Partida Rol por web

Interludio.

Había sido un día extraño, y largo. Ahora con el sol cayendo detrás de las montañas de los Dragón de forma inexorable os preguntabais que más podía dar de sí.

Habías cumplido con cada encargo que teníais. Ahora guardabais silencio en la puerta del despacho de vuestro señor, este estaba reunido con un misterioso samurái que decía venir del norte. Sus ropas azul y marrón, bordadas de letras doradas aun eran parte de un misterio para vosotros.

Llevaba mucho rato encerrado con Otomo sama, y no escuchabais ruido.

Empezabais a pensar que se lo había comido, o algo peor, cuando lentamente la puerta del despacho se abrió. Tras ella la cara de Fujimaki sama era seria.

Todos habías relatado con todo lujo de detalles hacia ya un buen rato vuestras vivencias del día, así como vuestras impresiones, ahora esperabais que se os diera una explicación, o que se tuvieran en cuenta cuanto habías dicho.

El joven, con cara pálida, esperaba de pie dentro del despacho, en un mudo intento de aparentar no estar en mitad de aquella habitación. Y sin embargo, quizás por no querer ser observado, fue derretido por vuestras discretas miradas.

¿Que había pasado aquel día?, aun había muchas dudas en el aire.

Habías pasado por muchas cosas aquel día, habías luchado bien, y a pesar de las heridas estabas muy entero. Mañana solo serian otra marca más en tu cuerpo.

Aunque esas palabras te las repetías una y otra vez, sabias en el fondo que te habían mancillado, y estabas lleno de pesar. Afortunadamente, Otomo sama se sintió muy complacido con la calidad de las piezas de armadura que habías obtenido para él, y se alegro de que no tuvieras problemas en reanudar las relaciones con el hombre que debía de forjarlas.

Aquello te pareció un pequeño triunfo. Sin embargo, tu informe, acerca de la manera de atacar y moverse de aquellos aldeanos, no pareció gustarle tanto. Mantuvo el silencio mientras tú explicabas cada parte técnica del informe del combate.

Incluso cuando concluiste, que no eran gente organizada ni peligrosa, aunque podían convertirse en una amenaza llevados por su fanatismo, este se mantuvo en silencian con unos poderosos ojos clavados en ti.

Ahora, tras la reunión con el hombre que rescatasteis, tenías la necesidad de averiguar qué era lo que estaba ocurriendo, y querías saber si podías ir a dar caza junto con los magistrados de aquellos que habían osado atacarte.

Habías pasado por muchas cosas aquel día, habías luchado bien, y ni siquiera te habían rozado aquellos maleantes.

Te las repetías una y otra vez, que podías con asesinos mucho más peligrosos. Te gustaba el combate, y lo habías demostrado otra vez. El baile quizás empezar a pasar a un segundo plano.

Le habías dicho a Otomo sama todo cuanto sabias acerca de las estatuas que había mandado comprar. Y este encargo unas comprobaciones. Se descubrió al vendedor sacando piezas de arte robadas, e imitaciones.

Aquello te pareció un pequeño triunfo. Porque te había parecido muy raro todo aquel asunto de las estatuas, y te preguntabas si Otomo sama no lo sabría desde un principio. Y aquello te ponía nerviosa. Eras una espía, llevabas algún tiempo allí, y aun no habías averiguado nada importante. Tendrías que seguir esperando tu momento.

Aun así, cuando el viejo señor te felicito por tu trabajo, te sentiste realizada. Sin embargo la sensación cambio cuando informaste de la trifulca a la afueras. Otomo permaneció en silencio, escuchando tus palabras, sin decir nada por ellas.

Incluso cuando concluiste, que eran gente peligrosa, que podían convertirse en una amenaza llevados por su fanatismo, este se mantuvo en silencian con unos poderosos ojos clavados en ti.

Ahora, tras la reunión con el hombre que rescatasteis, tenías la necesidad de averiguar qué era lo que estaba ocurriendo, y querías saber si Otomo Fujimaki sama sabia o no algo al respecto, porque siempre parecía saber de todo.

Había sido un día extraño. Habías cumplido con diligencia tus cometidos, pues Otomo sama había recibido informes de mejora de las monturas que habías cuidado. Al parecer tu talento con los animales había sorprendido a más de uno.

Te molestaba tanta insolencia por parte de compañeros Unicornio, pero estaba claro que no eran Moto, sino, las cosas nunca habrían llegado al punto de necesitar curar a las monturas de urgencia.

