Partida Rol por web

Al oir estas palabras, el semblante de Frank se tonró más serio, y colocándose de nuevo erguido en el asiento, se colocó un poco el nudo de la corbata,y dijo:

- La hija del señor Panepinto... No se señor, es una responsabilidad ir con ella a cualquier sitio, sobre todo con esos irlandeses locos por ahí sueltos...- dice serio Frank.

-No te preocupes muchacho ¿Crees que esos asquerosos irlandeses salen del Distrito Portuario? No. Allí se sienten seguros, o eso creen. No, la hija del Don le gusta más frecuentar lugares del Distrito Central de la ciudad, como el teatro o algún club nocturno. No hay nada que temer. Aunque bueno, primero hay que saber si le vas a caer bien -se ríe nuevamente.

Vuestro viaje os lleva a una zona residencial al este de la ciudad, Uptown. Desde que entras aquí te das cuenta de que es el barrio más pudiente de Creekville, puesto que está compuesto en su mayor parte por grandes avenidas y mansiones rodeadas de altos muros de piedra. Uptown asciende por la loma de Bald Mount y se extiende a su sombra. A pesar de las grandes casas hay un par de manzanas de edificios de apartamentos, seguramente de alquiler astronómico, gasolineras, un par restaurantes de aspecto caro y otro más modesto.

El coche recorre una avenida arbolada salpicada de lujosas villas hasta detenerse en la más pomposa de todas.

- Eso es...- dice mirando distraído por la ventanilla a lo de que habría que ver si le caería bien, abriendo un poco la boca mirando la espectacular mansión donde se iba a hacer la fiesta, la casa del señor Panepinto.

Cuando el coche se paró, se sentía un poco fuera de lugar, Frank era una persona humilde de barrio obrero, y todo aquello era espectacular, y a su vez, abrumador.

Al bajarse, fue a abrir la puerta del señor Leví, y después, se pasó la mano por el traje por si se había arrugado, no causar mala impresión.

El señor Leví parece adivinar tus preocupaciones cuando se baja del coche.

-No se preocupe, tiene usted buen aspecto esta noche.

Acompañas al hombre a través de los fastuosos jardines. Cerca de la casa hay una enorme piscina y una fuente con gárgolas de piedra arrojando agua. Allí se ha instalado un pabellón cubierto con tela blanca. En él hay unas enormes mesas que sostienes bandejas de deliciosos canapés. Unos camareros con chaquetas blancas sirve bebidas a los invitados. El alcohol corre sin ningún disimulo a pesar de la prohibición. Hay alrededor de unas cuarentas personas entre hombres y mujeres. Ellas con trajes de noche que lanzan destellos a la luz de las farolas y ellos con esmoquin.

Frank avanzó al lado de Levi, observando a quien saludaba y demás, con las manos metidas en los bolsillos. Cuando quedó un poco libre, se pidió un buen whisky con hielo para distraerse un poco mientras esperaba que Levi le presentara a alguien.

El Whisky era excelente. Permaneces en un rincón agradeciendo tener el vaso en la mano para al menos parecer estar haciendo algo. Te sentías totalmente desubicado entre toda esa gente adinerada que charlaba y reía de manera despreocupada. Te preguntabas si el Don estaría por allí. Leví te hace un gesto con la mano para que te acerques.

-Frank, deja que te presente a un par de personas. Este es William Lexington, nuestro jefe en el sindicato portuario y este es Maximino Livorno, el director del Lucciano's, uno de nuestros mejores locales. Este es Frank Thompson, uno de nuestros... asociados.

Con una mano en el bolsillo y la otra sujetando el vaso de whisky, Frank se acercó a los hombres y cuando el señor Leví le presentó, sonrió y les estrechó la mano uno a uno:

- Buenas noches, un placer conocerles. Como va la velada?.- preguntó intentando sacar un poco de conversación, mientras le daba vuelta al termino "asociado" que Leví había usado.

