Partida Rol por web

Zz'orr contra cinco, mm, ¿ayudo?  ¿cómo va el dicho?  "Si es contra treis ofendeis, si es contra 4 ni puto trapo, si es contra 5 sólo si es tu amigo Minko, si es contra 6 pues ya veis."

M,báh, Zz'orr, ¡eres oficialmente mi amigo!  Sacó el rifle y les empezó a disparar a los Sakkras que tenía el Mmrshan blanco encima.  No le fallaba ni un tiro. Lo bueno es que había recargado y estaba junto al depósito de municiones. 

¡Wujuúuu!  ¡GRH-RAUGHH!   ¡GRH-RAUGHH!

Muggsh ayudando al sargento Gakfold, descuida su flanco y 5 sakkras lo sorprenden.

- ¡RAAAAAWR!. - Ruge el soldado veterano; aquella vieja técnica de los Mrrshan además asustar a los enemigos, aumenta su valor e instinto en gran medida.

Zz'orr suelta la metralleta y toma de su cinturón su vieja y confiable Lucky Lady, una enorme pistola que su padre le regaló al llegar a la edad adulta y con la cual había dado algunas bajas enemigas en guerras pasadas. Sin duda su experiencia en combates armados le dice que las pistolas son más útiles cuando el objetivo lo tienes cerca.

Decide dispararle a las criaturas más cercanas de él, para evitar que lo acorralen.

El primer disparo al parecer surte efecto pero algo va mal con su pistola al realizar el segundo disparo...

- AHHHH CARAJO!

Por suerte su compañero V'fogan lo ayuda desde lejos cargandose algunos Sakkras.

Los sakkras que rodean al veterano Zz´or van cayendo de espaldas a medida que el feroz soldado se los quita de encima. Cuando la pelea termina está rodeado de cadáveres.

A lo lejos, los cañones de la fortificación disparan sin cesar contra el enemigo. Aunque los sakkras de la nave estrellada no son suficientes para superar las defensas, hay otras naves de desembarco que han aterrizado a cierta distancia y traen refuerzos en abundancia. 

Media docena más de sakkras surgen de entre los escombros y corren hacia vuestra posición.

-¡A la brecha todo el mundo!-ruge el sargento Gakfold-¡No pasarán!

El sargento se escupe en las manos y empieza a empujar una enorme roca hacia la brecha del parapeto. 

-¡Que alguien me ayude a montar una barricada! ¡Esto pesa más de lo que parece!

Sabiendo que una vez puesta la barricada le será más difícil tirar los bidones de combustible, el guepardo V'fogan va corriendo por uno y lo lanza.  ¡Aaaahiiií les va un último regalito antes de que les cerremos la puerta!  ¡JARRGHURGH, JHURGH!

Luego se vuelve a ayudar al sargento y sus compañeros a empujar la roca.  

Tenía el cañón apuntando a la brecha, sólo tenía que esperar a que el enemigo se acercara. Era como un francotirador, pero a lo bestia. En cuanto los vi aparecer, a aquellos seis bichos hediondos, fue coser y cantar.

Y quien cantó fue el cañón, un do de pecho sublime que hizo saltar por los aires al grueso de los enemigos que llegaban.

Preparé un nuevo disparo, mientras los demás jugaban a empujar la roca. Mi tarea era otra. Mi cañón sabía lo que debía hacer.

El veterano Mrrshan decide ayudar al sargento y a sus compañeros a montar la barricada. Rápidamente corre y suma su fuerza con la de sus compañeros para mover una enorme roca.

-RAAAAAAAAAAAWR! SI PODEMOS!

Tiempo después la roca cede.

Terminado mi bricomanía corro a la posición del sargento portando mi juguetito con cara sonriente, dispuesto a echar una mano a montar la barricada.

¡Vamos! ¡Qué podemos con ella! haciendo que se mueva con cierta facilidad...

La barricada cierra el paso del enemigo momentáneamente obligando a los dos sakkras restantes a detenerse y treparla. El sargento Gakfold los liquida con su cuchillo de combate y os hace gestos para que os situéis en posiciones de disparo.

-Joder, vienen cada vez más-dice alguien.

Un transporte blindado sakkra (poco más que un contáiner con ruedas) sale traqueteando de los restos de la nave y serpentea entre los escombros hacia vosotros. Por suerte, se le rompe un eje y debe detenerse a mitad de cuesta.

Las malas noticias es que sakkras y más sakkras empiezan a salir del vehículo y se lanzan hacia vuestra posición siseando como serpientes.

¡Arrrghhh!  Este bidón está más lleno que el anterior.  ¡Alguien que me ayude a lanzárselo a los Sakkras!.

