Partida Rol por web

- Yo iré, si esos estúpidos quieren hacer una matanza de inocentes, irá bien que alguien lo evite. No sé a quienes tengo más miedo, a los salmones o a los que dicen que vienen a combatirlos.

Horace Croon le explica a Gavros de manera somera el funcionamiento del sumergible y se ofrece a tenerlo a punto cuando los Héroes lo necesiten, con lo que incluso podrían usarlo para acercarse a la Cala de los Cangrejos sin ser vistos.

Garin se ofrece a leer el libro, aunque quizás sea necesario que alguien más versado en los conocimientos de lo arcano, de aberraciones y otros conceptos para interpretar lo que allí se encuentre.

Eredhir echa un vistazo a su carcaj y ve que quizás sería necesario que repusiese municiones. También sería una buena idea organizar y repartir el equipo submarino que han ido recolectando. Y deshacerse del equipo obsoleto, ya que las monedas y joyas son más fáciles de llevar a cuestas que otros objetos. El único lugar del pueblo para hacerlo es el almacén general del pueblo.

Gracias Horace.  Si, te agradeceremos nos lleves en unas horas a la cala de los cangrejos. 

De regreso con sus compañeros. 

Dado que es caos lo que enfrentamos, ¿pueden traer algo que haga las armas axiomáticas?  ¿Y algo que nos proteja contra el frío?  -les encargaba a sus compañeros ese favor, más asiduos compradores ellos.   NO, no una frazada, jajaj.  Un escudo, por ejemplo.  Se acordaba del ataque en el templo, y tembló tantito. 

Se disponía a rezar y dormir, para recuperar la capacidad de solicitar plegarias. 

La locura es algo muy difícil de curar. Mucho.  Pero la ganancia es mucha y se agradece, mi diosa.

- Puedo preguntarle al tendero si tiene algún aceite que puedas aplicar a tu arma, Gavros, pero tendrás que ser más concreto con eso del escudo... si lo que te preocupa es el frío, quizá Alatar conozca un conjuro para protegernos, o puedo intentar agenciarnos una varita...- comentó el elfo mientras iba sacando algunos objetos del saco mágico y colocándolos sobre la mesa.

- Si no os importa, yo me quedaría una de éstas...- dijo señalando uno de los frascos de cristal azul -... y creo que el casco y el tridente deberían llevarlos alguno de los que preferís las distancias cortas...- añadió, mirando a Garin y a Montaña, antes de coger el tridente y lanzar un par de estocadas al aire -... no sé que tal se os da el combate bajo el agua, pero estás armas acostumbran a ser bastante efectivas en esas situaciones...

- Voy a acercarme al almacén a por algo de munición y algunos consumibles de repuesto...- levantó un puñado de amuletos varios -... queréis que venda algo de esto también?

Tras concretar los detalles de las compras con sus compañeros, Eredhir se dirigió hacía la única tienda del pueblo que podía lidiar con las transacciones que tenía en mente.

-Siguiendo el sabio consejo de Eledhir, no quiero saber nada del casco ni del tridente ya que dificultarían mis estratégicos ataque por la espalda. -Dice Zaev a sus compañeros con una sonrisa. -Y si nadie está interesado cogeré el otro frasco azul.

-Te acompaño hasta el almacén, nunca se sabe si encontraremos algo de interés, además necesito flechas nuevas, y siempre puede que encontremos alguna daga más acorde a mi juego de muñeca izquierda.

El enano cogió el extraño yelmo y mirándolo con preocupación por todos lados dijo: ¿De verdad tenéis pensado luchar bajo el agua? Por mucho que supuestamente no podamos ahogarnos, cosa que ya me parece mucho, si hemos de combatir con criaturas en su propio medio, no podríamos. Bajo el agua nos movemos mucho más lenta y pesadamente. Nos fatigaríamos antes de llegar ni siquiera a encontrarnos con ellos. Seríamos una presa fácil. Además, ¿cómo puedo llevar mi escudo y armadura? Sería como un plomo que se hunde y no podría apenas moverme... Finalmente cogiéndo en la otra mano el tridente: ¡¿Y esto?! ¡esto no es un arma ni es nada, no le acertaría ni aun besugo moribundo! Y Eredhir, ¿qué crees que harán tus flechas una vez las lances? Pues caer a poco más de 3 metros de ti sin apenas fuerza...