-Una velada fantástica -respondió el sindicalista-. Precisamente le estaba diciendo ahora a Samuel cuánto tenemos que agradecerle a Don Panepinto sus esfuerzos en mejorar las cosas en el puerto. Aunque aún tenemos que tratar el tema de ese grupo de extorsionadores que están dando muchos quebraderos de cabeza a mis muchachos...

-¿Y usted a qué se dedica, señor Thompson? -te pregunta el director del club mientras Lexington sigue parloteando.

Frank asintió serio ante el tema de los extorsionadores en el puerto.- Hijos de puta- susurró para sí mismo, después de lo que le habían hecho pasar. - De todas formas, señor Lexington, ya le dimos su merecido a esos cabrones. Creo que en un tiempo se lo pensarán dos veces.

Sonrió al ver que la conversación no iba a seguir por el tema del puerto, así que contestó al director:

- Bueno, soy un simple comerciante de productos químicos y perfumes en el Puerto- dice alzando la copa hacia Lexington.- Llevo aquí poco tiempo, antes en Nueva York estudié química en la Universidad y ayudaba a mi padre con las mezclas hasta que decidí volar del nido.

-Interesante. Así que experto en productos químicos -comenta dirigiendo una elocuente mirada a Leví.

Entonces interviene el sindicalista que no se ha percatado de lo que decíais.

-Ah, pero es que esos extorsionadores no son esos cerdos irlandeses, señor Thompson. Creemos que pueden estar trabajando bajo comisión de los Moretti. Por supuesto que ellos lo niegan, pero resultan una molestia... conveniente. Asustan a mis trabajadores o les roban el dinero con violencia. Mis chicos trabajan muy duro en el puerto para que luego esos tipos les quiten el jornal que llevan a sus familias.

- Si, productos químicos, aunque sea una tienducha de puerto puedo hacer perfumes excelentes, si quiere alguno para su mujer le enviaré una muestra.- dice sonriendo y después dando un trago al whisky.- Delicioso.

- Bueno, si no puede garantizar a sus trabajadores que puedan llevar de comer a sus familia, se largarán, no? Vamos eso haría yo. De todas formas, habría que pararles los pies de algún modo.- dice, empezando a estar distraído, mirando alrededor, y porqué no decirlo, si veía a alguna moza.

Tus ojos se ven atraídos inmediatamente hacia una bella mujer que se encuentra conversando con un grupo de personas.

Mirando un instante, Frank la observó de arriba a abajo como había hecho miles de veces en el café de la universidad, y se sonrió a sí mismo.

- No está nada mal.- acercándose a Leví discretamente, sin perder el hilo de la conversación, inclinó su cabeza, y susurrando a su oído, dijo:

- Señor, quien es esa mujer de ahí.- dijo haciendo un leve movimiento de cabeza hacia la mujer que había visto.

-Aah, amigo mío. Ya te has fijado -contesta Leví sonriendo-. Esa es Octavia Panepinto, la hija del Don.

De repente, la sonrisa se le borró de la cara, y una gota de sudor frío recorrió su nuca, dando un trago rápidamente al whisky, dándose cuenta de que no le quedaba más que los hielos. Mirando a Levi, dijo:

- Disculpe mi actitud señor... es... el alcohol, no lo tolero muy bien.- dijo con tono nervioso enseñando la copa, lo cual era mentira, se encontraba perfectamente y se notó que era una mera excusa.

- Bueno... creo que tenía un encargo para mí señor. Podríamos pasar a las presentaciones?

-Sí, tienes razón. Ven conmigo.

Os despedís de los otros dos hombres y cruzáis el jardín en dirección a la joven. El grupo se disuelve al veros llegar y sólo os quedáis los tres.

-Octavia, estás preciosa esta noche -dice Leví-. Permíteme que te presente a un amigo. Este es Frank Thompson, uno de nuestras más recientes incorporaciones...

Frank estrechó la mano de los dos hombres despidiéndose y siguió a Levi hasta donde se encontraba Octavia, y cuando le presentó, saludó:

- Encantado de conocerla señorita Octavia.- dijo, y un poco cortado, prefirió no realizar un cumplido semejante al de Levi dada la poca confianza.

-Señor Thompson, un placer -responde educadamente la joven.