Partida Rol por web

En los archivos Mrrshan constaba como el 892º Incidente Fronterizo Sakkra pero para los atribulados mundos que limitaban el Imperio Mrrshan con los Reinos Sakkra jamás hubo un alto el fuego.

No es que hubiera muchas opciones: los fecundos Sakkra sencillamente no podían parar de expandirse en busca de más territorios para ocupar. Los orgullosos Mrrshan les consideraban poco más que una plaga molesta que debía ser erradicada. En consecuencia, la paz no era una opción.

Terheiden era la única luna habitable que orbitaba un gigante gaseoso en el sistema Turibar-51, un pequeño mundo rocoso con atmósfera respirable. El ataque Sakkra, como era habitual, fue abrumador. Los reptilianos habían hecho de su número su fuerza y, aunque su industria no era capaz de equipar a todos sus innumerables soldados, sus naves de transporte simplemente soltaban suficientes millones de efectivos como para abrumar al defensor más tenaz.

Los Mrrshan sólo tenían una pequeña guarnición atrincherada en un bastión en las montañas decidida a vender sus vidas tan caras como pudieran.

Cuando la flota Mrrshan llegó dos semanas más tarde para equilibrar la balanza, lo único que encontraron fue un mundo en ruinas con apenas supervivientes a los que salvar. Esta es su historia.

+ + +

El temblor aún no había cesado del todo. El interior de la garita estaba lleno de una sofocante nube de polvo gris. La radio chasqueó desde el escritorio:

-¡Puesto de observación, responda! ¿Hay algún superviviente?

Una mano peluda y con garras cogió a duras penas el micrófono:

-Aquí puesto de observación... -gruñó frotándose la cabeza-¿Qué coño ha pasado?

-Una de las naves enemigas se ha estrellado contra el puente que les une con el resto de la fortificación. Están aislados.

-¿¿Qué?? ¿¿Está de broma?? ¡No podemos defender una torreta de seis metros de altura contra un enemigo con más de quince millones de efectivos! ¡Somos media docena!

-No se preocupe: nuestros analistas tácticos dicen que nosotros soportaremos el grueso del asedio. Ustedes sólo tendrán que lidiar con una oposición de unos novecientos mil setecientos doce sakkras... buena suerte, sargento: están solos. Como nosotros.

El mrrsahn salió inquieto de la garita para mirar por encima del parapeto. La montaña de roca gris se veía cubierta de decenas de figuras escamosas de colores chillones que reptaban a toda velocidad hacia el reducto desde todas las direcciones: los sakkra venían a por ellos.

-¡A las armas!-gritó a sus aturdidos compañeros.

- Novecientos mil setecientos doce... - Esa cifra resonó en mi cabeza, con gran dificultad para asimilar el volumen total de enemigos que se nos echaban encima.

Unidos al resto de la base, aún teníamos una mínima oportunidad, si no de resistir el asedio, quizá de escapar una vez esté todo perdido. Ahora la única opción era morir matando. Cualquier otra consideración carecía de lógica. Pero esa era una lógica que no me desagradaba del todo.

La gran puerta que se había abierto en nuestro parapeto sería asediada por una ingente cantidad de bichos, y hacia esa nueva obertura apunté el cañón que me había sido confiado.

El Mrrshan veterano al escuchar que se enfrentarían a novecientos mil setecientos doce sakkras, supo que era una misión suicida. El felino aceptó su destino con honor, había una escasa oportunidad de sobrevivir pero en caso de que no lo lograran, se llevaría consigo todos los asquerosos sakkras que pueda.

Desde la garita de guardia y comunicaciones logra apreciar como esos reptiloides vienen por ellos de todas partes. 

-Que comience la diversión... Sale velozmente de la estructura al patio común  con ametralladora en manos.

¡¿Snar, cuales son las instrucciones?!  ¿Mantener esto lo más que podamos para que la garita mantenga la comunicación, o morir destruyéndola para que no le saquen ningún provecho?   Un Mmrshan no muere a lo tonto, sino alcanzando su objetivo, o lo más cerca que mmrshanamente que pueda de ello.  Que siempre es más que lo que los demás se imaginan.    

V'fogan estaba junto a uno de los bidones de combustible, así que lo puso de canto, lo rodó y lo amarró a la caja de municiones, a la cual le colocó un par de desgravitadores auto-impulsivos a manera de esquíes.  ¡Listo, un empujón a esto y lo envío hacia los escombros de su nave para que explote y les de una fiesta privada a los Sakkra!   

¡Instrucciones Snar!  ¡¿Le hago lo mismo a los otros con la otra caja de municiones o los dejamos en el CenCom para volarlos al morir el último de nosotros!?

