Partida Rol por web

La búsqueda del misterioso capitán te llevó a un extraño y más misterioso…¿buque de fiestas?. Era un lugar enorme, el cual casi parecía un casino y una zona de juegos de lo más extravagante. Había gente de todo tipo, pero sobretodo millonarios y millonarias dispuestos a gastarse un pastón de berries en simples apuestas o extraños objetos de subasta.

Te encontrabas ahora mismo sentada en un bar, con un hombre cejijunto que portaba un loro sobre su hombro, el cual parecía estar realmente maltrecho. El incesante ruido de la música, risas y copas entrechocándose entre si dificultaba un poco la conversación entre ambos. La bebida y la comida era buena, pero aún así…se te hacía un poco engorroso ver tanta publicidad por doquier “Basilisk S Enterprises”.

-¿A quien buscabas?...¿no tienes alguna foto suya o algo por el estilo?.-Preguntó casi a gritos para que pudieras escucharle. Habías oído que tal vez ese hombre que se encontraba frente a ti tenía idea sobre el paradero de los hombres que te lo quitaron todo.-¡Tienes que tener muchas ganas de encontrarle para venir a un lugar de mala muerte como este!

¿Mala muerte?, ¿era una broma?, sabías que aquel buque de fiestas era extraño ¿pero de mala muerte?, no lo parecía. Es más, tenía bastante vida, todo el mundo andaba haciendo algo, ya fuera comer, beber, divertirse o gastarse cientos de millones en apuestas sin sentido.

Aquel navío, por lo visto la compañía de “Basilisk S.” era cuanto menos extravagante, mujeres, fiestas, duelos…incluso subastas de extraños objetos denominados “frutas del diablo” y misteriosas armas capaces de derribar a colosos de un golpe, pero lo más sorprendente de todo, es que era una autentica fortaleza, unos mercenarios que parecían ser el ejercito personal de aquella compañía, se encargaban de vigilar y dar seguridad a los más ricos que se encontraban a bordo de aquella monstruosidad, la cual parecía una pequeña ciudad a decir verdad.

Pero lo que más te llamó la atención de aquella nave, fue su trayecto. Siempre zarpaba de una isla y terminaba en otra, la cual por lo visto era una versión gigante de aquello que estabas viviendo, una isla donde la marina no tenía jurisdicción y donde la gente iba para festejar y perderse por calles iluminadas por neones, mujeres y borrachos. Una ciudad sin ley por así decirlo...donde solo mandaba el dinero y "Basilisk S. Enterprises".

-Bueno no importa…¿tienes dinero para pagar por la información o algo?-Insistió el cejijunto mientras se aclaraba la garganta.

De alguna forma había logrado subir a aquel navío donde continuamente parecían estar de celebración, aunque lo que más me llamaba la atención de todo aquello era la cantidad de gente adinerada que había a bordo y que despilfarraban el dinero como si su cartera no tuviese fondo alguno. Entre la gran cantidad de apuestas y subastas era bastante obvio que aquello estaba dirigido a un público muy específico, además de que aquel que llevase todo aquello definitivamente tenía aun mucho más dinero que toda aquella gente. Observaba de vez en cuando la gente del lugar y me planteaba la posibilidad de hacerme con algunos berries extra con los que seguir navegando, a su vez escuchaba, hasta donde me dejaba todo aquel ruido, al hombre que tenía al lado. Por su aspecto parecía algún tipo de pirata o bucanero pero tampoco podía asegurarlo pues gente más rara me había encontrado durante mi viaje.

-Ya te lo he dicho, a Yamato Shin, un pirata que debe de andar por el Grand Line. -Tuve que alzar también la voz para que me pudiese escuchar el contrario. El volumen de la música y el ruido en general resultaba de lo más molesto, pero en parte agradecía que solamente aquel hombre pudiese escucharme pues no era un tema que quería estar proclamando a los cuatro vientos. Por otro lado que llamase a todo aquello "lugar de mala muerte" me extrañó bastante, todas aquellas comodidades y lujos eran cosas que no muchos podían permitirse aunque tras años de esclavitud tampoco es que echase de menos la vida en el castillo, el simple hecho de tener donde dormir ya era de agradecer.