Te reuniste con tu señor, y este parecía satisfecho, aunque le costaba, como siempre, arrancarte las palabras de la boca.

Te extraño que no hiciera demasiadas preguntas sobre la pelea. Aunque simplemente te limitaste a decir que eran campesinos locos. Y con eso parecía que Fujimaki sama se había quedado satisfecho.

Sin embargo, al salir, la falta de preguntas, empezó a preocuparte. Que podía saber Otomo sama sobre aquel tema. Es que ya había pasado antes, y si era así, porque no había dicho una sola palabra por la mañana cuando partisteis.

Tenías preguntas, inquietantes, aunque podía ser todo producto de tu imaginación. Ahora, era el momento de averiguar más cosas, como el porqué aquel joven, usaba una armadura que le quedaba grande, y intentaba imitar a un dragón luchando.

Sospechabas que no era más que un Ronin, pero no sería educado decirlo en casa de tu señor.

Otomo estaba molesto con tu trabajo, no había medicinas, y sospechabas que el Cangrejo le había dicho que no habías podido diferenciar una hierba común de un veneno.

Pero que más daba, tu no sabias de venenos. Era culpa suya por pretender que fueras como todos los escorpiones.

Sin embargo, escucho atento tus palabras sobre como salvaste la vida al Kuni frente a aquel monje chiflado. Eras un héroe, no cabía duda.
Aun así no te reconoció mas merito del justo. Y enseguida te mando marchar para hablar con el joven misterioso. 

No te gustaba, parecía una especia de comerciante oportunista, y tras lo que habías visto, era evidente que lo que viniera a vender era menos importante que lo que tu tenias que decir.

Sin embargo, en el tiempo que te dieron para asearte, o istes que el León salió malherido por ayudarlo. Y te preguntas que clase de situación se dio para que eso pasara. Aunque te costara admitirlo, el León sabia luchar. Tendrías que estar muy atento, había muchas respuestas que debían caer ante tus ojos y oídos siempre listos.

Tu maestro estaba satisfecho, aunque no le explicaste que no habías conseguido más que una cita con el viejo herborista Dragón, y omitiste deliberadamente como llegasteis hasta el poblado de los eta.

No tuvo tiempo de profundizar, porque en pocas y realistas palabras le narraste con que os enfrentasteis. Según tus conocimientos, aquellos hombres estaban embrujados, aunque no podías saber qué clase de embrujo era, estabas convencido de que podrías averiguarlo.

Sin embargo, no fue necesario, Otomo sama te dijo que tenía otra pista, una que debían seguir sus leales sirvientes, y que necesitaría de toda tu ayuda. Tus compañeros habían traído a un joven, no te explico quien era, pero parecía importante.

Ahora, después de la larga espera, te preguntabas que podía ser tan importante, y porque sus ojos volvían a brillar con vida, si él estaba cada día mas decrepito.

Otomo os hizo un gesto para que pasaseis a su despacho, el joven seguía de pie, y no se interpuso entre los asientos y vosotros.

La reunión tenía un carácter algo informal, puesto que Hideki sama no estaba para hacer de ayuda de cámara, y porque por la noche normalmente vuestro señor no trataba asuntos importantes.

Este es nuestro amigo Tombo Kojiro, un emisario del norte, y trae malas noticias.

Otomo sama hizo una pausa. Parecía algo cansado, aunque fue durante una milésima de segundo.

Ahora es nuestro invitado, y vuestro deber es ayudarlo en todo lo que pueda necesitar. Pues sus enemigos, son nuestros enemigos.

El joven se mostraba nervioso, inquieto.

Aun no sabias de que iba el tema, pero las palabras de Otomo sama no podían pasar menos desapercibidas. Enemigos, que enemigos, y porque había que prestarle ayuda a un desconocido. De que parte del norte era, el norte era territorio Dragón, no había nada más allí que sus pueblos y sus piedras.

El joven dio un paso al frente, parecía dispuesto a hablar, pero tardo un tiempo en decir algo. Un tiempo que podíais aprovechar para averiguar algo más de él.

 Las Dudas sobre éste asunto y que Otomo sama haya "pasado" de seguir preguntando acerca del ataque a Tombo Kojiro San, me han hecho reaccionar tarde... pues cuando intenté hacer memoria era demasiado tarde y no pude repasar todo lo que sabía de heráldica.

El joven titubea un poco y luego comienza a hablar.

Como todo el mundo sabe, mi clan es pacífico. En nuestra mayoría nos encontramos más cómodos estudiando a los Kamis que luchando. Yo soy uno de los pocos honrados con haber estudiado artes de combate con los sabios dragón. Sin embargo, mi formación no pudo acabar de peor manera.

