Partida Rol por web

Para él todo aquello también era intrigante. Creía que tenían todo controlado pero la nueva presencia, que hasta entonces habían pasado desapercibida, les demostró que se estaban equivocando. Por un momento, Lord Evan pensó en ignorar la presencia y continuar con la entrevista con Orten Lugus, pero aquella mirada fija clavada en su persona le incomodaba. Asintió a las palabras de Ser Roshar, sintiendo que su propuesta salvaba en parte la situación.

-Hacedle saber que le invito a sentarse a nuestra mesa para compartir nuestro vino.

La presencia de Galdrín entre ella y su esposo hizo que la atención auditiva de lady Varya se centrase en ese punto mientras sus ojos se dirigieron de nuevo hacia los Lugus y el resto de la posada, su rostro se mantenía imperturbable a pesar de la agitación que sentía en su interior.

Siguió los comentarios de unos y otros sin dedicar una mirada a ninguno en concreto y su brazo derecho se tensó imperceptiblemente cuando el señor de la casa invitó al desconocido a la mesa, demasiados frentes abiertos, desconocían demasiadas cosas. Estaba empezando a pensar que ya deberían haber solicitado audiencia con el rey para contar su versión. 

- Disculpenme. - Se levantó con hastío, que no demostró hasta no haber dado la espalda a Evan. 

Ser Roshar se sentía saturado. Existían demasiados asuntos que tratar y arreglar. Para colmo, no cesaban de surgir nuevos inconvenientes que requerían un mínimo de atención. Entendió la orden, el querer enfrentar aquella molestia cuanto antes. En consecuencia debía mantener la integridad de su Lord, garantizar su seguridad antes de permitirse afrontar delicadas cuestiones de las que arrancar ventajas para la casa. Al menos confiaba en que así fuera. También esperaba sonsacar utilidad a las dos entrevistas.

- Ehem... - se aclaró la garganta al llegar a la mesa del anciano, intentando llamar su atención si seguía manteniendo su intenso escrutinio. - Mi señor le invita a sentarse con su familia y compartir su vino. - repitió las palabras de mala gana y se quedó mirando el semblante desconocido con indiferencia. Dudó si aceptaría, pero en caso negativo se sentaría en una de las sillas libres sin solicitar permiso. Era uno de los beneficios de aquel papel que interpretaba, no tenía que hacer demasiado énfasis en el protocolo. 

Varya logró escuchar las palabras que Galdrín le susurraba al oído a su marido mientras se fijaba en el resto de clientes de la posada, ninguno parecía estar pendiente de lo que se desarrollaba en la mesa de los Crogall a pesar de la tensión que sentían ellos por la cantidad de problemas que se iban sumando. Orten Lugus se mantenía a la espera de que la atención de Lord Evan regresará a él y con curiosidad por el extraño que miraba fijamente al Lord. 

-Hemos localizado a Covern. Iré en su búsqueda y le interrogaré, también le mantendré vigilado. - Fue lo que dijo Galdrín entre susurros a la oreja de Evan.

El extraño dejó de mirar a Lord Evan cuando Ser Roshar se acercó hasta su mesa y se dirigió a él, el anciano asintió de buena gana y se levantó de su asiento para avanzar hacía la mesa de los Crogall. Cuando salió de la penumbra y del humo estancado de su pipa de fumar pudieron ver a un anciano caballero de pelo canoso, una espesa barba blanca y alargadas y puntiagudas cejas. Su nariz era gruesa y picada de marcas de viruela, y sus orejas eran alargadas por la edad. Tenía la frente arrugada y el ceño marcado, lo que remarcaba su aspecto de anciano gruñón. Era menudo y caminaba ligeramente encorvado, aparentaba ser un caballero errante alcohólico y venido a menos con el dinero justo para beber hasta la inconsciencia o hasta que llegase el momento de que su hígado dijera basta.

-Os agradezco vuestra invitación, mi señor. -Dijo el anciano cuando llegó al fin a la mesa de los Crogall. -Mi nombre es Ser Joris Landseer, disculpad si os he incomodado pero... ¿No seréis por un casual familiar del honorable Lord Duncan Crogall?.

Whalen agradeció las palabras de apoyo del dorniense. Con él de su parte estaba seguro que podrían atrapar a ese asqueroso traidor.

Se dio cuenta de los movimientos que tenían lugar en la mesa de su familia pero no podía prestar la debida atención. Estaba embelesado con el dorniense.

¿Dónde está Willard? Le iría bien conocer a un verdadero caballero.