Si no oía nada de los demás le daría un empujón ahora que Zz'or y Toffkin le limpiaran la entrada de la punta de la avanzada a punta de rafagazos.

-¡Ni se te ocurra tirar esa caja de municiones! ¿Estás loco? ¿Con qué pretendes dispararles?

Los sakkras comenzaban a asomar el hocico. Eso me hacía brillar los ojos con una mirada golosa. Apunté y disparé.

¡La explosión hará los disparos por nosotros!

Al menos una buena parte de ellos.  

En lo que se ponían de acuerdo, V'fogan sabía no debía dejar de disparar.  Recargó y tiró.

• ¿¡Intrucciones dices!? ¡Mata a todo lo que se te acerque ahorrando munición!

¡¡Sargento!! ¿Dónde está?
¡Zz´orr monta una ametralladora en la entrada o nos coparán en nada!

Mientras decía esto buscaba una posición elevada con la que poder sacar provecho del rifle de francotirador... ¡Por los SkullS! (el nombre de la unidad...) ¡Pum! ¡Pum! ¡Clic!

¡MIERDA, NECESITO MUNICIÓN!
 

Muggsh comienza a disparar con su metralleta a los Sakkras que se encuentran más cerca de su paradero... deben actuar rápido porque si no los eliminan la segunda oleada vendrá más pesada.

La pieza de artillería emite un decepcionante "chufs" y se queda silenciosa. El artillero Derm la inspecciona a toda prisa hasta que nota un hilo de humo azulado saliendo del compartimento de retrocarga que pronto se convierte en una maloliente neblina: le ha tocado otro de esos malditos obuses defectuosos. Si el alto mando no fuera tan miserablemente roñoso, el Imperio Mrrshan compraría armas a los gnolam como toda la galaxia en lugar de insistir en manufacturar chapuzas de producción propia. 

"Por lo menos este no ha volado por los aires" gruñe el artillero Derrm recordando un incidente similar (aunque más trágico) en su primer año de campaña.

-¡Cerrad esa brecha, malditos seais, cerrad esa maldita brecha!-aulla el sargento Gakfold disparando contra la muchedumbre enemiga.

El veterano mrrshan se atrinchera tras una pila de escombros para cambiar de cargador. A continuación, sale de cobertura y empieza a disparar contra las hordas enemigas. Sin embargo, los sakkra están por todas partes y sus disparos no llegan a causar bajas.

Gakfold ha conseguido simplemente atraer la atención de los sakkra. Los cinco supervivientes, feroces reptiloides con cuatro brazos, saltan sobre él dándole apenas tiempo para sacar su cuchillo de combate. Los siseos de los sakkra apagan momentaneamente las maldiciones del sargento. Veis al sargento quitarse de encima a los enemigos. Está cubierto de sangre y parece suya pero no deja de luchar.

Entre las rocas de la ladera veis deslizarse a tres sakkra más que vienen a toda velocidad hacia el reducto.

De un salto me lanzo hacia el cañón para tratar de desencasquillarlo, pero el proyectil que se ha obturado está atravesado de mala manera y no consigo sacarlo de allí dentro. Necesito algo para hacer palanca, busco en mis bolsillo y saco la navaja multiusos del glorioso ejército mrrshan. Con alguna de las herramientas que tiene la navaja podré desatascarlo ...

ZZ'orr al ver que el sargento está en aprietos, decide apoyarlo disparando con su metralleta a los Sakkras mientras se acerca a a Yagg.

Al parecer, ser veterano de guerra ha ayudado a Muggsh a tener una puntería casi perfecta... 

-¡¡¡Mueran asquerosos reptiles deformes!!! grita el Mrrshan tratando de llamar la atención de aquellas bestias, tal vez de esa forma el sargento pueda eliminarlos aprovechando la distracción.

¡Pues a la chingada!  (Era un Mmrshan bastante grosero.) Y V'fogan rodó el tambor de combustible en dirección a los sakkras que se acercaban esperando con ello volar a esta oleada que llegaba y así darle tiempo a los que reparaban el cañón. 

Se fue al combate cuerpo a cuerpo para ayudar a su amigo que se revolcaba con el reptil.

El sargento Gakfold es un veterano de la Pacificación de Ordiámedes y sigue luchando sin dejarse asustar por la superioridad numérica enemiga. Agarra al sakkra más cercano para hundir sus colmillos en la garganta del reptiloide. La criatura chilla antes de dejar de agitar sus seis miembros.

El soldado V´fogan corre a unirse a la trifulca pero el fuego de apoyo del soldado Zz´orr le hace apartarse en el último momento. Los dos enemigos que había elegido como blanco yacen muertos en un charco de sangre.

-¡Cuidado, ya están aquí!-grita alguien.

