Partida Rol por web

Recordó sus palabras. Había madurado desde entonces, pero sus ideas eran las mismas. No lamentaba ni una de ellas. No dudaba de que lo que decía y hacía era lo correcto. No dudó jamás al disparar.
Y no había más. Ya lo habían visto. Pero no lo suficiente. No tanto como para que supieran demasiado. Y eso estaba bien.
-¿Alma atormentada?... Sus siervas sí tenían alma atormentada. Y atormentaban al mundo alrededor...-enfundó su arma e hizo gesto de no darle más importancia con la mano.
-Y habéis visto algo que no os pertenece. Habéis violado la memoria de Morgan... Espero... Por vuestro bien, que tengáis una forma de compensarlo y que haya valido la pena...

Miró a Agnes.
-Cuéntame cómo y qué sabes acerca de Robin.

Desconcertado y a la defensiva, escuché hablar a Edward y luego a.. ¿Alice? Necesitábamos tiempo para que Wesley se recuperase y pudiésemos regresar, pero... parecía que el esfuerzo le había roto por dentro. Una Alice victoriosa comenzó a contarnos como urdió aquel plan, sintiéndose así más poderosa e inteligente que nosotros y, por supuesto, haciéndonoslo saber.

Razones no le faltaban, desde luego.. pero ¿quien iba a dudar precisamente de quien pedía ayuda? Ninguno. Ni aun quedándonos allí, hubiésemos pensado que todo era su plan... su retorcido y extraño plan... pero...

Ya que estamos aquí... Y... sabemos que has ganado y que tienes tu.. propio mundo. Las palabras no eran lo mío. Ni ser cordial con nadie... Así que mi esfuerzo para tratar de ser algo.. empático con ella, era grande. Si he de morir aquí... al menos me gustaría que fuese con algunas respuestas a mis dudas. Dije serio a aquella mujer. Y asumo mi muerte pues, si es dificil aguantar a una mujer sóla... tres en una debe ser una pesadilla. Esbocé una leve sonrisa.

Pero.. vayamos a lo importante... caminé seguro, controlando a aquella mujer de reojo, mientras me alejaba de los demás, tratando de que la bruja se fijase sólo en mi. Tu victoria. Debo reconocer que te admiro por lograr todo esto tu sóla y... engañarnos a todos. Coloqué el bastón bajo mi brazo y la aplaudí. Aquel aire era realmente molesto, esperaba lograr que Alice, Agnes o quien fuera, se centrase en mi... y que fuese el aire quien la cegase con ese polvo que arrastraba. Pero debía ser sútil.. Sobre todo al señor Wesley, el más ciego entre todos.. Volví a apoyarme en el bastón mientras continuaba hablando y caminando, tratando de que girase sobre si misma siguiendo mi estela.

Pero... Alice... mi primera duda.. ¿por qué montar todo esto? Quiero decir... ¿para que involucrarnos a todos? Tu amiga Annis estaba viva, conocía otra entrada a vuestro reino... tu tenías su corazón y ella te obedecía, tal y como has demostrado... ¿por qué no, simplemente, obligarla a que te llevase a vuestro reino y quedarte allí sin ella? Pregunté con fingido interés.

Miré a Will y Edward durante un instante. No esperaba que entendiesen lo que pretendía hacer, pero esperaba al menos ganar suficiente tiempo... para lo que fuese.. Si moríamos allí, todo estaba perdido... pero si era la bruja quien moría...

Agnes/Alice sonríe frente a el inspector de forma divertida.

Mientras mira al cielo de forma despreocupada poniendo los ojos en blanco responde a  su pregunta como si su respuesta fuera lo mas natural del mundo.

-Mi querido inspector... Porque la puerta solo se abre con amor verdadero o con un sacrificio humano voluntario!- Ríe descuidadamente mientras se gira para verte a ti. -Annis me odiaba por lo que la hice. Carecía de sentido obligarla a amarme, y obligarla a sacrificarse para abrir la puerta de nuevo, sin ser voluntario... No funcionaría, claro. Pero Annis encontró en Agnes el amor que yo le dí en su momento y ella se sacrificó... sacrifico su alma por vosotros, para parar esto.- Dice señalando a su alrededor. - ¿Qué amor mas puro que el sacrificarse por los demás?

