Partida Rol por web

Aleph frunció el ceño al ver como Jorosh se acercaba, pero decidió no ir a su encuentro. Debía proteger a Fiona y a Elías de los ataques de Celeste

Volvió a mirarla, esperando su respuesta... O una nueva lanza de luz

Celeste sobrevoló la zona, tratando de cambiar su situación. Su vuelo se dirigía a la pared donde se encontraba el pórtico de la catedral, quería que Aleph se diera la vuelta, atacar por otro flanco. Que Jules tuviera vía libre para combatir contra Elías y Fiona. 

Eran dos, y los dos volaban, no tenía sentido cubrir solo un frente.

El hilo que les unía vibró de nuevo... pero esta vez no trasmitió ningún mensaje. O Celeste se había quedado sin palabras, o algo muy intenso le estaba ocurriendo. Seguro que había tratado de ocultarlo, seguro que había intentado que no se trasmitiera, pero cuando fue a hablar, y abrió el enlace, no pudo hacerlo.

Silencio... cargado de tristeza.

Vincent concentró su mirada en el guerrero oscuro que se acercaba a grandes zancadas. Su energía psíquica fue tan fuerte que observaron trozos de oscuridad saliendo despedidos del interior de Jorosh, negrura fluyendo de las heridas y volviendo a restañarlas poco después. Fue suficiente para detenerlo, pero no para matarlo.

Aleph percibió cómo su vello se ponía de punta al colocarse cerca de Fiona. La mujer albina era como una pila cargada.

-Ya casi estamos, Aleph -murmuró-. Aguanta...

Mata a Junette.

Aleph habría querido dejarlo todo. Habría querido dejarlo todo, abandonar a Elías y a Fiona a su suerte, y poder volar hasta su altura, solo para abrazarla. Celeste sufría, sufría tanto o más incluso que Aleph, y ese era el mayor de sus sufrimientos. No el dolor, ni la pérdida de sangre: Su cuerpo bien poco le importaba en ese momento. Pero el destino era caprichoso, y había decidido enfrentarles de nuevo...

Daba igual lo que sintieran el uno por el otro. Daba igual que ninguno deseara un desenlace como aquel. Daba igual todo el sufrimiento, todas las risas, los llantos, el esfuerzo que habían puesto para evitar aquel momento. Nadie podía escapar de sus redes

Ojalá... Ojalá pudiera hacer algo para cambiar todo esto. Ojalá pudiera dar marcha atrás, volver al pasado y limpiar mis errores. Ojalá pudiera besarte una vez más

Se giró y se encaró con ella, dejando a Fiona y a Elías desprotegidos frente a Jules y Jorosh, confiando en que Damien y Vicent pudiera cubrir esa zona...

¿Cómo Jules...? no me queda casi... energía.

Las dudas de Celeste no llegaron hasta Jules. Al fin y al cabo, esa petición no le suponía nada, al que no haría daño era a Aleph, y precísamente esa era la órden.

Mátala con tus propias manos si es necesario. Cógela y tírala desde lo alto. No me importa. Mátala.

El tono tajante del Ebudan fue como un cuchillo al otro lado del canal. Estaba tan lleno de rabia y miedo que resultaba irreconocible sin su frialdad de siempre.

La sorpresa de Junette hizo que soltase un grito horrorizado. La arrancaron del lado de Damien sin que éste pudiese hacer nada y, demasiado rápido para poder reaccionar, fue arrastrada por Celeste.

-¡No! ¡Damien! ¡DAMIEEEEN! -Junette intentó soltarse del agarre de la hechicera, pero no era lo suficientemente fuerte. Y, llegada a una altura, sobre el círculo de invocación de Jorosh, no convenía caer.

La joven miró a Celeste con ojos desorbitados, clavándole las uñas en el costado en un intento desesperado por mantenerse abrazada a ella.

-¿Por qué? Celeste... No lo hagas... -sollozó-. Haré cualquier cosa, cualquier cosa...

