Partida Rol por web

La zona residencial de Kredd nunca habia sido de lujo. Ahora, despues de una sangrienta revolucion, todavia menos. Los edificios tenian paredes hundidas, las ventanas estaban rotas y olia a incendio apagado.

Un ominoso silencio flotaba en el area. La sargento Keiroful y algunos de sus soldados se agazapo tras una pila de escombros.

-Parece tranquilo-dijo el soldado Mandelbrite barriendo la zona con su mira infrarroja.

-Si, pero intentar distinguir a un silicoide entre todas estas piedras es dificilillo...-a pesar de la oscuridad, Sebrance se hacia sombra sobre los ojos con la mano.

-Demasiado tranquilo-murmuro la sargento. Se volvio hacia Inirgol-Usted vivia aqui, segun dijo. £Cuantas entradas hay?

Incluso flanqueada por los veteranos, la sargento no parecia relajada. Estaba preocupada por su hermano. Posiblemente, ni siquiera estaba en el planeta pero tenia el agorero presentimiento de que le habia pasado algo malo. 

-Y usted es de la realeza de una raza guerrera-añadio mirando a Leashrra-£Alguna sugerencia, alteza?

“Hay una tres entradas.” respondió rápidamente el ex minero mirando por todos lados para ubicarse en el terreno. “Por ahí está la entrada principal que es una puerta doble, por ahí generalmente se movían todos los que vivian en las residencias ya que daba directo a la calle principal…” comento señalando hacia esta y a la calle principal que ya de por si era poca cosa pero tras la batalla estaba tan agujereada que no se diferenciaba mucho de los caminos abandonados del planeta.

“Por allá está la puerta lateral que lleva a las residencias de los trabajadores un poco mas importantes, todos esos con algo de educación mayor y que no se ocupaban de tanto trabajo físico. Era un lugar mas vigilado antes en especial cuando empezaron los disturbios y por esa razón se hizo la puerta lateral, ya que antes ambas residencias estaban conectadas. Supongo que fueron los primeros en sufrir el ataque ya que eran bastante soberbios.” Señalo mostrando otras residencias que estaban algo apartadas del resto.

Por ultimo señalo a otro lado donde estaba el lugar mas pobremente tratado. “Había otra entrada por ahí que llevaba a las residencias más pobres, aunque eran las mas recientes. El problema fue que los nuevos que llegaron eran más pobres y eran silicoide.” Concluyo. “Se suponía que estaban conectados por túneles subterráneos pero supongo que los habrán demolido o algo así.”

Pero que desastre...

Valtumer a pesar de llevar años trabajando como soldado, jamás dejaba de sorprenderse por el caos provocado por la guerra y los enfrentamientos. Era increíble cuanta destrucción podrían causar algunos desacuerdos... lo peor de todo es que personas inocentes pagan con su vida.

El soldado prestó atención a Inirgol cuando mencionaba las zonas de acceso.

-Sargento, creo que deberíamos tomar la segunda entrada que menciona el exminero. Si estuvieran planeando una emboscada lo más probable es que se encuentren en la entrada principal o si son suficientemente listos en la tercera entrada. ¿Qué opinan ustedes? Espero ordenes. termina su sugerencia volteando a ver a su superior.

- Podríamos enviar a alguien dentro para que recabara información. Un ataque a la desesperada sólo provocará bajas innecesarias.- comentó Leashrra apoyándose en una roca después de haber echado un vistazo al deplorable paisaje que tenía delante.- Sin embargo, infiltrarse podría ser complicado. Podríamos jugar la carta del bando neutral. Incluso de la traición.

Se acarició los bigotes mientras pensaba.

- Pero no queremos perder el factor sorpresa.- añadió en voz baja.

A lo lejos, en la oscuridad de la noche, sonaron disparos. La sargento miró a su alrededor e hizo una mueca.

-Exploremos. No estamos en condiciones para un enfrentamiento directo. Inirgol, usted conoce el terreno, vaya por delante en calidad de avanzadilla por esa segunda puerta lateral. Su alteza le acompañará en calidad de refuerzos-les miró un instante, dudosa y se volvió hacia sus hombres-Valtumer, Jarbb, acompáñenlos. No quiero follones, ¿entendido? Quizás Takkat esté dispuesto a sacrificar a sus hombres pero yo no.

Se incorporó.

-Mandelbrite, disponga un perímetro de centinelas en torno a la zona. Quiero tener controlado a cualquiera que intente entrar o salir.

Desde su escondrijo tenían unos treinta metros hasta el edificio entre un mar de escombros. La entrada principal tenía algunos escalones y, aunque en tiempos había pretendido ser majestuosa, ahora las puertas estaban hechas pedazos. La entrada para los obreros de tercera categoría no estaba muy lejos de ella en un sector del edificio considerablemente más humilde pero igualmente dañado. Para acceder a la entrada que les interesaba deberían dar un rodeo.