-Os necesitaba para hacer el trabajo sucio, querido. Todo era por Agnes! Ella tenía que estar convencida totalmente de su sacrificio. Tenía que vincularos con ella. Que... os quisiera como a una familia. Que sintiera que lo que tenía que hacer era de verdad! 

Justo cuando Agnes entregó su alma a Annis, yo la obligué a dármela... y como no quería estar sola... decidí unir nuestras almas en una sola esencia... La inocencia de Agnes era perfecta! Pero su poder, en bruto, era mayor aún. El hechizo cobró vida y la puerta se hacía cada vez mas y mas grande, hasta que engulló, poco a poco el mundo normal. Y asi, con el poder de las tres... Bueno... ya os podéis imaginar el resto.- Concluye Alice mirando a Clarence de forma muy dulce y maldita a la vez

-Ahora es mi mundo. Todos los mundo son míos.

Edith escuchaba las palabras de su hermana con dolor.

Tanto tiempo escondida y ayudándola con su ceguera. Sabía que su locura aun no había terminado cuando salió de Bedlam. Edith conocía muy bien a su hermana menor y sabia que había fingido para que la soltaran cuanto antes de aquel psiquiátrico.

De vez en cuando tenía esos ataques de ira y rabia descontrolada. Ataques epilépticos o alucinaciones, según creían. Ahora sabía porque era todo. Y que hubiera metido en todo esto a Lorina, su otra hermana, la dolía mucho mas. Al fin y al cabo, según Alice... ellas no eran nada para ella.

Ese dolor se apoderó de Edith mientras escuchaba pacientemente. Lloraba por dentro. No sabía que podía hacer. Sabía que no saldrían de allí nunca. Solo Edward podía traerles de vuelta. Pero estaba muy débil. El salto temporal había sido grandioso y su propia salud estaba ahora mismo muy mermada. Y aunque tuvieran tiempo, Alice no les permitiría que Edward se recuperara. Alice no les dejaría salir de allí.

Así que hizo lo único que pudo.

Mientras el inspector atraía su atención hacia él, Edith se lanzo gritando sobre Alice hasta que atropelló literalmente a Alice, empujándola hasta el borde del acantilado.

-Nooooo!!!!- Grito Edith mientras se abalanzaba sobre ella.

El impulso fué tan grande que ambas, Alice y Edith, perdieron el equilibrio y cayeron por el borde, frente a vuestra sorpresa.

El aire se arremolinaba a vuestro alrededor y el grito de Edith sonó sordo. El viento se llevó las palabras de Edith mientras que las lagrimas de la hermana mayor se desacían entre vosotros. Sentimientos de rabia y dolor yacían en el corazón roto de la rubia de las hermanas.

Por un momento, cuando vió entrar por la puerta a Edward, pensó que, quizá.. solo quizá, tendría posibilidades de vivir. Que cruel es el destino! Juega con nuestras vidas como juegas una niño con el aro en la calle. Pensó que sobreviviría... un día mas. Tuvo esperanzas al ver a Victor. Tan parecido a su hijo perdido... dado por muerto cuando solo era un bebe. Deseó que hubiera sido él su hijo... y aunque algo la decía que así era, jamas podría comprobarlo.

Tan solo el vacío, abrazada a su hermana ... abrazada a las tres a la vez, se cernía sobre ambas.

Alice gritaba de rabia. Su hermana. Su propia hermana. Sangre de su sangre la había arrojado a los brazos de la muerte cuando ya solo quedaba disfrutar de la recompensa bien merecida.

Tan solo podeis ver como ambas hermanas, abrazadas caen por el precipicio sin fin.

Apenas podía comprender las palabras del inspector, sin embargo notó como se alejaba de ellos mientras hablaba. Alice o quien fuese que estaba en el cuerpo de Agnes comenzó a dialogar con él. Las palabras le resultaban incomprensibles, solo tenía consciencia de que Will estaba allí, frente a él. Su cuerpo casi desplomado copiaba la forma de la espalda del joven Blunt, que lo sostenía tal cual había prometido en un instante sin tiempo. Contemplo como Edith, la mujer que vio morir primero, se abalanzaba sobre la bruja. Un grito agónico acompaño la caida de lo que quedaba de la familia Badcock. Los ojos de Edward se abrieron de par en par ante el espectáculo frente a él. No creía que Agnes fuese derrotada por una caída, menos en la cumbre de su poder, en un mundo cuyas leyes dominaba a voluntad, pero sí sabía que eso les daría el tiempo que necesitaban. Susurró al oído de Will unas palabras, sus labios estaban humedecidos mientras la saliva caía de ellos como si de un enfermo terminal se tratase.

