Partida Rol por web

Mayo 12 de 1995, Refugio de Edward L'strange, 2:00 am

Un olor a yesca y papel quemado inunda las descuidadas paredes de tu refugio, resitiendo a la intemperie, en uno de esos barrios suburbiales, resalta la casa por sus paredes en madera gastada y corroída, mientras el piso cruje a cada paso, como si se quejara por tener que soportar el peso de sus habitantes, afuera, la noche cae con cierta ligereza, dejando ver un cielo veraniego y una brisa que viene a relajar esa lejana sensación de calor, que seguramente habría sido devastadora en tus días mortales. El crepitar de un mechero es el único ruido de aquel pequeño e improvisado laboratorio, ni un palpitar, ni un respirar, ni siquiera el ocasional chillido de alguna rata entusiasmada por haber encontrado un nuevo hogar.

Han pasado algunos días desde que encontraste lo que parecía ser un ejemplar desconocido, no muy lejos de allí, en el jardín enorme de una de las últimas casas aledañas a la zona rural de Filadelfia, y ante la perspectiva de un descubrimiento, experimento tras experimento, has tratado de encontrar de que se trata, y a esa noche, una sensación de frustración se levanta frente a tí, mientras la bestia reaparece en tu interior, recordándote el hambre que sacude tu naturaleza, te has dado cuenta que tan solo era una planta común, contaminada por las cercanías al casco urbano. Nada que resaltar.

Y en medio de aquella pequeña derrota, insignificante en medio de la no-vida, y la espectacularidad de una eternidad silenciosa en la ciudad del amor fraternal, el sonido de alguien tocando la puerta, parece romper el misticismo de tan desafortunada velada.

Últimamente L´strange no conseguía grandes avances, en nada. Estos días perdidos le defraudaron enormemente. Esperaba que la suerte diera un giro a su favor. Si en algún sitio era posible, era en Filadelfia.

Se encontraba sentado en una vieja silla, mirando, sin ver, la planta que había recogido unos días atrás. "Maldita zorra. Tanto me he obcecado en esta planta, que casi no me he alimentado nada. Y encima ni se puede fumar. Joder que Hambre, si no fuera por los cigarrillos no aguataba más." Edward se dedicaba a hacer círculos de humo, mientrás pensaba en que pronto tendría que salir y alimentarse.

De repente llaman a la puerta. Del sobresalto casi se cae de la silla, y dando una última calada al cigarro se acerca a la puerta. " Con la suerte que tengo seguro que es sun cazador de vampiros". Piensa L´strange con cierto tono de burla y autocompasión. -¿Quién es?- Dice sin más preámbulos.

-Estás siendo un poco paranoico- dijo entrando, con un aspecto tan rústico y ligeramente festivo como siempre, Samantha Branno, su cabello marrón enmarañado y unos baqueros, una camisa sucia y una chaqueta no precisamente de la última moda, sus ojos castaños, y una sonrisa enigmática -¿Quien vendría a esta casa en ruinas a mirar porque sale humo por la noche?- comentó con un toque de humor característico, entró sin esperar mayores formalidades, y se sentó en la primera silla, poniendo sus botas, enormes y polvosas sobre la mesa.

-¿Hace cuanto que estás metido en tu pequeño laboratorio? dos, tres, cuatro meses... me parece que te tomas tus cosas demasiado en serio- dijo con rudeza mientras miraba y olía. Samantha Branno tenía movimientos felinos, así, como seguramente algo más de pelaje de lo que se esperaría encontrar en una mujer, pero se vestía como evitando cualquier detalle delatador de algo anormal, ni siquiera tu, conocías demasiado, de esa cainita.

Afuera, una corriente de verano te recordó que era tarde, y que la bestia que se cernía en tu interior, con cierta malicia y bastante hambre, llevaba algunos días rasguñando la superficie con insistencia, y que habías podido ignorar mientras algo más fuerte absorbía tu curiosidad. Samantha parecía esperar alguna respuesta.

-Lo sé Samantha. Pero ya sabes, si algo me pica la curiosidad no puedo dejarlo correr.- Dice con una sonrisa. Un sentimiento de tranquilidad reconforta a Edward. Aunque sabe que Samantha no está allí por casualidad.

-La verdad, es que necesito salir un  poco. Tomar el aire, beber algo de sangre...- Samantha le mira con aire divertido, mientras Edward sigue hablando.-Necesito desquitarme, llevo una racha de fracaso en fracaso. A ver si empiezan a irme bien la cosas...-

Le ofrece una silla a Branno, la cual acepta no sin antes echarla una mirada de excepticismo, indicando que no estaba muy segura de que soportara su peso. -Y bien.- Continuó Edward.- ¿Qué te trae a mi humilde morada, mi querida Sire?

Samantha se muestra tranquila, y te mira fijamente, como si midiera cada movimiento con precisión, esboza una ligera sonrisa, sin dejar ver demasiado sus dientes. -La curiosidad mató al Gangrel- comentó con sorna -Oh bueno, afortunadamente tienes un lindo refugio- dijo con cierto aire de burla, nuevamente.

