Partida Rol por web

-Haré de guía... si me lo permiten, puede ser un poco confuso al principio. Quiero que sepan, que lo que estan viendo no es mas que lo que esta escrito. Ni mas ni menos como fue escrito. Dice Edith  mirando al señor Mordred cuando el confuso mira a su alrededor, conocedor de lo que ve y sus recuerdos  le traen a la memoria escenas parecidas.

- Desconozco que libro contenía esto,- Comenta Edith mientras una ráfaga de aire juega con su pelo y su vestido. Sin su libro en las manos parece otra persona. Algo inestable, posiblemente y un tic rascándose las muñecas hacen evidente su necesidad de tener de nuevo el libro entre sus manos. - Creo que se trata de un diario. En su biblioteca hay un diario pero desconozco de quien puede ser...

Estáis frente a la entrada del psiquiátrico mayor de Lóndres : Bedlam.

Sus rejas, su entrada, desde luego, desean que lo que hay dentro jamas escapen de allí. Pero también hace que lo que están fuera no quieran entrar. Es una doble advertencia. Es como si dijera " tengo una habitación para ti cuando pierdas la cabeza".

Sus paredes grises y la oscura noche en la que estáis os enfría el alma mas cuando sabéis que no es vuestra vida la que estáis a punto de ver. ¿O quizá si?

A lo lejos veis acercarse a una muchacha . Sale corriendo desde las cercanías del bosque. Algo la persigue. Dos hombres de altura normal.

La muchacha se acerca a vuestro lado, pero pasa de vosotros sin veros, de hecho ... no os ve, pero se para frente a las puertas del Hospital y duda ante su entrada enrejada, mientras que los hombres se acercan, acechando a su presa... acortando distancias , saliendo ala pobre luz de las farolas.

Edith reconoce perfectamente las figuras  los rostros que esconden las sombras de los  perseguidores de la muchacha.

-Quizá... le gustaría a usted, señor Mordred.. explicar al resto esto...- Anima seria Edith mientras mira a Mordred

Agnes sonríe a todos con aire de desprecio antes de responder.

-¿Quien? ¿Se refiere al lagarto gigante? ¿Al señor Black?- Cuando termina de decir su nombre hace un sonido con su garganta algo molesto.- Otro peón en mi juego. Una baja mas para que la reina haga juego.

-Mírenlo allí... allá abajo, si desean contemplarlo. Tan solo un vestigio de lo que fue- Dice señalando hacia un promontorio.

A lo lejos podéis observar algo, como si fuera un espantapájaros clavado en una estaca. Una figura enorme aún ataviada con los vestigios de lo que podría ser un traje de gala. Y a sus pies... el sombrero de copa. La figura es mitad hombre mitad lagarto. Mas en concreto mitad hombre ... débil, de piel blanca y semidesnuda, y la otra mitad, como si de un experimento fuera una mezcla de lagarto-hombre. Ambas mitades en el mismo cuerpo, ensangrentado y empalado en  la estaca. Inerte. Sin vida ninguna... sus ojos mirando al cielo mientras la punta del palo asoma por sus medias fauces y boca.

- Luchó valientemente... contra mi. Se rebelo,¿ saben? Alguno de ustedes lo convenció... y no se cómo. Estubo cerca.. si, realmente muy cerca.- Agnes abre mucho los ojos en forma de exagerada actuación- Realmente temí por mi vida... Fue duro tener que acabar con él...- Comenta mientras pone cara de pena.

Su personalidad cambia por momentos, y en un gesto similar a alguien que araña tras un cristal, la personalidad de Agnes, la verdadera Agnes, aflora en esos ojos vidriosos consumidos nuevamente por la lagrimas...

-Que desea saber, señor Edward? Pregunte mientras pueda. No se cuanto tiempo puedo alejarlas de ustedes...