- Will... no se si saldremos de esta, pero ayúdame, no quiero que muramos aquí. Toma mi mano y presiona mis dedos contra el reloj. No tengo la voluntad para comandarlo... no puedo pensar... pero tu ya eres parte de mi, piensa en un tiempo y allí nos llevará - la voz se apagaba poco a poco - ... deja que mi último aliento sea a tu lado- y besó su nuca con lo que le quedó de fuerzas.

Aquel recuerdo estaba llegando a su fin, y la conciencia de los varones por fin quedarían en paz, aunque no libres de sus actos y lo que sea que hubieran hecho a lo largo de sus vidas. Después de todo, todos cargaban con cruentos y sórdidos recuerdos que machaban el alma. De pie ya, esquivó la mirada de Mordred, le causaba miedo su presencia, sus ojos, lo que podía hacer, ya había detectado una tremenda oscuridad en el alma del hombre, pero muy distinto es evidenciar la crueldad de una persona. Por esas venas corría hielo, porque a pesar de sus palabras de protección, le había apuntado con el arma y disparado, y aunque supiera que era una advertencia, ¿habría otra advertencia?. 

- vamos por favor, salgamos de esto, se los ruego - ignora su interpelación, pero su educación le impide mantenerse así - eso... eso no importa, no sé nada, no tengo certeza de nada, de este lugar, no de esa persona, ni de usted - no mentía sobre lo que decía, y las palpitaciones de su corazón eran señal de esto. pero de algo si que tenía certeza, le temía a Mordred.

- volvamos por favor... por favor...- volvió a suplicar mirando a Edith., esperando que el encantamiento se terminara de una vez. 

Las cosas estaban saliendo como esperaba, incluso mejor. Alice... Agnes.. daba igual, se centró en mi olvidando al resto confiada en su victoria y nuestra muerte. Pero nos subestimaba, a todos... yo tenía mis planes, la hoja oculta en mi bastón estaba fuera, oculta en la tierra... sólo debía tener ese punto de distracción en el cual poder atravesar el pecho y el corazón de aquella bruja... y mientras.. ella nos contaba toda la historia con pelos y señales..

Pero pronto descubrí que no era el único con planes en la cabeza. Edith, la hermana de Alice, visiblemente herida por las palabras de su hermana, después de sentirse traicionada y manipulada por ella, cargó contra el cuerpo de Agnes, arrastrándola al vacío con ella. Estaba lo suficientemente cerca del borde para verlas caer a ambas. Ni me inmuté. No era la primera vez que veía una escena similar.

Me giré hacia Edward y Will. Nos ha dado tiempo. Muchísimo más del que necesitamos. dije caminando hacia ellos y haciendo que la cuchilla regresase al interior de mi bastón. Miré a Edward, su tiempo se acababa. No me puedo creer que tengamos todas las respuestas y ahora... ¡no podamos regresar! exclamé con mi habitual sentido nulo de empatía hacia los demás. Clave mis ojos en Edward. No es culpa tuya.. bastante hiciste haciéndonos viajar hasta aquí... y, dando tu vida por lo que veo.. Era lo más cercano a una disculpa que podía decirle a aquel hombre y más aún en la situación en la que estábamos, pero... mucho me temía que poco podía entender de mis labios.

Poco a poco la escena se desvanece, como una niebla llevada por el aire que mueve las hojas de los arboles.

Instantes después, la misma niebla mortecina descubre que estáis dentro de Bedlam, en la sala principal. Ésta está decorada como una sala de baile, un poco toscamente pero tiene todo tipo de detalles.:

En la zona central hay un altillo con una muchacha vestida rojo cantando y detrás de ella una banda de música que la acompaña. Su música es agradable y melodiosa. y a ambos lados hay filas enfrentadas de personas, muchachos y muchachas de todas las edades vestidos cordialmente. Nada de ostentación. Tan solo bien vestidos. Posiblemente ropa cedida para un albergue por un ricachón o algo así. Y cada persona lleva una cinta identificativa en la muñeca.