-¡A la orden!

-Yo... er... yo voy con vosotros-Sebrance tragó saliva y dio un paso adelante.

-¡A la orden sargento! El soldado hace el saludo y después se dirige a Inirgol.

- Señor, por favor muestrenos el territorio. Recordemos que tenemos que mantener el perfil bajo, nosotros los protegeremos.

Valtumer toma su rifle y se agacha un poco esperando a que el nuevo escuadrón comience a avanzar al edificio.

- Una decisión discutible, cuanto menos.- respondió Leashrra cuando la sargento sugirió que fuera a explorar en calidad de refuerzos.- Pero aceptable.- añadió con una sonrisa ladeada.

No negaría que tenía ganas de ir a investigar y, ya de paso, liberar a algún que otro civil. Pero sólo si se los encontraban por el camino, claro. No es que le importara su seguridad o algo así...

Puso la garra derecha sobre su empuñadura y la asió con fuerza. Sus instintos de depredadora y guerrera estaban aflorando.

- No perdamos más tiempo.- dijo pensando en los disparos que se habían oído a lo lejos.

“Eeeh…” dijo el hombre pensando algo nervioso el terreno, no entendiendo como había terminado yendo por delante. Incluso ahora pensaba que su esposa le gritaría si sabría que se había metido ahí por bocón. “Si seguro los guio.” Comento a la sargento.

“Tenemos que rodear por el costado. Por ahí.” Señalo a un costado bajando la mano rápidamente esperando que nadie le disparara al brazo con lo cerca que estaban. “Si lo recuerdo, no se preocupe que yo no tengo armas de rayos que haga ruido, solo esta llave inglesa.” Le aseguro mostrándole la llave inglesa gigante.

“Visite estas residencia una vez y la verdad no me quedo un buen recuerdo de este. La gente ahí me hizo no querer volver ahí nunca más pero creo recorrer mucho del recorrido. Entraremos en una habitación pequeña con algunos floreros y unas mesas con unas computadoras para buscar donde están alojados algunos residentes.” Fue informando al resto. “Luego pasaremos a una habitación un poco mas grande donde podrían esperarnos ya que ahí muchos se reunian a comer ahí antes de ir al trabajo, era algo así como una cafetería.” Continuo mientras iban avanzando por el recorrido hasta la entrada.

Liderada por el minero, la avanzadilla dio un amplio rodeo al edificio pasando de un escondite a otro tan rápida y sigilosamente como podían. Después de varios minutos de tensión creciente, se detuvieron a unos diez metros de la oscura entrada.

No se distinguía nada. No había luces ni, aparentemente, centinelas (aunque era difícil decirlo, había muchos lugares donde esconderse). Inirgol se mordió el labio intentando decidir qué hacer. Habría dado cualquier cosa por encenderse un puro.

A su lado, el pelaje de Leashrra se erizó. La noble mrrshan dejó escapar un suave bufido.

- Alto.- susurró casi gruñendo.- Allí hay alguien, escondido en la oscuridad. Creo que son humanos. ¿No lo veis?- claro que no, los humanos y las razas inferiores no destacaban por su percepción aventajada.- Están usando las sombras en su beneficio. No caeremos en su trampa.

Entrecerró los ojos y agudizó aún más sus sentidos. Quería asegurarse de que fueran enemigos antes de que la avanzadilla invadiera el lugar. Sería un desastre que atacaran a los civiles que pretendían liberar.

Leashrra ladeó la cabeza e inclinó las orejas haciendo una expresión de genuina sorpresa. Siguió mirando hacia la oscuridad durante unos segundos y luego se giró hacia sus compañeros.

- Crías humanas. Hay una hembra. Hay que protegerlas.- afirmó con seguridad.- ¿Cómo hacéis los humanos para no asustar a vuestros cachorros? Con lo cobardes que sois en general, intuyo que los pequeños lo serán todavía más... ¿Deberíamos ofrecerles leche?- preguntó volviendo a echar un vistazo hacia la entrada.- Pobrecillos...- susurró apenada.

Casi salto al bufido de la noble, pensando que pronto vendrían los tiros pero entonces escucho sus palabras y se dejo relajar un poco. “No veo nada.” Respondio el ex minero haciendo el esfuerzo para buscar algo pero era en vano, los años en la mina habían hecho todo menos mejorar su vista.

Aunque fue la rápida descripción de Leashrra que lo relajo completamente. “Si, leche vendría bien después. Lo que hay que mostrar es que no somos un peligro. Voy solo que tengo una niñas.” El ex minero tenia dos hijas eso era cierto pero que supiera como tratar con niños era otra cosa diferente.

