Partida Rol por web

El sonido de la alarma cesó y con una respiración profunda y tranquilizadora, Ethan logró recuperarse en gran medida del mareo que había recibido desde que comenzó la explosión y el derrumbamiento. Con sus sentidos en su sitio se sentía mucho más centrado que antes.

Gracias. - dijo con un tono bastante seco tras recibir la cortina, no porque no estuviera agradecido o porque le hubiera parecido mal, si no porque seguía sin creer todo lo que estaba sucediendo. Rápidamente tapó el cuerpo del director, aunque las manchas de sangre seguían por todas partes, incluso traspasando las cortinas, era mucho mejor que ver el destrozo que le habían hecho al pobre.

Mientras su compañero revisaba el exterior desde la puerta, investigó ligeramente lo que hubiera por encima de la mesa, en busca de algo que explicara que demonios estaba pasando. No quería demorarse demasiado, así que simplemente leyó el encabezado de cada hoja o dossier que encontrara. Mientras hacía eso, preguntó a su compañero. - ¿Todo despejado? ¿Podemos continuar?

El primer impulso de Brianna es chistarla para que no haga ruido ¡No sabía que podía atraer! Estaba demasiado asustada de aquel lugar y quienes podían estar allí, sin embargo, era la primera persona que conseguía sin contar al doctor loco aquel y eso le daba una pequeñísima esperanza.

Abrió los ojos sorprendida ante sus palabras y al ver la sangre y las heridas. Si eso le había pasado a un trabajador de allí ¿Qué le esperaba a ella? Negó mentalmente para alejar esos pensamientos por el momento y alzó las manos con las palmas abiertas hacia adelante, tratando de mostrarle a la mujer que no tenía ningún arma. —Tranquila, no te alejes, no te voy a hacer daño. — intentó calmarla. Usando la voz más calmada que podía sacar en esa situación. —Mira, mi nombre es Brianna ¿Cuál es el tuyo? ¿Quién te hizo eso? — realmente quería preguntar desesperadamente donde rayos estaban, pero la mujer estaba tan mal que no le respondería y solo se asustaría.

Encima de la mesa no hay gran cosa, ya que la mayoría de lo que había en su superficie había sido desplazado por el cuerpo del director. Sin embargo, desperdigados por el suelo sí que hay varios objetos, entre ellos un tintero sellado, una pluma estilográfica y quizá lo más relevante para Ethan, una carpeta. En su interior, echando un ojo, se podía ver que contenía los informes de finanzas del hospital, algunos casos clínicos... y una llave. 

La llave era pequeña, parecida a las que abren candados de poco calibre. Echando un vistazo alrededor, Ethan puede ver que hay un cajón cerrado, cuya superficie presenta una cerradura. Quizá la llave fuera de ese cajón.

«No parece haber nadie. Podemos irnos.»

La mujer miraba a Brianna, todavía con lágrimas en los ojos y la respiración agitada.

«Yo... yo... me llamo Esther. ¿No vas... a hacerme daño?» Esther poco a poco iba relajando su respiración, o al menos eso parecía para Brianna. Las lágrimas seguían corriendo por sus mejillas, pero había parado de llorar. «Yo... fueron ellos. Quiero decir... fueron los enfermos. Ellos salieron de sus celdas, aprovecharon esa explosión y...» De pronto, ella miró a Brianna con una nueva desconfianza. ¿Tú eres una enferma?» Los ojos de Esther se pusieron frenétics de nuevo al pensar en esta posibilidad, y de nuevo intentó alejarse de Brianna, arrastrando las piernas ya que no podía utilizarlas, y utilizando sus brazos para impulsarse. Sin embargo, pronto desistió en el intento, probablemente por el dolor y al saber que no podría escapar, apoyándose en la pared. Su respiración volvía a ser agitada.

«Por favor... no me hagas daño...» dijo la mujer, suplicando con la voz entrecortada. «N-no quiero morir...»

