Partida Rol por web

No esperaba que se levantase, no tras ese golpe, nunca es fácil la primera vez. El miedo se desparrama desde el interior de aquel guardia. Michelle se siente extrañamente reconfortada y fortalecida, como si acabase de descubrir su nueva naturaleza. Actua por instinto, dejándose llevar y es cuando el monstruo interior emerge, aquello en lo que se ha convertido y ella, muerta, muere un poco más.

Demian mira hacia atrás, al escritorio donde se encuentra Iron junto al ordenador y con un gesto apremiante de la mano le indica que le siga, sin demorarse el investigador se dirije hacia la nueva sala, atravesándola sin prestarla demasiada atención y siguiendo el repiqueteo de las botas contra el suelo, alguien huye de ellos, o así al menos lo parece y quizás esa persona pueda ayudarles a saber que ocurrió allí.

Sólo demorándose frente a las puertas que encuentra a su camino Reynolds persigue la que puede ser su única pista fiable en todo aquel embrollo en el que se ha metido sin saber muy bien cómo o por qué, aunque esto último simplemente prefiere no aceptarlo, pues no es un hombre dado a los actos caritativos, al menos le gusta pensar así aunque sea todo lo contrario. En su avance sólo se centra en los sonidos y las puertas, si deja atrás algo interesante espera regresar o que su compañero se tome el tiempo que él no tiene en investigar, en estos instantes su objetivo es aquel sonido de pisadas huidizas tras las que va. Sin embargo en su paranoia no puede dejar de pensar que aquello es una encerrona, un simple cebo que seguir de ese modo su avance no es todo lo rápido que podría ser, pues la duda le hace ser precavido.

El guardia, cuando vuelve a ser alacanzado por el tacto de Michelle, sufre una convulsión y chilla de dolor. La sensación es de agotamiento, de pérdida absoluta, más que si te arrancasen un brazo, más que si vieses morir a una hermana, ya que el recuerdo de lo que es parece marcharse y aunque el registro queda, la emoción parte hacia Michelle, alimentándola. Los gritos y lso golpes contra las escaleras metálicas resuenan popr entre las desiertas calles del puerto. En ese momento, Michelle escucha a lo lejos las sirenas de la policía o de la ambulancia. Quizá este tipo tuvo tiempo de llamar antes de huir. Quizá sea solo una coincidencia.

Demian, seguido de Iron, abre la siguiente puerta y llega a un pasillo cuya pared recorre el muro exterior del edificio. Desde aquí es posible ir a la zona de despachos de la derecha, a la zona de despachos de la izquierda o hacia la puerta de emergencia que debe dar a la escalera de incendios.

Es en ese momento cuando se escuchan los desgarrados gritos de un hombre, chillidos de dolor, de miedo y de angustia, cada vez más débiles, como si se estuviese apagando. Provienen, sin duda alguna, del otro lado de la salida de emergencia.

El fantasma empieza a sentir cómo recupera aquello que Jim le robó. Al fin y al cabo es un trato justo. Es increíble como, vivo o muerto, uno está tejido por recuerdos, alimento para el alma, propios y ajenos. Se siente con fuerzas suficientes como para arrojar a aquel hombre por el hueco de las escaleras, se siente con fuerzas de cualquier cosa. Asestar su golpe final, descargar su rabia, elegirlo, por votación unánime, como el cabeza de turco de su propia angustia, destruirlo en su odio.

A lo lejos se escuchan sirenas, demasiado lejanas al principio pero ofrecen la distracción momentánea a Michelle sobre su línea de acción. Recapacita un instante, quizá queda algo de lo que fue en vida, quizá no lo necesario como para perdonar una vida pero tal vez lo suficiente como para esconderse de la policía.

Corre a esconderse donde nadie puede verla. Queda un instante ahí quieta, en la oscuridad. Luego abre despacio los párpados y la luz vuelve de nuevo, su pecho se agita y sus manos con sangre visten el uniforme de un guardia de seguridad. Comienza a recorrer el tramo de escaleras, despacio, de algún modo le cuesta mantener el equilibrio, esas piernas han recibido un buen castigo. A mitad de camino coge el arma de su cinto, la observa tratando de ver cómo inutilizarla pero se hace difícil, probablemente tenga algún dedo roto. La arroja escaleras abajo. Se agarra a la barandilla y trata de subir lo más rápido que puede. El cuerpo es la prisión del alma, de eso no cabe duda.

Demian se acercó a la puerta de la que parecían haber surgido los gritos y lamentos, no sabía qué podrían encontrar allí, pero parecía que quien huía de ellos había tenido algún percance o problema, la cuestión era qué tipo de problema había tras aquella puerta. Apuntando con su revolver hizo una señal con su cabeza hacía Iron. -¿Michelle podría saber que hay detrás de esa puerta?, sino tendré que abrir no sabemos que nos esperá ahí detrás.- Apagando su cigarrillo se situó al lado de la puerta donde se encontraban las bisagras y se preparó para abrir con su mano izquierda sin dejar de apuntar.