Como una horda de locos sin rumbo algunos bailan solos y otro simplemente miran al vacío mientras los mas vergonzosos se tapan los ojos con las manos o se ruborizan al ver a los demás.

Al fondo de la sala podéis ver a Robin, rascándose la muñeca donde tiene el lazo. Y aunque tiene el pelo algo desaliñado y su vestido no es de lo  mejor, aun es atractiva.

Alrededor de todo lo demás , algún que oro camarero va de un lado a otro sirviendo a los paciente zumo de naranja. Exclusivamente. Y las puertas de entradas y salidas están custodiadas por los celadores de Bedlam.

Aunque lo mas curioso sois vosotros: estáis todos vestidos de doctores. Incluso Ashley pierde su forma gatuna.

Habían descendido desde la realidad a la fantesía y de nuevo a la realidad, pero una fantástica. Surrealista. Las prendas le molestaban y le hacían sentirse incómodo con cada movimiento, recordándole que ahí sí podían sentir y ser heridos. Al menos, así pensó.
Miró alrededor. Personas normales. Locas, desequilibradas, encarceladas por su propio bien... Pero normales. Salvo alguien.
Su boca se entreabrió y su garganta dejó escapar un leve siseo, antes de hablar:
-Morgan... Es ella...
Observó entonces con más detenimiento los alrededores y empezó a pensar en planes de escape o ataque y dónde podría cubrirse en caso de necesidad.
-Espero que alguna de ustedes me pueda explicar esto... Antes de que me ponga nervioso y se me ponga el dedo loco sobre el gatillo y derribe en un arrebato de locura a los locos. Estén alertas...

Para hacerlo más interesante, y porque no se donde he dejado el guión... XD, os he vestido de médicos y podéis interactuar con el entorno y con la gente.
Lo estoy haciendo me memoria je je je Y no recuerdo que puse entre esta parte y la importante.
Seguís sin poder hacer daño físico.
Perdonarme, es que con la llegada del bebé lo tengo todo desperdigado XD

Will siguió la escena desde el silencio, sin perder de vista a Edward en ningún momento. Escuchaba cada palabra que salía de los labios de cada uno de aquellos seres, pero aquello se escapaba a su comprensión. No era capaz de entender qué demonios pasaba allí. Weasly tosió y William se lanzó a sostenerlo. Al fin y al cabo, ese era su principal objetivo allí, salvaguardarlo. Todo alrededor empezó a dejar de existir para el joven Blunt. Su atención se estaba centrando completamente en Edward y en su estado de salud. -Edward...- murmuró con visible preocupación, mientras veía como la sangre se le escapaba por la boca.

El inspector seguía hablando con quien quiera que fuera aquella mujer en ese momento. Will escuchaba sus voces como a lo lejos, y vagamente les prestaba atención. Su preocupación real estaba mucho más cerca que aquellas personas. Sin embargo, volvió a tomar consciencia del entorno cuando escuchó el agónico grito de quien acababa de caer por un acantilado. 

La cara de Blunt se giró inmediatamente hacia Weasly en cuanto lo escuchó empezar a hablar y lo recostó en su regazo, mientras se dejaba caer al suelo sentado. Respondió al hombre en un susurro, de igual manera que él se había dirigido a él. La cara de William se descomponía por momentos. Aquellas palabras que mantenía con el Sr. Weasly lo estaban rompiendo. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, de forma completamente inconsciente.