Escuchó aterrorizado lo que Edit contaba. ¿Diario?... ¿Y relatando eso? Y lo que le daba miedo era que las presentes vieran aquello, y supieran qué ocurría, y qué hacían Morgan y él ahí... Más aún cuando Annis acechaba a la vuelta de la esquina... Si Annis no hubiese existido... Entonces no hubiera habido problemas... Habrían silenciado a los testigos y... Pero no, no podían hacerlo. No en ese estado...

¿Y quién diablos había guardado eso? ¿Morgan?¡No podía ser!... ¿Robin misma? ¿Cómo? 

Sus pasos resonaron en su mente como un eco triste del pasado. Y los suyos propios, y los de Morgan, como truenos de una tempestad. Recordó el olor del bosque, y cómo se mezclaba con fragancia frágil y grácil, suave, dulce, elegante... Mordred estaba aún paralizado, atrapado en el recuerdo...

Pero intuía qué se acercaba, qué imágenes venían... Quería ver qué y cuánto se vería, para discernir quién había escrito eso, y terminar con su vida... Pero no con ellas ahí. Eso no era algo que podían ver e irse sin más. Miró con sus propias llamas en los ojos a Morgan.

Se giró hacia Edith, dando la espalda al recuerdo, y tratando de interponerse de alguna forma. Mientras, a sus espaldas, oía cómo se desenvainaba una hoja...

-No es algo que debéis ver. -su voz cayó y se volvió tosca y sombría, casi en un susurro. -Daos la vuelta, y tapad vuestros oídos, y cerrad los ojos. Y no miréis. Bajo ningún concepto.

Mientras, el recuerdo seguía rugiendo, y él seguía sin saber cómo ni por qué.

Reconoció su propia voz. Su cuerpo anhelaba moverse como el de la ilusión, incapaz de comprender que había, en ese momento, dos Mordred distintos. 

La palabra bruja llegó a sus oídos, y con ella, una puerta de metal doblándose y chirriando. Viento retuvo en un diminuto tifón a los dos hombres, mientras la mujer huía hacia el interior. Las lámparas se apagaron con gran estrépito y nubarrones surgieron en un abrir y cerrar de ojos, tapando un ya oscuro cielo y atrapando la luz de la luna.

Ella había alzado fuegos nada más cruzar el portón, llamas que pensaba que podrían retener a sus perseguidores. Ellos le pisaban los talones e iban blindados, y ni piedra ni incendio podían detenerlos en su pequeña cruzada...

-¡No!¡No miréis! ¡No miréis, u os tendré que matar!

Detrás de él, Morgan y Mordred del pasado perseguían a la mujer con las hojas en alto. Detrás de las ilusiones, Mordred sacaba la misma hoja y, con la otra mano, tiraba del martillo de su fiel Mauser, con una mirada demoníaca en su rostro. No necesitaba decir más, ni tenía tiempo de hacerlo. El Morgan real también sacaría sus armas, pensó... Salvo que fuera él el que había escrito aquello. Pero era sacrilegio, era profanidad, era imposible... 

Y no permitiría que Morgan también perdiese los cabales por una mujer ... así. Pensó que se había olvidado de aquello, ¡Quería que así fuera!

viajar a un recuerdo, eso escapaba a toda lógica, incluso para alguien que podía ver muertos, auras y pistas del futuro, así que aquello que iban a vivir era muy similar a lo que estaba pasando, solo que esta vez podrían verlos todos, Agnes quedó más atrás, reconociendo aquel lugar de las visiones que tuvo con Alice, pero pronto se dio cuenta a qué momento estaban apunto de presenciar. 

El grito de Mordred la hizo dar un paso hacia atrás, iba a acercarse, para ver mejor, después de todo, comprendía que aquello era solo un recuerdo y que nada de lo que hicieran cambiaría lo que ahí se fuera a desarrollar, pero Mordred estaba dispuesto a acabarlos para evitar que vieran. Agnes rechazo la idea, movió su cabeza de lado a lado, pero no tuvo el suficiente valor para desafiarlo, por lo menos no en los primeros minutos, en donde no se movió a pesar de los gritos y el fuego.

