Partida Rol por web

El otro Frank apareció de nuevo en el salón principal del restaurante.

-Ya está todo arreglado Dedos. Vendrán a buscarte en unos minutos. Tienes un tren que sale de la ciudad dentro de una hora. Así que no te veremos por aquí en una temporada. En cuanto a usted, señor Thompson, el señor Levi le pide mil disculpas por todos los problemas causados. Le pide que se quede aquí al menos esta noche hasta que arreglemos su asunto.

Mirando al Dedos, asintió, esbozando una sonrisa, y dijo:

- Bueno Dedos, parece que esto ya se ha acabado por fin. Espero que nos volvamos a ver.- dice estrechándole la mano.-

- Muchas gracias señor Frank, no se que hubiera hecho sin usted. Le debo una. Podría ponerme unos espaghettis a la carbonara? Estoy muerto de hambre.- dice sacando la cartera, a modo de "puedo pagar".

Inmediatamente, el dueño del local te sujeta del brazo.

-No, no. Invita la casa.

Te encuentras saboreando un estupendo plato de pasta cuando los hombres de Panepinto recogen al Dedos. Con alivio, ves como sube al coche sin problemas y se aleja por la carretera desapareciendo por la calle. Que peso te habías quitado de encima.

- Muchas gracias.- dice amable, guardándose la cartera, y devorando los spaghettis con un hambre voraz.

Pasas unos días en un piso cerca del bar de Panepinto, pagado por la familia. Hasta que no vuelva a ser segura tu vivienda no quieren que regreses. El sitio no está mal, pero tienes la sensación de que han puesto a Frank de niñera tuya. Después de cinco días, el señor Leví viene a visitarte al humilde apartamento.

Leví viene solo. Elegantemente vestido y con la sonrisa de siempre. Deja el sombrero en la percha antes de sentarse en uno de los sillones de la sala de estar.

-Señor Thompson. No sabe cuánto siento todas las molestias que le hemos causado. Don Panepinto ha mostrado su gratitud por todo lo que ha hecho por nosotros. Vengo a comunicarle que le han invitado a una pequeña fiesta privada que da el Don. Creo que le vendrá bien relajarse durante unas horas y así recompensarle por lo que le hemos hecho pasar. 

Frank se encontraba leyendo el periódico, sentado en una mesa esquinada, lejos de la puerta. Le había cogido cariño a esa mesa, pues aparte de poder observar a todo el mundo, podía tener vigilada la puerta, y en caso de tener que huir, saltar por una de las ventanas.

Ese Frank no parecía mal tipo, pero sabiendo de su situación, le consideraba más un vigilante que un amigo, así que tampoco cruzó muchas confianzas con él.

Cuando el señor Levi entró por la puerta, sonrió y dejando el periódico en la silla, se levantó y le estrechó la mano, escuchándolo, y negando con la mano.

- No es molestia, se que hubiera hecho lo mismo por mi. Pero si insiste, no declinaré esa invitación, necesito estirar las piernas. Por cierto, tenía que comentarle señor Leví, me va a ser difícil pagarle el alquiler de este mes al señor Panepinto, al no haber podido trabajar, usted ya me entiende...- comenta mientras se van del local, despidiéndose con la mano de Frank.

-Por supuesto, es perfectamente comprensible. Don Panepinto está al corriente de lo sucedido, como es obvio. Pero ahora olvídese de eso, señor Thompson. Un coche irá a recogerle esta noche a las ocho en punto -Leví se levantó para irse-. Ah, y le traeremos un esmoquin, claro está. Ahora tengo que marcharme. Nos veremos en la fiesta.

- De acuerdo, allí le veré, señor.- dice estrechándole la mano. Después, salió y buscó un taxi, subiéndose en él. La verdad, estaba inquieto en la calle, algo en él estaba cambiando. Después de todas estas emociones, se sentía un poco más valiente, un poco más "duro". Pero cuidado, siempre había sido precavido, y en aquellos momentos, era de urgencia máxima serlo.

Fue a su tienda, y, entrando, encendió la luz, quedándose en la puerta, observando a su alrededor. 

Tras esto, entró cerrando con llave y apagando la luz, dejando entrar la luz del sol, y se dirigió al laboratorio donde preparaba la mezcla. Pero no iba a preparar perfume. Iba a empezar un buen negocio...

Un par de horas más tarde un muchacho te traje un elegante esmóquin que te entrega antes de irse sin decir ni una palabra. Está hecho a medida y te sienta como un guante. A la hora convenida, un elegante sedán negro aparece para recogerte. Dentro viaja el señor Leví y dos hombres en la parte delantera.

-Señor Thompson, ese traje le sienta muy bien. No se preocupe, se divertirá. No es más que una reunión informal con algunos amigos del Don.

Frank entró en el coche y se sentó al lado del señor Leví, cerrando la puerta tras él y abrochándose el cinturón. 

- Va a hacer que me ruborice señor Leví.- dice bromeando Frank.

- Oh perfecto, tengo ganas de conocer al señor Panepinto y sus amigos. He oído hablar mucho de él pero no se ni como es en persona.

Intentó mantener alguna conversación banal con los hombres del coche, sin hacer distinción por su posición del señor Levi y los hombres que iban delante, charlando con todos, hasta que al final, acercándose un poco a Leví, le preguntó en un tono más bajo.

- Señor Levi, sabe si...bueno... asistirá alguna mujer soltera a la fiesta? Llevo ya un tiempo pensándolo, y creo que necesito conocer alguna mujer, pero mi círculo social es limitado todavía... no para lo que usted piensa señor, para cortejarla si usted me entiende...

-Bueno amigo mío. Habrán mujeres en la fiesta, eso seguro. Y creo que una o dos están solteras. Y ya que me lo dice, tengo un encargo para usted que le resultará una delicia. Seguramente a ella también le gustará. Está cansada de ver siempre a gorilas armados hasta los dientes y nada de cerebro -comenta Leví riendo con ganas de un chiste que sólo él conoce, por lo visto.

Frank sonrió ante las palabras de Leví, no entendiendo muy bien las anteriores a su risa, pero le siguió el juego:

- Y dígame, cuál es el encargo. Recuerde que yo soy un simple tendero con un poco de suerte por lo que veo.- mirándose el traje.

-Ah, no se preocupe. Es algo inofensivo. La hija de Don Panepinto tiene más o menos su edad y es muy aficionada al teatro. Desgraciadamente su padre no le deja ir sola a ningún sitio y se tiene que hacer acompañar por algunos de nuestros muchachos. Que, como ya le he dicho, no es que destaquen por su apreciación del arte. Creo que usted es diferente. Se llevarán muy bien.