Le dijo su nombre y la vio mucho más calmada. Viendo sus lágrimas y su cara de miedo supuso que así se había estado viendo ella por horas, por lo que evitó una mueca. —No, yo no... — intentó calmarla nuevamente, para escuchar entonces que habían sido ¿Enfermos? Del lugar quienes le habían hecho aquello. Eso la dejó en blanco. ¿Dónde estaba para que enfermos actuaran así? Las posibilidades solo la asustaban más.

—¡Tranquila! No te voy a hacer daño, tampoco tengo armas ni nada — volvió a tratar de mostrarle que estaba completamente libre de objetos. —No sé ni donde estamos ¿Qué lugar es este? Desperté en una sala amarrada y al rato llegó un doctor — trató de explicarle, pero anotando no decirle de su alucinación —Luego vinieron las explosiones y logré liberarme, luego vine hacía acá, no me he encontrado con más nadie. — la mujer no podía caminar, quería ayudarla, si no era un problema para ella claro, pero tendría que cargarla… Aquello no iba a ser fácil.

La mujer vio los movimientos de Brianna, y poco a poco comenzó a calmarse de nuevo, cerrando los ojos y emitiendo un leve suspiro. La pobre mujer estaba demacrada aunque, por suerte, aparte del daño que le habían infligido en los pies no presentaba otros signos de violencia. 

«Entonces sí eres una de los enfermos...» Esta vez lo dijo de forma más tranquila, aunque también más segura. «Estamos en un hospital psiquiátrico. ¿Es que no te acuerdas de cuando te metieron aquí?»

La mujer vio las intenciones de Brianna respecto a cargarla, y aunque tuvo un momento de reticencia inicial, finalmente acabó por asentir. 

«¿Dices que estabas amarrada? Eso no es propio de este hospital... pocos enfermos requieren de ese tipo de trato. ¿Quién era el doctor que estaba contigo?»

Cogió la llave apresurado, no quería hacer esperar al tipo con el arma. - Enseguida voy. - comentó para ganar algo de tiempo. Abrió el cajón y cogió lo que sea que hubiese allí, no tenía tiempo para pararse a leer nada, por lo que se lo guardó en el pantalón y se dirigió a toda prisa junto a su compañero. - Continuemos. - mustió. No se sentía seguro teniendo a un loco con un cuchillo rasgando caras, pero debían salir de allí cuanto antes.

Ahora hay que girar por allí. - señaló en la dirección que conducía hacia la salida de emergencia del segundo piso.

Vio que lograba calmarla y suspiró aliviada, no quería seguir peleando con ella, aunque si hubiera continuado de ese modo lamentándolo mucho, la hubiera terminado de dejar allí sola, no podía confiar en quien la veía como una amenaza.

Ante sus palabras hizo una mueca y asintió, suponiendo que sí lo era. Al escuchar donde estaban abrió los ojos asombrada estupefacta ¿Un psiquiátrico? ¿Por eso había estado viendo alucinaciones? No, eso no podía ser verdad, tenía que haber otra respuesta para lo que pasó. —Yo… No. — confirmó sus palabras —Solo recuerdo mi nombre y haber despertado aquí. — esperaba que con eso la ayudara más y bueno, terminara de confiar en ella.

La ayudó a levantarse, apoyándola en la pared poco a poco hasta que estuvo erguida. Agarró aire y pasó el brazo de la mujer sobre sus hombros, recostando casi todo su peso sobre ella, logrando así cargarla lo suficiente como para poder comenzar a caminar un poco. —¿No es normal? — vale, allí había gato encerrado. —No lo sé, no respondía a mis preguntas, estaba muy tapado para reconocer algo en su rostro. Las explosiones… Falleció por ellas — no quería explicar cómo en realidad —Pero antes, no me había querido soltar, parecía creer que mi amnesia estaba muy bien.