Mientras buscaba entre mis pertenencias el cartel de Se Busca del hombre al que perseguía volví a aprovechar para echar un ojo al lugar desde mi posición. -Tal vez debería participar en algún duelo, si gano podría sacar una buena tajada de estos idiotas. -Aparte de robar dinero también debía de barajar las otras posibilidades, en especial los premios gordos de los que tanto hablaban por allí. -Aunque si me concentrase en robar una de esas poderosas armas que subastan tendría la garantía de poder acabar con el malnacido de Yamato... Tampoco sería mala idea una de esas frutas del demonio o el diablo, si se subastan por tanto dinero tal vez las leyendas que cuentan tengan algo de verdad. -Pensé mientras ideaba como podría hacerme con alguna de aquellas cosas. Si bien un arma era lo más eficaz estaba demasiado acostumbrada a usar mi cuerpo para defenderme y en contadas ocasiones había usado un arma en si, por otro lado de aquellas frutas solo había oído rumores y leyendas pero parecían más un cuento para niños que otra cosa. También debía de contar con la seguridad del lugar, aunque con la maniobra de distracción adecuada tal vez se podía lograr algo al respecto.

A un lado de aquello en parte me alegraba que la marina no tuviese jurisdicción en la isla a la que se dirigía el navío, el simple hecho de pensar en ellos o en los Tenryuubito a los que protegían como si fuesen sus perros guardianes hacía que me hirviese la sangre. Estaba decidida a aprovechar todo aquello para hacerme con algo de dinero o uno de esos objetos de subasta, después de todo si aquella frutas resultaban ser un timo seguramente podría encontrar a otro al que vendérsela a un buen precio pues antes de todo necesitaba un barco con el que dirigirme a mi destino. Finalmente saqué el cartel del hombre al que perseguía, colocándolo sobre la mesa con un sonoro manotazo que habría sido más notorio de no ser por el ruido actual. En este se podía apreciar a un hombre con cara de pocos amigos, aunque lo que llamaba la atención era su recompensa de varios cientos de millones. Era algo que se escapaba a mi fuerza actual, pero eso no significaba que lo iba a dejar marchar. -Este de aquí, "Yamato Shin el Implacable". -Repetí dando golpecitos con el dedo índice sobre la imagen. -Llevo algo de dinero pero tampoco se cuanto quieres por la información. -Si bien conservaba algún que otro objeto de valor que había robado durante mi esclavitud así como algunos billetes no sabía si la información me iba a costar un riñón, más sabiendo el lugar donde me encontraba. -Lo único que necesito saber es por dónde se mueve actualmente este hombre, si se el lugar podré llegar de una forma u otra. -Poco más me interesaba, ni siquiera me había molestado en sacar el cartel de su segundo al mando pues al fin y al cavo el principal culpable era ese.

Cuando enseñaste el cartel al hombre, el susodicho se quedó pensativo unos segundos y terminó por asentir.-Si, lo conozco…un barrigón con una nariz bien larga le preguntó si quería unirse a su tripulación.-Exclamó tomándose su tiempo, recordando detalle a detalle.-El tuerto se negó…y bueno, el barrigón se limitó a reírse y alejarse caminando…Creo que fue en “Paradise”, ya sabes, donde se supone que este barco tiene que atracar.-Prosiguió con tranquilidad.

-Es un hombre duro…y parece que nos e anda con chiquitas, ¿Por qué lo buscas exactamente?, tengo entendido de que piden una buena suma por su cabeza.-Te explicó antes de rascarse la barbilla y negar.-Sea como sea…lo vi hace un par de semanas. Tal vez dejó “Paradise”, pero no le he visto en el buque y la única manera de dejar la isla es con este buque.-El hombre hizo un gesto con la mano para que se acercara un camarero, pero parecían no hacerle ni caso.

