Partida Rol por web

Desastre apuntó a través de la tormenta buscando otro de los traidores enmascarados. Su objetivo cayó sobre uno de los granaderos y apretó el gatillo descargando el condensador sobrecargado de repente en un fogonazo de láser. Y así hasta que no quede ni uno de esos imbéciles.

Waldemar no dejo de avanzar ante el barro que lo cubría, Ejulf seguía su camino más atrás, y esta vez ya estaban viendo como la lluvia les iba quitando el barro de encima, y podían ver más. Esta vez, tenían a claro alcance a un enemigo, y a pesar de que estaban a cierta distancia, la escopeta no tendría problemas para alcanzarlos. Cuando llegaron a la posición que encontró ideal, Waldemar disparó su escopeta en dirección al enemigo, viendo esta vez como el disparo iba justo en el blanco.

Durante bastantes segundos, un pitido ensordecedor llenaba los oídos de Murat tapando cualquier otro sonido.

- Querido sea el Emperador, amado por todos, y venerados sean todos sus santos.-Susurró el soldado tabrisino aún tras el improvisado parapeto. Cuando se decidió a salir miró desolado el cráter dejado por lo que antes era el depósito de suministros y supo que tardarían en recibir nuevas cargas para sus rifles láser.

Bien por aquí- Respondió al oir a una compañera preguntar por su estado y cuando todos contestaros se dispuso a partir hacia el centro de mando pues era donde se seguían produciendo combates contra los herejes.

Aun quedaban demasiados enemigos como para congraciarme en haber derribado a uno de ellos, había que seguir presionando para salvar a los oficiales y empujar al enemigo fuera del campamento. Levanto el arma y descargo otra lluvia de fuego láser contra otro de esos soldados con máscara completa. - Sigamos castigándolos, por el Imperio. 

Me levanto y ataco al próximo hereje que tengo mas cerca, no notaba nada, pero todo estaba lleno de enemigos, disparandome a mi, pero sin darme ni uno, ¿y mis compañeros?, ¿estaba solo?, ¿había llegado el momento del ultimo sacrificio al Dios-emperador de la humanidad?, si había llegado a mi momento.

Jarl siguió avanzando hasta quedar a cubierto tras un barril en llamas. Snarl, más precavido (otros dirían falto de valor) reptaba tras él, poniéndose de barro hasta los codos.

-No hay que ser un genio para ver que la comisaria está en problemas, Snarl. Veamos si podemos equilibrar un poco la pelea con ese jævla kjetter. La ung dame tiene valor, es justo que la ayudemos.

-Deberías salvar al viejo Dahl. ¡Nos someterán al blodørn si muere!

-El capitán es más duro que una roca. Aguantará, al menos uno poco más...

Arrin se revolvió en el suelo, lleno de justa furia y de deseos de arrancarle la cabeza a aquellos dos traidores que intentaban eliminarle, con el primer movimiento, y ayudado por la lluvia y el barro, esquivó a apenas un metro de distancia el disparo de uno de los traidores, algo que parecía prácticamente imposible, y más estando tumbado en el suelo, prácticamente a su merced, inmediatamente después, con un fluido movimiento, ambos doblesueldos se pusieron en pie y rodearon al guardia que pretendía utilizar la barricada como escudo, pero ellos estaban encima de él, y sus cuchillos empezaron a penetrar en diferentes puntos de su armadura, un golpe tras otro, llenando el barro a sus pies de sangre traidora, eran pequeños golpes, más destinados a confundir y marear que a herir de verdad, buscando un punto flaco. El traidor dio un golpe a la desesperada y Arrin vio el hueco, cogiéndole de debajo de la barbilla y clavando el puñal a través de uno de los cristales de la máscara, atravesando un ojo...pero el traidor era duro, y se mantenía en pie.