- no tienes derecho...- murmuro sin la templanza que requería esa declaración, sus puños se apretaron y alzó la voz más fuerte, como un rugido de valor - ¡no tienes derecho! - todos iban a morir, y él no debía no podía evitar que describieran una pista de cómo detener a Black, y dio un paso hacia delante y luego otro, y luego otro hasta que lo apartó con una mano, vería lo que se estaba desarrollando , fuera lo que fuera esto...

Morgan abre los ojos temeroso de lo que ve.

Lo sabe y lo recuerda muy bien. Mucho dolor, aunque depende de para quien. Nunca pensó que volvería a ver aquella escena.

-Es... es... mi ..diario. !!!Joder, es mi puto diario Mordred!- Grita Morgan como esperando que Mordred haga algo al respecto. - Esa maldita Bibliotecaria ha encontrado mi diario!!-

Morgan fuera de si la emprende contra la bibliotecaria,  arremete contra ella cogiendola por la pechera y levantándola un palmo del suelo en señal de amenaza.

-!!Deshazlo, Vamos!!- Apremia Morgan mirando a los ojos a Edith que parece como un conejo asustado entre las fauces de un zorro. -!!Deshazlo, Bruja!!!

La pobre muchacha no puede con la fuerza de Morgan y tan solo puede susurrar en un hilo de voz.

-No es tan sencillo, mi señor- Sus ojos buscan la ayuda del resto - Dios sabe que me gustaría... !!!Suelteme!!!

Rápidamente, en un  instante de  de tiempo en el que nadie reparaba en ella , Jessica se desliza sigilosamente tras Morgan. Lentamente si que apenas se note su presencia, la joven muchacha alarga una mano y apreta el indice contra el cuello del exaltado ayudante de Mordred.

- Suéltela, señor Le Fay. O le lleno de veneno hasta los ojos. Piénselo. - Dice Jessica mostrando un dedal con una aguja en el clavándola ligeramente en el cuello.- Si esto nos concierne a todos quiero verlo... Además, aunque nosotros no sepamos nada, ella ya lo sabe porque lo ha visto antes... ¿verdad señorita Cushing?- Dice mirándola tras el hombro de Morgan.- ¿Que va a hacer... matarla?

Mordred alzó su arma y disparó a centímetros del rostro de Agnes. La bala pasó de cerca, pero se perdió en el bosque, detrás de ella, y jamás volvió a aparecer. 

-¡No es vuestro! ¡VOSOTRAS no tenéis derecho! 

Ante la furia de los dos hombres, sólo parecía ser rival el rugir del fuego detrás de ellos, y otros tiros provenientes de las ilusiones. Entonces fue cuando Morgan habló. ¿Era suyo?...

Mordred se guardó los sermones para después de que aquello terminara. Por el momento, debía salvaguardar la privacidad de Morgan y, además, aquellos hechos.

Con la pistola aún apuntando hacia Agnes, giró la cabeza hacia Edith.

-¡Le has oído! ¡Para todo esto!

Todas parecían querer enfrentarse a ellos, a su recuerdo, sus hechos, a sus vidas. ¡ELLAS no tenían derecho! ¡Y ellos, TODO el derecho! ¡DEL MUNDO! Era aquello tan suyo como la fe, como la sangre en las venas, como cada nervio de sus cuerpos. ¡Era suyo! Y las había dejado entrar en su casa, y les había ofrecido algo con lo que luchar y defenderse, y seguridad. ¡Así lo pagaban! ¡Hasta ella! ¿Tanto les importaba a todas ellas el honor de un hombre? Su honor, su palabra, su ser... ¡¿Tan poco?!

Y no iba a dejar que otra mujer le superase en presteza ni subterfugio, no después de Genevieve. Furioso, cuando vio a Merril amenazar a Morgan, alzó el puñal hacia Agnes, y cambió la dirección de la pistola hacia Jesica.