-Siempre estoy aquí, los ricos pagan bien por cualquier servicio y yo me dedico a vender mapas del tesoro falsos.-Después de soltar una atronadora risa comenzó a negar con la cabeza.-No se cuantos habré vendido ya, pero la gente con dinero pierde el culo por “vivir una aventura pirata”…ignorantes…ni que fueran a encontrar el One Piece.

-Ya veo, así que en Paradise... -Comenté para mi misma en un tono más bajo. Si ya se había ido de aquellos mares tal vez hubiese cruzado la Red Line, aunque en cualquier caso ir a la primera mitad del Grand Line ya era de por si algo que me llevaría tiempo y algún que otro problema seguramente. Teniendo aquella información, aunque no fuese mucha debido al tamaño de aquel mar, al menos podía dirigir la mirada hacia mi siguiente destino. -Digamos que tengo una cuenta pendiente con él. -Respondí ante la pregunta del contrario, no diría directamente que me intención era acabar con aquel hombre pero aquellas palabras deberían ser suficientes para entender que mi objetivo no era precisamente invitarle a una fiesta.

Saqué algunos billetes y los puse sobre la mesa, arrastrándolos con la diestra hasta el contrario. Si bien no es que fuese una gran suma tampoco había pedido nada a cambio al final, así que por lo menos podía quedar como un gesto amistoso. Por otro lado lo que me contaba aquel hombre era interesante, si realmente ganaba una gran cantidad de dinero vendiendo aquellos mapas falsos tal vez timar a alguien no fuese tan difícil después de todo. -Como esperaba estos ricos son todos unos idiotas. -Pensé antes de volver a dirigirle la palabra a aquel hombre. -¿Entonces es sencillo conseguir dinero por aquí? La verdad es que me gustaría hacerme con una de esas armas o frutas de no se que demonios que se anuncian en las subastas. Podrían ser útiles para cuando viaje al Grand Line, después de todo dicen que es un lugar extremadamente peligroso. Aunque si hubiese otra manera de conseguirlo no lo rechazaría, incluso si no las llego a usar seguro que puedo venderlas a buen precio. -Dejé caer aquello como si fuese una idea de negocio más que otra cosa, si aquel hombre tanto disfrutaba de enriquecerse en aquel lugar tal vez pudiese ser de ayuda.

La conversación iba como tu esperabas, viendo en popa, incluso le dijiste que tenías una cuenta pendiente con el, algo que no pareció molestar al hombre, el cual agarró los pocos billetes y se los guardó en el abrigo, encogiéndose de hombros.-Todos los que tienen una cuenta pendiente con alguien…suelen querer matar a esa persona y no te juzgo por ello la verdad.-Resopló cuando finalmente el camarero terminó por traer un par de copas de algo que parecía ser sake.

Cuando le preguntaste sobre conseguir dinero aquí o incluso una de esas frutas, el hombre no tardó en reírse.-¿Una fruta?, querida…esas frutas pueden costar tanto como una isla pequeña, son muy codiciadas, aunque…no se que tienen de importante, posiblemente la mayoría sean falsas.-Exclamó encogiéndose de hombros.-Se de un tipo que las fábrica, aunque…no tienen el mismo resultado.

Después de decirte aquello dio un trago a su bebida y se acomodó en la silla.-Podrías intentar conseguir dinero con apuestas, o incluso con combates si se te da bien pelear…pero esas frutas, esas frutas son algo inalcanzable.

-Al menos eres de los pocos que comprenden algo así, generalmente decirle a alguien que busco a una persona para saldar cuentas suele terminar con problemas. -Estaba claro que no era lo mismo hablar de aquellos temas con alguien que delinquía aunque fuese timando a otros con mapas falsos que a una persona de bien. También era importante la información sobre lo difícil que podía llegar a ser hacerse con uno de los premios grandes del lugar, si bien hacerme con uno sería bueno tampoco es que me fuese la vida en ello. -Entonces esas frutas extrañas realmente deben de ser valiosas y codiciadas. Bueno, si se da el caso de que consiguiese una y resultase falsa siempre la podría vender.