No sabéis lo contento que me hacéis sire. Cuesta tanto encontrar alguien decente... ¿En qué mundo vivimos? me netran ganas de encerrarme en mi feudo y no salir de él para nada. Vivimos rodeados de vileza...

Y con cosas como esa, Whalen deja pasar el rato. No tienen aliados y el dorniense le cae muy bien.

¿Qué haréis después del torneo? teníes pensado ir a algún sitio? Os espera una nueva aventura? Quizás os gustaría pasar una temporada en Tearswamp como invitado de honor de los Crogall. Nuestro feudo es humilde, pero sería un honor contar con vuestra presencia... En cualquier caso, si os va de camino de alguna de vuestras aventuras, nuestro castillo estará siempre abierto para vos y nunca os faltará una cama y un plato caliente.

Ser Roshar dio paso al anciano caballero y lo siguió, estudiándolo con curiosidad y prudencia, aunque a nadie le pareció. Una vez de vuelta en la mesa de la familia se hizo con otra silla para colocarla junto a Orten Lugus, y más alejado que éste del señor. La decisión del lugar podía tomarse como el grado de confianza, o no darsele ninguna relevancia. ¿Le importaba a Ser Roshar? 

El caballero recuperó su taburete, su jarra y su actitud. Indicó al extraño que tomara asiento con aire distraído y agradeció para si mismo el buen trato de su acercamiento, alejado del irritante discurso en contra de los Crogall. Lo que no le hacía menos sospechoso, pues a menudo las buenas palabras eran más eficientes que los malos modales. 

Lord Evan aguardaba a que el anciano llegase a su mesa centrando en él toda su atención y olvidándose por unos instantes de Orten Lugus. Se abrían innumerables frentes y debían prestar atención a todos por igual, pero aquel extraño hombre, que por un segundo pensaron que podría encajar con la descripción del Caballero Zorro hasta que Orten lo descartó, se había llevado toda su atención por lo fijo de su mirada hacía él. Evan se preguntaba qué querría, cuál era el motivo de esa actitud tan descarada y cuál sería el nuevo problema al que tendrían que hacer frente esta vez.

Y para su sorpresa, lo que el anciano dijo cuando llegó junto a ellos lo dejó completamente desconcertado. -¿Lord Duncan?. -Repitió extrañado. Era el último nombre que se esperaba escuchar en esa posada, la sombra de su padre muerto años atrás no parecía querer dejar de perseguirle. -Sí... él era mi padre. ¿Lo conocisteis?.

Bryan también disfrutaba de la compañía de Whalen, le caía bien el simpático Crogall. Lo que Whalen ignoraba, es que al igual que él admiraba de las aventuras del caballero dorniense y toda la libertad que debería sentir a lomos de su caballo vagando por los caminos, Telson admiraba a Whalen por su buena enseñanza e inteligencia, además de haber demostrado ser un digno rival como caballero cuando entrenaban.

-Tengo que resolver unos asuntos en Dorne cuando acabe el torneo, pero será un placer y un honor visitar vuestro hogar después de eso. Así podréis enseñarme las tierras que rodean vuestro amado Tearswamp.

Galdrín observó brevemente, desde la lejanía, al cazador y finalmente tomó una decisión. No se dejaría llevar por los temores y las sospechas sin tener pruebas contra alguien que, a pesar de las discrepancias y de forma muy somera, formaba parte de la casa.

Despidió a Willard ordenandole que volviese con las tareas que le hubiese encomendado Whalen y pidiendole que no contase nada por el momento a nadie.

Finalmente se acercó al cazador acompañado por los dos hombres de armas pero con una postura relajada.

-Buenas noches Covern, finalmente os encontramos. Os habeis ocultado bien.

El maestro de armas se sento cerca del cazador.

-Tenemos que hablar. Han surgido cuestiones sobre el enfrentamiento con los Claviguer que tenemos que resolver y necesito que me respondas algunas preguntas. La primera de todas es la más importante y siento tener que hacerla, se la he hecho a todos los hombres que participaron en el combate. -Miro a los dos hombres esperando confirmación por su parte de lo que decía. -¿Habeis hablado con alguien de lo sucedido o se os ha acercado alguien preguntando por ello?

-Debo ocultarme bien si pretendéis que Willy pase desapercibido.

Los ojos reptilianos del cazador se clavaron en los suyos como si oliera las intenciones del maestro de armas con sus preguntas incómodas, aún a pesar del tacto con el que Galdrin había optado por conservar. Covern tenía algo de sobrenatural, su aspecto incomodaba al más valiente, su carácter era tan fiero e imprevisible como el de los lagartos-león, aparentaba poseer un instinto salvaje y primitivo y un olfato tan fino como el de aquellas criaturas de los Crogall.

