Partida Rol por web

Valeria y Tina siguen en cabeza, escabulléndose ahora por entre dos baldas de una gran estantería repleta de objetos. De nuevo, haciendo alarde de su agilidad, la pelirroja se tira casi en plancha y logra pasar por una pequeña apertura que se forma entre dos cajas sin tirar ningún objeto y saliendo al otro lado con una voltereta. La vaquera, con algo más de dificultad, se toma su tiempo para apartar las cajas y logra pasar torpemente, no sin antes golpearse la cabeza un par de veces.

En el segundo grupo, un poco más rezagado, Purity corre entre los objetos con una gran facilidad, el sherif le sigue de cerca, pero Jonh tiene mala suerte y tropieza con algo cayendo de bruces.

Los zombies hacen esfuerzos por pasar por encima de la barricada de paja que justo les corta el camino hacia Jonh, sin embargo, cuatro de ellos lo consiguen y ahora se dirigen hacia el joven propiciando alaridos desesperados y extendiendo sus brazos ansioso de carne y cerebro fresco.

- Joder... ¡Al suelo!

Le grita a Purity al tiempo que retrocede apuntando para acertar a los zombis y comienza una lluvia de balas sobre estos.

Corriendo por el pasillo, esta vez sin volver a caerme, llego hasta el hueco de la estantería por el que se habían colado Valeria y Tina. Me disponía a pasar por él a toda velocidad, pero el estruendo producido por la pistola de Ricky al disparar me sobresalta y doy un grito, más por la sorpresa que por el miedo.

Mirando hacia atrás, veo que los zombis estan muy cerca. Tan cerca que a Jonh, que parece haberse caído como yo hace escasos momentos ("¡maldito almacén! ¿por qué estos dueños no tendrían su dichoso negocio ordenado y con las cosas en su sitio?"), le pisan los talones y casi la pierna entera. Por un momento me quedo bloqueada, sin saber si ir a ayudar al rubito, o seguir hacia delante, o qué, pero una orden del sheriff ahogada entre más disparos me saca de dudas: al suelo.

De nuevo, me centro en el hueco entre baldas y paso por él.

John cae al suelo y cree que va a ser lo último que haga, caer al suelo. Como un idiota. Va a levantarse y oye gritar al sheriff. Las balas comienzan a volar.

De modo que una vez más, como un idiota, se arrastra hacia adelante. Esperando que las balas retrasen a los bichos. No se da la vuelta. Sabe que mirar atrás sólo puede paralizarle. Es como estar a punto de ser atropellado y mirar al conductor del coche. Lo que tiene que hacer es salir pitando.

Cuando cree que ya no van a volar más balas se pone de pie y sigue corriendo.

Escucha los disparos desde detrás de la estantería que acaba de pasar y se vuelve viendo a Tina pasar por donde ella paso hacia segundos -¿que a pasado allí?- le pregunta, de repente se acuerda que Jonh iba el ultimo y se pone la mano en los labios, antes de gritar sin poder remediarlo -¡¡JONH!!- no sabía muy bien que hacer, la impotencia que le creaba el estar apartada de sus compañeros y el miedo a volver donde estaban los zombies la agobiaba y no podía ni moverse. Miro a Tina totalmente perdida.

- Shhh! - le sugiere guardar silencio a Valeria tampándole la boca con toda su mano - Los ruidos atraen a esas cosas. - comenta como su se tratase de una verdad absoluta aunque no es más que una teoría basada en las películas del género.

- Vamos, no hagamos tapón. - Decreta deslizando la mano que le había puesto en los labios para hacerla callar, sobre la que la que ella misma había llevado a ese punto hasta encontrarse con la muñeca de la chica. Muñeca que agarró con fuerza y tiró de ella avanzando para salir de aquel lugar sin dar oportunidad a discutir la ética de no esperar a los demás.

Esperarles no iba a serles de ayuda, dejar el camino despejado, en cambio, podía serles útil, aunque aquello tampoco era la motivación principal de Tina para seguir corriendo.

Quizás por el miedo, la tensión acumulada, la oscuridad de la zona, Jonh vuelve a tropezar con los objetos del pasillo y cae de bruces de nuevo. El sheriff trata de cubrirlo, pero solo logra abatir a uno de los zombies, que haciendo esfuerzos saltan sobre la barricada y se apelotonan enfrente a Jonh. El rubio, por suerte, de momento consigue mantenerse alejado de sus fauces que dentellean en la oscuridad.