Mientras escuchaba a aquel hombre pensaba en cual sería mi siguiente destino en el barco. Apostar no era algo que llamase mucho mi atención aunque si era cierto que se podía ganar mucho de forma rápida, también tenía la opción de los juegos del casino pero no es que fuesen mi especialidad más allá de alguna que otra cosa con las cartas. -Creo que optaré por apuntarme a uno de esos combates. Hace tiempo que no estiro las piernas y golpearme con alguien que entienda del tema puede ser entretenido, al menos más de lo que suelen ser los idiotas pandilleros de turno. -Dicho esto terminé con el plato de comida que tenía frente a mi, levantándome entonces mientras pasaba mi brazo derecho por mis labios para limpiar cualquier resto de comida. Aquel tiempo en una celda había acabado con cualquier resto de delicadeza o educación en según que cosas. -Agradezco la información que me has dado, si nos volvemos a encontrar y te enteras de algo sobre el tema volveremos a hacer negocios. Aunque estando en el mismo barco coincidir tampoco es que sea tan difícil. -Según me giraba levanté la diestra a la vez que la agitaba ligeramente a modo de despedida. Por el momento dejaría a un lado los premios del lugar y me centraría en buscar algún combate u otra forma de conseguir dinero fácil. Siendo así nada más salir de aquel bar fui en dirección al lugar donde se celebraban los combates.

Le comentaste a ese hombre sobre tu plan de apuntarte a algún duelo a cambio de dinero, no te iría mal estirar las piernas y de paso te distraerías un poco, así que terminaste de comer, te levantaste y le diste las gracias al hombre por la información.

-No te preocupes, si me entero de algo te lo haré saber.-Prometió-Pero no pienses que este barco es pequeño-Sonrió.-Puede ser un autentico laberinto si no sabes hacia donde vas, así que…ándate con ojo y no te metas en lios.-Te advirtió mientras el se quedaba ahí sentado y terminando de disfrutar de su copa, permitiéndote que te fueras sin más.

Afuera te libraste de la música y de los ruidos, pero te comenzaste a internar entre toda aquella gente las cuales a decir verdad a veces te cortaban el paso o eran tan maleducados que chocaban contigo y no te permitían ni pasar, pero finalmente llegaste a una zona (después de mirar carteles y pedir indicaciones) en la que se suponía que se celebraban combates y apuestas entorno a los susodichos,  ¿por donde empezarías a preguntar?

Aquello último que dijo mientras se despedía no se podía negar, aquel lugar era realmente enorme para ser un barco pero visto el derroche de dinero que había allí dentro era fácil imaginarse como habían recuperado el gasto. Siendo así me puse en marcha, tratando de evitar los problemas aunque era complicado cuando tanta gente se chocaba contra mi sin siquiera disculparse o incluso me cerraban el paso. -A este ritmo me da que los golpes van a comenzar antes de tiempo. -Pensé mientras fruncía el ceño aunque al final logré llegar a una zona donde había apuestas e incluso parecía que celebraban combates en el lugar.

Durante algunos minutos rondé aquella zona observando con cierta curiosidad hasta que al final decidí acercarme a una de las personas que parecían ser encargados para poder preguntarle. -¿Es aquí donde se celebran combates? Me gustaría hablar con el encargado de organizarlos. -Esperaba que al menos me pudiesen responder, aunque viendo la educación de la mayoría comenzaba a dudar de ello.

Durante el camino no notaste nada extraño ni fuera de lugar, es más, todo parecía ser bastante normal, quitando que estabas en un lugar lleno de gente con carteras a reventar y algún que otro ladrón que pudiste reconocer por sus rápidos movimientos y formas de andar.

Pero al final, llegaste a tu objetivo, una zona con una pequeña cúpula bajo cubierta, se podía oler la sangre, el sudor y escuchar el ruido de los mamporros…tu lugar de ensueño. Cuando te acercaste a el encargado para preguntar, asintió mirándote de arriba abajo. Era alto, enjuto y con un monóculo en el ojo.

