Partida Rol por web

Cuando Lyrandeen dice:

Se a ciencia cierta que ese grupo de asaltantes se han visto obligados a realizar tan viles acciones coaccionados por un grupo de malvados enanos.

Wilbur comenta misteriosamente:

- Que a su vez han sido obligados a ello por una horda de pérfidos gnomos.

Y se aleja tratando de no descojonarse de risa de manera demasiado evidente.

Cuando acaba el resumen, Wilbur vuelve para decir:

- Como puedes ver, las cosas no pintan demasiado bien...

Gracias Lyranden por tan buen resumen , estaba un poco confundida pero ya lo entiendo mucho mejor

el semielfo cada vez le caia mejor a la elfa

El enano carraspeó al oír del tema del oro y el asalto. Para su alivio, la paladina se mostró comprensiva, así que no había porqué preocuparse.

Sobre qué hacer y cuándo, todavía estaba por decidir. Pero era la hora de la comida y había que volver para probar la cocina de la tata. Borateo, Vórtimer y Cléquetto se quedaron en el almacén, hablando de sus cosas.

Al llegar, las mesas del comedor tenían el servicio puesto... ¡para cincuenta comensales! La vieja Gertrudis se había excedido un poco. Algo después también llegó Borateo. Vórtimer y Cléquetto comerían en sus respectivas casas.

Los platos vacíos no hacían más que abrir más el hambre, mientras que desde la cocina instalada en los dormitorios el olor era cada vez más sabroso.

tap-tap-tap-tap-tap...

El juego de pies correteo por la madera del suelo. Sobre los tobillos había una niña humana con falda plisada y pelo suelto. Y en el regazo de la niña, amontonados de cualquier manera, trozos cortados de lo que había sido hasta hace poco una barra de pan.

Concentrada en su labor, la niña soltó todo el pan de golpe en la mesa, dejando una casual pirámide. Después salió otra vez con el sonido de sus zapatos repicando sobre la madera. Desapareció tras el tabique que separaba el comedor y el dormitorio, para luego volver a aparecer una vez más.

Hola. Me llamo Josephine. Mi mamá dijo que como me había portado muy bien, como premio me llevaba a vivir a otra casa. ¿No es genial?

Por detrás de ella salió la tía Gertrudis. Portaba una olla tan grande como ella, y de aspecto muy pesado. Sin embargo la anciana llevaba un ritmo vivo y logró sin problemas subir la olla a la mesa. Después empezó a servir sopa con el cucharón.

Sí. Es genial, pequeña. Y eres muy buena, que me has ayudado mucho. Esta es la hija de Égrias y Sara. Sus padres tienen un negocio a la entrada del pueblo. Gente decente. El marido está cojo, el pobre. En invierno siempre me compran mis pastas caseras para servir con chocolate caliente. Buena gente. Muy decente. No como los Ardinguer. Brrr... los Ardinguer. Podéis empezar a comer, ¿eh? No seais tímidos. ¿Y el resto?-mira al resto de mesas vacías con servicio puesto-Les va a enfriar la sopa. Es sopa de cabezas de pescado. Y de segundo, pescado.

La niña arruga la naricilla cuando escucha dos veces pescado en tan poco espacio de tiempo.

 La imagen de la cena servida por un lado y la pequeña hija de Sara por el otro hicieron que las arrugas que estaban impresas en el rostro del pelirrojo se suavizaran paulatinamente hasta que finalmente desaparecieron por completo, incluso, para quien se fijara en las cosas, podría parecerle que la sombra de una sonrisa se dibujaba bajo su poblado mostacho.

 - Bienvenida a esta casa pequeña. Celebro que quieras pasar con nosotros una velada. Mi nombre es Borateo.

 Dice mientras se acerca a la mesa pasando su callosa mano por la cabecita de la chiquilla para revolotearle un poco el pelo, algo que hizo de forma casual e inconsciente. Una vez alcanzado un sitio delante de un plato hondo lleno de sopa humeante el hombre asiente satisfecho tras olfatear.

 - Si las pastas son tan buenas como de rico huele la sopa, no me sorprende que Égrias y Sara os compren esas pastas para el chocolate.- Tomando una cuchara de madera mira de forma significativa a los demás compañeros para que se sienten y pueda así comenzar a comer.- Me apetece mucho un buen plato de pescado freco. Decidme tata, ¿qué pescado se pueden pescar por este lago?

Aiiins que monísima eres Josephine, acompañaría esta sopa con tus palabras si pudiera recogerlas - El halagüeño mediano parecía que siempre quería conseguir algo, tenía cumplidos y reverencias para todos. Un adulador de los que calientan la oreja más que un hierro al rojo

El mediano comió la sopa, sorbió sin hacer ruido, y se cuidó de dejar los platos limpios, no estaba delicioso, pero no iba a poner remilgos después de haber pasado más de una semana comiendo las raciones de viaje. Para desespero de sus compañeros de mesa, el mediano no paró de hablar, aún así seguía siendo inoportuno, pues se detenía a hablar el momento justo en el que todos hablaban y nadie podía hacer reparos a sus palabras.