-¿Qué insinuáis, maestro de armas?. - dijo pronunciando las palabras con un sabor a peligro. -Nadie ha venido, y nadie ha hablado conmigo, salvo Willy. -Señaló con el pulgar al lagarto-león y sonrió como si sólamente él entendiera alguna especie de chiste al referirse al reptil. 

Galdrín no reaccionó a las sospechas del cazador y mantuvo su semblante impasible.

-No insinuo nada Covern, hemos tenido problemas inesperados respecto a ese tema y queremos cubrirnos las espaldas. -Con un gesto de la mano señalo a todos los presentes, incluido el cazador e incluso el lagarto-león. -Si alguien hubiese hablado contigo o con cualquiera de los presentes explicaría muchas cosas.

El maestro de armas se levantó de donde se había sentado.

-Vamos a hacer una cosa, vendrás con nosotros de vuelta a la posada y cenaremos con la familia. Estoy seguro de que agradecerás un rato sentado en una sala caliente con una jarra de cerveza. No te voy a mentir, no es un ofrecimiento gratuito. Al no aparecer algunos miembros de la familia se han puesto un poco nerviosos y me interesa que vayas y les cuentes lo que me has contado a mi.

Se giró hacia el soldado que le habia acompañado desde la posada:

-Te quedaras cuidando de Willy hasta que Covern, o alguien si el quiere descansar, venga a sustituirte.

Volvió a mirar hacia el cazador:

-¿Algún cuidado especial que deba saber?. De paso hablaremos con Lord Evan sobre cuando entregamos el regalo a su majestad, no quiero andar más tiempo escondiendolo y corriendo el riesgo de que haga daño a alguien o que simplemente se asusten y perjudiquen más la reputación de la familia.

Finalmente se giró y, para dar confianza al cazador, comenzó a caminar de vuelta a la ciudad dándole la espalda y esperando que le acompañase sin poner ninguna pega.

Galdrín dio un par de pasos mostrándole la espalda a Covern, con la esperanza de que eso relajara el tono y convenciese al cazador para acompañarle sin poner ninguna pega, pero cuando giró la cabeza para comprobar si le seguía se lo encontró allí sentado tal cual había permanecido mientras hablaban con él.

-Me conformo con mi pan duro del camino y este jamón ahumado ya frío. -Respondió al ofrecimiento de una buena cena para paliar el haber permanecido a la intemperie durante todo el día. -No voy a ir a ningún sitio, maestro de armas. Podéis hablar vos por mí si así os place. No me he movido de aquí en todo el día, si no he aparecido como decís es porque no me habéis buscado bien. Decidle eso a vuestro señor.

En ese momento el soldado que había designado Galdrín al cuidado de la bestia se acercó a la jaula y eso despertó el instinto asesino del lagarto-león que rugió y dio una dentellada al aire. El soldado, que creía que la criatura estaba dormida, dio un respingo y retrocedió un paso asustado.

-Ah claro... -Musitó el anciano caballero más para si mismo que para el resto. -El hijo de Lord Crogall, el parecido es increíble.

El caballero se irguió recuperando parte de la altura que la vejez le había arrebatado. Sus cejas se alzaron ante la pregunta que Lord Evan le realizó y asintió vehementemente con la cabeza.

-Por supuesto que conocí a Lord Duncan. Luché con él tiempo atrás, cuando ambos eramos dos jóvenes ansiosos de honor y gloria. -Durante unos instantes enmudeció recordando los lejanos tiempos de los que hablaba y finalmente remató con unas palabras que Lord Evan no compartiría al cien por cien. -Era un buen hombre.

-Lamentablemente el señor al que yo servía murió sin descendencia y tuve que ganarme el pan en esta tierra baldía con mi propia espada. Largos años he pasado en el Bosque Real cazando ladrones y bandidos, y el trabajo no deja de aumentar. Se acercan días oscuros, mi señor. -Dijo tornando la conversación hacía un rumbo más ominoso. -Haría bien en ordenar a sus hombres que mantengan las espadas bien afiladas y preparadas.

Whalen se sintió encantado de seguir conversando con el buen caballero dorniense, y así lo hizo, hasta que él diera por concluida la velada. Se interesó por su origen, sus viajes, su familia... Pero sin ser impertinente. Quería saber más. Saber todo lo que pudiera de lo que él consideraba un auténtico caballero.