-Supongo que quieres pelear…¿Qué vas a apostar?, ¿dinero, esclavitud, propiedades?...-Preguntó mientras garabateaba algo en una tablilla con papeles, posiblemente preparando el papeleo. –Aunque tal vez solo quieras apostar, lo que me hace formular la misma pregunta, ¿Qué vas a apostar?

Ver como actuaba algún que otro ladrón hizo que sonriese, teniendo en cuenta la cantidad de gente y lo despistados que estaban parecía bastante fácil conseguir alguna que otra cartera. -Ya se que seguirá después de repartir algunos puñetazos. -Si aquellos ricachones eran tan fáciles de robar buscaría una buena presa después.

Espere la respuesta de aquel tipo del monóculo, el cual al menos no respondió de una forma despectiva pese a mirar demasiado. -Precisamente, necesito estirar un poco el cuerpo. -Respondí antes de rebuscar entre mi ropa para sacar un colgante de oro con una piedra preciosa incrustada. -Quiero apostar el valor de esto, supongo que al menos alcanzará para que valga la pena lucha, ¿no? -Aunque no fuese un premio en metálico suponía por sus palabras que valía apostar cualquier cosa mientras tuviese algo de valor.

El hombre agarró aquel colgante de oro y lo sopesó entre sus manos, incluso llegó a sacar una pequeña lupa de su bolsillo para observar con más detenimiento..-Muy bien…es más que suficiente.-Dicho eso guardó el colgante en el bolsillo.

-¿Preferencias para pelear?, ¿armas, sin armas?...¿gente de tu sexo o de tu tamaño?-Preguntó arqueando una ceja.-Aquí todo es muy variado, pero si no te importa…puedes pelear contra…”I” o “K”.

¿I o K, que clase de nombres son esos?

-Prefiero pelear con mis propias manos. -Respondí cuando me confirmó que aquel colgante era suficiente para la apuesta. -No tengo problema en pelear con quien sea mientras no me triplique el tamaño. Y supongo que esos "I" o "K" son una opción adecuada si me los recomiendas, aunque realmente no tengo ni idea sobre ellos. -Terminé de decir mientras comenzaba a estirar un poco mis brazos. Ciertamente aquellos nombres en clave eran un poco sospechosos, tal vez luchadores especializados que tenían allí para las peleas pero tampoco quería echarme atrás a la primera de cambio.

-¿Con tus propias manos?, interesante…-Murmuró el caballero antes de agarrar su portafolios y mirarte fijamente.-No te triplica el tamaño ni I ni K, aunque son rivales excelentes a decir verdad, tal vez estén o no estén a tu nivel, próximamente lo veremos.-Entonces carraspeó y hizo una señal, se abrió la puerta de una de las jaulas y te hizo una seña.

-Por favor, entre y esperemos que salga victoriosa sonrió, elegiré a sorteo a I o a K, no se preocupe…

Parecía que el encargado no me veía muy capaz de enfrentarme a mi contrincante con los puños.-¿Acaso se piensa que por ser más alto que yo no podría tumbarlo? -Pensé aunque no dije nada al respecto, al fin y al cabo podría desquitarme con el que fuese mi contrincante. Siendo así me dirigí al interior de aquella jaula, pasando por la puerta que me indicaba con cierto interés por ver que clase de adversario sería el que enfrentase. -No podría ser de otra forma, para algo confío en mis puños más que cualquier otra cosa. -Terminé respondiendo con una sonrisa ladina, aprovechando para estirar las piernas también con tal de terminar de prepararme.

Aquel barquito, vuestro barquito…estaba para el arrastre, a pesar de las reparaciones que hicisteis, durante la noche y la mañana, aquello parecía estar a punto de partirse o hundirse. Los niveles inferiores estaban totalmente inundados, aquello incluía la bodega, por suerte Inumaki se las arregló para salvar algunas botellas de alcohol y alguna que otra caja con latas y productos en conserva, para luego tirarse el resto del tiempo entrando y saliendo con cubos llenos de agua, intentando vaciar las cámaras y que todo resistiera un poco más.

