todos si se separan una vez más.

-Mmm... ¿no deberíamos buscar un refugio y discutir esas cosas? Ya sabéis... Hadas malvadas, aliens y esas cosas... 

Caperucita Roja, aún sujeta por Zaina con firmeza, les miraba de uno en uno. Las lágrimas le resbalaban por las mejillas. Por si fuera poco que aquél grupo al que no conocía de nada insistiera en que era un personaje de cuento o algo así... ¡ahora además resultaba que tenían poderes mágicos! O por lo menos, eso parecía haber sido ese muro que la había tirado al suelo.

—No... no entiendo nada —murmuró—. Tengo... tengo miedo y quiero irme a casa...

Kolda miraba a Caperucita con gesto de tristeza. Después de tantas aventuras, se le había empezado a olvidar que, después de todo, todavía eran niños y niñas. Los del grupo parecían haberse hecho más valientes desde que todo había comenzado, pero los personajes de cuento no sabían nada de lo que ocurría. Era bastante normal que reaccionasen así.

—Han sido demasiadas emociones —dijo—. La Oscuridad acaba de crear a los personajes a partir de la imaginación de John... pero para ellos mismos, son personas normales, con una vida y un pasado. No debe ser fácil descubrir que todo eso es falso. Por eso esto es tan terrible...

Miró el bosque que tenían alrededor.

—Y eso de los... aliens... No sé, cada vez estoy más preocupada. Pero no tenemos más remedio que seguir enfrentándonos a todo esto. Aunque deberíamos hacer un plan. Si nos dejamos llevar por el miedo, la Oscuridad lo tendrá mucho más fácil.

Piensa que todo esto está muy bien, pero no les aclara nada de lo que tienen que hacer ahora. Tampoco les aclara dónde están ni si van a encontrar un refugio seguro en el que poder descansar por un rato. Además, hay muchas preguntas sin respuesta que tampoco van a poder encontrar ahí. 

Mira a su alrededor, esperando ver una señal o algo.

-Bueno... ¿y qué hacemos ahora? ¿Nos quedamos plantados aquí?

Zaina abrazó a Caperucita. Al menos a ella no le esperaba un terrible final, como a Annete, a quien había decidido ayudar a toda costa.
–Kolda tiene razón...tenemos que encontrar cuanto antes a Ander, tengo un par de ideas para hacerlo... Y Caperucita, no llores. Te llevaremos a casa...Te lo prometo. Podemos hacerlo. Podemos cambiar todo– la gitanilla se alejó un poco de la niña de la capa, miró a los chicos y, entonces, sacó una carta que tenía separada del resto. Sin mostrar aún la carta que era al resto, la miró y su expresión cambió a una más pícara y con un toque de mala uva.

–Vamos a conseguirlo... Si yo sola he conseguido hacer esto, juntos imaginad la que podemos liar– dijo utilizando una expresión que usaba mucho su tío –Podremos hacer lo que sea.

Zaina giró entonces la carta y la levantó ligeramente para que todos pudiesen verla. Dentro del naipe, en lugar de una de las figuras del tarot, se encontraba encerrada y rabiando como un gato enjaulado la Reina Hada. La terrorífica hada con corona y colmillos enormes no había pensado que separar a Zaina del resto para atacarla en solitario podía ser peligroso para ella...aunque también hubiese tenido un coste para la niña.

Miré asombrada la carta que Zaina enseñó, y casi se me cae la mandíbula al suelo de tanto que abrí la boca.

-¡¡Aaaala, qué pasada!! ¿Cómo has hecho eso? Jajaja, ¡eres la caña!

Me acerqué para verla más en detalle. Parecía allí atrapada, y mi pequeña venganza personal fue sacarle la lengua con disgusto. Ya nos encargaríamos de ella, ahora parecía a buen recaudo.

-Zai, genial. Yo ya sabía que podíamos hacer cosas grandes. Se lo dije antes a los demás, que ellos querían separarnos porque juntos somos más fuertes.. ¡Y ahora estamos de nuevo casi juntos! Así que vamos a buscar a los demás y acabemos con todos estos bichos... ¿Qué idea tienes para eso?

En efecto, en cuanto Zaina enseñó la carta pudieron ver que se había convertido en una especie de prisión que parecía tener profundidad, a pesar de que el naipe continuaba siendo tan plano como siempre. Parecía cosa de magia, pero después de todo lo que habían visto, perfectamente podían aceptar algo como aquello.

—Malditos críos —siseó la Reina Hada, furiosa al ser exhibida como un animal enjaulado—. Ahora os creéis muy listos, pero ya lloraréis. No os dais cuenta de que la Oscuridad se hace cada vez más fuerte...

Fijó sus ojos rojos en Zaina.

—Ya encontraré la forma de salir de aquí. Y cuando lo haga, tu cuellecito será lo primero que prueben mis dientes. Esa cicatriz que tienes te parecerá un raspón sin importancia al lado de lo que te haré...

Y enseñó sus colmillos largos y afilados como cuchillas en una sonrisa terrible.

Robert abrió mucho los ojos al ver a la Reina atrapada en una carta. Él también estaba empezando a acostumbrarse a todas aquellas cosas sorprendentes, pero sin duda ver que Zaina había atrapado a la más peligrosa de las Hadas fue demasiado.

