Partida Rol por web

Dheeron entra en la cantina, la cual no tiene nada que ver con la anterior. Es una construcción más moderna y más limpia con una barra en la que se encuentran tres humanos, un duros y un dewback. Nadie habla con nadie, y todos están a lo suyo, ya sea bebiendo, o concentrados en sus aparatos de registro de datos etc.

También hay un tipo a cargo del bar, un humano rubio, gordo y con mofletes sonrosados.

Un vistazo rápido hace que veais un buen monton de mesas todas vacías, una decoración escueta y bastante formal, bastante luz y unas escaleras que suben hacia arriba. No hay más puertas, así que está claro que el devaroniano ha tenido que subir por allí, o desmaterializarse. En cualquier caso el lugar os parece todo lo contrario que la cantina de la que os echaron hace un rato.

El regente del bar os mira, pero más que para reprenderos parece ser que os solicita con la mirada que le digáis lo que se os ofrece. Calculáis que vuestros compañeros tardarán todavía casi 20 minutos en llegar.

Tras adoptar mi más sentida postura de desconcierto, me dirijo al cantinero.

- Eeeeh...perdón. Quería uno de esos - pido señalando con la mano a una botella con un brebaje azulado claro. Confío en que sea Ebraan, un licor suave que duele al tragar, pero no pega mucho. Lo suficiente para parecer un machote sin acusar los efectos del brebaje.

Observo alrededor. El devaroniano ha tenido que subir a alguna de esas habitaciones. Desde donde estoy podré observar al menos si sale de allí, al menos mientras no salga por otro lugar. Le doy una palmadita a R5 para que me siga. Me siento en una silla donde pueda encararme con la escalera por la que el devaroniano ha subido y espero. No puedo hacer mucho más, y no quiero levantar posibles sospechas a un tabernero que podría ser amigo del "cuernecitos", y buscarme un problema en un entorno completamente desconocido.

Pasan más de quince minutos hasta que el devaroniano baja de nuevo las escaleras y sin mediar palabra sale de la cantina. Ni los parroquianos ni el obeso cantinero parecen hacerle caso alguno, y calculáis que vuestros compañeros están al caer.

¿Qué hacéis?

Casi veinte minutos callejeando por la ruta que os ha dicho Deheron y casi estáis llegando al lugar. Según sus indicaciones la entrada a la cantina está al dar la vuelta al edificio ante el que os encontráis, el cual es de dos plantas. Os fijáis bien y veis que arriba hay un paso alto, como un paseo que comunica algunos edificios en sus plantas altas. Probablemente haya una entrada a la cantina por allí, aunque no estáis seguros de ello.

¿Qué hacéis?

Al ver que no esta Dheeron ni R5 -Donde coño esta Dheeron? quedamos en que esperaria fuera hasta que llegaramos echo un vistazo al lugar y le digo a Tixa -Mejor esperamos, si vemos que en un tiempo razonable no da señales llamamos al comunicador, o tienes alguna idea?

Aprovecho el ruido de la cantina para acercarma a R5 y activar el comunicador. Mi voz suena por encima del ruido de fondo sólo porque está más cerca del micrófono, pero pretendo que nadie más pueda escucharla. Como siempre, el engaño es aparentar que reviso a mi fiel unidad astromecánica. El brebaje no estaba malo, y por suerte no tenía demasiado alcohol.

- El devaroniano sale de la cantina. Voy a seguirle por si acaso. Os tengo informados. Quizá se haya reunido con alguien más dentro, eso no lo sé. Ha estado en una habitaciones que hay subiendo unas escaleras.

Corto la comunicación y pago al tabernero. Luego espero en la puerta el tiempo justo para volver a ver al devaroniano y comienzo a seguirle. Esta vez tendré más cuidado. Quizá la primera vez no se percatase, pero ahora podría reconocerme y encontrar demasiada casualidad encontrarse un par de veces al mismo tipo apocado acompañado de un droide.

El devaroniano baja las escaleras y sin parar en ningún momento. Tú te acercas al robot, hablas con tus compañeros, pagas y sales tras él. En ese tiempo pasa un minuto, y cuando sales no ves rastro del extraño tipo. Quizás te deberías haber entretenido menos.

¿Qué hacéis?

Me encojo de hombros y miro a R5.

- Tú no sabrás por dónde ha ido, ¿verdad? - le pregunto con tono de broma, aunque de alguna manera esperando un milagro de la caja de pitidos que tengo por compañero.

Me alejo de la puerta y doy un vistazo por las calles cercanas, sin prisa ni aire de estar persiguiendo a nadie. No es buena idea perderse en un lugar mientras se busca a un desconocido. Las posibilidades de caer en una trampa son grandes.

Echo un último vistazo y vuelvo a la cantina a esperar a mis compañeros.

Recibís el mensaje de Dheeron y justo en ese momento aparece el devaroniano dirigiendose hacia vosotros a paso ligero y mirando hacia el suelo. Levanta la vista y os ve.