Garin veía como un suicidio meterse a luchar bajo el agua, de hecho lo veía como una de las ideas más inverosímiles que nadie le había planteado hacer jamás anteriormente. Y sin embargo se veía cada vez más empujado hacia ella. Sabía que sus compañeros apenas ni lo pensaban y no iba a abandonarlos ahora. Habría muerto ya varias veces de no ser por ellos así que ahora lo que menos le importaba era morir, no obstante, si le importaba que murieran todos estúpidamente.

Estoy seguro que debe haber un templo o algo similar allá abajo.  Algo como los subterráneos de la mansión Undiomede, para estos seres anfibios.  Llegaríamos allá en el aparato sumersible. Veo lo de las pociones de agua y demás como para librar obstáculos de porciones inundadas, o salidas temporales del carromato submarino, nada más. 

Si estoy equivocado y nos percatamos a tiempo, regresaríamos para planear diferente. Pero de otra manera no nos queda; todos vimos en sueños que la alineación de planetas para dar apertura a estos seres de otra dimensión volverá a ocurrir muy pronto.  Farasma ha de querer que estemos ahí para cerrarla y que no se abra un portal de locura infinita.

Con esa intención y posibilidad voy.

- Yo puedo llevar el casco si queréis, pero siempre prefiero utilizar mis garras a usar armas. Estas dos -dijo señalando a las que llevaba a la espalda- son de plata y de hierro frío, por si me encuentro seres resistentes, pero por lo demás están de adorno. Creo que me será muy útil, si no me equivoco permite ver, respirar y nadar bajo el agua incluso con armadura, con eso voy bien servido, o eso espero.

De camino al almacén Eredhir se tomó unos segundos para contemplar la estatua que se erguía en el medio de la plaza. Cassius Undiomede se alzaba imponente, su mirada perdida oteando la tormenta en el horizonte.

Aquél hombre había construido una comunidad de la nada y había traído cierta riqueza al lugar, pero ahora el elfo se preguntaba a qué precio. El pueblo parecía estar maldito, no sólo sus gentes, sino el lugar en si, y por las imágenes del sueño que habían vivido todos ellos, todo indicaba que los flirteos del comerciante con el ocultismo y la magia negra podían ser perfectamente la causa. 

Y ahora les tocaba a ellos lidiar con ello. 

Eredhir volvió la mirada hacia Zaev cuando este mencionó las flechas -Sí, yo también necesitaré un buen montón de munición. Nuestros últimos encontronazos han dejado mi carcaj bajo mínimos, y eso que puedo llevar más munición de lo que aparenta a simple vista- continuó mientras se acercaban a la puerta del almacén -No sé tú, pero a mi eso de sumergirnos bajo el agua me incomoda. Según Alatar el contenido de ésos frascos nos permitiría respirar bajo el agua, pero dime tú... viendo las criaturas que nos hemos ido encontrando... ¿qué nos hace pensar que no vamos a encontrar algo parecido bajo la superficie? ¿qué le impediría arrastrarnos hasta el fondo y mantenernos allí indefinidamente? Estoy preparado para la muerte, es ley de vida, pero no me lo perdonaría a mi mismo si en lugar de ahogarme en segundos tuviera que morir de frío o aplastado por la presión...

- Bien, veamos si aquí venden algo que me deje más tranquilo...- añadió, antes de cruzar el umbral de la puerta del almacén.

-No lo quería comentar delante de todos para no empezar a crear pánico en el grupo pero tal y como dijo Garin las flechas en el agua no avanzan y el resto lo mismo. Además las criaturas que encontremos estarán más que cansadas de vivir y luchar bajo el agua- respondió Zaev con cara de preocupación. -Por supuesto que no tengo duda de que las pociones nos permitirán respirar bajo el agua, pero no lo sé, no lo veo claro, solamente el Padre Gavros tiene la confianza puesta en el buceo, supongo que las demostraciones de Farasma le han ayudado, pero quizás mi deidad no es tan "acuática" sonrió mientras entraban en la tienda para añadir. -No creo que la tranquilidad la encontremos en la tienda pero si tienes alguna recomendación en las compras para la vida bajo el mar nos vendría genial...