Te escucha con atención. -Entonces no me he equivocado- dijo ahora cambiando su semblante a una seriedad ligeramente intimidante -Llevas días sin alimentarte, y sabes que no es sano, dejar que la bestia tome el control muy a menudo, y en medio de la ciudad, es una invitación al desastre, Edward...- parecía una madre dando un regaño a su hijo -...debes aprender a conciliar tu naturaleza con esa malsana curiosidad científica, podría ser una verdadera maldición esa obsesión que profesas por tus cosas- mostró ahora un gesto más agresivo.

-Oh nada en especial, venía con la intención de, justamente, revisar como estabas y darte algo de espacio para que te relaciones, quizás termines tomándole más afecto a la ciudad- y sacó de su chaqueta, un ejemplar arrugado, pero no necesariamente viejo del Philadelphia Inquirer, de hace tres días.

Allí, en la primera página, solo había una noticia que resaltar.

Filadelfia, sede de coleccionistas

El Próximo Viernes 12 de Mayo, se celebrará una gran Recepción en el Museo de Arte de Filadelfia, donde se reunirán afamados coleccionistas de toda la Costa Este, su organizadora, Amanda Kingsley, una reconocida crítica famosa por sus ensayos y opiniones, estará al frente de esta recepción, como homenaje al crecimiento y enriquecimiento de las Bellas Artes de la Ciudad del Amor Fraterno y con oportunidad de Ocio, el Evento comenzará a las 4 pm y tendrá fin a la 1 am, con la revelación de una obra nunca antes dada a conocer al público y que será subastada.

Aunque su asistencia es con invitación, su organizadora ha dicho que "nunca se le debe negar la entrada a quien el arte llame", sin dejar en claro la naturaleza del evento, de cualquier forma, ostentan con orgullo su preparación, en busca del grán éxito que se pretende.

-Supongo que sabes, quien es la querida Amanda Kingsley- menciona Samantha cuando acabas de leer la noticia.

-¿Quieres que vaya a la fiesta de un Toreador?- Comenta Edward, dando a entender que sabía de quien hablaba."¿Quién no conoce, en esta ciudad, a la mano derecha de la primogénita Toreador? Edward coge el periódico releyendo con escepticismo la noticia.-¿Qué se trae entre manos la Sr. Kingsley? ¿Quiere volver a poner de moda los pantalones bombachos?- Dice Edward con sorna. Aunque no le hace mucha gracia tener que ir a una fiesta de ese estilo. "Por lo meno espero que no exijan etiqueta."

-Bueno, no, no es una fiesta- resaltó con una sonrisa enigmática -Al parecer, no hay ningún... vástago oficialmente invitado, es un evento lleno de humanos, patrocinado por Madame Kingsley- dijo haciendo un gesto con la mano en un mal intento de imitar o de hacer resaltar lo que el nombre indicaba. -Ya sabes, iría yo misma, me divertiría de lo lindo, pero tengo mis asuntos...- y parecía estar bastante tranquila, si era una excusa la que te trataba de dar... era muy pobre realmente.

-Tengo la impresión de que no soy la única que le ha echado al ojo, y es mejor que empieces a regodearte con los asuntos de otros vástagos... ya sabes, mera burocracía, si te portas bien...- dijo mirando ahora hacia la ventana -...te darán un terruño donde podrás cultivar tus cosas- bromeó -o montar eso que llamas laboratorio.-

-Anímate, descansa, curoseas, miras como se comporta la hija de Puta entre los mortales, y quizás hasta algo te llame la atención, vamos, fuiste la primera persona que me cruzó por la cabeza, y quizás... hasta te diviertas.- parecía un sarcasmo.

-Bueno si tú estas taaan ocupada, no me queda más remedio, que, como buen chiquillo, hacer lo que me pides.-Dice edward irónicamente. Y sin mucha prisa se prepara un cigarrillo. Mientras tanto le dice.-Bueno, supongo que no será muy difícil husmear un poco. Es mañana por la tarde ¿No? Bien, entonces esta noche tendre que recuperar fuerzas. Edward se prende el pitillo mientras un montón de pensameintos recorren su cabeza. "Si quiero estar en condiciones para mañana, deberé alimentarme esta noche sin falta. La verdad es que me vendrá bien salir un rato, me estoy atrofiando aquí dentro."

-Supongo que no te apetecerá salir de caza un rato. Oh, perdona mi descortesía. ¿Quieres un cigarro?-

-Se discreto querido- dijo devolviéndote la ironía -Desde cuando eres tan servicial, si no te conocieras, diría que estás tramando algo- se levantó con calma. -Te dejo el periódico, a ver si te actualizas un poco, has estado en tu calabozo, casi pareces un Brujo- dijo haciendo una mueca de desagrado, cerca escupir. -Recuerda que cualquier otro chupón que quiera ir, irá por la noche, ten un ojo abierto, y el otro en guardia... es un consejo, no vayas a ser paranoico- y luego imitó tu voz mediocremente -¿quien es?¿Un cazador de vampiros?- Aunque no haya oído tus pensamientos, seguramente algo te conocía, y algo te unía con ella.