El candado se abrió con un chasquido seco cuando Ethan hizo girar la llave en él. En el interior del cajón, un dossier con un sello negro que no supo identificar se encontraba encima de otra serie de papeles desordenados, y una foto de la familia de Michael, con él mismo y sus dos hijos posando en el jardín de una casa de aspecto adinerado. Ethan miró la foto sin saber muy bien cómo sentirse en esa situación, pero finalmente reaccionó y cogió los papeles sueltos y los metió junto con los otros papeles en el dossier, por comodidad; los enrolló y se los metió en el pantalón. Sobresalían un poco por su tamaño, pero por ahora parecían bien sujetos ahí.

El hombre de negro miró a Ethan con curiosidad, advirtiendo el dossier en su bolsillo. Con un encogimiento de hombros, se puso de nuevo en marcha, dirigiéndose a la dirección que le dio Ethan.

«Por cierto, no te he dicho mi nombre. La verdad es que no me importa que no lo sepas, pero te será más cómodo dirigirte a mí por mi nombre. Supongo.» El hombre no estaba totalmente convencido. «Me llamo Clint.»

Clint y Ethan se dirigieron por la esquina, entrando en un nuevo pasillo. En este, las puertas de las habitaciones se encontraban todas abiertas, lo cual extrañó a Ethan. De hecho, mirando hacia detrás las puertas de ese pasillo también estaban todas abiertas. ¿Dónde estarían los enfermos? Es cierto que muchas de las habitaciones ya habían sido vaciadas en los días de antes, pero aún así deberían quedar todavía por lo menos la mitad.

Un ruido rechinante comenzó a sonar por la espalda de Ethan, a lo lejos.

La mujer escuchaba el relato de Brianna, haciendo pequeños apuntes en voz baja, más para sí misma que para que la chica las oyera realmente: "«Entiendo...» «Amnesia...eso no es motivo para estar en un psiquiátrico...»", mientras Brianna la comenzaba a tomar por los brazos para ayudarla a caminar.

Cuando Brianna preguntó si no era normal ese tipo de trato con los pacientes, Esther volvió a negar. Sorprendentemente, pareció no estar demasiado afectada por el hecho de que un médico había muerto por las explosiones, pero cuando dijo que al médico le parecía correcto que ella pasara por ese episodio de amnesia, su cara mostraba una clara confusión.

«¿Cómo? ¿Que creía que la amnesia era un buen signo? ¡Eso es imposible! ¡Nadie en su sano juicio pensaría de esa forma! ¿Qué estaba haciendo el doctor contigo para tenerte amarrada?»

La cara de Esther mostraba una mezcla de dolor, preocupación, estrés y confusión, todo ello mezclado en una vorágine de sentimientos. No era uno de sus mejores momentos, eso seguro.

Mientras Esther y Brianna caminaban, a paso extremadamente lento a causa de las heridas de la mujer, Brianna fue mirando a su alrededor, sin perder detalle de lo que le preguntaba, pero tampoco bajando la guardia. No sabía por dónde tenía que ir exactamente, pero al final del pasillo donde había encontrado a Esther parecía haber una bifurcación, y una barandilla con un pasamanos que indicaba algún tipo de hueco delante de ella.

Ethan. - contestó a Clint. Estaba demasiado alterado para andar con cordialidades, aunque agradeció que el tipo le dijera su nombre o al menos, uno al que poder dirigirse a él, porque bien podría ser uno falso. No le dio muchas vueltas a eso, solo pensaba en salir de allí. - Voy detrás de ti, compañero.

A medida que avanzaban, cada vez le gustaba menos aquella situación. - Clint... Las puertas. Deberían estar todas cerradas... Sé que ha habido una explosión hace poco y puedas pensar que han evacuado a los enfermos, pero por normas de seguridad, en caso de situación crítica y por el bienestar de los enfermeros, se deben dejar en sus habitaciones a los pacientes. Cuando están alterados... Puede hacer locuras... - nunca había creído que esa norma fuera necesaria aquella norma, pero después de ver al director, tenía claro que no bromeaban.

Oyó algo detrás de él, una gota de sudor frío le recorrió la espalda. - C-C-Clint... Creo que hay algo detrás nuestra. - tenía miedo de gritar e incluso de girarse, pero aun así se armó de valor y volteó la cabeza.