Más adelante, Purity intenta cruzar por en medio de la estantería, pero tiene bastantes dificultades. Y al otro lado, Tina y Valeria logran distinguir entre la oscuridad una escalera de aluminio, que recostada sobre una de las estanterías, parece llevar a un piso superior.

Corría tras Tina, pues esta tiraba de su muñeca con fuerza, le habría gustado esperar o ayudar a los demás, pero... cierto era que ella poco podía hacer, su fuerte era la agilidad, no la fuerza o la puntería.

-¡¡Mira ahí, una escalera!! es poco probable que puedan subirla los zombies- le dijo a Tina

El nerviosismo, o a eso quiero atribuirlo, hace que sea incapaz de pasar por el hueco entre baldas de la estantería. "Ojalá hubiese hecho un poco de deporte todos los días", pienso resignada mientras intento hacerme todo lo pequeña que puedo para meterme por la estantería de nuevo.

Antes de todo el asunto de los zombis nunca me había preocupado mucho mi aspecto físico. No era una dejada, pero tampoco me esforzaba por tener buen tipo: la emoción que sentía cada vez que salían unos nuevos resultados en el laboratorio me hacían ir correteando por los pasillos del edificio, y con eso bastaba. Y a Ethan le gustaba. Pero ahora ya no había laboratorio, ni resultados que analizar, ni por supuesto… Ethan. Casi podía oír su voz burlona (que nunca más oiría) mientras levantaba una ceja (que nunca más vería): "Ey, nena, si quieres tener más agilidad deberías… ya sabes… probar posiciones más exóticas, ¿quieres que te ayude a entrenar? Conozco una cama que es un estupendo sitio para preparsWAAAAAARRRRGLLLL", el sonido gutural de uno de esos no-muertos me devuelve a la realidad y, aterrada, intento otra vez pasar a través de las baldas.

Ricky rezo todo lo que supo en ese momento, solo le quedaban dos tiros en el cargador y los zombis eran demasiados, asi que apunto al que John tenia mas cerca por si se acercaba mas aun.

Los gritos de Purity convencieron a Tina de mirar atrás, más como un acto reflejo que por preocupación. Pero ante el espectáculo de la huesuda por atravesar las baldas de la estantería no pudo más echar la vista al cielo, criticando sus formas pero despreocupándose del resultado.

¡Vamos! se autoprotestó nerviosa cuando el sudor frío empezó a recorrerle la espalda recordándole que no era el lugar ni había tiempo para distraerse.

- Sube. - expiró en un golpe seco y reafirmó esa idea empujando a la pequeña hacia la escalera - Sube. - insistió dibujando un breve gesto con su mano hacia arriba, como si Valeria necesitase que le indicara el camino.

En cuanto la pequeña empezó a subir sujetó la escalera con una mano y se giró de medio lado hacia Purity para meterle prisa con la otra mano, intercalando su mirada de los pies de Valeria a la cabeza de Purity, buscando el momento en que apresurar a la gente ya no fuese su único modo de poder ocupar el tiempo y poder escalar al piso superior.

Subió tal y como le apremiaba Tina, miro un momento hacia atrás y le susurro -¿y los demás?- sabia que le seguiría diciendo que subiese pero... ¿y si necesitaban ayuda? no sabia cuanto durarían las dos solas -¿no les ayudamos?-

Las preguntas de Valeria sorprendieron a Tina, la pequeña arrogante que habían encontrado en un maletero parecía haberse quedado allí, aunque por las emociones que habían acompañado el día tampoco se podía esperar una actitud muy distinta. Bastante admirable era que no llorara cada cinco minutos.

- ¿Aprecias tu cerebro? - le preguntó sin mucho tacto - Sube. Yo les echo un ojo.

Dejó de agitar el aire con la mano que no sujetaba la escalera para llevarla con resignación a la pistola que acababa de adueñarse, si conseguía linea de tiro, intentaría derribar aquellas latas que eran las cabezas putrefactas de deshonrosos texanos.

Jonh logra levantarse y salir corriendo por el pasillo hasta alcanzar la estantería. Solo un zombie consigue seguirle el ritmo sin tropezar y caerse por el suelo. El sherif le espera apuntando a su perseguidor, y Purity sigue intentando colarse por la pequeña abertura sin demasiado éxito.

Por otro lado, la vaquera y Valeria suben corriendo una escalerilla de mano y logran ponerse a salvo.

