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Notas de juego

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Sabes había pensado este epílogo para Eladamri, creo que ya no podrá ser.

Tras terminar su vínculo con Asgard, Eladamri se dirigió ante la alta sacerdotisa de Sarenrae con una ofrenda muy peculiar, una espada que permanecía encadenada a su funda, pero quién en su sano juicio llevaría una espada en esas condiciones.

Tan pronto el elfo cruzó las puertas del templo, los paladines y clérigos de la diosa lo rodearon, pues del elfo emanaba sólo un aura de muerte y dolor, sin embargo, el elfo no se amilanó.

Cómo podría siquiera sentir algo de temor ante mortales si había osado desafiar a un dios a la cara.

Deseo ver a la Suprema sacerdotisa, traígo dos ofrendas para ella, la primera, una que debe ser arrojada a la llama eterna de Sarenrae y la segunda es una que sólo revelaré ante ellla.

Los dogmas de la siosa demandaban que si alguien solicitaba una audiencia con la gran sacerdotisa, esta no podía ser negada, pues la principal creencia de los seguidores de Sarenrae es que hasta los corazones más oscuros pueden ser redimidos.

El elfo fue conducido hasta la sacerdotisa mientras su espada parecía bregar por liberarse de sus ataduras.

Una vez ante la presencia de la sacerdotisa, el elfo se postró a sus pies y confesó cada uno de sus pecados, cada una de sus faltas, tres días y tres noches completas duro la audiencia, lapso en el cual, el guerrero narró cada uno de sus crímenes.

La alta sacerdotisa escuchó cada una de las palabras del elfo hasta el final...

- Por favor ayúdame a expiar mis culpas, esta arma maldita debe ser destruida y yo necesito un nuevo inicio, si hice lo que hice, fue porque no tuve opción. - dijo con serenidad el elfo.

Entonces la sacerdotisa, sin mediar palabra alguna, cogió la infame arma y la arrojó a las llamas purificadoras de Sarenrae donde el arma se convirtió en metal fundido.

- Sin duda que tu historia es trágica Eladamri, pero la diosa es benevolente y siempre está dispuesta a recibir a las ovejas descartiadas en su rebaño.

Tu camino será difícil, pues tienes mucha sangre que lavar, pero encontraremos la forma de ayudarte, por todos aquellos que calleron ante tu acero sin justificacion alguna.

Ven sigueme elfo, tu nueva vida empieza hoy.

Tres años fueron necesarios para limpiar el corazón del elfo, tres años de rigor y entrenamiento donde el elfo se aferró a ña bondad y compasión de la diosa.

- Finalmente estás listo para partir hijo mío, pero antes de tu partida la diosa tiene algo para ti. - dijo la sacerdotisa mientras hacía traer una caja de madera finamente tallada.

- Adelante, tómala, es voluntad de la diosa que te lleves esto contigo. - dijo la sacerdotisa entregándole al elfo una espada hecha de plata, un fino estoque con empuñadura dorada.

Ahora ve y repara el daño que causaste, que la portadora de luz te guíe en tu camino. Pues si una espada maldita provocó tu caída a la osciridad, lo justo es que sea una espada de luz la que te ayude a reiniciar.

Ahora ponte de pie adalid de la luz y que la diosa guíe tus pasos.

Durante los siguientes años el magus lideró diversas campañas contra la oscuridad, realizando continuas visitas a las ruinas de Punta Arena en donde fundo la Hermandad de caballeros arcanos, un grupo de Magus al servicio de la iglesia de Sarenrae, organización que dirigió hasta el final de sus días.

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