La siguiente oleada de sakkras irrumpe en el reducto como una marea de escamas, garras y dientes. El veterano Zz´orr Muggsh ha descuidado el flanco por ayudar a su sargento: se ve de pronto rodeado por una turba de bestias reptílicas que le acosan por todas partes. A pesar de la desventaja, el mrrshan ha estado en muchos combates y su experiencia le permite sobrevivir. Por el momento.

-¡Maldita sea, necesitamos ese cañón funcionando!-aulla el sargento quitándose a sus enemigos de encima como puede.

Una nueva oleada de sakkras corre por la pendiente de escombros hacia el reducto. El artillero Derm lucha contra el obús atascado pero no hay manera de desincrustarlo del compartimento de munición. Sólo el temor a provocar una explosión le impide liarse a patadas con el cañón.

Su agilidad lo debía sacar dentre la trifulca de sakkras para lograr su cometido.

¡¡Pues ahora sí tiro el barril!!  -gritó con fuerza al levantarse, zafarse e irle a dar el empellón a aquel contenedor lleno de combustible lanzado contra los que venían sobre los escombros corriendo al reducto. 

Ver a mis compañeros en peligro me azuzó el ingenio. Introduje el destornillador de la navaja multiusos hasta el fondo de la recámara donde estaba alojado el obús e hice palanca. Ahí conseguí que cediera y, con mis propias garras, logré sujetar el maldito proyectil y sacarlo de donde estaba atrancado. 

- ¡Ya te tengo, maldito hijo de perra! - Arrojé el casquillo al suelo, soplé el interior, para sacar cualquier impureza, la nube de de hollín me cubrió la cara, pero era algo que esperaba, así que contuve la respiración y sólo me quedé de recuerdo una absurda máscara negra que cubría mi rostro.

- ¡Ya está, Sargento! - Exclamé con alegría y corrí a preparar el cañón para el próximo disparo.

Viendo como Toffkin logra sacar el proyectil que seguro que no intentará lanzar con el cañón por el riesgo a que explote dentro, decido correr hacia su posición con el objetivo a adherir un explosivo al proyectil...

El Mmmrshan guepardo levantó en vilo el bidón y lo tiró sobre su cabeza, para que fuera rebotando, regando combustible, tirando jirones de metal sobre los escombros antes de que el fuego cruzado impactara contra él, ¡volandolo en mil pedazos! y justo en el momento en que una oleada de Sakkras se abalanzaban sobre el puesto de comunicaciones.  Siete de ellos murieron instantáneamente, si, siete, mientras el resto eran protegidos por sus duras pieles, exoarmaduras y la ocasional pieza de la nave chocada.

¡¡¡GrrrraughHHH!!!!  rugió el Mmmrshan en honor para sus ancestros.

Con un satisfactorio ruido hueco, la pieza de artilleria reinicia la secuencia de disparo. Su pantalla de cristal liquido (toda una modernidad comparada con los volantes y palancas que la rodean) parpadea. Se rumorea que los psylon han desarrollado un modelo con pantallas tactiles pero para los dedos con garras mrrshan (y sus presupuestos con arañazos) estan fuera de discusion. Muchisimo mejor los de produccion local.

El medico T'zachi llega corriendo hasta la posicion. Justo cuando se agacha para coger el proyectil, una explosion cataclismica hace temblar el reducto y riega de escamas quemadas y pegotes de entrañas a los sufridos defensores:

el soldado V'fogan (un tipo flacucho con un historial de inestabilidad tal que lo reclutaron sin pasar ni por el examen medico) ha lanzado un barril de combustible y ha desparramado al enemigo por todas partes. Sus rugidos victoriosos, que suenan como las risotadas de un maniaco, solo son interrumpidos por el sargento Gakfold que esta vivo solo porque los cuerpos de sus rivales le han protegido de la metralla:

-Maldito chiflado-masculla incorporandose mientras se quita un brazo sakkra del hombro-Si salimos de esta (mejor dicho, cuando salgamos de esta) le voy a poner a hacer guardias hasta que se retire.

Pese a sus protestas, el ataque ha sido efectivo y teneis un breve respiro... al menos en cuanto el soldado Zz'orr se quite de encima a sus cinco "admiradores"...

Tras la explosión del barril de combustible, la abertura quedó despejada, dándonos un respiro donde parecía imposible. Pronto volverían a la carga, pero ahora teníamos un cañón operativo.

Aproveché para apuntar el cañón hacia el boquete de la entrada, que era donde más probablemente aparecerían más Sakkras de un momento a otro. Cierto era que podían aparecer escalando el muro, pero en ese caso serían menos de los que podían aparecer por la abertura. Los demás se encargarían de librar al Zz'orr de la plaga que lo acosaba, era más importante asegurar el próximo tiro.