Partida Rol por web

Todo se desarrollo muy rápido, como en un sueño. Logró herir a Zanduräs, pero este le aparto de un golpe que lo arrojó volando por los aires hasta chocar contra el suelo. No se hizo mucho daño, físico, pero el contacto con Zanduräs resultó aterrador. Pudo vislumbrar parte de su vida y como sus decisiones le habían llevado a tratar de liberar al dios del Kaos. Esto fue demasiado para su mente mortal, que no lo pudo soportar. Y entró de lleno en la locura, pero en los momentos de extrema necesidad es cuando tienen lugar los milagros. Bòlcs apareció en el momento preciso, rompió el techo de la caverna y se abalanzo sobre Zanduräs, clavando sus garras en aquella carne Korrupta, salvando la vida a Eranor, al alto coste de mancillar su propio cuerpo, sus garras quedaron negras, marcadas por la korrupción del demonio.-¡Muchas gracias amigo!-Fue lo único que pudo decirle a su amigo, con lágrimas en los ojos.

Centró su mente, tratando de no dejarse llevar por la extrema locura que amenazaba con borrarle, anularle por completo. Y llevándose la mano al pecho, cogió su amuleto, el recuerdo de los suyos, de su hogar y de su amada familia. Era muy doloroso tener que desprenderse de el, pero no había otra salida. Necesitaba limpiarse de la Korrupción que iba a terminar con su mente. Con lágrimas recurrió al poder del amuleto, para librarse de toda la Korrupción. Este se deshizo en sus manos, cayendo al suelo como el polvo de algo muy antiguo que no ha soportado el paso del tiempo y se desmorona, en un momento. Escurriéndose entre sus dedos, y privándole, de la mayor conexión que tenía con su hogar. Pero al instante, noto que la korrupción le había abandonado, y que volvía a ser el dueño de su mente, liberada de la locura a la que había sido arrojado por Zanduräs.

-Militsa, estemos atentos a ese guardián. Bólcs, trataré de curar tus heridas, pero ahora tenemos que tratar de luchar contra ese guardian.-Pero lo primero que hizo fue acabar con el caído Zanduräs, al que clavo la espada llameante para terminar con sus oskuras palabras. Y se preparó para tratar de hacer frente, a lo que fuera que hubiese convocado el maldito engendro.

Casi no me lo podía creer, habíamos acabado con "el tronco que hunde sus raíces en el kaos", como me dijo Beory refiriéndose a Zänduras.

Contábamos con la ayuda del grifo, pero antes debía tratar de sanar su korrupción ante el inminente ataque del guardián -Eranor, déjeme a mí, tratar de curarles las heridas a Bólcs- pedí mientras me preparaba de nuevo para el ritual.

Con la mirada busqué a los dos rostros de plata que pretendían unirse a Zänduras cuando nos atacaba, tenía muy claro de quiénes se trataban.

Vuelvo a tomar mi odre para derramar algo de agua mientras comienzo a invocar:

{Sangre de Beory que corres por mis venas,

Concédeme traspasar las heridas que debilitan a este compañero alado,

A la oskuridad que lo desafía oculta tras rostros de plata que una vez dijeron unirse para la luz,

Que el equilibrio se mantenga}

Militsa, conjurando de nuevo la Sangre de Beory que corre por sus propias venas, purifica al grifo Bòlcs, extirpando de su mágico cuerpo la Korrupción de Zanduräs y lanzándola a los dos kultistas. Bòlcs retoma su majestuoso vuelo, agradecido, y se lanza a la batalla contra engendros y brutalidades.

Mientras tanto la espada de Luz, empuñada por Eranor, se hunde en el kuerpo de Zanduräs. Sus huesos, su karne maldita, se quiebran, volviéndose cenizas, consumiéndose y volviéndose hacia el interior, hacia un oskuro y profundo vacío que engulle el brillo morado que se apaga. El alma de Zanduräs asciende como una sombra negra, korrupta, putrefakta, y se acerca a Azatöth, quien la devora como a todas las demás, sin darle mayor importancia ni ningún privilegio.