Mientras iban caminando Brianna miraba alrededor, se sentía más segura con alguien con ella, pero que no pudiera caminar no ayudaba, pero por lo menos, al escucharla sabía que no estaba tan loca, no podía estar allí por una razón real. Algo le tenían que haber hecho y ahora quería respuestas más que nunca. El problema era que su doctor estaba muerto y aquel lugar parecía estar completamente vacío. —Realmente no tengo idea. Como te digo, estoy bastante pérdida actualmente — y no se refería solo a que no tenía idea de por donde estaban caminando. 

—Dijiste que... Que los enfermos te atacaron. ¿No sabes de donde vinieron las explosiones o que paso? — ya que la mujer no parecía tener datos de su problema, por lo menos podía averiguar algo que sí sabia. Llegaron entonces al final del pasillo y con cuidado se asomó por la barandilla viendo que había un modo de bajar. —Supongo que nos toca bajar ¿No? Tenemos que ver si hay más gente que nos pueda ayudar — le dijo a Esther, acomodándola sobre su hombro para que no se le resbalara.

Ethan se dio la vuelta, con el corazón en un puño, y observó con terror cómo el director, del que estaba seguro que había muerto, corría con un puñal en la mano hacia Ethan, todavía con esa escalofriante sonrisa mutilada en su carne, de la que goteaba sangre que salpicaba el suelo a su paso.

Y... tan pronto como vio eso, desapareció. En apenas unas décimas de segundo, y sin dejar rastro, dejando el pasillo completamente libre.

Un ataque de tos invadió a Ethan, que trataba de respirar, boqueando, intentando que el oxígeno entrara en sus pulmones. Probablemente se debiera al polvo en suspensión, o a un ataque de pánico, pero Ethan no podía más que toser y toser, respirando con dificultad mientras caía al suelo, apoyado en la pared. 

Casi como si algo ocurriera a lo lejos, la voz de Clint resonó en los oídos de Ethan, pero tenía los oídos taponados y le costaba discernir lo que estaba pasando. Clint pasó como una exhalación por delante de Ethan, y solo fue unos segundos después que Ethan pudo retomar el control de su propio cuerpo, movido como un resorte por un sonido seco en el aire, cuando vio a Clint de pie, junto a un cuerpo.

Dicho cuerpo tenía un agujero de bala a la altura del corazón, y estaba completamente inmóvil. Del cuello de Clint manaba la sangre, roja y limpia, de una herida provocada por algo tosco, definitivamente no por un cuchillo o un disparo.

Clint miraba al cuerpo que tenía enfrente, al hombre que acababa de matar. Era un enfermo del hospital, de eso estaba seguro Ethan. Y tenía la boca llena de sangre.

«No tengo ni la más menor idea... Las explosiones... Yo que sé, podrían haber sido la caldera del gas, o un atentado terrorista. ¡No lo sé! Pero los enfermos... ellos parecían distintos. Algunos más que otros, pero todos ellos eran extremadamente agresivos. Esto es un psiquiátrico, ya estamos acostumbrados a tratar con ellos, pero estos parecían no reaccionar en absoluto... Y además, ¿cómo han escapado todos y cada uno de ellos? No tiene sentido, y yo sé menos que tú aún, muchacha.»

Al ver que Brianna se aproximaba a la bifurcación, Esther pareció reconocer el sitio donde se encontraban, a juzgar por su expresión preocupada.

«Vale, sí... Bajemos, pero no te dirijas a las salidas. Estoy segura de que todos los enfermos han ido a las salidas para intentar escapar del hospital. Vayamos a la azotea. Para ello tienes que bajar esas escaleras, y después rodear el hueco que hay hasta llegar al otro lado. Allí hay unas escaleras ascendentes que pueden llevarnos a la azotea.»

El hueco en cuestión es el hueco que da a la planta baja. El hospital está estructurado de forma que las plantas superiores forman anillos en torno a ese hueco central, y del que luego parten innumerables pasillos, todos ellos con habitaciones en su mayoría como las que Brianna ha visto antes. Esa es toda la información que tiene Brianna a partir de lo que ha visto hasta ahora y lo que le ha contado Esther.