-¡Morirás antes de herirlo!

cuando vio percutan el arma, Agnes entró en pánico, no creía que fuera a capaz de llevar a cabo su amenaza, pero sí, la bala salió por el cañón y solo se preguntó qué sentiría cuando la bala llegara a su cerebro, si la vida se iría así de rápido, en el replicar el cañón, pero la bala no iba a su cabeza, sino que pasaría a venti centímetros de su oreja, cortando algunos cabellos, y dejando el sonido sordo del arma. Se había atrevido a dispararle, no para matarla, pero si como advertencia, una persona como él no fallaría a esa distancia.

Agnes cayo de rodillas, conmocionada, ese era el hombre con el que se había besado pasionadamente, el mismo que ahora la amenazaba y había disparado cerca de su rostro. El mismo...

- ¿este... este era su secreto? - la voz era un hilo, Agnes levantó su cara hacia él, y en esos grandes ojos solo había miedo, miedo que Mordred le inspiraba, luego bajó la mirada, y apretó los ojos, paralizada por el miedo y los gritos que se escuchaban-¿ ustedes... la mataron e iniciaron... Todo esto?¡ ¿Por ustedes, todos moriremos en manos de Annis Black?!- le gritó con su mano en costado, tapando su oído, los ojos se le llenaron de lágrimas, y volvió a apartar la mirada de Mordred, le temía, Dios sabía que le temía con todo su corazón. 

En medio de todo aquel caos, llegaron palabras extrañas a oídos de Mordred. Vio entonces a Agnes en el suelo, pero no se inmutó ni se acercó a ella.

Dio vueltas tras vueltas en su mente a las palabras de ella, hasta que las asimiló.

-...¿Qué?...-contestó perplejo.-¡No la matamos! ¡La dejamos ir! ...¡Porque Morgan la quería y ella lo quería a él!... 

Respiró, antes de estallar.

-¡Esto no tiene nada que ver con Annis! ¡Ni con vosotras! ¡¡Fuera!!

La imagen del señor Black era lastimosa y le generaba cierto asco, hasta ese momento no tenía claro su naturaleza y ahora comprendía claramente a lo que Annis se refería, sabía lo que tenía que hacer. La bruja parecía dominarlo todo, vencedora absoluta de toda realidad, pero de repente algo sucedió, un destello de debilidad, una fisura en su poderío que probablemente durase solo segundos. Edward abrió sus ojos con cierto asombro, no esperaba esta oportunidad y miró al inspector para que se sume, tal vez ese hombre tuviese mas habilidad que él para hacer las preguntas adecuadas. 

Apoyó el peso de su cuerpo sobre Will, eso le dio mas confianza - Agnes... disculpa mis palabras sobre tu hermana, no quise ofenderte... solo intenté advertirte de estas cosas, veo que eso no fue suficiente. Ayúdanos por favor, hay algunas cosas sabes que pueden permitirnos vencerla, lo sé. Primero te necesitamos con nosotros hasta el final, como es que Alice logró doblegarte? Eso debe cambiar! Eres dura de convencer, danos una pauta para que en ese tiempo creas lo que nos dices ahora y no caigas en su trampa- dijo preocupado, consciente de que la caída de la vidente era el principio del fin, y muy dolido por la traición de la persona en la que tanto confiaba. La imagen de Elijah vino a su mente y sintió que nada podía decir acerca de traición. Su mano apretó con fuerza el hombro de Will. 

- Agnes, hay otro tema que seguramente has descubierto, como encontramos el corazón de la bruja? En que parte de esta Umbría está?- ése era el verdadero punto débil de Annis, y tenían un día para encontrarlo si querían tener alguna chance de cambiar el curso de los hecho.