-¡Cierre la boca, Clarence, o le aniquilo aquí mismo!- rugió William, de forma totalmente instintiva y extraña para ser él, a la vez que le clavaba la mirada al inspector de policía. En otro momento le hubiera dado absolutamente igual lo que dijera el inspector, pero la falta de consideración que había mostrado hacia Edward, después de todo lo que estaba haciendo, le pudo. Además se atrevió a insinuar que Edward iba a morir, y eso no iba a ser así. Vaya que no iba a ser, así. Se giró de nuevo hacia Edward y le pasó la mano por la cara, dándole una caricia -No vas a morir, Edward. No puedes...- el dolor se le refugiaba en el corazón, y las lágrimas continuaron derramándose por aquel rostro, mientras lo único que podía hacer era entrelazar su mano con la de Edward. -...dejarme.-

-¡No...!- respondió de forma automática a lo que Edward le pidió. -No pienso utilizarte para escapar de aquí, Edward. Nunca me he enamorado de nadie. No permitiré que te vayas ahora.- hizo una pausa por el dolor que se le acumulaba en la garganta. Las lágrimas habían comenzado a brotar de sus ojos, y su cara era todo un poema. -Tú también eres parte de mí.- Le dio rabia sentir ese beso en la nuca, era como un adiós. -No te atrevas a despedirte, Edward. Te lo prohibo.- tomó su cara, y juntó sus labios a los del hombre que le había dado un giro de trescientos sesenta grados a su mundo. -Aguanta, por favor.- su fuerza se desvaneció con aquellas palabras, y su frente se apoyó en la frente de Weasly.

Todo es extraño.

Sobre todo desde que "entraron en ese libro". Ahora son... médicos? Curiosa ironía piensa Morgan mientras mira a Mordred. Médicos de un mundo enfermo. !Y que mas! Pero lo mas llamativo era que Robin estaba allí.

Morgan se acercó lentamente a la muchacha para mirarla a los ojos. nos ojos distraídos e idos de toda realidad. Mirando a su alrededor, Morgan levanta con una mano el mentón de la muchacha para mirarla mas de cerca y susurrarle unas palabras.

-Robin...eres ..tu?- Pregunta extrañado.

La muchacha levanta la vista y cuando se refleja en los ojos de Morgan suspira. Cierra los ojos mientras oye las palabras.

- No.... ya no soy Robin. - Dice sonriendo a Mordred. - Mi querido Mordred, Robin murió el día que traspaso las murallas de BedLam para curar su locura. Ahora soy May Robson. -dice mirándose la pulsera de la muñeca y volviendo a rascársela.

Después echa una ojeada detrás de Morgan y os mira a todos.

- ¿Que hacéis aquí? - Pregunta sonriente.

Indefenso y sin fuerzas, sus ojos se clavaron en los del joven Blunt. Sentía su protección en ese momento, sus lágrimas lo llenaban de fuerza, porque eran el signo de que lo que le había susurrado era verdad. Importaban acaso Agnes , Annis o Alice en ese momento? Importaba si estaban en un tiempo que tal vez no fuese a suceder? Ese maldito reloj había torturado sus días y ahora le mostraba el fin de los tiempos, era el responsable de sus peores pesadillas y de que en ese momento la vida se le escapase, y aún así era también el responsable de haber permitido ese milagro que vivián. Edward se sintió agradecido a su eterna condena.

- El inspector se dará cuenta - dijo sonriendo, tratando de que Will se calmara. Ahora su mundo y su vida estaba en el rostro que tenía frente  a él. No podía pensar con claridad, pero se dio cuenta que debía hacer el esfuerzo. Aprovechó que la mano de su compañero estaba en torno a la suya sosteniendo el reloj, guió sus dedos hacia la perilla. Cerró sus ojos, no quería hacerlo realmente, pero hacía falta. Se concentró en Alice, en su casa, en el momento en que habían partido... negó con firmeza, no era ese el momento, ni el lugar. 

Volvió a concentrarse, esta vez en la habitación en dónde todos se habían conocido, podía escuchar a Alice pidiéndole que viajara al futuro desde detrás de la pared, ese era el momento. Sabía que era arriesgado, si volvía a ese tiempo los tres coexistirían por un minuto con los tres que habían sido antes de partir. No debían cruzarse, no debían verse, pero él había hecho eso ya un par de veces para lograr estar en dos lugares a la vez. Esta vez él llegaría inconsciente, y si era afortunado lo haría con vida, Will seguramente lo pondría a salvo, y Clarence, él conocía la verdad y sabría que hacer seguramente. 

Con los ojos cerrados sonrió, aferrando su mano a la de Will mientras el familiar sonido de la perilla maldita volvió  a sonar.