El efecto visible de la extinción de Zanduräs es que muchos de los engendros, spektros, sombräs, brutalidades contra los que luchan Bòlcs, los squálidos y el resto de esclavos, parecen recobrar su voluntad. Zanduräs les tenía sometidos, atados, y al desaparecer él, sus mentes quedan libres. La mayoría se evaporan al instante en negro polvo, al ser desprovistos de golpe de la mágica resistencia del Kaos a la enorme cantidad de Korrupción que albergaban sus kuerpos.

La luz de la espada, la llama purificadora de Pelor, se expande, prendiendo al resto de estos seres, calcinando sus cuerpos, purificando sus almas en una ardiente cadena que deja rescoldos allá donde hubo un ser oskuro. El ritual involuntario de Candelaria, un ritual de purificación pelorian, es ejecutado por el batidor Eranor, al acabar con el "nudo del árbol oskuro", Zanduräs. Cuanto más débiles son estos seres, más rápida se propaga la llama, iluminando la bóveda en una suerte de fuegos artificiales.

La espada, y la Llama de Pelor, parecen cobrar vida propia, voluntad propia, y no cesan en su ejecución. Es sorprendente que algunos de estos seres no sean consumidos, pues sus almas son puras una vez han recuperado su Voluntad. Tal es el caso de algunos esclavos y algunos sometidos como Desmond y Rupert, que deberán estar en algún lugar fuera de vuestra vista.

En el centro del ritual, en el centro de la Fuente, el Abominable Azatöth agita sus mil tentáculos, golpeando y atrapando a los guerreros libres, tragándoselos, en un intento desesperado de hacerse más fuerte. Sus ojos y extremidades rastrean a su alrededor, tratando de devorar más almas. Ya no queda sangre en el suelo, sólo el agua cristalina que la druida invocó. Los ríos de magia surcan las cavernas, surgiendo de debajo del Dios del Kaos, de sus entrañas, llevando la magia de colores a todos los rincones del mundo.

Los pocos kultistas que quedan tratan de escapar, tratan de huir, algunos deshaciéndose de sus máscaras de plata, abandonando a su Dios, quien les castiga por ello privándoles de su don, lanzándoles korrupción y arrebatándoles sus almas. Los que escapan son perseguidos por los squálidos y guerreros libres por todas las galerías que se pierden en la oscuridad.

Entonces el Guardián, el abeloth, Wequil, la serpiente alada de Nuanta, hace su aparición en la bóveda de la Fuente, describiendo círculos sobre vuestras cabezas, avanzando pausadamente sobre la kaótika deformidad de Azatöth. Los squalidos se detienen y se inclinan ante ella. Bòlcs se posa y también inclina su cabeza en señal de respeto a la guardiana.

En su último aliento, antes de morir, Zanduräs pronuncia unas palabras apenas audibles. Sólo tú, a su lado, puedes oírlas:

- No sabes lo que has hecho. Azatöth era la única verdad.

Las ramas del Árbol Negro han sido taladas.

Ya sólo queda su raíz, que debe permanecer con vida.

Mi hija Wequil cuidará que nunca más rebrote,

y mantendrá abierta la herida,

para que su corteza nunca cicatrice,

para que su savia nunca deje de fluir,

y todos podamos beber de ella.

Psíquicamente, la Guardiana Wequil se comunica contigo. Puedes notar su enorme poder, su inmensa presencia.

Tú nos has liberado.

Te estaremos eternamente agradecidos.

Tú has erradicado el Kaos.

Por ti el Orden prevalecerá por siempre.