—¡Ahí va! ¡Alucinante, Zaina! Seguro que eso sí que no se lo esperaban...

Después escuchó las desagradables palabras del Hada roja, pero le sacó la lengua con un gesto de desprecio.

—Sí, ya —dijo en tono de burla—. Seguro que nos comes a todos cuando salgas de ahí. Nos dejaremos, no te preocupes. Pero claro, eso será si sales...

Anette se estremeció un poco con las amenazas de la Reina Hada, pero se esforzó por que no se notara demasiado. Cogió la manga de Zaina y tiró un poco de ella.

—¿Y si... buscamos la casa? —dijo señalando a Caperucita—. Al menos... ella es de aquí. Podríamos...

No acabó la frase, pero la gitanilla entendió lo que quería decir. Tal vez Anette y Alicia no estuvieran en su mundo, pero Caperucita sí. No sería tan difícil llevarla hasta donde pudiera estar segura.

Kolda no dijo nada ante las amenazas de la Reina, aunque entrecerró los ojos con rabia. Pero no tenía sentido caer en aquellas provocaciones. Miró a Kate y luego a Jess y Zaina.

—Kate tiene razón, lo importante es no quedarnos quietos—dijo—. Pero la idea de Anette... no sé, no me fío demasiado. Estos mundos son manifestaciones del poder de la Oscuridad, no creo que...

Miró a los chicos de forma elocuente, sin acabar la frase. Estaba claro lo que quería dar a entender. Ni Caperucita, ni ninguno de los demás personajes de cuento estarían seguros en ninguna parte. Y tampoco podían fiarse de ellos, por mucho que aparentemente fuesen niños normales y corrientes. Pero no podían abandonarlos sin más...

—En fin... —dijo—. Si seguimos moviéndonos sin ton ni son, nunca conseguiremos nada. Sólo perdernos en este mundo, o en el siguiente que sea que encontremos. Tenemos que ser más listos, necesitamos un objetivo y entender cómo funciona esto.

Miró alrededor, y se sorprendió al comprobar que esperaba volver a ver al Hada naranja. Al menos, ella parecía haber sabido un poco más de qué iba todo eso... y no podían olvidar que, en teoría, sabía dónde estaba Ander.

Abre mucho los ojos al ver que la Reina Hada (malvada) está encerrada en la carta de Zaina. Es impresionante lo que ha podido hacer Zaina con sus cartas. Pero no comenta nada. Darle alas a la cosa esa para que se cabree más con ellos no es la mejor estrategia... por si acaso encuentra la forma de salir de ahí. Quizá puedan hacer lo mismo con los demás seres oscuros, pero seguro que al hacerlo se quedarían muy cansados y no podrían continuar.

-Bueno... ¿a dónde vamos? ¿Hay algún refugio?

Mira a los demás.

-Nosotros hemos cruzado por el pasadizo, y no conocemos el lugar. Zaina, vosotros ya estábais aquí.. ¿Hay algún lugar que podamos investigar? Si no, lo buscaremos. ¿Dónde encontraste a la reina de las cartas esa?

Me refería al hada atrapada en su baraja. Qué ganas tenía de llegar al fondo de este misterio.

Justo cuando preguntó aquello, Kate pudo sentir algo junto a su oreja izquierda. Era como si alguien le hubiese soplado o suspirado muy cerca... aunque no se veía a nadie más de los que ya estaban allí.

Kolda sonrió un momento ante la pregunta de Jess. La verdad es que ni ella había acabado de creerse que la gitanilla hubiera conseguido aquello, pero así era. Pero Kate y Jess tenían razón, era hora de moverse. El Hada aleteó con rapidez y se puso en marcha.

—Es una historia sorprendente —dijo mientras volaba—, pero os la contaremos mientras avanzamos. Hay que encontrar la casa de Caperucita. Tal vez no sea segura... pero al menos será algo distinto a este bosque.

En cuanto Kolda echó a volar y dijo aquello, Jess escuchó una voz que no conocía. Sonaba muy bajito, al lado de su oído derecho, y parecía venir de muy lejos.

—No es buena idea... —escuchó decir Jess.

Robert miró un momento al grupo, y después se encogió de hombros. La verdad era que Kolda tenía algo de razón, mientras siguiesen ahí parados no se acercaban a resolver ese misterio y además, podían atacarles más fácilmente.

—Bueno, al menos si encontramos esa casa... nos podremos resguardar de esas cosas que decís que hay aquí.

Zaina sintió un ligero escalofrio cuando el hada se refirió a sus cicatriz y se llevó la mano al cuello. Segundos después, la retiró y agitó la cabeza

–¡Oh!¡Oh! Tu cuellecito será lo primero que coma. Ñam Ñam– dijo imitando al hada antes de volver a poner su voz normal. – ¡Cállate ya! Para eso tienes que salir. ¡Ñam-ñam-ñam-ñam!

Su mamá siempre decía que había que reírse de las cosas que se temían. Así, el miedo desaparecía.

–En realidad apareció justo después de que nos separásemos...Cuando las puertas se cerraron. Respecto a encontrar a Ander, mientras buscamos la abuela de Caperucita, si es decidimos ir allí y ella quiere, podemos buscar una varita de zahorí. Es una rama con forma de "y". O usar una de mis cartas...