Hace un par de años, los emisarios dragón recibieron noticias de volver a la montaña, y desde entonces he tenido que practicar mis artes yo solo.

Hace una pausa, en la que se ve, que todo lo que está diciendo es conocido de sobra por todo el mundo, aunque para vosotros no lo es. Solo sabéis que los del clan dragón, no les interesa mucho lo que pasa en el resto del imperio. Ya tuvisteis oportunidad de ver cuantos samuráis tenían en las tierras colindantes con el unicornio, y aquella hacía pensar que no tenían intereses fuera de la montaña. Pero aquello no explicaba nada de lo que había pasado. Así que el joven siguió hablando.

Hace unos meses, nos enteramos, de que en los tres pueblos de nuestras tierras habían monjes proclamando la palabra de la niebla, o algo así. Según decían, la misma existencia de los clanes menores, era una afrenta al orden celestial, puesto que nuestro linaje no tenía conexión con ningún Kami, sino con meros hombres.

Aunque no quiero entrar en si eso es correcto o no, el caso es que nuestro Daimyo se ha preocupado bastante, y se ha puesto en contacto con Otomo Sama, quien parece conocer el nombre de la gente que intenta destruirnos. La Niebla Asfixiante.

Sus palabras no caen en saco roto, pues todos recordáis a cierta mujer en cierta misión a Kikena Rooka. Sabias que había problemas graves, pero no sabías que aquello llegara tan lejos.

Se me ha encomendado la misión de acabar con esa organización, y por eso os solicito ayuda.

El joven realizo una reverencia, solicitando de manera humilde, algo que otomo sama ya había explicado que debía ser cumplido, quizás por que estuviera en la naturaleza del joven.

Investigare cuanto pueda, y me pondré en contacto con vosotros para acabar con este mal que atañe a tantos.

Aunque aun no tenéis claro que tiene que ver eso con todo lo que había sucedido aquel día, no tardáis en enteraros de manos de vuestro señor.

Bien, según mis informaciones, una célula de esos disidentes de la Niebla Asfixiante trabaja cerca de Otosan Uchi. Los hombres con los que habéis peleado hoy deben de pertenecer a ella. Aunque considero más probable que únicamente el monje que derrotaron Kuni san y Bayushi san sepa cuáles son los objetivos principales de la organización.

Está claro que han transformado a la gente de poco voluntad a sus ideales. Y eso los convierte en gente muy peligrosa. Pero como no podemos culpar a nadie, puesto que esa organización aun es poco más que un susurro, tendremos que resolver este conflicto nosotros.

En cuanto os requiera Tombo san, le prestareis auxilio, esas son mis órdenes. Por lo demás, esta reunión queda terminada. Mañana seguiremos con la rutina habitual.

Otomo sama os manda salir, afuera hace una noche agradable y el árbol y el estanque están preciosos. Vuestras habitaciones os esperan al otro lado, pero todos y cada uno de vosotros se siente desconcertado por la reunión, e incluso los hay que aun no saben de qué clan proviene aquel joven, aunque está claro que tiene que ser uno menor.

El joven no tarda en salir tras vosotros, y os mira atentamente, parece satisfecho, quizás porque ha conseguido la ayuda que necesitaba. Aun así, se acerca a donde os encontráis, y no hace diferencias de los que se encontraban o no con el cuando el ataque.

A todos muchas gracias por ayudarme, os debo la vida. Y pagare gustoso ese precio por vosotros.

Joven e impulsivo, incluso más que vosotros, no mide sus palabras, y promete cosas que no le pertenecen.

Tras ésta extraña muestra de agradecimiento de Tombo San me acerco a Kuni Kiru San.

Vaya, veo que su misión también a requerido de un combate, ¿le apetece que hablemos de ellas mientras nos tomamos un poco de sake? 

Digo entre susurros, ya que éstas situaciónes sociales me incomodan, y Kiru San es la persona con la que más conecto. 

¿Avisamos a Akodo San para que se una a nosotros? a lo mejor le viene bien un poco para calmar el dolor de sus heridas.

Viendo que nuestro grupo cada vez es más grande, tendré que, haciendo grandes esfuerzos, intentar reforzar la unidad del grupo en la medida de mis posibilidades. Me dio la sensación tras el combate con los etas de esa tarde que casi perdemos al León, ya que no solo le hirieron físicamente sino a lo mejor un poco a su orgullo. Un León sin orgullo es como un Escorpión sin secretos o un Grulla sin arte. 