De nuevo los acontecimientos se sucedieron con rapidez vertiginosa, cosas imposibles muchas de las cuales bastarían para tener cosas que contar durante toda una vida, se sucedían a gran velocidad. La razón y la cordura tenían por fuerza que ponerse en reposo y dejar pasar muchas de estas experiencias en sucesión como si de un sueño se tratará. Zanduräs diciéndole a Eranor que aquello era un error, Pelor tomando su cuerpo para su ritual purificador, había sido durante unos momentos un instrumento de la espada y su dios, para purificar toda la korrupción que les rodeaba. El dios del Kaos, tratando de seguir alimentándose y poder escapar. Entonces Militsa curo a Bólcs lo que alegro mucho a Eranor, que había quedado muy preocupado por el daño que la korrupción del demonio había ocasionado en su amigo. Pero no tuvo tiempo para dar las gracias a la amable sacerdotisa, ya que en aquellos momentos apareció la guardiana. Wequil era enorme, majestuosa como un dios encarnado, al igual que el resto, también Eranor se inclino ante ella y su poder. Quedo más tranquilo al escuchar en su mente las palabras de agradecimiento de la criatura, y solo pudo admirar el poder de Wequil y sentirse aliviado de no tener que enfrentarse a ella, no habría servido de nada. Recordó las palabras de los squalidos, al despedirse de ellos, les dijeron que ella podía ser la solución. Y había un gran problema pendiente de ser resuelto.-Muchas gracias Wequil, tan solo hemos hecho lo que tenía que hacerse. Pero aun queda pendiente que hacer con Azatöth, si se libera, y ahora esta más fuerte, todo habrá sido en vano. Y no se que es lo que debemos hacer, para que continúe en su prisión, alejado del mundo.-Tal vez ahora con la ayuda de la guardiana, podrían hacer volver las cosas a su sitio, y dejar de nuevo preso al dios del Kaos. 

Aparece Wequil, el guardián de la fuente, y aún sigo preparada por si atacase, aunque si Zänduras ya no está entre nosotros era probable que el guardián hubiese vuelto a su estado normal.

Tenía dudas, ya estaba muy cerca de conseguir el equilibrio, pero no sabía cuál era el siguiente paso.

Sin responder a las inquietudes de Eranor, Wequil comienza a enroscarse en torno al descomunal y abominable Azatöth. Ambos seres son gigantescos, pero los ataques del dios del Kaos no parecen afectar a Wequil, emblema del Orden, imbuida de tonos cianes y azules. El pestilente dios, deforme, magenta, sin haber alcanzado la plenitud de su poder al haber sido el ritual interrumpido, es subyugado lentamente, amordazado y sometido, anulado y aplastado por la serpiente alada. La magia azul fluye de nuevo, y bajo la bóveda empiezan a formarse luminosas formas geométricas, que mutan de un poliedro a otro, atrapando a Azatöth en su interior, cortándole, dividiéndole, como si de cuchillas etéreas se tratase.

De cada corte surge un río, una fuente. Azatöth es desangrado ante la complaciente mirada de todos los supervivientes presentes, ninguno oskuro, ninguno humano salvo vosotros dos. Su sangre, su esencia, corre libremente, arremolinándose en el suelo de la Fuente, creando corrientes luminosas en tonos azulados que salen al exterior a través de las cavernas. El poder que Wequil extrae de Azatöth es inagotable. Los squálidos comienzan entonces a bañarse y a beber de él, volviéndose más inteligentes, y a recuperar su memoria arrebatada.

Tú has erradicado el Kaos. Tú eres nuestro salvador.

Festeja con nosotros. Obtén tu recompensa.

Bebe de la Fuente, y hazte poderoso.

Sé parte del Orden, aquí y ahora,

del nuevo mundo que has contribuido a crear.

Militsa, Hija de Beory.

La Diosa MAdre ha muerto.

Entiendo tu extrañeza ante mi existencia,

entiendo tu dificultad para comprender.

No soy Kaos, no soy Korrupción, no soy Oskuridad.

Sino su ausencia, sino lo opuesto.

Yo soy Orden.

Sé parte del Orden, aquí y ahora.

Bebe de la Fuente, y hazte poderosa.

Hija mía, abre los ojos,

debes ver por encima de la Luz y de la Oskuridad.

Hija mía, abre los ojos,

Wequil es la Guardiana de Nuanta,

y Nuanta es la prisión de Azatöth.

Hija mía, abre los ojos,

debes ver más allá y encontrar tu camino.

Hija mía, abre los ojos,

debes ver que no hay equilibrio en Nuanta.

Hija mía, abre los ojos,

debes recordar cómo se rompió el equilibrio en Ûldatär,

para recomponerlo aquí hoy.

Estaba ensimismada viendo cómo Wequil iba poco a poco acabando con Azätoth, cuando pude escuchar tanto a la guardiana de la fuente como a Beory, sus palabras me sirvieron para conocer cuál era el siguiente paso.

