Por cierto... no había cierto diario que iba a colgar cierta barda para ganarse alguna recompensa rolera???? :P
Sí, pero como al final ibamos a jugar en nada tiempo asumí que nos acordariamos. XDDD
Ahora...si hay experiencia de por medio esta noche lo subo :P
Dejad que os cuente una historia. La historia de una aventura que empezó, como muchcas otras, con una traición, una huída y demás cosas de poca importancia que oyen en demasiadas historias. Huía una caravna de su hogar, cuando de pronto la tragedia ocurrió. Un rayo, demasiada lluvía y barro y un accidente de caravanas.
Las voces se elevaban bajo la intensa lluvia en aquel improvisado campamento que, utilizando los destrozados carromatos como enfermería trataban de recuperarse. Los nervios estaban alterados y, aunque las causas del accidente eran obvias, había quien señalaba al conductor como responsable, debido a la petaca que sobresalía del bolsillo. Sin embargo, como bien señaló Aibi, la hermosa y encantadora bardo, con su lengua tan afilada como venenosa, dirigir una expedición como esa con un clima como aquel bien requería alcohol en el cuerpo para combatir el frío. Y para combatir la estupidez de algunos, claro.
Las palabras de la semielfa no sentaron muy bien; el que Saevel, un estirado elfo pareciese preocuparse más de una extraña colección de cachivaches que del estado de sus compañeros no contribuyó a relajar el clima. Poco sabían los viajeros de artefactos mágicos y, a sus ojos, solo era un arrogante que se preocupaba más de sus joyas que de los que les rodeaban. La tensión comenzaba a ser palpable, igual que la necesidad de salir de allí, pues la mayor parte de los viajeros presentaban heridas y contusiones de diversa gravedad.
–Es necesario ir a buscar ayuda– gruñó Molok, el líder y guía de la caravana mientras se vendaba con habilidad una fea herida en el hombro. Molok, como todos los enanos, era vigoroso y rudo, pero al contrario que los de su raza, poseía una paciencia casi infinita. Paciencia que estaba comenzando a agotarse. El enano miró hacia las montañas, luego miró al grupo. Quizás tuviese fuerzas para atravesar la cordillera, pero aquello significaría dejar la caravana desprotegida, y era su responsabilidad. Fuesen agradables o desagradables debía protegerlos. Su honor estaba en juego y no quería ver la tinta en su rostro. Sus ojos recorrieron el grupo y se posaron durante unos segundos en la que injustamente consideraba una insufrible bardo que tantas canciones había cantado. No se podía negar que tuviese buena voz o talento... quizás demasiado. Pero los versos sobre barbas raleantes empezaban a cansarlo. La joven parecía haber salido bien parada del accidente, al igual que el estirado del elfo. Aquel asqueroso oreja-picuda no había colaborado en ningún momento. Estaba claro que una gota d sangre de elfo era señal inequívoca de que eras un gran gilipollas. No como ser enano. Pero ya saben todos, queridos amigos, que los enanos no aciertan con sus juicios.
Ya iba a abrir la boca el enano cuando una voz tan grave como indiscutiblemente femenina.
–¿Qué sugieres que hagamos?– A pesar de su entereza, el enano no pudo menos que sentir un escalofrío ante aquell voz y aquella mirada. Serhilda. No podía ser otra. Su acerada mirada y un rictus cargado de crueldad y odio podían poner en fuga a muchos bravos guerreros. Sin embargo, en aquel momento parecía estar de su parte y dispuesta a hacer lo que otros no querían.– Di lo que hay que hacer y se hará.
–Hay un mago. Fascilus. Él podrá ayudarnos a poner en marcha la caravana de nuevo. Su magia es tan poderosa que sería capaz de repararlo en pocas horas. No vive lejos, pero el camino es duro, incluso para alguien como tú– respondió Molok mirando a la humana. En ocasiones un reto valía más que una súplica– Alguien tiene que ir, pero no solo, pues sería suicida incluso para el explorador más experimentado.
–Iré. Aunque nadie tenga arrestos para acompañarme– respondió la humana mirando con desprecio al resto de viajeros.
–No es cuestión de valor– respondió el enano volviendo a posar la mirada en el elfo y la bardo.– Todos están heridos, no podrían hacer el viaje. Todos salvo... ¡Los dioses te asistan!