Que esperanza. Esther parecía estar básicamente igual a ella en relación a todo lo que estaba pasando y eso no la emocionaba mucho. Pero por lo menos no estaba sola y estaba desubriendo algunas cosas para ubicarse un poco más. Ella quería salir, encontrar respuestas, encontrar su caso, algo. Sobrevivir era también su prioridad claro. —Si escaparon todo ¿No has pensado que es un trabajo interno o algo así? No sé, me parece todo muy raro.

Al escuchar su idea suspiró, ella quería salir de allí, pero sin un arma no podrían escapar de los enfermos agresivos, además, ella aún tenía el peso de Esther encima que la dejaba con menos oportunidades de luchar. Asintió entonces y comenzó a bajar las escaleras con la enfermera.

Duraron sus buenos quince minutos en ello porque tenía que ir poco a poco por la mujer. Pero lograron llegar al siguiente pasillo, que sinceramente, le pareció idéntico al de arriba. —Estoy comenzando a odiar este lugar.

Se acercó a su compañero como pudo. - ¿Clint? ¿Estás bien? - examinó la herida en su compañero para ver la gravedad de esta y la intentó tratar, como enfermero de ese hospital que era, alguna que otra vez alguno de los enfermos se había autolesionado de alguna forma y había tenido que ser él mismo quien las tratara. A pesar de que no era tan bueno como un doctor de cualquier otro tipo de hospital, si que era capaz de hacer buenos vendajes.

Observó el cuerpo del suelo, intentó no centrarse demasiado en él, Clint había hecho lo que debía hacer. Si no, quizá ahora aquél paciente se habría abalanzado sobre ambos y los habría masacrado. - Clint... - mustió con cierta pena. - Creo que está pasando algo extraño en este hospital, me parece haber visto al director caminando por el pasillo... - miró serio a su compañero, con determinación. - Sé que debes saber algo, pero también que no me darás muchos detalles, solo dime ¿habéis fabricado alguna especie de agente biológico capaz de hacer que los cadáveres se levanten? ¿O simplemente es algún tipo de alucinógeno? Si se me está yendo la olla o los muertos se levantan, me gustaría saberlo. - Ethan se negaba a creer que aquello que acababa de ver hubiera sido real ¡debía tener una explicación lógica! Aunque a pesar de intentar mantenerse frío, estaba terriblemente nervioso ¡acababa de ver andando a un tipo que estaba muerto hace un segundo! ¿Qué brujería era esa?

Clint no reaccionó cuando Ethan comenzó a tratar de vendarlo, simplemente se quedó mirando el cadáver del enfermo, en blanco. Cuando este terminó de aplicar el vendaje, Clint solo se llevó la mano al cuello, como incrédulo. 

Entonces se dio la vuelta, y por su cara Ethan pudo saber que no estaba pensando nada bueno.

«El director está muerto, Ethan. Recuérdalo bien. Si has visto eso... es demasiado tarde. Para ambos.»

Clint hizo una pausa, apretando la pistola en su mano, dejando sus nudillos blancos.

«No sé mucho más que tú, pero sí, algo estaban experimentando en este hospital. Veníamos cada semana a recoger las "sobras", como ellos llamaban... Es algún tipo de infección, Ethan, pero ninguno de los enfermos en los que han experimentado ha sobrevivido... Y no podemos salir de aquí.»

Clint relajó la mano de la empuñadura de la pistola, finalmente, pero entonces hizo algo que Ethan jamás habría esperado. 

Cogió la pistola, la apuntó a su sien, y disparó.

El cuerpo cayó al suelo, con la cabeza destrozada por la bala, un charco de sangre se comenzó a formar rápidamente bajo su cráneo, la pistola inerte en la mano ahora abierta del hombre. El disparo resonaba en los oídos de Ethan, o hacía eco en las paredes del psiquiátrico, no lo sabía. Su compañero acababa de pegarse un tiro a sí mismo.