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One Piece: La caja de pandora

Última postal desde el East.

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09/04/2021, 22:08
Narrador

En lo que parecía una carpintería, un hombre de mediana edad ajustó sus gafas mientras daba los últimos toques de pintura a una mesita de café, usando una pequeña brocha. Con cuidado colocaba una línea recta, hasta que pronto su concentración se quebró cuando un chico entró estrepitosamente por la puerta y haciendo el mayor alboroto posible.

-¡Viejo Tornillo, viejo Tornillo! -gritó el chico emocionado.

-¡Ya te he dicho que no me digas así! ¡Que soy el Señor Tornillo! -dijo el hombre más que furioso.

El jovenzuelo volteó los ojos. -Sí, como sea. ¡Pero tiene que ver esto! -Colocó una hoja de papel frente al hombre, más en específico, un cartel.

El amargado gesto de Tornillo se convirtió en uno de alegría al ver la imagen el cartel. -¡Por todos los clavos y astillas! Si es esa chica, Lux. Sabía que ella y su amigo tenían que ser hábiles, pero con esta recompensa bien se pudo haber enfrentado a Arlong, ¡ji ji ji!

-Ella es una pirata, pero era buena gente. ¡Es como esa otra banda!

Tornillo hizo a un lado el papel para entonces ver el desastre de pintura que había hecho por error debido a la repentina entrada del muchacho, provocando que suspirara profundamente. -No todos los piratas son así, pero creo que conocimos a todos los piratas buenos en el mundo -Se vio un tanto alegre, aunque pronto frunció el seño-. Ahora, chaval, apúrate a traer tus herramientas, que si sigues de flojo solo viendo carteles nunca te vas a convertir en astillero.

El chico se vio enojado, pero aún así fue por una caja de herramientas sin protestar. -Para nada, viejo Tornillo. Ahora tengo muchas más ganas de convertirme en uno, y hacer buenas barcazas como Lux. Así puedo hacerme a la mar y buscar a mi padre.

-Imposible. Tadeo podría estar en cualquier parte y -El hombre negó con la cabeza y se veía con la intención de seguir su explicación, pero en ese momento, su mirada captó de reojo al cartel-... de un tiempo acá creo que ya no sé que es posible o que no, ji -Pasó una mano sobre su cabeza para luego ir hacia el chico y darle una especie de taladro-. Pero si de verdad quieres y al mar, no es un barcaza lo que necesitas, sino un barco, así que te tienes que esforzar el doble o triple, ¿me escuchaste?

-¡Claro que sí! -El chico tomó el taladro y abrió la caja de herramientas contento.
 


Dentro de una gran mansión, un hombre de cabello cano, con unos overoles sucios con tierra, carga con una caja llena de todo tipo de verduras, las cuales entrega a un sujeto de pelo tan esponjado como el de un borrego. 

-Pero Señor Valium, ya sabe que no tiene que pagar todo de una vez, la señorita le dijo que puede tomarse el tiempo que necesite -dijo el tipo con cabello rizado.

-Eso de ser formal no se me da -El hombre de los overoles se rascó un poco la cabeza-. Solo llámame Peritto. Y lo siento, pero no me gusta tener deudas, dije que lo pagaría y lo haré -dijo el hombre sonriente-. Así que espero que les guste comer verduras, ¡ja!

Una joven de rubia cabellera baja de prisa una largas escaleras hasta llegar a donde están los dos hombres, mientras sostenía un cartel en la mano. -¡Peritto! ¿Ya lo vio?

El hombre canoso asintió. -Claro que sí, Señorita Kaya. Ese niño y su pollo. Para mí que sigue siendo un granjero, y las granjas y el mar no se mezclan -Se encogió de hombros haciendo una mueca-. Pero quien sabe lo que depara el futuro. Es como ese otro chico.

-Sí, también vi su cartel. Espero que Usopp esté bien -dijo mirando al vacío, preocupada por un momento, pero luego volvió a sonreír-. Al final todos están cumpliendo sus sueños, eso es lo que importa -Saca un libro grueso con el título "Terapia Médica en Urgencias"-. Y yo también lo hago.