Ciertamente, Saeavel y Aibi no parecían los compañeros más apropiados para nadie, pues su constitución era, a simple vista, frágil y enclenque, además de no parecer tener ningún talento más allá de aquellos creados para irritar a sus semejantes. Sin embargo no pusieron muchas objeciones a la idea de ir a buscar ayuda mas allá de la cordillera. Especialmente Aibi. Puede que hubiese preocupación por el resto de los miembros de la caravana, pero sin duda alguna, había más deseo de salir de allí que otra cosa. De modo que, con un equipaje ligero, dispuestos a llegar lo más rápido posible al hogar del famoso mago, el pequeño y variointo grupo se puso en marcha.
Las montañas eran escarpadas y, como habían supuesto, la lluvía no ayudaba en nada a caminar entre ellas. El camino era tan estrecho que mirar al suelo hacía que el sentimiento de vértigo se disaparase, pero no mirar hacía que caminar fuese peligroso. De este modo, avanzaron con lentitud, tratando de no pensar en la altura ni en la peligrosidad del trayecto.
La lluvía golpeaba con fuerza contra la armadura de Serhilde produciendo un tintineo musical, irritante y hueco. Estaban en medio del peor temporal del año. En aquel momento, un rayo cayó en un árbol cercano, reventándolo en mil astillas. El trío se sobresaltó al oír el ruído y ver la luz hundiendose en la madera, haciendoles resbalar y deslizarse peligrosamente hasta el borde del precipicio. Afortunadamente, Aibi en vez de saltar se había agachado cubriendose la cabeza, como una niña pequeña. Un movimiento del que ella misma se hubiese burlado pero que, paradojicamente le había salvado la vida, Cuando alzó la cabeza no vio a sus compañeros, pero no tardó en oír sus voces, en el borde del precipicio. Elfo y humana habían conseguido engancharse a unas ramas que tenían aspecto de quebrarse en cualquier momento. Y si bien no había una caída al vacio debajo de aquellas ramas, la pendiente era lo suficiemente escarpada como para dejarlos gravemente heridos...o algo peor.
Protestando en voz baja y arrastrándose por el barro en busca de mayor estabilidad, Aibi se las ingenió para tender la mano a la humana mientras que con la otra se sujetaba a una piedra. La compasión de los dioses hizo que su mano no resbalase y su brazo resistiese. La habilidad de la humana le llevo a ponerse a salvo...y a ayudar a evitar que el elfo se hiciese pure blanco y rojo contra las rocas.
Resoplando se sentaron a descansar entre las rocas, pero la humana no tardó en meterles prisa. Era una agonías. Y el elfo un pardillo. La única que valía la pena era la bardo. Y no lo digo, maravillosos oyentes, porque esa magnífica mujer esté ahora contandoos esta historia. No es más que la verdad. Y cuando algo es la verdad hay que contarla hasta el final.
Y la verdad, queridos amigos, es que continuaron su camino. Les esperaban sus amigos en las caravanas, algunos heridos, todos cansados y empapados. Y con la que caía se formaban charcos, y ya saben que eso puede hacer que los nobles enanos se ahoguen. Pero no todo era fácil. A mitad de camino se encontraron con un grupo de hienas. No eran muchas, ni estaban en el mejor de sus momentos. Eran flacas y huesudas como el elfo, malolientes como la humana y decididas como la bardo. Luchar contra ellas no sería complicado, pero llevaría tiempo, con lo cual, haciendo uso de sus poderes, Aibi intentó en vano calmarlas. A pesar de ser habil en su razonamiento hienil y magnífica en todo, la presencia del resto de componentes del grupo perturbaba a los pores animales ¡No podía ser otra cosa! Y hubo que luchar.
No habían puesto aún nuestros bravos amigos las armas sobre los animales cuando un elfo ¡otro más! Salió de entre los árboles, y cual hojas danzando con el viento, mató uno de los animales y puso en fuga al resto.
“¡Silencio!” nos impuso...más resultó que no imponía nada, sino que era su nombre. No son muy originales en los bosques ¿Verdad? Seguramente ni siquiera fuese su nombre, sino que fue un niño respondón y no muy listo, y confundió la orden paternal con el nombre. No le juzguemos demasiado rápido pues pese a que no era muy hablador, no era mal tipo.
Veo que les ha gustado esta repentina aparición ¿veo que me ofrecen una jarra de hidromiel por aquí?¿Sí? Bien, continuemos.