"Fue en esos bailes en los que Alice conoció a alguien. Una tal May Robson. Se hicieron inseparables en el tiempo que Alice paso allí. Según los celadores ambas eran uña y carne y siempre jugaban juntas, comían juntas, dormían juntas... No sabemos porque fue pero cuanto mas tiempo pasaban juntas, los episodios de sus ataques de pánico y demás fueron cesando. Bien fuera el baile, las medicinas o tener a alguien con quien compartir su... problema... Dios mio, perdóname Alice... hizo que mejorara y que los médicos la quisieran dar el alta medica."

Y lo que había dicho era cierto, ella, ese ser, sería Anis Black, el ser que ahora los perseguía, Agnes se escondió detrás de quienes la acompañaban, mirando a todos lados, buscando la forma de salir de ese recuerdo, o sea lo que fuera aquello, porque no podía ser parte de lo escrito por el señor Bolt, porqué él mismo la llamó con su nombre antiguo y no como fue conocido por la señorita Alice. Siguió dando pasos hacia atrás, buscando la forma de salir. 

- debe sacarnos de aquí, ahora - le ordena a joven Edith - ahora...- apretó los puños, ahora mirando a Mordred, él y su sancho habían ocasionado todo aquello, eran culpables de la condena a muerte que tenían - ya no estamos en el diario... ¿cierto? - ignoró la pregunta de Robin, pero se volvió a verla, abrazándose así misma. 

- ¿sabes... qué harás en el futuro? - le preguntó, mordiéndose el labio inferior, y volviendo a desviar la mirada, incómoda. 

Robin miró a Agnes y sonrió.

-Si. Se lo que pasará. Se lo que haré o mejor dicho, lo que me obligarán a hacer.- Dice sonriente.- Se que estais dentro del libro de Cushing. El único sitio donde ella no me encontrará. -Dice señalando a una muchacha en un rincón muy parecida a Alice.

Robin se acerca a Agnes ignorando al resto pero igualmente habla con todos a la vez.

-Lo que estáis viviendo ahora son mis propias palabras escritas en el libro de Cushing. Aunque el libro las muestra con imágenes, son mis propias palabras.- Robin chasquea los dedos y todo se detiene a su alrededor. La musica, la gente...todo se para como si el mismo tiempo se hubiera parado excepto vosotros- La señorita Cushing es en realidad una acólita mía. La última y la mas leal que quedó- Dice mirando a Mordred fríamente - No se molesten en acusarla de brujeria. La robe toda la magia que tenia en el momento que aceptó ser la portadora del libro. Es mi seguro de vida. Y el suyo también. Necesito que me escuchéis, pues hay poco tiempo.

Si, escape de Morgan y Mordred. Ellos vieron maldad en un tipo de brujería que no entendían. Tan solo Morgan me miro con otros ojos. Mientras seguían mis pasos, yo los seguía a ellos de otras maneras. Siempre estaba un paso por delante. Terminé por enamorarme de Morgan y con el tiempo tuvimos nuestro momento juntos... una noche. Solo una noche. Algo que afortunadamente hasta hoy, Mordred no sabía.

Pero una noche me confié demasiado y consiguieron acorralarme. Mi única opción era escapar a Bedlam. El hogar de los locos. Y una vez allí, ingresar voluntariamente como May Robson. Alli estaría a salvo mi cuerpo pero mi mente... no sabría decir que hicieron con ella.

Con respecto a Alice y yo, estaba claro que el destino nos uniría. Nos hicimos algo mas que amigas. Amantes, puede ser. Y mi mayor error fue darla mi corazón como prueba de amor. Literalmente se lo dí y ella lo guardó. En su celda en Bedlam. La tome como mi nueva aprendiz y juntas creamos nuestro mundo: El mundo de las maravillas, lo llamaba ella. Pero su ansia de magia era demasiado para poder controlarlo sabiamente. Pese a lo que el señor Mordred opina, mi magia es Blanca. Aunque para el toda magia sea nociva o... fuera de la mano de Dios.

Ella tomo otro camino. Empezó a dejarme fuera. Empezó a experimentar otro tipo de magia con los celadores. Y cuando quise detenerla era demasiado tarde. Peleamos dentro de nuestro particular reino hasta que solo quedaron cenizas de él. Ella provoco el incendio de Bedlam. Solo conseguí dejarla ciega. Y me quede encerrada para siempre en el reino de las cenizas: La umbra. Ya no habría nunca mas las cosas maravillosas que creamos juntas. Ella lo destruyo todo.

