-Octavia, querida ¿Ya ha llegado tu padre?
-Sí, llegó hace unos minutos. Está en la casa. Puedes ir a verlo si quieres. Aunque espero que me acompañe esta vez a la Opera. La última vez se fue de viaje y me quedé sin ver Pagliacci
-Entonces os dejo para que os vayáis conociendo. Descubrirás que el señor Thompson es una compañía mucho más culta de la que estás acostumbrada a tratar con la gente de tu padre.
Se tocó el ala del sombrero como despedida y se alejó hacia la casa.
- Señor Levi- dijo tocándose el sombrero despidiéndose. Después, miró a la muchacha, y sonriendo dijo:
- ¿Me acompañáis a por otra copa?- dijo enseñándole el vaso vacío.
Yendo hacia la barra, quedándose un momento en silencio, la miró y comentó:
- Así que os gusta la Opera?. La verdad es que no entiendo mucho de Opera, se que a mi madre le encantaba ir por su cumpleaños con mi padre, y es muy relajante. Si no es indiscreción, podríais contarme un poco más sobre la Ópera?
¿Me acompañáis a por otra copa?
-Por supuesto. Póngame otra para mí también. Y por favor, puedes tutearme. La obra en cuestión es algo maravilloso. Pagliacci narra la tragedia de un esposo celoso y su esposa en una compañía teatral de la comedia del arte. Fui a verla con mi padre cuando era una niña a Nueva York. Una interpretación espléndida de Enrico Caruso. Desde entonces me trae recuerdos felices a pesar de su terrible historia. Recuerdos de cuando era todo más fácil.
Cogiendo la copa y apoyando el codo en la barra, Frank la escuchó y sonriendo, dijo:
- Oh estuviste en la Gran Manzana? Te gustó la ciudad? Yo me crié allí junto a mi familia- dejó de sonreir cuando dijo lo de las cosas más fáciles, y acercándose un poco preguntó- Perdona que te pregunte, a que te refieres con lo de que eran más fáciles las cosas?
-Es una ciudad maravillosa -respondió fascinada-. Había tanto que ver y tanto que hacer. Pensaba que me faltaba tiempo para todo. Ahora siempre que puedo regreso, aunque ya no es lo mismo.
a que te refieres con lo de que eran más fáciles las cosas?
-Supongo que eres consciente de a lo que se dedica mi padre, ¿no es así?
- Sí, soy consciente más o menos a lo que se dedica tu padre. No lo conozco con profundidad, pero he visto como se las gastan sus subalternos. - dijo mirando un momento a Levi.- Pero no conozco a tu padre en persona. De todas maneras, parece que casi involuntariamente, yo también he entrado en nómina.- dijo sonriendo irónicamente.-
- Pero bueno, sigamos conversando, cuando queréis que os lleve a la ópera?- dijo sonriendo, sería por el whisky, pero su vergüenza desapareció un poco.
Octavia sonrió encantada.
-¿De verdad me llevaría, señor Thompson? La verdad es que es usted un auténtico caballero. Los demás hombres de mi padre sólo saben pensar en carreras de galgos, boxeo y partidas de poker. Encontrar a un hombre que sepa apreciar el buen arte es algo bastante complicado en Creekville.
- No mujer, no me es molestia acompañarte en absoluto, me vendrá bien a mi también romper un poco la monotonía, hacía mucho que no salía. Cuando es el próximo parte Octavia?- dijo con una sonrisa en la cara.
-Es este fin de semana -respondió contenta-. Espero que mi padre no ponga ningún obstáculo. Ah, mira. Ahí está. Ven, voy a presentártelo.
Octavia te tiende la mano para que la sigas.
El jefe. El capo. Le iba a presentar por fin al señor Panepinto, el hombre al que pagaba el alquiler. Un pequeño sudor frío le recorrió la espalda, y andando poco a poco, fue detrás de Octavia en silencio, hasta que llegó donde estaba al hombre que señaló, y espero, serio, a que se lo presentaran.
Octavia se te colgó del brazo y esperó a que Samuel y Don Panepinto llegaran hasta vosotros.
-Don Panepinto, este es el señor Frank Thompson, del puerto -te presentó Samuel.
El Don te dirigió su mirada penetrante y astuta. Pasó desapercibido el hecho de que su hija estuviera tan cerca de ti, o eso te pareció a ti. Te estrechó la mano con firmeza.
-Encantado de conocerlo, señor Thompson. Encantado. Espero que, a pesar de los problemas que ha tenido en el puerto, le haya gustado haberse mudado a nuestra Creekville.
Frank tomó la mano del Don también con fuerza, para mostrar seguridad, como siempre le había dicho su padre.
- Si señor, es una ciudad encantadora. Bueno, el asunto del puerto, ya se sabe que siempre hay gente que quiere pasarse de la raya con la buena gente que viene a la ciudad a trabajar honradamente. Pero es bueno saber que se tienen buenos amigos.- comentó sonriendo a Panepinto.
- Tiene usted una casa muy bonita, señor.
-Muchas gracias, muchacho, muchas gracias. Yno temas por ese asunto del puerto. Ahora eres amigo de Don Panepinto. Y te aseguro que yo no abandono a mis amigos y espero que ellos no hagan lo mismo conmigo -responde con gesto serio. Luego se relaja y señala a Octavia-. Veo que has conocido a mi hija. Ella es lo más valioso que tengo. Sobre todo ahora que estoy solo en esta enorme casa.
Asintiendo, también serio ante las palabras de Don Panepinto:
- Si señor, son palabras que no se me olvidarán jamás.
Mirando a Octavia, sonriendo, volvió a asentir, y metiéndose una mano en el bolsillo, dijo:
- Si señor, es una señorita encantadora e inteligente. Tiene que sentirse orgulloso.
-Papá, el señor Thompson es un auténtico caballero. Ha accedido a acompañarme a la ópera este fin de semana. Al menos tiene el mismo interés artístico que yo.
-Vaya, me alegra oír eso, Octavia. Sabes que lamento mucho estar tan ocupado que no pueda ir yo mismo. Pero si lo que dice Samuel es cierto, estás bien acompañada. Se que el señor Thompson cuidará de ti y te tratará con el máximo respeto ¿No es así, muchacho?
- Por supuesto Don Panepinto, eso delo por hecho.- dice tranquilo Frank.- Bueno, se me está haciendo tarde, creo que tengo que volver a casa si no, venderé por poco mañana. Don Panepinto.- estrechándole la mano- Octavia.- besándola la mano con educación.- Señor Levi, podría dejarme un teléfono para ver si hay algún taxista despierto?