- ¡SAN DRUSUS OS QUIERE MUERTOS Y YO SOLO SOY UN INSTRUMENTO DE SU VOLUNTAD! ¡MORID PERROS!¡MORID! - gritó Arrin, ahora sí, en su salsa. Así le gustaba a él, poder mirar a los ojos, a través de la máscara respiratoria, ahora rota, la agonía y el sufrimiento mientras su enemigo sabía que ya no podría hacer nada para evitar que Arrin le arrancara las tripas y se las enseñara mientras su vida se escapaba retorciéndose en el suelo. 

Pero a pesar de todo, no estaba fuera de sí, arropado por su famosa, en su regimiento, "furia del combate", aún controlaba sus sentidos y podía ver a pocos metros a dos traidores inclinados el uno sobre el otro y haciendo algo a escondidas, algo que no sería bueno para ellos. Vio el vehículo a pocos metros, e intuyó lo que iba a suceder. Rápidamente cambió al canal general por donde una transmisión entrante del chimera estaba transmitiendo en ese momento y le dijo a Zhao - ¡ZHAO...! - de repente una ola de barro le salpicó, proveniente de las orugas de su chimera. - ¡ZHAO!¡ESOS DOS DELANTE DE MI, CREO QUE ESTÁN MONTANDO UNA BOMBA, DERRÍBALOS ZHAO*, DERRÍBALOS! - 

Onorato hizo crujir sus dientes al ver que su disparo de incinerador se había desperdiciado en el muro de ferrocemento. Cojeó con cuidado, intentando no concentrarse en el dolor de su pierna la cual aún humeaba un poco «Tardará en sanar…» pensó, luego dirigió la vista de nuevo al frente donde al menos avanzaba acompañado en medio de aquel caos de balas y láseres que silbaban a su alrededor y donde otros ya luchaban a cuerpo a cuerpo. Sacudió su cabeza, no dejaría que otra escoria traidora siguiera ganando terreno así que siguió avanzando hasta poder  estar al rango de una granada.     

Reinhardt atravesó todo lo rápido que pudo la zona, buscando llegar a la melé antes de que algún maldito hereje le alcanzara, y a punto estuvo de conseguirlo. Por desgracia, lo que el Enemigo no había logrado sí lo hizo el barro, y el Tempestor se encontró sin quererlo en el suelo, cubierto de fango hasta la boina. «Bastante suerte has tenido de no caer hasta ahora, Krause», se dijo. Arrastró la mano, sin soltar su pistola, por encima del visor de su casco, para limpiarlo, y después se puso en pie como buenamente pudo.

—¡Muerte al hereje! ¡Avanzad, sin tregua! ¡Salvad el puesto!

Estaba preparado para reanudar su carga, pero decidió tomarse ese respiro para intentar acertar a alguno de los traidores. 

Gabarri comenzó a tocarse el cuerpo para comprobar que tenía todas sus partes. Claro que con el dolor que recorría todo su cuerpo así que debía de estar entero. Suspiró sin saber como había sobrevivido. - Estoy entero. - dijo no muy convencido de si la pregunta le incluía. 

Sobre que hacer a continuación pues... Herido como estaba no iba a aportar mucho a ningún combate y lo más probable sería que una bala perdida acabase con su vida pero ¿No era esa su función? Se levantó con lentitud listo para ir a donde decidiesen los demás. - Si vamos a ir al puesto de mando necesitaré un arma... - dijo a nadie en particular. 

- Error de pérdidas valoradas en... Cientos de miles de Tronos y horas/trabajo ¿Cómo podemos corregir esta situación? - escuchó a los demás, asintió y apretó el hombro de Gabarri ahora que no estaba allí Ynestrillas para amonestarle por tratar como carne operativa merecedora de afecto a los penales - ¡Sí! Todas tus extremidades están operativas, jajajá, deja que adrenalina acolche los estímulos de dolor.

Miró alrededor y vio que no sólo era Gabarri quien no tenía armamento, tampoco Jiang Li ni Murat, aquello complicaba mucho las cosas y establecía lo poco que podrían ayudar en el centro de mando. Puede que hubiese manera de optimizarse antes de partir, después de todo el Oficial de Intendencia Lorr y su personal estaban a punto de llegar hasta su posición y había cajas de equipo cerca*.