Hasta que alguien abrió la puerta una vez mas.... un sacrificio voluntario. Eso abre las puertas. Creo que un tal Whatson. No importa. Al salir de allí ella noto mi presencia y supo que no estaba muerta.

Con el tiempo recuperó mi corazón, y me esta obligando a hacer esto. Todo es su culpa. Quiere recuperar el reino de las maravillas a cualquier coste. .

Luego mira directamente a Agnes y la sonríe.

.-Mi ofrecimiento sigue en pie Agnes. Únete a mi y acabaremos con la bruja real.-

Miró primero a Morgan, no creyéndose lo que oía. Estaba chocado, casi herido porque no confiara en él con aquello. Pero no iba a echárselo a la cara, no iba a reprocharle nada. Si aún no se había ganado esa confianza, se la iba a ganar entonces. 

-Lo siento, Morgan...-su labio temblaba, casi a punto de llorar.

Pero se enderezó a tiempo. Porque el resto de lo que Robin decía era aterrador.

Todo ello pasó porque ellos buscaran hacer el bien. ¿Qué había  de las aprendices anteriores de Robin? ¡Unas depravadas!

-No hables de Magia Blanca. No digas que lo que hicieras era bueno. A las cuatro a las que alcanzaste, volviste locas. Criminales, burlas de lo que eran antes, muñones de humanidad. ¿Te parece blanca que abandonen a sus hijos, se prostituyan y meen en una Iglesia?... 

Se enfadó. Encolerizado, apretó el puño y se alejó. El bien había dado lugar a más mal. Y Robin no podía -o  no quería- comprender que su "bien" había perjudicado a tantos. 

-Herejes... 

Pater Noster, qui es in caelis, 
sanctificétur nomen Tuum, 
adveniat Regnum Tuum, 
fiat volúntas tua,
sicut in caelo et in terra. 
Panem nostrum cotidiánum
da nobis hódie, 
et dimitte nobis débita nostra, 
sicut et nos dimittímus
debitóribus nostris; 
et ne nos indúcas in tentationem, 
sed libera nos a malo.

Se quedó con su oración, apartado, para ahogar su rabia y su ira. Con cada momento que pasaba, se le hacía más y más difícil ser hombre. Más y más tentado estaba de traer castigo. Y más y más se le nublaba la vista al mirar hacia el futuro. 

Pero tenían una misión. Había dicho que el corazón estaba en Bedlam. Tenían que ir y recuperarlo, y así, tal vez, devolverle el poder a Robin y dejar que se maten entre ellas. Después... Vendría él.

Robin hecha una fugaz mirada a Morgan mientras Mordred habla.

Su vista sigue fija en Agnes que parece no reaccionar. Sin embargo "suelta" a su presa dejando de mirarla después de una sutil sonrisa.

-Debéis iros. Ya sabéis la verdad. Encontrad mi corazón y apuñalarlo. Asi seré mortal. - Dice Robin mientras pasea cerca de Morgan y acaricia su rostro- Nunca quise hacerte daño, Morgan. Ni a nadie- dice mientras mira a Mordred - Las otras brujas, se desviaron del camino. Merecían morir. Aunque quizás usted no sea un ...liberador... ¿Verdad?

-Sea como sea ya le he dicho lo que necesitan saber. Edith les ayudará en lo que pueda, pero recuerden que no posee magia. Sin embargo ella es importante. Solo en ella en su interior sabrá su papel. Y ahora, mis queridos amigos y amigas... que empiece el baile.

Dicho esto, chasquea los dedos y la sala vuelve a cobrar vida. La música vuelve a sonar y una Robin joven se sienta en un sitio mientras Veis, como una joven Alice Badcock se acerca a ella para pedirla que baile.

Poco a poco a poco las figuras, la gente, las sillas y el gramófono en empiezan a desvanecer como la misma niebla oscura que lo ha traído al principio. Y en su lugar aparece la misma sala en la que estábais. La casa de Mordred. Todo vuelve a la normalidad en un mundo en el que nada parece normal.