-Esta tiene que ser la ruta.-Os advirtió.-Si avistáis un barco, avisadme…tiene que ser grande, lujoso y lleno de luces…no tiene perdida.

Y no tuvo perdida a las horas disteis con aquel “barco”, era más bien una nave de guerra, capaz de rivalizar con la de la marina o la de los capitanes pirata del nuevo mundo, un enorme navío del que salía el ruido de música, personas gritando y “fiesta”. El primero en avistarlo fue Zeren, el cual avisó al capitán…el susodicho apareció con un par de cofres bajo el brazo y listo para “abordar” aquel buque, ¿Cómo lo haría?...fácil.

Mandó a Poe a por una bengala, la cual se encendió, rebotó contra el mástil y…terminó por prender fuego a las velas. Fue un momento de bastante tensión a decir verdad, a fin de cuenta los del buque no os escuchaban ni siquiera se fijaron en vosotros, pero por suerte la situación cambió. Lanzaron un par de escalerillas y cuerdas desde el barco, gente que parecía ser de seguridad mientras el barquito de Inumaki ardía y…bueno, terminaba por hundirse levemente.

-¡No perdamos tiempo muchachos, subid a la nave!.-Os avisó rápidamente mientras os permitía a vosotros ir subiendo.

Al final terminasteis rodeados de gente, turistas y guardias, los cuales observaban aquel espectáculo dantesco.

-Hmmm…-Murmuró un hombretón enorme, ancho y barbudo, con una mata de cabello rubia y que iba ataviado con un uniforme de seguridad parecido al de los demás.-¿De quien es ese barco?-Preguntó.-¿Y quienes sois vosotros, tenéis billete?-Preguntó cruzándose de brazos y mirándoos fijamente.

Era un hombre amenazador y que para colmo…tenía un par de hachas en su cinturón. Inumaki fue a abrir la boca, pero la cerró en el mismo momento de que el barbudo soltó un gruñido.-¿Que os trae a esta nave?...¿y quien narices ha prendido en llamas esa..."cosa"?

Pasaste por la puerta y esperaste al supuesto adversario, no tenías idea de como podría ser, ¿pero te saldrías con la tuya?, pronto lo verías. La puerta que se alzaba en la otra dirección se abrió y dejó paso a un joven con mirada calmada y una sonrisa sarcástica en los labios, ataviado como una especie de marine, pero su uniforme era azul, no blanco.

-Damas y caballeros, ante nosotros otro gran combate de “arena”, tenemos a una muchacha pelirroja, la cual está más que dispuesta a salir victoriosa y…¡a K!,  ¡ustedes ya le conocen, ha ganado seis combates seguidos y va a por el séptimo!, ¿¡quien ganará!?, ¡Hagan sus apuestas!.

El joven que deduciste que era K, se llevó una mano al oído y se masajeó la zona.-¿Vaya vozarrón, no?, tu debes ser la pelirroja…las chicas como tú no deberían participar en combates, pueden salir mal heridas.-Te avisó cruzándose de brazos mientras mantenía aquella sonrisa tranquila y de superioridad.  

Mirare un momento la situación, no soy una persona extremadamente buena con la labia pero tras unos momentos de silencio me adelantare para intentar hablar a ver si consigo algo aunque no las tenga todas. Aun así tampoco es que tengamos una forma de irnos del barco ahora que nuestra ruta se ha hundido y quemado y nadar para mí no es una opción.

-Buenos días- Mirare al hombre que está hablando –Mi nombre es Ilya ¿Con quién tengo el placer de hablar?- Diré para al menos conseguir el nombre de la persona con la que estoy hablando.

-Somos un grupo de turistas con ganas de gastar nuestro dinero en el barco y disfrutar de al menos unos días en buena compañía- Diré con un tono serio, habitual en mi –Sobre nuestro barco, fuimos atacados de camino y el barco estaba en las ultimas. Algo se prendió en la cocina inferior, no sabemos cuando, pero debido a los daños del barco no hemos pudimos sofocar el fuego suficientemente rapido- Tomare un momento de pausa.