- ¡Ahí vienen! ¡Cuidado!

Zz'orr al ver que una nueva oleada de Sakkras se acercaba a ellos, ocupa su velocidad típica de los Mrrshan para tomar su metralleta del suelo y correr hasta las cajas de munición.

Si cada vez vienen más, necesito mantenerme cerca de estas cajas...

El soldado veterano toma un ristre de balas y comienza a cargarlas en su metralleta lo más rápido posible.

-¡AAArgh! ¡esos bastardos no dejan de salir!

Mientras Snar estaba apoyado en el parapeto recargando y comprobando sus armas se fijó en la semejante hez de IED que había perpetrado así que viendo la que se avecinaba gritó al resto que iba a buscar alguna de las ametralladoras que solían constar en cualquier defensa mínimamente planificada... Mientras iba cargando como buenamente podía el proyectil "defectuoso" del cañón e intentar hacer una "granada" más potente...

Preparo el cañón, veo venir el vehículo blindado previsiblemente lleno de sakkras, apunto con determinación, es un blanco grande y lento, así que no debía tener más problemas.

Casi al tiempo de apretar el gatillo, el vehículo se detiene y los malnacidos bichos salen de su interior. Demasiado tarde para corregir el disparo, el obús inicia su trayectoria y acaba por impactar en el vehículo que ya estaba vacío.

La metralla salta en todas direcciones, pero parece que no ha conseguido afectar a los asaltantes, que se arrastran raudos hasta el bastión.

- ¡Maldita sea! - Rujo iracundo y comienzo a preparar un nuevo disparo.

¡Ayúdenme, para lanzaaar esto!  

Si no alcanzaban a lanzarlo ahorita serían demasiados Sakkras contra ellos, barricada o no.

-¡Volved aquí, malnacidos, que viene el enemigooo!-grita el sargento horrorizado al ver que le dejáis solo.

Desesperado, asoma por encima de la barricada y vacía su cargador contra la horda de sakkras que vienen hacia él. Un par de ellos caen acribillados pero los otros diez abruman al solitario soldado. El sargento se quita a uno de encima de un culatazo pero los demás pronto caen sobre él como una marea de garras y dientes. Los rugidos del sargento se ven reemplazados pronto por chillidos de dolor que cesan repentinamente.

Los sakkras despedazan al sargento Gakfold en un frenesí de mordiscos. Cuando está muerto, se vuelven hacia el interior del reducto en busca de nuevas víctimas. Uno de ellos lleva la ametralladora de Gakfold y otro, su cuchillo de combate.

Un bidón de combustible llega rodando de forma inofensiva hasta los sakkras que le dedican una mirada antes de dejarlo rodar cuesta abajo.

Más atrás, en las cajas de munición, el soldado V´fogan observa atónito el resultado de su plan. A su lado, Zz´orr y Snar se dedican a saquear una caja de municiones sin orden ni concierto. El diálogo es más o menos este:

-¿Y tú qué buscas aquí?-pregunta Zz´orr metiendo balas a tutiplén en su ametralladora. No entran bien, fundamentalmente, porque todavía tenía balas.

-No sé, un arma bien gorda-en su mano izquierda sostiene un obús sin explotar y de su espalda cuelga su rifle de asalto reglamentario-Ah, mira...

Y de la caja extrae un lanzallamas polvoriento.

-Vaya, tiene el depósito vacío-masculla Snar agitándolo.

-¿Te sirven algunas de estas?-Zz´orr le alarga un puñado de balas.

El veterano de guerra queda en shock al ver la escena del sargento descuartizado por aquellos seres escamosos, tan rápido y tan violento que Muggsh no podía creerlo.

-¡Bastardos!. -Grita el Mrrshan disparando como loco con la metralleta a los Sakkras que venían por ellos. -¿Como es posible de que muriera de esa forma? ¿Por que no se movió?. El Soldado intentaba hacer el mayor ruido posible para sacar de su cuerpo esa culpa y frustración por no haber salvado al sargento.

Dos sakkras explotan ante la lluvia de balas.

Maldije entre dientes que los compañeros, que debían velar por mantener a los sakkras que nos alcanzaban a raya, hubieran dejado morir al sargento por indecisión. Y es que la falta del mando era la perdición.

Siendo mi cometido acabar con los sakkras que se acercan, veo venir dos enemigos más. Pero el barril pasaba rodando al lado de ellos y, visto lo visto, mejor ahorrar obuses. Saqué mi pistola y disparé al barril.

La explosión acabó con los dos sakkras y regresé a los mandos del cañón para acabar con los que pudieran volver a acercarse. Mis compañeros deberían arreglárselas con las alimañas que teníamos dentro.