Con su brazo se limpio lo mejor posible su sudor y dio su mejor sonrisa que si bien estaba lejos de ser hermosa, dejaba ver que no era alguien agresivo sino mas bien algo tonto. “Hola…no se preocupen que no pretendemos hacerles daño.” Empezó a decir mientras se acercaba, dejando el arma a un costado en el suelo. “Venimos a liberar el planeta, con el ejercito de la unión.” Dijo aun sonriendo.

“Ven?  No somos de piedra. Incluso tenemos una felina.” Dijo pensando la vez que sus hijas que se habían puesto alegres con el perro que les habia dado para su cumpleaños, se le ocurrio que a los mas jóvenes seguro les gustaría los animales y no teniendo uno cerca solo pensó en Leashrra como posible método de calmarlos. Aunque fuera algo poco intuitivo.

-¿Pero que está haciendo señor?. Se escucha a Xaern preguntar con un tono desconcertada y algo enojado.

Sin duda alguna el movimiento de Inirgol era arriesgado, dejar su arma a un lado y caminar descubierto lo hacía un blanco fácil. Tal vez un tirador se encuentre por ahí...

Valtumer busca con la mirada algo que le indique que es una trampa.

Un niño de no mas de diez años de edad plantaba cara al minero desde una esquina tratando de proteger a dos niñas pequeñas con un palo:

-No te acerques, pirata-murmuraba con voz temblorosa-No te tengo miedo.

-Es el señor Inirgol del cuarto derecha-apunto una de las niñas saliendo de detras suyo-El de los puros.

Dwalas sintio una calidez en su interior. En todos los años que habia vivido en aquel cuchitril jamas se le habia ocurrido que los niños reparasen en su existencia. Metio tripa a duras penas.

La niña tiro de la otra, todavia mas joven y se acerco al minero sonriente.

-£Ha visto a mi papa, señor Inirgol? Se llama Arstad y es alto y tiene el pelo negro y no sabemos donde esta...

El ex minero se detuvo no por la pregunta del soldado sino por las palabras del joven guardián. Se disponía a corregir al joven asegurándole que no era un pirata, pero para su sorpresa una de las jovencitas salio a su defensa y le hizo casi llorar con ternura.

“Si soy el de los puros.” Dijo con algo de dificultad quedándose aun en su lugar aunque haciéndole gestos con la mano para que se acerquen a ellos. “No, aun no he visto a tu padre pequeña. Pero me acordare de su nombre y aspecto para buscarlo, te lo prometo.” Dijo el hombre que en ese momento no podía pensar que estuviera muerto, ni queria hacerlo. “Donde fue el ultimo lugar que lo viste pequeña?”

Tras su pregunta se dio cuenta que aún no había presentado a los demás. “Ah cierto, quienes me acompañan son amigos como dije soldados de la unión que vienen a ayudarnos.” Les explico a los jóvenes. “Ella es Lady Leashrra, una noble de su raza que nos ha ayudado a encontrarlos y…” se quedó mirando a los soldados, había escuchado algunos nombres pero con los cascos me era difícil distinguir quienes eran. “Valtumer y Jarbb son algunos de los soldados que más conozco. Buenos amigos.” Mintió pero no importaba ahora, lo que quería es que los jóvenes se sintieran cómodos.

Leashrra salió de su escondite y miró a los cachorros humanos con curiosidad. Se preguntó por qué el minero la había usado para llamar la atención de los niños y llegó a la conclusión de que los mrrshan debían de ser una raza magnífica a ojos de criaturas tan endebles como lo eran ellos.

- Saludos, pequeños humanos.- dijo quitándose las arrugas del vestido.- Soy Leashrra Rn'amara, de la dinastía noble Rn'amara. Liberaremos a vuestra gente en nombre del honor.- proclamó con una sonrisa torcida que mostraba sus colmillos.- Y encontraremos a tu progenitor. Dejar a un cachorro como tú en estas circunstancias no es digno del código de guerra.

Se cruzó de brazos y agitó la cola. Aquellos silicoides no tenían ni idea de cómo se libraban las batallas de verdad. En cierto modo, le recordaban a algunos mrrshan de su hogar que apoyaban las tácticas crueles y despreciables. Una visión tan desalmada de la guerra no era aceptable.

- Deberías corregir esa postura.- añadió clavando su mirada sobre el pequeño macho que empuñaba un palo.- Piernas separadas y columna erguida. Una pose equilibrada para el ataque y la defensa.- desenvainó su propia espada y cortó el aire con un movimiento preciso.- No puedes proteger a tus congéneres si tienes dudas.- con un gesto rápido, volvió a guardar el filo y asintió.