-Michelle no está aquí.- susurra Iron como respuesta -No sé dónde ha ido.-

Con cuidado comprobó que la puerta estuviera abierta, volvió a situarse pegado a la pared e indicó a Iron que se pusiera al otro lado, no sabía que encontraría al otro lado de la puerta de manera que era mejor no arriesgar. Concentrándose visualizó la puerta abierta y forzó esta a abrirse con rapidez mostrando las escaleras de incendio.

Aguantando la respiración aguardo unos instantes, el tiempo suficiente para que si alguien estuviera esperando tras la puerta ya hubiera actuado, antes de dar un paso lateral y situarse frente a esta con el revolver bien asido y dispuesto.

La puerta de emergencia del último piso se abre y Demian, revolver en mano, atraviesa el vano, saliendo al exterior del edificio, sobre el soporte metálico de las escaleras de emergencia que bajan por la pared posterior. A su alrededor ve los otros edificios del puerto y oye, de fondo, las sirenas de la policía o los servicios de emergencia, acercándose.

Al mirar un momento hacia abajo, observa a un guardia jurado, uniformado como el que ataron más abajo, que está subiendo las escaleras, con torpeza. No lleva arma alguna a la vista y su rostro está manchado de sangre como si se hubiera dado un buen golpe. Sube despacio, mirando hacia arriba.

- Joder otro de esos guardias sube las escaleras...- Por su aspecto parecía que le habían golpeado, quizás fuera él quien gritara, la cuestión era saber quien le había golpeado, como un acto reflejo miró hacia arriba en busca de algún posible agresor. - Parece que suenan sirenas acercandose, será mejor que no nos arriesguemos a que la policía nos pesque aquí Iron.

El guardia, que parecía tener la mirada perdida, escucha la puerta. Alza la vista y su mirada se clava en la del detective y sonríe triunfante mostrando una hilera de dientes ensangrentados. Sin decir más se agarra a la barandilla y se da impulso para subir un tramo más de escaleras. Al hacerlo desaparece por un instante para aparecer de nuevo un piso más arriba, sin apartar la sonrisa y la mirada a Demian. Despacio pero sin tomarse un respiro, sigue subiendo hacia la puerta de entrada.

Demian mira hacia arriba, como si esperase ver a un atacante justo encima, pero allí no hay nada. De hecho, esta es la última planta. Al mirar de nuevo abajo, ve al guardia, cuya su mirada se clava en la del detective y sonríe triunfante mostrando una hilera de dientes ensangrentados. Sin decir más se agarra a la barandilla y se da impulso para subir un tramo más de escaleras. Al hacerlo desaparece por un instante para aparecer de nuevo un piso más arriba, sin apartar la sonrisa y la mirada a Demian. Despacio pero sin tomarse un respiro, sigue subiendo hacia la puerta de entrada.

-¿Un guardia? ¿Te ha visto?-

- Mierda me temo que si y no parece un guardia cualquiera, será mejor que nos larguemos de aquí cuanto antes, pero antes dejame probar un truco, reza por que funcione.- Demian apuntó al extraño guardia que subía tratando de fijar sus ojos en él, esta vez no podrían depender de Michelle de manera que tendría que utilizar sus dotes para librarse de aquel tipo. Concentrandose y antes de que se acercara demasiado buscó un resquicio en la mente de su perseguidor para inducirle una simple palabra, un mandato al que no pudiera resistirse. -HUYE

Demian apuntó con su arma al extraño guardia que subía tratando de fijar sus ojos en él. De repente, en lugar de disparar, con una voz firme que parece resonar en los oídos del guardia, llegar hasta Michelle y entrar hasta su alma, grita -HUYE

Siente controlar la situación, segura de su triunfo. Pese a todo hay algo extraño, una especie de nausea que ya ha sentido antes y que empieza a asociar con la idea de estar en un cuerpo ajeno. Demian, idiota, apunta con su pistola. Ella vuelve a sonreir inconsciente de la aterradora mueca que se dibuja en su marioneta. Levanta la mano para detenerlo pero escucha una órden, que hace al detective brillar. Odia que la manipulen, lo odia, pero esta vez es distino, no tiene la suavidad de Will, ni el gancho de arrastre de Mordecai, esta vez es como un empujón que trata de sacarla del tablero. Sin embargo, está bien afianzada a aquel cuerpo. Se mantiene firme pero su sonrisa se desdibuja.

[Si aguanto...]

Mira a los ojos del detective avanzando algunos escalones más.

- No vuelvas a hacer eso nunca más, Demian. Te lo advierto.

El rostro serio se relajó y una sonrisa retomó sus labios. Moviéndose hacia él, el guardia ofreció su mano a modo de saludo.

- Es un placer saludarte. Soy Michelle.

El guardia vuelve a sonreir, de forma extraña, anormal, como si tuviera problemas para mover esos músculos. Levanta la mano hacia Demian pero entonces escucha la órden. Como respuesta y tras una pausa de un segundo, mira a los ojos del detective avanzando algunos escalones más.

-No vuelvas a hacer eso nunca más, Demian. Te lo advierto.- dice de repente.

El rostro serio se relajó y una sonrisa retomó sus labios. Moviéndose hacia él, el guardia ofreció su mano a modo de saludo.

- Es un placer saludarte. Soy Michelle.- el cuerpo tenía pequeñas sacudidas, como si fuese un saco conteniendo dos gatos intentando salir a la vez.