Pero fue tarde.

Con un alarido aterrorizado, Junette cayó hasta el suelo en unos pocos segundos que fueron demasiado cortos. Antes de que ninguno pudiese reaccionar, la joven gabrielense fue engullida por el pozo de oscuridad. Las garras de Jorosh salieron un poco más del círculo y un rugido de gozo surgió de él.

Inmediatamente después y con fuerzas renovadas, Jules soltó un grito y volvió a acometer una sarta de ataques que intentaban acabar con Damien.

-¡¡JUNETTE!! ¡¡NOOO!! -Fiona dio un paso adelante y levantó una mano como si aquello pudiera evitar la caída de su prima. Pero Junette fue tragada por el pozo de energía y no hubo nada que hacer.

Inmediatamente entonces el brillo que la envolvía se hizo más fuerte. Sus ojos se volvieron completamente blancos y su pelo blanco refulgía.

-Sois monstruos. Sois asesinos. Merecéis morir. Los dos.

Aleph sintió como si algo dentro de él llegara a un equilibrio. Como si en lugar de seguir perdiendo vida ésta hubiese remontado de golpe. De algún modo, notaba la esencia de Junette dentro de él, llenando el hueco de lo que había permitido que escapara.

No hubo palabras, no hubo despedidas, no hubo más que una horrible muerte para la persona que había sostenido a Damien todo el tiempo... el shock fue terrible, fue simplemente... demasiado.

No había sido una muerte de un guerrero, no había sido un accidente, había sido un asesinato despiadado perpetrado por una histérica sociópata con delirios de grandeza, basándose en agravios pasados, probablemente imaginarios.

Pero no había nada que hacer, había fallado, había fallado al único ser que quería, el amor no tenía sentido. jamás arrebataron a nadie a un ser querido así. Su alma se fragmentó en mil pedazos, su consciencia y su voluntad se rompieron.la vida no tenía sentido, pero ni siquiera había de preguntarse esto, porque con el último grito de Celeste, Damien dejó de existir.

El estoque cayó al suelo, cuando Jules atacó, cuando derramó la sangre del joven, la mirada de Damien eran unos ojos en blanco, ni siquiera eran unos ojos acusadores, porque es que ahí ya no había nadie.

El estoque de Jules atravesó a Damien de lado a lado al no encontrar ningún obstáculo. Las piernas del joven noble fallaron y cayó al suelo sin fuerzas. Lo último que vio antes de perder la consciencia fue el pozo de energía al que Junette había sido arrojada...

La caída de Damien fue otro apoyo para Aleph. Sus fuerzas volvían a aumentar. La vida regresaba a él.

Ju... Junette

¿Era ella?

¿Podía ser?

No...

No, Junette

No lo entiendes

Debo sacrificarme

Si me curas, yo...

Entonces la esencia de Damien renovó sus fuerzas

Tú también...

No...

No debe de ser así

No podéis morir

No es justo...

No es...

Entonces, una chispa de luz se encendió en su cabeza. Y se quedó sin palabras

Vosotros...

Estáis dándome vuestra fuerza

Puede que todo hubiera sido en vano. ¿Qué era su fuerza, al fin y al cabo, comparada con el poder unido de Jules y Celeste? ¿Cómo podían hacer frente a un demonio antiguo, forjado de lágrimas y sufrimiento? No, aquella batalla había estado perdida antes de empezar. Y, sin embargo, aún después de haber caído, la pareja le prestaba su fuerza, unidos en un último grito de insurrección. Un grito al vacío, un "no desistiremos"

Esperanza

Estaba sin palabras. La conexión que le unía con la joven hechicera era un canal blanco y vacío, sin nada más que silencio entre los dos extremos. Ni Aleph, ni Minnotorgon ni la conjunción de los dos entendía el horror que había desencadenado Celeste

Quizás no querían entenderlo