-Ja, eso está muy bien -dijo Peritto rascando un poco su cabeza-. Tal vez me equivoque y ese niño tenga un barco-sembradío para ser el mejor granjero y pirata.

La atención de la chica se fijó en la caja con verduras y sus ojos comenzaron a brillar. -¿Son de su última cosecha, verdad? Son los mejores vegetales que he comido, ¡ha hecho un gran trabajo!

Peritto sonrió de oreja a oreja al escuchar esto. -Ja ja, no es nada, digamos que fue un trabajo conjunto. 

-No sea modesto. Son lo mejor, por favor quédese a comer.

El sujeto con pelo esponjoso amablemente señaló el camino hacia el comedor. -La señorita ha hablado.

Fue así como los tres avanzaron hacia la mesa hablando de cosechas, piratas y sueños.
 


-¡Que un rayo parta el mar! ¡Tenía razón! -Un viejo fumando de una gran pipa dio un golpe a la mesa con euforia mientras veía un cartel, haciendo temblar la variedad de platillos que había en esta-. Eso significa que está bien -dejó su pipa de lado y probó un bocado de un guiso de rape, para luego poner mala cara.

-¿Sucede algo, señor Von Valium? -Se acercó uno de los meseros.

-Sí, esto no es lo que pedí. Quiero un platillo con una sazón como la del muchacho.

-Hacemos lo que podemos, pero tratar de replicar un sabor como el de Ryuta, no es algo tan fácil y...

El viejo se cruzó de brazos con cara irritada. -Pues entonces sigan intentando. Cuando les traje esa carne de rey del mar, el señor don Zeff dijo que podía pedir el plato que quisiera, así que sin excusas.

El mesero suspiró fatigado. -Sí, señor -dijo antes de volver a la cocina desaminado.

Von Valium volteó a ver el cartel de nuevo. -Sea el ser el mejor cocinero o mejor espadachín, lo que sea que elijas, vas por un buen camino, Ryuta.
 


El lugar estaba totalmente lleno de gente. estantes repletos de libros, para ún más repletos de personas tomando los ejemplares de las repisas. Aunque la situación se veía aún más congestionada en el mostrador, donde había una larga fila de personas comprando libros.

Un chico joven atendía a la clientela tan rápido como podía, mientras un hombre de mediana edad cargaba con una gran cantidad de libros.

-Gracias por ayudarme en la tienda. Hace mucho que no venía tanta gente a Bookstore -dijo el hombre en tono amable.

-No es nada. Pero se veía venir. Esa chica había atraída a tantos hace pocos días, y cuando todos se enteraron que la chica de hecho era la jefa de una banda de piratas, pues todavía más -Comentó el joven rascando un poco su cabeza para luego levantar un cartel en su mano.
El papel escapó de la mano del jóven, y este voló hasta toparse en la cara el hombre, quien tropezó con un estante, tirando muchos libros.
-¡Señor Reebuk! -gritó mientras corría en auxilio del sujeto.

Afortunadamente, parecía que nadie había resultado herido, aunque el hombre tomó el cartel de su cara y se le quedó viendo a un libro que estaba justo al frente, en el suelo.

-Señor Reebuk, ¿está bien?

Levantó el libro del Actual y Futuro Rey para después voltear a ver el cartel con una sonrisa. -Estoy bien, es solo que, estaba recordando a un amigo.

 


En una mesa de cristal a exteriores, dos personas conversaban. Uno de ellos, un joven bastante apuesto, se acomodó su saco negro, y a pesar de llevar un parche en uno de sus ojos, su mirada no se despejaba de la bella chica frente a él. 

-Querida, ¿te dije ya que soy un pirata reconocido? -dijo el joven galante.

-¿De verdad? Eres alguien malo y peligroso -La cruzó las piernas viendo al sujeto con interés.

-Capitán Charles Departier, recompensa de siete millones, a su servicio, mi bella dama -Se puso la mano en el pecho con exagerada modestia.

La chica frente a él hizo una mueca. -Hmm. El joven de este cartel, piden veinte millones por él.