La verdad es que Eredhir aparte de ser un buen amigo, le trasmitía mucha confianza en combate, y si alguien de su experiencia tenía dudas, todo el grupo debería de estar preocupado.

Eredhir y Zaev entran en la tienda. El inquisidor tiene ya una idea concreta de lo que quiere y pide diversas pociones. El dueño de la tienda, un tal Tam Breckege, se muestra desconfiado pero accede a venderle lo que pide aunque a precios prohibitivos.

-Tengo todo eso. Pero las pociones de restauración y las de bendecir arma tendré que pedírsela a los asmodemitas que ocupan ahora el templo. Y ello puede suscitar preguntas incómodas. ¿Qué les digo si me preguntan quién y para qué las necesita?

Mientras todos discutían como pertrecharse para su próximo destino, Alatar sintió la necesidad de recitar lo siguiente:

- ¡Bid' m!, ¡Bid' m, ¡Bid' m!

El mago se quedó mirando a sus compañeros con cara de extrañeza, pero esperando que aquello tuviera algún efecto...

En Sigil, la Ciudad de los Portales, M'Dib el mercano se hallaba disfrutando de una agradable pipa de especias tras un duro día de productivas transacciones comerciales. Para su sorpresa, la voz de Alatar se hizo presente en sus oídos incluso a través del multiverso. Resignado, se levantó, se calzó sus babuchas y tomando en sus manos un cofre en miniatura, trazó un signo en el aire y se desvaneció en un instante.

Los viejos pactos deben ser honrados pensó para sí mismo antes de desaparecer.

Eredhir miró extrañado al mago - ¿Qué diablos dices, Alatar? - le preguntó antes de girarse hacia Gravros - ¿No habías dicho que habías conseguido sanar su mente? ¿Te encuentras bien? Mantuvo unos segundos más su mirada estupefacta sobre el hechicero, antes de girarse de nuevo hacia el mostrador y seguir con las transacciones.

- Olvida esas pociones entonces, no queremos importunar a los armigeri- respondió, evitando dar más información al respecto. Ya habían tentado demasiado su suerte con los Caballeros Infernales como para dar a entender que tenían motivos para evitarlos.

 - Me quedo con las flechas, las dos pociones salinas y un ungüento para el arma... entiendo que sean momentos de necesidad pero tus precios se salen de mi presupuesto...

Montaña miró a los demás, en silencio, con una semisonrisa en su peluda y fea cara.

- Si tiene alguna poción hidratante para calvos, estaría bien, con tanta humedad tengo la piel sensible.

-Oferta y demanda, extranjeros. Seguro que de donde quiera que seáis el comercio también funciona así responde el tendero.

Al escuchar el comentario de Montaña, el hombre parece dudar si lo está diciendo en serio o en broma:

-Tenemos de hecho una pasta de excremento de gaviota que dice mi mujer que funciona muy bien. Si me da un momento puedo ir a buscarla.

Habiendo descansado y realizado los preparativos, los Héroes se reúnen con el inventor Croon al atardecer en el pequeño embarcadero de la Isinglass.

-Amigos míos, debemos aprovechar las últimas horas de luz para acercarnos a la Cala de los Cangrejos. He estudiado los mapas para poder acercar lo más posible el barco y permanecer oculto. Desde ahí podemos botar mi ingenio para acercaros bajo el agua.

Pero será mejor que os lo enseñe dice por fin mientras avanza por la cubierta tira de una lona que hay en medio de cubierta. Al descubierto queda un ingenio de apariencia similar a un pez hecho de metal.

El aspecto exterior es puramente cosmético, realmente en el interior se trata una esfera circular. La manguera de doble capa que suministra el aire está sellada con una mezcla de grasa de ballena y reactivos alquímicos y se conecta con esta bomba de aire que veis allí. La entrada del sumergible se encuentra en la base de la esfera y mientras se mantenga horizontal la presión de aire impide que entre agua del exterior. Incluso sin usar la bomba de aire, 2 personas pueden mantenerse 60 minutos en el interior, o 4 personas durante 30 minutos. Todo el sistema de la bomba está preparado para que lo opere una única persona, en este caso yo mismo.