-Eeehh, qué, ¿reconociendo la ciudad? Bien, bien. Creo que ya tengo comprador, sí. Casi seguro. Nos espera en un hangar. Venid, venid.

Dice poniendose en camino, cuando veis asomar la cabeza por detrás de Labria a Dheeron y R5. El alienígena se vuelve para verlos y sonríe.

-Así que vuestros amigos me seguían, ¿eh? Vaya, debí haberme dado cuenta. Pierdo facultades, ssshhii. Bueno, fiaos de mí, tenemos trato. Seguidme. Es buen comprador. Siempre tiene créditos.

Labria os guía callejeando a paso rápido, tanto que a R5 le cuesta trabajo seguir el ritmo. Vais en dirección a la cantina, pero al llegar a ella giráis un poco a la izquierda y atravesais unos 50 metros por una de las "grandes" calles de la ciudad, dejando a vuestra izquierda una tienda donde venden deslizadores, para poco más adelante entrar por una callejuela a la izquierda a un muelle de amarre que está numerado con el 42.

Entráis y veis una bodega parecida en la que estáis vosotros atracadas, y como todas las del espaciopuerto. Dentro de ella os espera una criatura muy especial. Es una sombra de la que sólo se ve la ropa, un chaleco protector, unos pantalones polvorientos y un bláster pesado al cinto. Rodeado por una extraña negrura y con dos ojos rojos contemplandoos desde donde debe estar la cabeza. Lo reconocéis como un Defel, una raza alienígena cuyo pelaje tiene la virtud de absorver la luz, quedando oculto a la vista de los demás. El tipo es impresionante, a pesar de medir un escaso metro y medio de altura. También hay una nave bastante especial. Un caza monoplaza de un modelo muy peculiar. De hecho no habéis visto nunca uno igual.

Labria os hace un gesto para que esperéis mientras él se acerca y habla en susurros con el defel, para luego volver con vosotros y deciros:

-Bien chicos, ahí tenéis a vuestro comprador. ¿Veis? Labria siempre cumple, sshhi. Que tengáis buen trato.

Y como alguien acostumbrado a este tipo de negocios, se va del hangar dejandoos solos con la sombra.

El defel os examina durante unos minutos para luego preguntaros quienes sois y presentarse él mismo.

-Soy Lak Sivrak, y tengo un buen trato para vosotros -os dice en una voz ronca y algo gutural en básico-. Tenéis una nave, ¿verdad?

Tras vuestra contestación afirmativa el defel os pregunta qué mercancía lleváis exáctamente y luego os habla en un tono que os hace pensar que no suele hablar tanto seguido normalmente:

-El cliente será la rebelión. Pagará bien, pero habéis de llevar las armas a un punto de encuentro en el espacio. Un punto seguro. Aparte de eso tendréis que llevar otro... paquete. Son tres personas, tres nuevos reclutas que se unen a la rebelión. Hay que salir cuanto antes, pues si la operación se retrasa puede haber problemas. Tengo permiso para ofreceros 5.000 créditos ahora mismo. En destino recibiréis 25.000 más por las armas y otros 5.000 por el paquete. Si el trato es beneficioso para ambos habrá más colaboraciones. ¿Qué me decís?

*Peeot Tweeet toooot!*

Pues a donde vaya el ingeniero, ahi voy a estar, hasta que cesen sus funciones biológicas, o me pongan un chip de trabajo nuevo.

Le pregunto a Tixa -Tu eres la experta en negocios, como lo ves? y con mucha mas discrepcion y susurrandole al oido le digo -Nos puede sacar de nuestros "problemas", no nos queda otra, no te parece?

No es mi nave, sólo esto aquí de rebote, y sin embargo, después de tres años de cuatro paredes tan cercanas entre ellas que apenas permitían respirar, el universo se abre ante mí y me presenta una oportunidad detrás de otra. La Rebelión. No es más que una palabra, ¿cómo es que una sóla palabra puede tener tanto significado? Me resulta difícil no mostrar algún tipo de reacción ante semejante sorpresa. Es algo que jamás hubiera esperado, al menos tan pronto. Al fin y al cabo, estoy acostumbrado a esperar infinitamente por todo.

Aguardo la reacción de los dueños legales de la nave (o eso espero, al menos), pero si me miran, sin palabras, mi opinión será un gesto afirmativo, sin emociones, o al menos, todo lo contenido que pueda, y a la vez convencido. No se puede ignorar una señal de esta magnitud.

Me permito posar amistosamente la mano en la cabezota de R5. Él sabe reconocer mis reacciones, y la emoción que no muestro por este nuevo giro en los acontecimientos.

¿Para la rebelión? Me encojo de hombros. Si pagan, me da igual quienes sean. Estoy demasiado despesperada para negociar algo mejor, pero, si no negocio un poco , puede pensar que estoy desesperada. Por el paquete serán 10.000 ahora, más los 5.000 de la recogida. Sonrío, es un juego viejo, que los dos conocemos muy bien, sé que por la mercancía no puedo conseguir mucho más de 25.000 pero paquetes a domicilio... es otra cosa.