Podía ver que en la mesa de su familia pasaban cosas, al parecer importantes, pero no pasaba nada. No quería ser descortés con el caballero y a fin de cuentas ya le pondrían al corriente mas tarde... O a la mañana siguiente. Se lo estaba pasando bien, y al diablo con las intrigas por una puta noche.

El maestro de armas se giró y regresó al lado de Covern cuando se dió cuenta de que no se había movido. En esta ocasión no tomó asiento sino que se quedó de pie cerca del cazador.

-Me temo que no me habeis entendido bien. Mi señor es tambien vuestro señor. -Señaló sus cosas apoyadas en la carreta de Willy. -Si quereis comer pan duro no seré yo quien os lo impida, pero me acompañareis a la posada igualmente. Iremos a hablar con Lord Evan y luego podrás volver a tus quehaceres.

En esta ocasión, el maestro de armas se mantuvo de pie cerca de Covern esperando ver como reaccionaba este pero sin realizar, aún, ningun gesto amenazante.

Empezaba a cansarse de aquella situación y no sabía si pensar que la postura del cazador ocultaba algún motivo oculto aparte de su habitual desprecio por la escala social y de mando.

Ser Roshar escuchaba la conversación con aire distraído, como era habitual. Por el momento no estaba siendo demasiado provechosa, aunque la advertencia le parecía muy acertada. ¿Conocía Ser Joris la situación de la familia? Era lo más probable. ¿Sabría algo que ellos aún no? Aquello era lo que le gustaría descubrir al Blackfist. 

- Los filos siempre están afilados en Desembarco... - comentó casi para si, demostrando cierto desdén por las intrigas palaciegas que se llevaban a cabo en la capital. Las que quería aparentar no comprender. 

A la espera de que la charla se animara se preocupó por la actitud del joven Lugus ante la situación, así como la de su familia de alborotadores. Para Roshar bien podían haber caído en su escenificación, una relación tan evidente que no requería preguntas. Orten Lugus debía ser un gran actor, pero ¿qué querrían en ese caso? ¿sus intereses eran contrarios a los de los Crogall? 

Ser Roshar se procuró otro instante para descubrir la localización de la prostituta, así como de su actual actitud y quehacer. Sus malabares empezaban a requerir mucha concentración... Necesitaba ir concluyendo asuntos. 

Lord Evan se sintió aliviado ahora que habían descubierto que las intenciones de aquel anciano caballero no pasaban de lo anecdótico, sin embargo, ahora que habían invitado al anciano a tomarse una jarra de cerveza no podían echarle de allí como si tal cosa. Lord Evan miraba distraído al anciano deseando que terminara, agradecerle en nombre de Lord Duncan el servicio prestado y regresar a la conversación con Orten Lugus, con quien tenía asuntos más importantes que tratar.

Pero entonces Ser Joris dijo algo que despertó la atención de Evan como el anciano hubiera pronunciado las palabras mágicas que activaban un resorte. Su mirada rápidamente buscó la de Ser Roshar para ver si él también se había percatado de aquello y confirmar su intuición.

-Decidme Ser, ¿todavía continuáis con esa encomiable labor de cazar bandidos en el Bosque Negro?. Debe ser una ardua tarea poco reconocida. Seguro que os habéis enfrentado a los más deleznables personajes del reino. -Su mirada se clavó en Ser Roshar y enarcó una ceja. -"espero que a uno en especial...".- Meditó para si mismo, aunque para su viejo amigo era fácil leer esa idea en sus ojos.

-Estáis empezando a incordiarme demasiado, maestro de armas. - La mirada que clavó en Galdrín recordaba la que el lagarto-león tenía cuando posaba su mirada en la comida con que lo alimentaban.

-Os lo repetiré de nuevo, no voy a dejar mi puesto. Vuestro señor, que también es el mío, me ordenó apartarme con la Carga y mantenerme alejado de la ciudad. Y no cambiaré mi postura a menos que las ordenes vengan directamente de él. En persona. -Matizó.

-Tú. -Se giró hacía el soldado que tenía ordenes de guardar la carreta mientras estaban fuera. -Si vuelves a tocar la carreta perderás la mano. - El soldado dio otro paso atrás asustado y miró a Galdrín dubitativo.

Covern volvió a girarse hacía Galdrín y sus ojos reflejaban que empezaba a cansarse de toda esa pantomima. -No me gusta que los hombres se anden con rodeos, maestro de armas. -Sus palabras, al igual que el gesto que adquirió su rostro a continuación, sonaron desafiantes, como instigando a Galdrín a que le contara la verdad.