Había poco tiempo, no quería apabullarla con mas preguntas y que no pudiese contestarla, prefirió dar espacio a los hombres que lo acompañaban para que expresasen sus inquietudes. Miró hacia la otra mujer que estaba escuchando en silencio, la mujer que dio origen a todo, la mujer que vio morir en su primer visión y la prueba de que el destino puede cambiarse. Edith. Su hermana lo había alentado a que lo intentase, había logrado darle un uso a sus dones que no se había atrevido a darle antes para salvarla, había incluso juntado a un grupo que en conjunto podía enfrentar a esa bruja maldita. Era esa misma hermana la que había provocado la ruina del mundo entero. Sintió pena por Edith, y por él mismo, ambos defraudados por aquél ángel. Volvió su rostro a Anges - Cuando Annis vuelva a adueñarse de tu cuerpo te pido un último favor, ayuda a Alice a salir a la luz, hay algo que quiero hablar con ella- dijo con seriedad, agotado del breve diálogo.

-Lo-l-lo... siento señor Morgan... es el libro es el el que busca ...yo s-s-solo absorbo el conocimiento en cuanto lo ..t--toco, y mucho me temo qu-que... esto seguirá adelante...t-t-tanto si lo quieren como no... no es mi deseo..- Tartamudea Edith aún con  las manos de Morgan en su cuello, asustada. como cualquier mujer lo estaría en su lugar.

- Alto!!! Detente... Robin!!!!- Grita un Morgan mas joven tras la muralla  de fuego invocada por la bruja.

Todos podéis oirlo y os llama la atención la forma en que lo hace. Aunque en su mano porta una pistola , similar a la de Mordred no la apunta. Y desesperadamente llama a la muchacha.

-Robin!!! No tiene por que acabar así... yo yo... Te curaremos Robin... No entres allí!!!- Grita a la muchacha.

Morgan, desesperado busca una entrada, una abertura en el fuego.. algo, con lo que poder llegar hasta la muchacha. En vano. Solo puede mirarla a traves de las llamas mientras ella se da la vuelta, dudando realmente si entrar en Bedlam o no hacerlo.

Mira a Morgan desde el otro lado de la barrera ígnea mientras sendas lagrimas caen por su rostro. Avanza lentamente hasta Morgan e instintivamente da otro paso hacia a tras. Así, su baile de dudas y sus lagrimas es todo lo que ahora hay entre ellos.

Mordred llega por detrás, caminando lentamente.

No tiene prisa, nunca la tiene. Sabe cuando correr y cuando no. Y ahora tiene al ratón cogido en un puño. La tiene rodeada, aunque... no contaba con le muro de llamas. Pero no es algo que le asuste. No es algo que una simple bala en el centro de la cabeza de la muchacha no pueda solucionar.

Sonríe. Siempre lo hace cuando se sabe victorioso.

Lentamente levanta su Mauser. Es un modelo nuevo, recientemente engrasada y no fallara.

-Aparta , Morgan... Las llamas pueden quemarte, Mon Ami. Déjame que purgue a la bruja. Deja que acabe con su sufrimiento... y con tu calvario. Ya ha hecho demasiado daño al mundo..-

ya no entendía nada, mareada y aún muy asustada, sintiendo el silbido de la bala aún en su oído, como un sonido punzante, Agnes continuó en el suelo, su mano seguía sujetando su mejilla, y apretando los ojos mientras seguían escuchándose los gritos y las súplicas de ese recuerdo horroroso. La adivina, no podía controlar sus lágrimas, producto de la angustia, ¿tenían o no que ver los hechos que estaban presenciado? ¿O todo era parte del morbo de Cushing para incordiar a Morgan y Mordred?. Ahora en más no podría ver con otros ojos a Mordred si no era con ojos de miedo y pánico a lo que pudiera hacer, esa mano fuerte que la sustuvo antes, demostraba tal como era, igual a todos los demonios que había conocido en su vida. 

- ¿por qué? -atinó a decir, con sus manos sujetas a su cabeza, abriendo sus ojos se que habían tornado por completo blancos... pedía ayuda a los espíritus para entender lo que estaba viendo.