Lo miro.

-Has puesto buen precio entonces-

Digo sarcásticamente.

Con una sonrisa tan grande en mi rostro que solo se puede ocultar con una máscara, esperando poder sacar tajada de esta nuevaa......

-Perdona preguntarte,es que ya sabes... si queremos hacer la misión bien podrias responderme a par de preguntar si usted gusta, a solas en mi habitación no será por mucho tiempo.

Extiendo el brazo señalando la puerta de mi habitación y con el otro brazo "sin tocarlo" le pongo el brazo por detrás de la espalda, dandole pié para que me acompañe.

La descontento y la decepción eran sentimientos hermanos,   a veces confundidos entre si y a veces tan extremos que se transformaban en ira y desprecio. Por el momento sólo sentía descontento y decepción ya que sentía que no se había realizado un buen trabajo.

Escuchaba pacientemente los comentarios que se hacían a mi alrededor e incluso respondía a la reverencia de Tombo San educada aunque seriamente.
Pero el comentario del escorpión, con intenciones tan trasparentes como las lágrimas de Amateratsu, hizo que me hirviera la sangre, su trabajo no había sido de mi agrado y aunque tampoco me sentía especialmente orgulloso del mio, mi orgullo hacía que verlo a el como principal culpable.

-Vámonos de aquí Chinshuu San, trae al león si eso te parece bien- susurro mientras me alejo del lugar sin despedirme del resto y meditativo ante los sucesos pasados y futuros en compañía de aquel grupo tan dispar.

Akodo Iroshi San, ¿nos acompaña? digo mientras me acerco a Kuni Kiru san. 

Vamos, busquemos algún sitio donde podamos tomar algo de sake. No me interesa lo que haga el escorpión. Ya tendremos ocasión de hablar con Tombo san.

Los guerreros se mandan mudar, y solo esperan al León. Mientras el Tombo, mira escéptico al joven Escorpión, y se siente dubitativo, pues casi no había habido reacción a sus palabras exceptuando la del Bayushi.

Debía de resultarle todo un tanto incomodo, o quizás fuera porque realmente las palabras iban dirigidas a sus verdaderos rescatadores, pero declino el ofrecimiento.

Quizás en otro momento joven samurái, ahora no tengo fuerzas, quizás mañana será un mejor día para tratar cualquier asunto.

Hace una nueva reverencia y camina tranquilo hacia la habitación que Otomo sama le ha procurado. Justo al lado de las vuestras.

Mientras, Dijo san, hace lo propio, reverencia y se marcha hacia sus aposentos. Parece que la joven está cansada también, o quizás es que no la han invitado a beber como uno más, el casi es que en silencio se marcha.

Miro al Moto y le digo si con la cabeza - Cuando quieras compañero.-, pues parecia que le estaba cayendo un poquito mejor, y sinceramente si hay que elegir entre estar con Moto Chinzú san y Kuni Kiru san bebiendo sake o estar con Bayushi Kusanagi san haciendo de las suyas, prefiero estar con los primeros, solo tenia el cuerpo para descansar.

Me giro hacia el samurai que habiamos rescatado:

-Buenas noches Tombo san, que descanse bien.- y le hago una reverencia.

La boca se me llenaba mientras le despedía, pues el haberle salvado con mis compañeros, aunque me pasara lo que me pasó, me ponía contento.

No esperaba esta reacción de Tombo san, después de tratarnos tan respetuosamente y después de "...os debo la vida. Y pagaré gustoso ese precio por vosotros." pues como una estatua de piedra conmemorativa a la estupidez, me quedé quieto, por un instante sin saber que hacer ...

-Que cojones... ya lo vuelvo a hacer mal...

miro para mis alrededores y veo como se alejan mis compañeros, Probablemente hacia el mismo lugar de todas las noches para beber sake.

-mmmmm no se si quedarme como un tonto e irme a mi habitación, o...

Tras pensarmelo un poco empiezo a seguir a mis compañeros, como si nada de esto hubiese pasado y sin prisa camino hacia donde se dirijen ellos mientras solo podia recriminarme.

-Kusanagi ¿que coño fué eso de antes? deberias haberte esperado, ser más discreto,debes practicar más, .... me siento el peor escorpión de la historia.

Junto a las cuadras, a un lado, hay una pequeña mesa sobre la hierva, y con el buen tiempo, unos cojines que sirven de asiento.

Alli a veces os servis sake y hablais bajo para no molestar. Aunque estais mas o menos alejados de la residencia de vuestro señor.