Partida Rol por web

Justo antes de desaparecer escaleras abajo escucha la sugerencia de su compañero.-¿Campanas?- masculla en voz alta asomando solo la cabeza. Con gesto pensativo se quedo allí mismo unos segundos, mesándose el mentón con un par de dedos.-Ey, tu idea mola.- Afirma sonriente.-Solo por eso una de las campanas tendrá forma de delfín.- Muestra una media sonrisa confiada y amable, hasta que otro sonido, uno desde el muelle cercano llega a sus oídos.

Con paso apresurado se acerca a la baranda de la cubierta superior, a la que regresa. Y desde lejos, observa el espectáculo. Al poco mira a sus camaradas centinelas con algo de resignación.-Creo que voy a por esas campanas, me da a mi que las vamos a necesitar pronto.- Se apresura a desaparecer escaleras abajo nuevamente, en busca de algo de chatarra o munición defectuosa.-Sera un momento.- Vocifera desde la cubierta inferior para que sus amigos lo escuchen.

Cahuelche sonríe, le gustaba el pequeño homenaje de la forma de una de las campanas. -Asegúrate de incluir una forma de evitar que suenen. En alta mar, el barco se mece por las olas. No queremos que suenen las 24 horas volviéndonos locos... ¿Hablando de locos, cuantos creéis que harán noche en el calabozo de la ciudad? Yo apuesto un kilo de pesca a que... mhhh... ¡6! el payaso y cinco más. 

Mira la ciudad, preocupado por ella. Lo siento bonita, pero en algún sitio hay que amarrar. 

Aprovechando la distracción ofrecida por el payaso, me acerque a la entrada del casino, para ver el interior del establecimiento y ver cual era la causa del alboroto...

Ark escuchó las palabras del criado y miró a Hiroto. Sabía que aquellas palabras no le gustarían a su compañero, su pasado como esclavo le había marcado profundamente.

-Veamos, no tenemos intención de mataros, o eso creo, pero... lo que nos has dicho no es cierto, nunca ha sido legal el comercio de esclavos, te damos la oportunidad de que pienses un poco y nos digas la verdad. -Ark quería averiguar si realmente en esa isla eran legales aquellas prácticas, se contemplaban como algo más o menos normal o bien era cosa de ese tal Melin, y quizás, otros miembros de las altas esferas del lugar- Si tan legal es, dime, ¿porqué tenías que hacer negocios en un callejón oscuro? -aquello no tenía sentido- ¿Dónde consigues las esclavas para tu jefe? ¿Tienes más en algún sitio? -Ark sabía que si había más esclavos en la isla Hiroto querría intervenir- Por tu bien, contesta sinceramente, se me está acabando la paciencia y esta chica se va a ir con total libertad -sentenció el capitán sin atreverse a mirar a la muchacha, aquél no era un buen momento para mostrar su debilidad.-

Al parecer lo de las campanas convencían a Tequila, a mí me parecía algo extraño, pero provenía de un hijo del mar, nadie podría saber más sobre esos temas que Cahuelche, por lo que no opine sobre ello. Luego escuche el comentario cómico de Cahuelche, lo cierto era que rezaba porque ninguno fuera apresado, porque eso llevaría a que habría que sacarlo y tras ver los barcos de la marina seguramente traería más problemas.

Lo cierto que temo que puedas estar en lo cierto, pero prefiero no llamar a los mal tiempos así que me ahorrare decir el número que puedan ser apresados, por lo pronto allí parece que se cuece algo. Escribo en mi pizarra mientras señalo al lugar donde parecía crearse un pequeño tumulto.

Hiroto apretó los dientes al escuchar las últimas palabras de aquel hombre. No solo soltó información bastante imprecisa si no que pretendía decirles que lo que hacían era legal. Incluso en Shimanikeii, la isla donde nació, se cuidaban de llamar presos a la mano de obra condenada a los trabajos en la mina pues legalmente eran criminales cumpliendo condena. 