La cara de Departier hizo una expresión desencajada, sosteniéndose el pecho, pero esta vez sin modestia. -Vale, sí, también lo he visto. Pero mi hermosísima señorita, ser peligroso no lo es todo -dijo el atractivo joven, empezando a sudar-. Lo importante es el sentido de la aventura, el romance. Ir de un puerto al otro conociendo el mundo -Chasqueó los dedos y un mesero trajo enseguida una bandeja cubierta-. Permítame demostrarle. El salmón dragón, de los peces más raros y difíciles de preparar. Lo conseguí en el más fiero de los mares. 

La chica estaba al filo de su asiento verdaderamente emocionada.

-Todo con la esperanza de poder encontrar a una mujer tan especial como para compartir un manjár digno del paladar de una reina -El capitán pirata destapó la bandeja para revelar... una simple sardina en un plato con apenas unas hojas de lechuga. 

Mientras la chica suspiraba poniendo una mueca más pronunciada que antes, la cara del joven más que verse apuesta estaba pálida y sudando a cántaros. -M-me p-ermites un momento, bella flor -Departier se retiró del lugar con paso calmado, solo para unos metros después dejar atrás toda semblanza de tranquilidad y correr a la vez que se hacía con su espada semejante a un florete. 
El capitán pirata se detuvo solo hasta que llegar frente a quien parecía ser solo un gato grande recostado en la hierba. De no ser porque llevaba ropajes como túnicas y sostenía varios carteles en sus manos, fácilmente podría confundirse con un simple felino naranja, solo un tanto más grande que uno común.

Departier lanzó su espada hacia el gato y solo un segundo antes de impactar, volteó su arma para golpear al minino en la nuca con el pomo.

El gato se quejó con un chillido tan característico del animal mientras se sostenía el lugar recién herido en su cabeza. -¿Y eso por qué fue? -Una voz gruesa y rasposa salió del felino.

-MewPaw, te nombre supervisor de pescado con un solo objetivo, ¡qué vigilaras el maldito salmón! -dijo el joven claramente irritado.

-Y lo vigilé. Vigilé como estaba en el barco, como Ronnie se lo robaba y como dejaba otro pez en su lugar, mew ja ja -dijo el gato en tono divertido. 

-Tsk -Departier dio un gran suspiro con frustración-. Ya es difícil conseguir mujeres así como está para que luego salga tanta gente con tantas recompensas.

-Tal vez si le fueras fiel a solo una mujer tendrías mejor suerte -El gato volvió a reposar su cabeza en la hierba mientras veía uno de los carteles en sus manos.

El capitán iba a ir por su segundo golpe de nuca cuando volteó a ver lo que veía MewPaw. -¿Esos son...?

-Sí. ¿Ya los viste? Ese chico que era tu protegido, el del gallo, está aquí. Supongo que debes estar orgulloso.

-Tsk. Solo es un chico que recogimos, así que de eso nada -Se volteó a un lado con una media sonrisa-. Y siempre supe que lo tenía en él. Solo tienes esa ansía por la aventura o no la tienes, es así de fácil. No cualquiera puede convertirse en un gran e infalible pirata con nosotros.

-Departier, otra vez se te cayó el parche.

El joven abrió sus ojos como platos, comenzando a sudar de nuevo, buscando en el suelo con su ojo azul mientras que cubrió su otro ojo, de color dorado, con su mano, a pesar de que este se veía en perfectas condiciones.

-Pues yo sí que me alegra ver a alguien de nuevo -MewPaw vio el cartel en su mano esbozando una cálida sonrisa-. Puede que las cosas se te compliquen en adelante, pero te vi salir de peores -El gato miró hacia el cielo, todavía son la sonrisa-. Donde sea que te encuentres, espero que estés sonriendo y comiendo muchos dulces.

El capitán volvió a colocarse el parche en su lugar para después mirar al felino y levantar una ceja ante la anterior actitud soñadora del gato. -Eres alguien muy raro, ¿lo sabías?

-Lo sé. Y me agrada ser raro -dijo con orgullo en su grave voz, para continuar viendo los carteles en su mano, hasta que se detuvo en uno de los carteles, su mano temblando, y soltando todos los demás papeles.