Aunque sois 6, si todo sale como planeamos podemos hacer 2 viajes para que desembarquéis en la playa. Cuando lo usemos para descender a la supuesta guarida de esas criaturas submarinas... tendremos que pensar qué hacer con los dos pasajeros extra.

Pero bueno, ya iremos abordando los problemas cuando se vayan presentando. Ahora debemos apresurarnos si queremos llegar a tiempo a la Cala dice mientras suelta amarras y se dispone a desplegar la única vela del barco.

Garin estaba anonadado. Permaneció callado y atento mientras escuchaba al inventor. Le interesaba saber el funcionamiento y exáctamente como se suponía que el ingenioso artilugio podría mantenerse bajo la superficie y no entraría agua evitando así que se fueran al fondo. Cada vez que el inventor decía algo sobre alguna parte concreta el enano se acercaba, la miraba de cerca y le daba unos pequeños golpecitos. Tenía ciertos conocimientos sobre ingeniería enana y pensaba que podrían ser mínimamente aplicables, aunque se dió cuenta que fueron de muy poca utilidad. En este caso le ayudó más su sentido común y lógica, para entender y ver que tal vez, lo que explicaba el viejo chiflado, podría tener veracidad y tal vez funcionar. Aunque lo del agujero por la parte de abajo, seguía sin convencerle del todo...

Eh... dísculpeme señor inventor, esto lo ha probado ya? está seguro que no se llenará de agua por ese agujero? y otra cosa más, cómo lo mantenemos en vertical? existen algun típo de velas o bueno, en este caso remos o aletas para darnos estabilidad?

Y ya lanzándose un poco con su vena creativa: Dice que el aire que cabe dentro da para X minutos en función de las personas, vale, pero en caso de tener que mantenerse ocultos por seguridad, ha pensado en ponerle alguna especie de manguera o algo similar enrollado y de varios metros, con un elemento de flotabilidad a unos 30 o 40 centímetros del extremo, para que en caso de necesitar una entrada de aire se pudiera liberar desde el interior, y por su própia flotabilidad suba hasta la superfície y tengamos una pequeña entrada de aire de emergencia? Podría salvarnos la vida en un momento dado no cree?

Montaña permaneció como ausente ante toda la explicación que daba el extraño invento. Ante el silencio de los demás tomó el yelmo mágico y se lo puso en la cabeza. Como era habitual en los artefactos mágicos, se ajustó como un guante. De inmediato sintió sus efectos, aunque eran innecesarios al aire libre, una vibración de energía contenida.

- Solo necesitaréis ir 5 -dijo cuando el inventor especuló sobre como bajar todos- yo puedo ir con esto enganchado al barco ése por fuera, con esto no me ahogaré y siempre puedo darle una torta al pez que se presente demasiado curioso. Puedo llevar el tridente, aunque no luche con él, para ir viendo si hay peligro...

Gracias Horace, será genial probar el funcionamiento de tu submarínico artilugio.  Te daremos un reporte completo.

El padre se le quedó viendo al aparato a ver si distinguía algo útil o algo peligroso.  La verdad es que tenían pocas otras opciones de llevar la guerra santa hasta el mismísimo nido del mal y el caos.  Pero aún así.   

Me gusta la idea de Montaña.  Yo podría ser el otro lastre externo, proveyendo bien los hechizos o aparatos mágicos correspondientes para no fallarle. 

Y si, ¡vamos a la Cala!  Veamos que trasciende allá.   Su ceño fruncido denotaba decisión entre las canas, para donde quiera que se decantara el conflicto costero, Gavros llevando el símbolo de Farasma ahí estaría.   

Ya mañana se hundirían a las profundidades insondables. 

-Dentro de un pez metálico, sino fuera por toda la locura que llevamos visto durante nuestras aventuras, esta se llevaría la palma pero veo que tanto Gravos como Garin tienen mucha seguridad en nuestro amigo el inventor. -dijo el pícaro al grupo.

-Comparto la idea de la Montaña, en mi caso me sentiría mucho más seguro dentro, si varios de los nuestros nos escoltan desde fuera, Magia y potencia es todo lo que necesitamos para estar el mínimo posible en el pez metálico flotante. 

-"ya iremos abordando los problemas a medida que vayan surgiendo"- susurró Zaev acercándose a Eredhir. -Suena tranquilizador. -añadió con una medio sonrisa.