- Sacerdotisa Rabiah Topal; su persona y la mía están armadas, las de muchos de los demás no - dijo lo evidente protocolariamente antes de ofrecer opciones -. Podemos ir nosotros y que los demás aguarden al Oficial de Intendencia Lorr, a quien ya se ve desde aquí, para equiparse y alcanzarnos ¿Desea proceder así?

Rabiah ya avanzaba decidida en dirección al centro de mando cuando TangTang le lanzó la pregunta. Se detuvo para mirar a quienes no estaban armados pero no dedicó más que un par de instantes. 

Equipaos, y dejad caer sobre el enemigo la furia armamentistica del Imperator - y con eso siguió avanzando, espada sierra ya desenfundada rugiendo sobre su cabeza.

Nadie hizo el amago de ir a subirse a su Chimera, cosa que Zhao no entendía muy bien, pero el combate captaba toda su atención. A través de la matriz del Chimera, hundido en su Espíritu Máquina, podía notar el vehículo vibrar y estremecerse, recorrido por la ira de quien atacaba a sus hermanos y creadores. La comunicación de Arrin le llegó justo cuando estaba ya evaluando si la barricada de rococemento resistiría una embestida directa con la pala. 

-Abriendo fuego, Arrin. -respondió, y luego se unió al grito de Krause-¡Muerte al hereje!

Ming giró la torreta en su soporte y el mecanismo giró sobre sus engranajes, listo para llevar la muerte a los enemigos del Omnisiah. Todo el vehículo retembló cuando otro proyectil enorme salió despedido hacia los ingenieros que estaban armando algo tras la barricada. 

Zhao abrió de nuevo el canal general, decidido a insistir. 

-A todas las fuerzas imperiales, repito, tenemos sitio a bordo del Chimera, pueden subir. Tengo el rifle del Tempestor a disposición de quien lo necesite, y un bólter pesado igualmente libre. Comandante, por favor, considere venir a bordo, su seguridad es prioritaria. 

Shan Dianqiú asintió y elevó el pulgar de ortodoxa confirmación antes de salir en rauda persecución detrás de la sacerdotisa Rabiah Topal.

Dicho y hecho, Gabarri comenzó a buscar entre las cajas hasta dar con un arma que pudiese usar. 

El medicae se había vuelto loco, pero en aquel momento no podía ocuparse de meterlo en cintura, tenía cosas importantes que hacer, como asegurarse de que nadie de los que le rodeaban saliera herido, aunque eso conllevase... no, especialmente si eso conllevaba, tener que parar disparos con el pecho: la cantidad de gloria y parabienes que se llevaría serían un sinnúmero, y Don Manuel se encontró sin manos libres con las que poder retorcerse el bigote de contento ante la idea.

-¡MANTENGAN LAS INSTRUCCIONES RECIBIDAS! ¡ABRAN ÁNGULOS, AVANCEN, ABATAN, REPITAN! ¡NUESTRA PRIORIDAD ES LA EVACUACIÓN DE PERSONAL CLAVE! ¡AVANCEN Y ASISTAN A NUESTRA PRECLARA REPRESENTACIÓN DEL PRAEFECTUM!

Carraspeó un poco, y en un tono mucho más suave y cordial, se dirigió a quienes les rodeaban, después de que Zhao hubiera hablado por los intercoms del tanque.

-Si sus reverencias tienen a bien, permitan que las escolte hasta el chimera, que les sacará de aquí seguros y a salvo; mis hombres terminarán de limpiar y consolidar la zona.

La montaña de cajas los había salvado de lo peor de la onda expansiva, pero apenas pudieron tomarse más que un momento para comprobar que todos seguían enteros, aunque fuera a duras penas como era el caso de Gabarri y de Siu Hui Ying. Rabiah pronto se hizo cargo de la situación, y exhortó a los demás a seguirla a purgar a los últimos traidores del campamento.