Tras apuntar con el mayor de los cuidados Ricky descerraja dos tiros hacia la cabeza del zombi, sin mirar el resultado se lleva la mano a los cargadores del cinturon al tiempo que libera el cargador de la pistola dejandolo caer al suelo ruidosamente.

- ¡Vamos, vamos VAMOS!

Ordena como si estuviera comandando a sus antiguos chicos de los S.T.A.R.S.

Cansada de intentar meterme por el hueco de una estantería por el cual está claro que no quepo, decido intentarlo de otro modo: pasar por encima. La estantería parece robusta y puede que aguante mi peso, así que me pongo a escalar baldas lo más rápido que puedo.

A mi espalda, los tiros de la pistola de Ricky siguen resonando en la oscuridad. "Estamos jodidos", pienso nerviosa mientras sigo a lo mío.

Llego hasta el sherif.

Gracias Eastwood.

Era definitivo. Le había puesto el apodo porque se lo merecía. Iban a morir con las botas puestas por un puñado de zombis en el ok corral, o en la tienda de la gasolinera. ¿Porqué le venían de repente a la cabeza los nombres de aquellas películas todas juntas?

Tenían que superar la estantería. Por lo menos era algo mejor que andar corriendo de modo descontrolado. Esperó a que pasara Purity intentando no obstaculizar al sheriff mientras disparaba. Sacó el martillo, si llegaban hasta ellos no se pensaba quedar quieto.

Harta de intentar pasar por entre los objetos, Purity decide saltar la estantería escalando las repisas. Antes de llegar a media altura, puede ver como Jonh, con los ojos desorbitados, salta y se encarama casi hasta su lado y, con una velocidad desconcertante, trepa hasta coronar la estantería y dejarse caer al otro lado. Ricky se toma un tiempo para disparar a algunos zombies, pero finalmente sigue a sus compañeros.

Tras subir por la escalerilla metálica, Tina la manda abajo de una patada cortando el único acceso que podían tener los zombies. Algo más tranquilos, podéis examinar dónde estáis. El almacén tiene una altura de dos pisos, y la oscuridad os impide ver el tamaño real de la estancia en la que estáis, varias estanterías se extienden a vuestros pies recreando un laberinto macabro que casi os cuesta la vida y por el que ahora vagan, confusos, esos seres sin rumbo fijo.

El pequeño altillo en el que estáis tiene la altura de una planta, detrás de vosotros una puerta de madera ornamentada con pomo dorado os hace pensar que seguramente se trate de un acceso directo entre el almacén y la segunda planta de la cafetería. Al cruzarla, podéis ver un estrecho pasillo enmoquetado iluminado cálidamente por dos lámparas de pared, la decoración os indica que debe tratarse de la casa de los dueños de la cafetería que han decidido instalar su hogar en la segunda planta.

Al cerrar la puerta detrás de vosotros, dejáis de oír los zombies y junto a la calidez de la estancia por un momento podéis olvidaros de que el mundo se está yendo al garete. Sin embargo ahora debéis decidir qué hacéis, buscar un sitio seguro para pasar la noche en aquel lugar o buscar una salida para recoger combustible y volver lo antes posible al autobús.

Empieza a normalizar su respiración y mira a sus compañeros, contenta de que todos estén allí, sanos y salvos. Se deja caer apoyada en una pared -¿y ahora que?-

¡Joder, una casa! - se desespera Tina no viendo acabar aquella pesadilla y observa su alrededor la decoración del lugar en busca fotos, abrigos, zapatos, llaves, cualquier pista que le pueda indicar cuantos miembros tenía aquella familia, o mejor todavía, cuantos habitaban aquel lugar. Se había hartado de sorpresas y un lugar habitado era una posible trampa mortal. Preparó la escopeta y abusó de la longitud de su cañón para que abriese paso.

- Ahora lanzamos una moneda. - respondió a la pequeña antes de girar hacia la primera puerta que desembocaba en el pasillo al que les había llevado la puerta mágica. - ¿Tienes sueño? - siguió su conversación con la pelirroja poco después sin aclarar su destinatario más allá del matiz casi dulce en su tono, matiz que se perdió cuando siguió su discurso para el resto del grupo - Será mejor hacer noche, descansar, quizás incluso tenían algo digno en la nevera... buscar combustible y largarnos mañana cuando la fiesta se haya trasladado a otro lugar.

"O qué sé yo" añadió en su mente realmente desgastada por ese día pero a pesar de ello golpeó el ala de su sombrero en un gesto desenfadado que lo hizo caer hacia atrás y quedar colgando de su cuello en una señal personal de que su día había terminado.