-Es un milagro que hayamos llegado hasta aquí de una pieza antes de convertirnos en una pira, muchas gracias por dejarnos abordar- Hare una reverencia agradecida y después me quedare calladita.

-Adiós, pequeño zurullito flotante, nuestra relación fue breve pero intensa y siempre recordaré en mi corazón el día y medio que pasamos juntos. -dije, medio en serio, bastante más en broma, con el puño sobre el pecho, mientras los marineros nos izaban con la escalerilla. Aquel numerito del capitán y la perspectiva de encontrar un transporte decente me habían vuelto a levantar el ánimo. Menos mal que se me ocurrió llevarme los frasquitos de la enfermería. Lo siento si alguno tenía algo de valor en el barco.

-Uf, chicos, menuda suerte, casi no lo contamos... El dueño del barco es este señor de aquí, -dije señalando al capitán. -bueno, lo era... No tengo muy claro como funciona lo de la propiedad de un barco hundido. -callé como una tumba durante las explicaciones de Ilya. Al parecer, a ella se le daba mucho mejor que a mí, esto de mentir. -¿Billetes? ¿En serio? -exclamé cuando hubo terminado. -¿De verdad va a tener tan poco corazón como para cobrar entrada a unos pobres parias que acaban de perderlo todo? -le pregunté, poniendo mi mejor cara de cachorrito atropellado e incluso tosiendo un poco, para añadir algún matiz a la actuación.

No tardé en ver al que sería mi opnonte, de no ser por el color azul de su traje seguramente lo habría confundido con algún marine. -Lástima, habría sido satisfactorio golpear a uno de ellos. -Pensé sin quitarle un ojo de encima mientras entraba a la arena de combate. Al parecer aquel supuesto "K" ya tenía una racha de victorias a su espalda, con razón el encargado había dejado tanto misterio al respecto.

Teniendo en cuenta que el contrario ya había ganado seis veces seguramente habría bastante público buscando enriquecerse aun más. Por otro lado cuando aquel hombre se dirigió a mi arqueé una ceja a la vez que dejaba mis brazos en jarra, colocando las manos a la altura de la cintura. -Un par de golpes es lo de menos, quien debería preocuparse eres tú cuando pierdas tu racha de victorias. -Respondí dejando claro que no tenía intención de ir a "jugar" o hacer el tonto allí dentro.

El viaje fue uno de los más tensos que había hecho a lo largo de mi corta vida. El pobre pedazo de madera que llamábamos barco por respeto estaba en sus últimas, y mientras yo hacía lo que podía por tomar el rumbo que me marcaba el capitán, el resto se encargaba de que el agua no nos llegase al cuello. Cuando vi a lo lejos aquel coloso de madera y tela casi no me lo creía.

- ¡Capitán, lo hemos encontrado! - Todos se acercaron a ver aquel mastodonte e Inumaki preparó un plan para "abordarlo". No podía creerme que fuese real, pero aquella música y el gentío que podía escuchar, tenía que ser real. Lo que hubiese deseado que no fuese real era aquella bengala que capi tiró a las velas, haciendo que nuestro barcucho empezase a arder. No le tenía demasiado cariño al barco. Solo que si tenía esa idea, podría haber esperado a que estuviesemos fuera.

No me quedé tranquilo hasta que habíamos subido a cubierta, y aún así la situación no era buena, casi parecía que nos iban a tirar por la borda. Nos pedían explicaciones y el capitán se quedó callado como.. bueno, se quedó callado. Gracias al cielo, Ilya se encargó de explicar un poco las cosas. - No me esperaba que tuviese esa facilidad para responder, con lo poco que habla normalmente. -

Me adelanté a presentarme también y ver si podía conseguir un poco de simpatía por parte de esos hombres. - Yo soy Zeren, era quien manejaba el barco. Lo hemos conseguido traer aquí a duras penas, no teníamos tampoco muchas opciones. Nos dejaréis quedarnos, ¿No? ¡En alta mar un hombre debe ayudar a otro en apuros! - Me veía que iba a tocarme limpiar la cubierta para pagar el billete del barco.