Me dirigí a mi compañero -Eranor, aún nos queda una última cosa por realizar, debo hacer que prevalezca el equilibrio y necesito su ayuda. Entre los dos -dije señalando el centro de la fuente donde se encontraban Wequil y Azätoth- poseen tres colores de magia y nosotros tenemos los otros tres, debemos ir y evitar que el dios del kaos muera, porque se perderá su color y de nuevo, esto tendrá graves consecuencias. La guardiana no debe imponer su magia sobre las demás, debemos impedirlo- expliqué a la espera de su aceptación para descender hasta el centro de la fuente.

Tras el alivio inicial, la cosa pronto se volvió preocupante. Wequil podía acabar por completo con el dios del kaos, de hecho esas parecían sus intenciones. Y eso no podía ser bueno, de hecho eso sería otro cambio importante para el mundo y terminaría acabando con el mundo que conocían. Cuando Militsa le habló, solo pudo estar de acuerdo.-Estoy de acuerdo Militsa, pero actuemos con precaución, no podemos enfrentarnos directamente a un poder así, no duraríamos ni un instante.-Y se acerca hasta el festejo, donde se están bañando los squáilidos. Y se dirige a Waquil:-Poderosa guardiana de la fuente, no acabes con Azatöth, el también es parte de la creación, hay que mantenerlo apresado, para que no haga daño, pero permitirle existir para que haya equilibrio.-Y aprovecho para bañarse y beber de aquella magia líquida, pues pudiera ser que en breve necesitase de toda la energía que pudiese obtener, aunque no creía que no aun así, pudiese hacer algo contra Wequil, simplemente era demasiado poderosa, muy lejos de ellos, simples mortales. Y volvió a tratar de hacer entrar en razón a la guardiana.-Si acabas con el, y puede que ahora tengas muchas ganas de hacerlo, por todo el mal que has sufrido, acabarás también con el mundo que una vez conociste. Ya que faltaría uno de los colores de la magia, y no habría equilibrio posible. Estamos a punto de salvar el mundo, casi lo hemos hecho, tan solo hay que dejar preso a Azatöth, y tu misma podrás vigilarle. El no ha sido el responsable de lo que ha pasado, y de todo lo que has sufrido, el responsable fue Zanduräs y ya lo ha pagado con su vida. Wequil se benévola y fuerte, actúa como guardiana del equilibrio y deja preso a este dios, que el mundo se restaure en todo su esplendor. Todos te estaremos eternamente agradecidos. Y el quedará bajo tu poder, tu prisionero, una fuerza necesaria para mantener el equilibrio.-Hasta ahora, nada había conseguido con sus palabras, y esperaba con toda la fuerza de su corazón, que Wequil reaccionase, y se diese cuenta de su error. No ya solo por el poder de esta criatura, sino porque era una criatura de bien, noble y buena, y a el no le resultaría nada fácil tratar de dañar a un ser así, nada fácil. 

Traté de hacerle un gesto para que no continuara hablando, pero Eranor no lo vio y de alguna manera se enfrentó a la guardiana diciéndole lo que debía hacer, no dudé de su buena fe, pero si de su indiscreción. No tenía los conocimientos suficiente para rebatirle una respuesta, si es que Wequil se la pedía.

Y en el momento en el que vi cómo bebía de la fuente, me arrepentí de no haber sido más explícita en mi declaración, fue entonces cuando temí perder el único aliado que tenía.

Orden no es Equilibrio.

Tienes mucho que aprender.

Tu verborrea es molesta.

Tu insistencia es molesta.

No hay orden en tus palabras.

No hay conocimiento en tu voluntad.

A través de mi magia alcanzarás la sabiduría, sí.

Pero el primer paso en la senda del sabio

es el Silencio.