Con un considerable esfuerzo, se contuvo para no echar por tierra los esfuerzos de Ark por sacar algo útil de esta gentuza. Así que todo lo que hizo fue darle un pequeño golpe de advertencia en la cabeza con la parte plana de la espada. -Puedo darte más fuerte si es lo que necesitas para decir algo que valga la pena.- Le dijo fijando su mirada en la del criado. -Responde.- Añadió de forma tajante. Los dos hombre parecían haber sucumbido al miedo pero aun parecían tener la esperanza de que los piratas se echasen atrás al saber para quien trabajaban. De todos modos, si no lograban averiguar gran cosa de esos dos, todavía podrían hablar con la chica a la que trataban de rescatar.

El navegante continua colándose entre los enemigos mientras gira rápidamente su espada en fluidos movimientos que cortan a  través de los enemigos sin detenerse*, dejandoles retorciéndose de dolor en el suelo.

El criado contemplaba la imagen de Ark con un profundo temor, comprendía que su vida dependía de él y le resultaba bastante importante conservarla. Tragando saliva mientras mira nuevamente la espada de Hiroto y a su compañero, y tras el suave golpe que lo atonta por un instante, responde de forma entrecortada:

— Es legal, lo juro. — dijo mientras se giraba para contemplar a la chica. — La hemos comprado aquí porque acaba de venir como novedad y mi señor no quería perder el más mínimo tiempo en adquirirla, para adelantarse a otros. — continuó mientras mientras volvía la mirada al suelo. — Mi señor tiene más esclavos, pero por favor no se la lleven; mi señor me azotará si pierdo "su mercancía".

Estas últimas palabras las dijo con total normalidad, como si no fuera consciente de que estaban hablando de personas. Mientras tanto, el hombre gordo, asustado, no se atrevía a hacer el más mínimo movimiento por miedo a ser asesinado. La chica se encontraba en el suelo con los ojos mirando al vacío sin decir nada.

El suave movimiento de Yoonel, el cual parecía acabaría con los hombres situados frente a él y al cocinero, cae en saco roto cuando ambos hombres consiguen evadir el golpe por los pelos, dando una zancada hacia atrás. Tras este movimiento, el hombre que había caído junto al otro sobre la mesa de la ruleta tras el puñetazo se levanta a duras penas, aunque su compañero se mantiene tumbado en el suelo.

"¡¿Mercancía?!" La palabra pronunciada con tanto desdén por el criado retumbó en los oídos de Hiroto. Hasta ahora había podido contenerse en cierta medida, pero esto ya es la gota que colmó el vaso. El furioso pirata se acercó un paso y bajó la zanbato al tiempo que cogía a aquel desgraciado por el cuello de la camisa. La mirada de Hiroto estaba prendida por la ira del desprecio de aquel hombre por la libertad de un ser humano. 

-Así que solo se trata de negocios...- Dijo con una rabia apenas contenida. -¡Pues aquí tienes mi oferta!- Añadió al tiempo que le propinaba un cabezazo al tembloroso criado.

El cabezazo impacta sobre el criado a duras penas, al ser apresado con éxito por Hiroto. Sin embargo, y para sorpresa de todos, incluido el propio Hiroto, el golpe es tan malo que este se salva del daño ocasionado por el fuerte impacto. Éste cae al suelo aun así atemorizado, pidiendo clemencia y recordando que él no es más que un peón, y que no han hecho nada ilegal. La frecuencia con la que lo repite incluso hace que parezca que dice la verdad.

La ira que Hiroto sentía en ese momento no le permitió dar un golpe como es debido. Pero a pesar de ello le sirvió para desahogarse un poco. Aun enfadado pero con los ánimos un poco más calmados, volvió a levantar la espada contra el criado que se encontraba en el suelo dejando la hoja a escasos centímetros de su cara.

-¿Qué hacemos, Ark? Esta gentuza no parece que nos vaya a ser de más utilidad.- Dijo mirando hacia su capitán. Pese a la torpeza anterior, el infructuoso golpe ha servido para poner al límite a ese hombre. Después de todo puede que no sepa mucho más de lo que ya le ha contado al grupo de piratas.

Aun con todo lo que estan recibiendo y no se rinden, al menos hay que decir eso en favor de estos pobres infelices. Me acerco al hombre tumbado mas cercano y mirando a sus compañeros para que quede clara mi postura le golpeo con todas mi fuerzas*, ya hay mas de uno que se ha levantado despues de un buen sopapo... no se levantaran mas. Tras esto lo recojo y lo uso como cobertura por si otro listo tiene otra arma de fuego preparada.