 


Una chica de cabello azul mira hacia el frente concentrada. Sus dedos envueltos en vendas sostienen con firmeza su arma delgada y larga. Una espada.
Los pies bien plantados en la cubierta de madera de ese barco, teniendo al mar de fondo en ese momento.

La brisa marina movió su ropa, un abrigo de algodón y falda pantalón de pliegues, conjunto usado por los samurai. Atuendo similar al que utilizaba su oponente. Un hombre corpulento de largo bigote y una coleta sosteniendo su cabello.

Ambos se veían a los ojos, sus miradas tan determinadas como el agarre en sus armas. La tensión era palpable, el silencio entre ellos dos volviéndose más incómodo con cada segundo.
Fue la chica quien se movió primero, en rápida ofensiva se lanzó hacia el gran hombre y... todo había terminado en un segundo.

La espada de madera voló de las manos de la chica mientras esta última caía al suelo.

El hombre dejó su propia katana de madera de lado para ir y directo hacia la chica y ayudarle a levantarse, su rostro mostrando genuina preocupación. -Señorita, ¿no cree que ya ha sido suficiente por hoy? Hemos practicado todo el día y...

-No -La chica interrumpió al hombre mientras se reincorporaba-. No lo estamos haciendo bien. Solo me desarmaste, Cokett, significa que te estás conteniendo -Ella fue directo a su espada de madera para después recogerla-. Necesito hacer más. Ser mejor -Apretó el puño mientras la misma determinación que antes seguía en su mirada celeste-. Tú los viste. Shire ahora es una capitana buscada, si la buscan es que sigue persiguiendo su sueño, y me queda claro que Alvert superó su miedo y fue a esa base. Ellos se están esforzando mucho -La chica puso su mano en su pecho con decisión-. Y yo no puedo hacer menos que eso. Estoy segura que algún día nos volveremos a ver. Y cuando pase, quiero que vean que yo también me esfuerzo, que estoy luchando por mi sueño.

El hombre esbozó una sonrisa en su áspero rostro, para después tomar un cartel doblado que guardaba en su saco. Con el cartel en la mano su expresión se convirtió en una mueca, pero después otra vez en sonrisa.

La chica se acercó al hombre y se paró de puntillas en un intento para ver el cartel. -Cokett, ¿sigues preocupado por él?

Un ligero suspiro salió del hombre mientras guardaba el cartel. -No es eso, Señorita. Es solo que hicimos una promesa de volver a luchar una vez que se volviera un gran espadachín y ya no estoy tan seguro que pueda ganar -dijo viendo al mar en el horizonte, extrañamente, parecía emocionado.

 


Un marine corría por cubierta a toda velocidad. Su cara tan pálida y su expresión tan sorprendida. En sus manos llevaba un montón de carteles.
Se detuvo de repente, volteó a ambos lados, y luego volvió a correr a toda marcha, dos de los carteles volando en el camino de aire dejado por su paso.

Corrió hasta la proa y usando su mano para cubrir el sol de su cara, nuevamente inspección el sitio con la mirada, hasta que de pronto chasqueó los dedos y se dirigió al interior del barco sin detenerse.

-¡Teniente, teniente! -Abrió la puerta de un camarote con fuerza-. ¡¿Se enteró de lo que pasó?!

-Me enteré, marino -dijo con voz seria mientras de cabeza, todo su cuerpo era sostenido por una sola de sus manos-. De cierta forma, me enteré mucho antes de que pasara.

El marine se vio confundido, pero asintió de todas formas. -Hay un reporte completo si quiere leerlo, pero me informaron que están dispuestos a ponerle a cargo de la base de Sadler. 

Negó con la cabeza para después pasar de apoyar el peso de su cuerpo en su mano, para que solo se sostuviera de un dedo. -Ya rechacé la oferta. No pienso verme beneficiado con la muerte. Además tengo mi propio deber que cumplir.

-Entonces, ¿cuáles son las órdenes, Teniente? -preguntó el marine mientras dejaba los carteles en una mesa cercana.