-No se como sigues apegado a esas mierdas- miró el tabaco con una sonrisa -Si no estuvieras muerto, esto te mataría- dijo tomando uno, dejándolo caer y pisándolo -Algún día te quitaras esa maldita obsesión, algún día- te da palmada amistosa en el cuello y se voltea. -¿quieres compañía o prefieres comer solo?- preguntó mientras abría la puerta, dejando entrar algo más de la brisa, por un momento recuerdas que afuera, el aire está menos viciado que adentro, y que tu olfato al parecer se ha acostumbrado a tu refugio...

-Joder Sam, últimamente no consigo hacer nada a derechas. Y eso afecta a mi estado de animo.- Comenta Edward con una sonrisa sarcástica. -Hace mucho que salimos juntos de caza. No estaría mal que me acompañaras un rato. Verás como después de haberme saciado no pareceré tan paranoico.- Y cogiendo su chaqueta se dirige hacia la calle, seguido por su Samantha, quien le mira con aire divertido.

Después de andar un trecho oímos unos pequeños ruidos detrás de unos matorrales. Samantha se acerca, y al ver que hay detrás me lanza una mirada traviesa. Una pareja joven estaban disfrutando juntos de una precaria intimidad. Gruñí para mi mismo. -No Sam. Quizá aún este paranoico, pero no quiero arrebatarles nada a esa joven pareja.- Dije casi en un susurro. "No tengo necesidad de destruir el amor de estos chavales, no lo haré si no es absolutamente necesario."

Samantha le miró con gesto de desagrado, pero conocía demasiado bien a Edward. Conocía las circunstancias de su Abrazo, pues ella misma lo efectuó. Así que se alejaron de los matorrales, sin que los enamorados se hicieran una pequeña idea de lo cerca que estuvieron  de la muerte.

El muchacho no tendría más de veintimuchos años, lo veías por la espalda, tenía un cabello entre negro y castaño, respiraba con fuerza y su corazón latiendo con vigor emanaba ese entrañable olor que en medio de tu regreso a la maldición, la misma que te mantenía vivo cuando deberías estar muerto... pero la chica, la chica emanaba una esencia más fuerte, su corazón palpitaba con nervios y hacía que alcanzara a tus oídos con ese repiqueteo que Samantha observaba en silencio, la dicotomía entre Edward el racional y aquel demonio que habitaba en su interior, que quería salir a flote y tomar el control de tus impulsos. El frenesí. Hablaban abrazados, compartían risas y bromas, compartían embelesados una noche, sin sentirse amenazados por dos depredadores, dos asesinos nocturnos, uno, la mujer calmada y serena a tu lado, y el otro, tu mismo...

Quizás era tu intención alejarte, y Samantha lo hacía con el entendimiento silencioso de quien se resigna a que cada cual viva su pequeño infierno en la no-vida, su tragedia... pero tu pie se detuvo y el hambre, tan poderosa e imponente, podía ser cualquier cosa, menos humana, y desdeñaba esos sentimientos, esos vestigios de una humanidad que te resistías a perder, el aroma invadía tus sentidos y el rugido salvaje que solo tu oías te impedía avanzar.

Samantha observaba neutral, eras tu contra tu bestia, y ni ella, ni todos los vástagos gangrel de la costa Este podrían intervenir...

Si, pero lanza de nuevo, porque si sacas 1s te resta y así...

Lo que yo modifico es la dificultad, no la reserva de dados para lanzar, repite y ya miraremos que sucede.

Y claro, para eso estamos no?

Poderosa influencia la de aquel demonio, llamado bestia por los vástagos, venerada, temida o respetada, pero nunca ignorada, salvaje entre los tuyos, la lucha duró unos segundos, eternos segundos, el hambre se acrecentaba y el frenesí se hacía inminente, Samantha observaba aún con la objetividad, sin mover un solo músculo. ¿La bestia te haría romper el amor de aquellos jóvenes? O tu voluntad sería suficiente para contenerla en tu interior, encarcerlarla hasta que pudieras alimentarla con la sangre, tu maldición, con la vitalidad, la energía de quienes estaban tan vivos, como hace algún tiempo lo estabas tú...

De nuevo el aire frio dió en tu rostro y la multitud de olor invadieron nuevamente tu olfato desarrollado. Tu pie se puso sobre la tierra, seca, y eras finalmente libre para continuar. La cacería continuaba, debías encontrar pronto sustento, o quizás no fueses capaz de volver a mantenerla a raya, y algo peor podría suceder...

-¿Sucede algo Ed?- dijo Samantha con esa sonrisa, entre divertida y seria, quizás con conocimiento de que se pasaba sobre tu mente, y que batallas librabas, en este momento, parecía inmensa y cruel, y no tranquila e imponente, como solía aparentarlo siempre. Tu bestia pedía hambre y tu, la contenías.