Cada vez oscurecía más y más, y el camino era peligroso, por lo que los bravos aventureros hicieron noche en el campamento. La bardó empezó a cantar las gestas del grupo, más Silencio se mostraba incómodo. Dijo claramente a la bardo que no quería que sus historias fuesen conocidas, que no quería que nadie supiese que buscaba venganza ni que era un elfo que caminaba sin hacer ruido, susurrando siempre, siendo uno con el bosque. ¡No quería que la bardo narrase nada sobre él!
Pero no siempre tenemos lo que queremos.
Claro, que eso se descubrió al día siguiente en el pueblo. Cuando por fin llegamos la gente era aún más sec y borde que todosel grupo. Callados como Silencio, estirados como Saevel y gruñones como Serhilda. ¡Un poema! Sin embargo, algo conseguimos sacar en claro. Y es que ninguno de ellos quería extrajeros cerca y todos tenían cierta inquina al mago que buscábamos. Pero tampoco querían decirnos donde estaba.
Muy listos no eran en ese pueblo. Ni amables ni simpáticos.
Desde luego, les faltaban todas las cualidades que la preciosa y talentosa bardo tenía.
Merodeando, investigando y paseando llegaron a un extraño lugar en el pueblo. Los lugareños que habían abierto la boca habían mencionado una maldición. ¿Y adivinan con que se encontraron nuestros aventureros? A ver... ¿El niño que se rasca como si tuviese piojos? Exacto. Con la maldición. Al principio no parecía gran cosa. Perturbadora sí, pero nada peligrosa. Un simple carromato con cara. ¡Qué equivocados estaban! De pronto, impulsado por una terrible ira, el carromato se abalanzó sobre el grupo. Silencio esquivó sin problemas, preparado para atacar, pero Serhilda y Saevel era tn veloces como inteligentes. Es decir, lentos como un caracol. De modo que Aibi actuó de nuevo ¿Os he dicho lo valiente y decidida que es esta muchacha? De verdad, nada tiene que ver con que sea yo. Juzguen ustedes mismos. Mientras Silencio peleaba con el carro y Serhilda se hincaba, preparada para recibir el impacto y devolverle la coz (no se puede llamar de otra forma) la valiente bardo sacó del camino del carro al mago. Con lo enclenque que era... como para dejarlo. Acto seguido, sacó sus dagas para pelear contra el carro y se lanzó junto a Silencio y Serhilda...que ya le habían pegado una buena paliza. El pobre carromato no se había visto en otra igual. ¿"Y qué hace un carromato con cara cuando está en problemas? ¿Ideas? ¿Rodar? No. ¿Lanzar caballos? Original, pero tampoco. Lo que hace un carro con cara cuando está en apuros es sencillamente llamar a sus amigos cuchillos con cara."
¡Y oh amigos! Ahi fue cuando empezó el combate de verdad. Serhilda se lanzó como una furia dispuesta a trocear aquellos troceadores. Silencio bailó con los cuchillos, Aibi sacó dos dagas y, pese a recibir una herida tan fea como la humana, les hizo frente. Saevel....eh.. Saevel intentaba hacerse un hueco. Como todos en este mundo. El combate seguía, los cuchillos se lanzaron contra Silencio, que cayó inerte al sueloco un charco de sangre creciendo a su alrededor. Saevel por din se unió al combate. Las cosas parecían ponerse de mal en peor pero, de forma casi milagrosa finalmente consiguieron acabar con todos los cuchillos...a un alto precio.
Silencio estaba tendido en el suelo sin respirar. Aibi gravemente herida. Saevel y Serhilda con heridas superficiales. Y ¿como no?, a pesar de sus heridas, quien tuvo que arreglar las cosas fue la buena de Aibi que, con dificultad se inclinó sobre el silencioso Silencio (¿os daís cuenta de que poético reulta el error de un niño al creer que una riña es su nombre?) y, haciendo acopio de sus fuerzas utilizó su magia para curarlo. El elfo, confuso, le dio las gracias y se levantó. Fue entonces cuando el grupo, mirando a su alrededor, tomó una decisión.
¿Quieren saber cual fue? ¿Por qué estoy contando yo aquí la historia? Bueno, eso tiene fácil solución, sigan con los oídos muy abiertos y los bolsillos algo sueltos, pues esta pobre pero encantandora semielfa tiene que comer y encontrar posada. Echen, echen unas monedas y continuaré contando.