-Avise a todos, que fijen el nuevo rumbo. Nos vamos a la Grand Line -De un salto salió giró para tomar una posición erguida, sus pies tocando de nuevo el suelo mientras una nube de polvo lo rodeó-. Tengo un error que corregir.

 


 

Julia Peroni

-¡¿Veinte?! ¡¿En serio todos tienen cerca de veinte?! -Una joven mujer de cabello oscuro usando un top negro miraba varios carteles, su expresión entre sorprendida y enojada-. Esto hace parecer el millón que me gané de recompensa como una broma.

Andres Stefan

-¿De verdad estás celosa, Julia? -preguntó curioso un hombre de avanzada edad con una bata de laboratorio-. Ellos invadieron una base de la Marina -dijo con un rostro contento, pero que rápidamente se tornó serio-. Y sí los rumores son ciertos....

Dillando

-Lo son, Stefan -Otro hombre mayor dijo solemne para después dar un sorbo a su taza de café-. Se acabó. Ya ninguno tiene que temer absurdas persecuciones de ese horrible ser humano.

Herborista

-¿Horrible ser humano? De ese hijo de perra, quizás decir -Afirmó una chica de cabello verde con expresión molesta, la cual recibió una reprimenda del hombre mayor en forma de una severa mirada-. ¿Qué pasa, Dillando? ¿Tienes algo en los ojos? -dijo de en una respuesta tan cínica como sarcástica, pero al final dio un suspiro y tomó su taza con agua caliente, dentro de la cual dejó caer unas hierbas secas que de inmediato tornaron el agua color verdiazul-. Esto es lo que más quería Ladovia. Espero que por fin le traiga la paz que buscaba.

Andres Stefan

El anciano de la bata de laboratorio colocó una mano sobre el hombro de la chica. -No te preocupes tanto por Ladovia, ambos la conocemos bien, y ella es una mujer muy fuerte -dijo con una comprensiva expresión-. Y no sé si le traiga paz. Pero podemos tener esperanza. Sin él, todos podemos dejar toda esta tragedia atrás.

Estas cuatro personas se encontraban sentadas alrededor de una mesa dentro de un establecimiento, algunos bebiendo de tazas, mientras que otros solo tenían una bebida en frente.

Julia Peroni

-No estoy celosa, ¿bien? -dijo Julia a los presentes aunque de inmediato se encogió de hombros-. De acuerdo, tal vez solo un poco, pero no se trata de eso. Veinte millones es una cifra que empieza a hacer que la gente voltee a verte. Y conseguir información sobre Pandora después de esto va a ser cada vez más difícil -Apoyó su cabeza en sus brazos mientras veía hacia abajo con una mueca en su cara-. Shire y su gente resultaron ser demasiado efectivos al punto que es malo -La mujer recargó su espalda en la silla y llevó ambas manos detrás de su cabeza-. Elias confiaba en ellos. Les confió su sueño, así que él sabía, tenía que haber sabido que ellos eran la clase de personas que sobresalen -En la misma posición, en  miró al techo con actitud reflexiva-. Los piratas de Elias ya se separaron, y ahora su mayor enemigo tampoco está. Por lo menos ellos pueden empezar de cero y tener un camino libre.

 

-Hey, tú, ¿eres Julia Peroni?

-No, lo siento. Creo que se ha equivocado de persona -Respondió Julia sin siquiera voltear.

Dos carteles fueron arrojados, meciéndose lentamente hasta detenerse sobre la mesa. Se trataba de los carteles de Shire y Alvert. -Estos malditos. Toda esa condenada tripulación. Me dijeron que antes hicieron tratos contigo -Su voz sonaba bastante enojada-. ¿Dónde están?

-Te dijeron mal -dijo la mujer de forma tajante-, pero aún si fuera así. No tengo porque dar información a nadie, menos a un total desconocido.

El sórdido golpe en la mesa llamó las atención de todos, mientras una mano café con motas amarillas y palmeada, delatando su naturaleza gyojin, arrugaba los dos carteles que estaban extendidos sobre la mesa. -No soy un desconocido -dijo la voz de forma forzosa como si tratara de contener su enojo-, de hecho, ellos me conocen bien. Me llamaban "Accesorio de Mástil."