Mientras los demás empezaban a dirigirse hacia la zona de mando, el penal quedó algo rezagado, mientras buscaba entre las cajas algo con lo que pudiera luchar. Había cajas negras, verdes y blancas, de todos los tamaños. Mientras se decidía, se esucharon pasos apresurados a través de la lluvia. El Oficial Lorr y el resto de adeptos de logística no tardarían en regresar, y que lo pillaran husmeando no sería nada bueno para su corta carrera en la Guardia.

Waldemar y Hereida siguieron disparando sus armas contra los traidores, mientras a su lado Onorato avanzaba para encontrar una mejor posición. Bien a cubierto tras la barricada, el krieguita pudo evitar el escopetazo de Waldemar, mientras que los disparos de Heredia dieron de lleno en el grueso blindaje de caparazón del granadero enemigo, dejando poco más que unas manchas negruzcas en él. Este ignoró los impactos, se acercó al combate que manteía uno de los suyos con el capitán Dahl, y le disparó al varangiano a quemarropa, aunque este logró aguantar el tipo.

El segundo granadero que quedaba trató de disparar de nuevo al capitán Alvario, pero estar en el suelo lo volvía un blanco difícil y no logró acertar. El que sí acertó fue una vez más el legionario McKnife, cuyó disparo fue a parar directo a la junta del cuello de la armadura del granadero, acabando con él a pesar de sus protecciones. Desde la distancia, Desastre estaba creándose una reputación de excelente tirador.

El duelo personal entre Nereida y Nivelle continuaba, la comisaria logró detener el tajo de su rival, y las espadas chocaron una y otra vez. Dolida por el disparo, Kriemhild no logró ser lo bastante rápida con su espada sierra, pero sí con la de energía, que atravesó tanto el campo refractor del traidor como su pierna, arrancándole un quejido de dolor. Nivelle respondió con agresividad, pero esta le pudo durante un momento, dejando de lado su destreza, y no logró tocar a la comisaria. Alzó la espada para volver a atacar, pero de pronto, la bajó, se tambaleó en el sitio. Parecía como si le hubiera dado una especie de mareo momentáneo. A lo lejos, todavía entre las habitiendas, Brotinn concentraba sus poderes en el líder enemigo, convirtiéndolo en una presa fácil para Nereida.

Al otro lado de la carpa, Arrin se puso en pie de un salto, evitando el disparo dirigido a él al tiempo que atacaba con su cuchillo al traidor más cercano. El cuchillo se hundió en la carne, y el krieguita murió, pero no por la acometida del Doblesueldo, sino por el disparo que le dedicó su compañero cuanto trató de acertarle nuevamente al especialista. Otro traidor murió a manos de Kord, que con la cercanía pudo atinar con un certero disparo a la cabeza del enemigo cubierto por la barricada y que iba a disparar a los oficiales. Esto permitió a la teniente Nehir apuntar y disparar a otro enemigo, aunque sin éxito.

El Chimera de Zhao avanzó hacia las barricadas, su amenazante cañón automático apuntado hacia los ingenieros a cubiertos. Pero de pronto, un par de brazos se asomaron tras la cobertura, arrojando sendas esferas sobre el transporte blindado, directas contra la parte superior de su casco. Granadas krak, pensadas para perforar pesadas armaduras, pudiendo hacer un daño nada desdeñable incluso a un vehículo tan resistente como el Chimera. El operador debía dar marcha atrás a toda velocidad, pero las robustas máquinas imperiales no se caracterizaban por su rápida maniobrabilidad.

Más disparos eran intercambiados, y aunque Reinhardt logró herir a su enemigo, no pudo evitar que este dispara al capitán Alvario, acertando esta vez, y causándole una herida bastante seria. Orrin pasó como una exhalación por su lado, directo hacia el enemigo, tras ignorar el frenético ataque del medicae Andre, todavía sumido en su ira asesina, que por fortuna, no se estaba cobrando ninguna víctima aliada, por el momento.