Eranor se zambulle en la corriente de magia azul, bebiendo de ella. Su poder aumenta, al menos internamente. La magia azul es la magia de la erudición, asociada a grimorios, libros, runas, pergaminos, y a las matemáticas, la lógica, la medicina, la geometría, el tiempo... Nadie puede predecir cómo puede afectar a una persona sumergirse de golpe en este tipo de magia. Al sumergirse en el líquido, la espada pelorian se separa de él, se "libera", y queda a la deriva. La magia amarilla es aquella de los dioses, la más estrechamente vinculada al alma, lejana y ajena a la razón. Por tanto, en torno a la espada se crea un vacío, un espacio, sin que la corriente llegue a rozarla. Al salir Eranor del torrente, su rostro ha cambiado, su boca ha desaparecido, como si sus labios se hubiesen fundido hasta desaparecer, dejando sólo un trozo de piel continua. Eranor no puede hablar.

Wequil continúa torturando a Azatöth, sin cesar ni un ápice en su concienzuda labor. El dios del Kaos es drenado todavía más, reduciéndose su tamaño, volviéndose su esencia violeta de color azul o cian, a medida que la Guardiana la transforma. Lo que está ocurriendo, dicho de otro modo, es que el Orden está dando forma al Kaos. El Orden se impone, la geometría se impone, derogando el kambio, la kreación y la espontaneidad.

Los squalidos se vuelven cada vez más inteligentes, capaces de dominar la magia, recobrando su sabiduría arrebatada, arrojando sus rudimentarias armas para tomar de nuevo los báculos y túnicas, acercándose a la imagen de las estatuas que pueblan tanto este lugar como toda Nuanta.

Esta vez no solo había hablado demasiado, sino que también había pecado de ingenuo, en lo que era todo un experto. Siendo el un tipo simple y bueno, pensaba que Wequil no tenía que ser malo, y no acabaría con el mundo que conocían. Además tuvo la genial idea de beber de aquella fuente de magia, con la intención de poder hacer frente mejor a los posibles problemas. Era un idiota, y como tal había actuado, un necio que no quería ver la realidad. Y a punto había estado de costarle muy caro, lo de la boca, lo acepto muy bien como algo merecido a su estupidez. Así no diría más tonterías, y como aquí había venido a morir, y eso no debía de volver a olvidarlo, no iba a necesitar la boca para volver a comer. Pero mucho más duro, fue perder la espada. Ni esta quería estar con un inútil como el. Sin su arco, ya se había sentido indefenso, pero al menos la espada le había servido bien. Así que trato de localizarla, y volver a empuñarla. No creía que fuera a servir de mucho, pero sin armas, sencillamente no serviría para nada. Miro con vergüenza a Militsa, aun trataría de ayudarla en lo posible, por poco que esto fuera. 

Debía tratar de poner las cosas en su sitio, sabía que lo primero sería recuperar la espada que iba a la deriva. Me acerqué a la fuente, a la parte más cercana a donde se encontraba el arma, aprovechando que aún quedaba agua que invoqué y me dispuse colocando el escudo próximo al borde para que actuara como una especie de imán de su propia luz y la otra mano libre para recuperarla, comencé mi ritual:

{Dios Pelor suplico la dicha de ser portadora de la espada flamígera,

El arma que con su luz ha acabado con la oskuridad,

Madre Beory provoca un remolino en estas aguas cristalinas,

Y que la reliquia del Alcázar del alba venga a mí y su luz nos ilumine}

La adquisición repentina de inteligencia no parece dañar la mente de Eranor, al contrario. El cazador parece poder entender, por primera vez, los conjuros que Militsa pronuncia en lengua druídica, como si de su propia lengua se tratase. La mente de Eranor se hace fuerte, resiste la sacudida, al imbuirse con poder Azul, y adquiere cierta clarividencia.

Ayudándose de un conjuro de manipulación del agua, Militsa consigue rodear la espada y evitar que se pierda en el torrente. La druida recupera la reliquia de Abatis, y la toma en su mano. La Luz de la espada flamígera se hace intensa, e ilumina de una luz dorada el lugar.

Wequil mira absorto la Luz, sin cesar en su tortura a Azatöth. La guardiana se acerca a la druida, y empieza a rodearla con su enorme y escamoso cuerpo, sin tocarla. La serpiente descubre que Militsa porta tres colores de la magia, tres colores que ella no tiene, tres colores que, combinados con el azul y cian propios, y el magente del dios del Kaos, podrían lograr el equilibrio.