Tan insufrible como Aibi.
Esto queda actualizado para dar cabida a las partidas de sistemas diferentes que hagamos por roll20. Ya he abierto escena para Dark Golgota para información sobre su próxima partida de far west.
Normativa rol por telegram
- Mínimo un mensaje cada 24h, a partir de ahí el ritmo puede fluir más rápido si los jugadores postean más a menudo.
- Ortografía correcta, no hace falta que se sea un Cervantes, pero evitar el uso de lenguaje "SMS"
- Se utilizará el registro presente en primera persona, como si se tratara de una partida de mesa.
- Si es posible, los diálogos irán en negrita. Ejemplo de mensaje "Avanzo sigilosamente hacía el trasgo, desenfundo mi daga y la embadurno con veneno de araña y se la colocó en el cuello diciéndole - ¡Eres mío, por fin te encuentro traidor!. -
- Habrá un grupo OFFROL para comentar toda duda, comentarios sobre la partida, y cualquier cosa que hablemos como jugador. El grupo onrol será exclusivo para la interpretación y las tiradas de dados.
En la última partida me lié con el reparto de dinero, confundiendo las piezas reinas con las piezas nobles. Tenéis que modificaros las fichas según lo siguiente
Tesoro obtenido de la catacumba del nigromante elfo Kadum: 300 piezas reinas no, són 600 piezas nobles (que equivaldrian a 6 reinas, pero mejor que contemos con piezas nobles ya que las primeras son monedas algo raras.).
De estas 600 cada uno de vosotros os asignastéis 200pn. Nihaly y Kaler, tenéis que descontaros 30 pn por participación en torneo de la luz triunfante.
En cuánto al arco ornamentado que compró Nihaly, su coste real son de 150pn, que te tendrás que descontartelo de tu tesoro personal.
¿Y cuanto gané?
De momento cuento 200-30-150= 20 a lo que tengo que añadir lo que haya ganado de torneo de arco.
Que nos apuntamos el otro dia? Que ya no se ni que es lo nuevo y lo viejo XD
Awib entró en la sobria habitación de la posada de Diente y La Cachimba dejando atrás el barullo general del comedor principal de la taberna, dónde los variopintos miembros de las expediciones de ruinas antiguas congregadas en la ciudad de Wati celebraban los éxitos de sus aventuras mientras que algunos, en rincones más alejados, lloraban las perdidas de sus compañeros y ahogaban la pena en el alcohol.
Era una noche especial, la enana fue quitándose una a una las placas de metal de su armadura y dejándolas cuidadosamente encima del catre. Manchadas de sangre y otra suciedad, cada placa que extraía dejaba caer arena del desierto al suelo. Cuando hubo acabado con el proceso, ya en prendas de tela, desenrolló las tiaras de metal que recogían su cabello en múltiples coletas y sacudió la cabeza expulsando la suciedad acumulada. Tras ello, tomó su martillo "Rompedor de Tierra" y lo dejó ceremonialmente apoyado frente al catre dónde yacía esparcido el resto de su equipo.
Awib se asomó a la pequeña ventana que daba al exterior de la posada, las calles de Wati parecían rebullir de actividad y festejos aún bajo el manto de la noche, iluminados por antorchas y la nítida luz blanquecina de la luna llena de aquella noche. La paladin de Torag observó durante unos instantes la luna, en lo alto del cielo, mientras reflexionaba sobre todo lo acontecido en la tumba de Akhentepi, de los peligros que habían vivido y del característico grupo al que se había unido, cuyo nombre elegido era el de Leones de Wati. ¿Hacía honor dicho nombre al grupo? se preguntó la enana mientras se sentaba en un pequeño escritorio junto al catre y extraía de su bolsa de viaje un rudo tomo con cubiertas metálicas que dejó con un sonoro golpe sobre la mesa, sacándo a continuación una pluma y un pequeño frasco de tinta negruzca.
Awib abrió el libro de placas metálicas, cuyo titulo aún había sido grabado, y con dedo pasó sus páginas de textura apergaminadas sin texto. La paladin de Torag cogió la pluma con sus gruesos dedos y mojo su punta con algo de tinta del frasco, entonces empezó a rasgar en la primera página de aquel libro...