¿Como no se os ocurrió valorar a vuestro adversario antes de asaltarle para quitarle el cofre?

¿Gnomos malvados que extorsionan enanos malvados que fuerzan a elfos malvados a hacer actos.... malos?

Borateo ¿A donde marchará si no quiere meterse en este asunto?

¿No puede recuperarse el oro inicial previsto para el tributo, y contarle a Gregor la trama de la mina, dandole el cambiazo al cofre?

A pesar de las preguntas que hizo, cuando Drassil terminó de comer se dispuso de lado en el banco poniendo caras, y haciendo gracias a la niña, algunos trucos de manos que la hacían reír y confiarse, pero mientras... él mismo cavilaba acerca de tan enredado asunto

 Durante la cena, a pesar de su mejor humor, al parecer, no se mostró muy parlanchín, sinó que se dedicó a comer con un hambre voraz. Después de todo parecía que la Tata no había hecho tanta comida...

 Cuando el mediano pregunto, tan solo respondió un parco.

 - Mañana os acompañaré a la mina y me sumaré al grupo para ayudar a esta gente. Bien es cierto que las gentes del Holmet merecen poder descanso a sus padres, hermanos e hijos.

 No añadió nada más, continuó devorando la comida, tanto la sopa como el pescado.

Josephine quedó con los pelos alborotados y la cara de anonadada tras el paso de la mano de Borateo. Era una mano muy grande y la de la niña una cabeza muy pequeña, y a poco que rozase ya era como si por su peinado hubiera pasado un huracán.

Caminó aún sorpendida hasta el banco de madera y tomó asiento mientras la vieja terminaba de servir los platos. La calidez de las palabras del adulador mediano le despertaron entonces una sonrisa.

El lago tiene barbos, peces centella, lucios, alboranes... Pero hoy compré trucha. Bueno, varias truchas. No sé si llegarán. Pero comed, comed. Estáis en la edad.

La vieja empezaba ya a llenar los platos que se quedaban vacíos, con una segunda ración de sopa. Y aún quedaba el segundo plato. La niña se hacía la distraída con la comida; de cada tres cucharadas que se metía en la boca, una iba vacía y la otra ni siquiera era cuchara: solo un trocito de pan. Al cabo de un rato se gira en el asiento hacia un lado y besa en la mejilla a Drassil.

Drassil asiente a las palabras de la anciana - Trucha, gracias, hacía semanas que no tomaba pescado - En su plato volvía a tener un pescado que dejó en las raspas, sus compañeros ya habían terminado de comer y para evitar que la anciana le sirviera más dejó el plato a un lado y fué hasta la puerta, donde se amontonaban las mochilas de los aventureros. Rebuscó entre ellas, algunos de los presentes se giró desconfiado, el mediano hurgaba entre las mochilas, finalmente y tras un ratín de manoseo sacó un pellejo del que sacó un instrumento, un precioso violín.

Borateo ya arrugaba los morros y la niña sonreía ante la idea de oír música, celebrandolo con una gran cucharada de sopa.

Drassil se acomodó el violín sobre el hombro mientras hablaba - Iré a la posada, en busca del alcalde Clequetto y Roger, tal vez encuentre alguna solución o quizá tan solo escuche, en cualquier caso mi trabajo es recoger historias, si a bien teneis, a la hora de dormir os contaré la historia de Jilokasina. - Apuntó con el arco del violín a la damisela y hizo una levísima reverencia con su cuerpo - Aún estoy trabajando en el ritmo pero creo que os puedo adelantar algo

Con pasos largos (al menos para él) pero extremadamente lentos fué volviendo hacia su lugar en la mesa mientras comenzaban a sonar las cuerdas de su instrumento. Una melodía de notas alargadas y tristes, fuera cual fuera la historia de esta noche, no se trataría de un divertido sonete. La tristeza se volvía melancolía, y con la agradable música del mediano hizo que algunos de sus oyentes recordaran momentos que añoraban, alegres o tristes, la música despertaba la quinta esencia del alma, no fué larga, como había dicho, solo un adelanto. Los platos estaban vacíos o casi vacíos cuando terminó. La anciana estuvo a punto de recriminarle por levantarse de la mesa cuando el resto no habían terminado, pero acompañar su comida con música la había dejado algo blanda. El mediano hizo una de sus repetitivas reverencias al público

Volveré al anochecer, espero no encontraros ya roncando a mi vuelta

El mediano recogió su plato y lo llevó hasta la cocina disculpándose por cualquier cosa que le dijeran, y tras recoger su mochila sin demasiada prisa, fué a acudir a la reunión con Clequetto.

Acompaño mi música con un curar de 5pv a Darius

 Borateo escuchó en silencio las notas de quel peculiar mediano. No puso malas caras, siempre le había fascinado el arte con el que habían nacido aquellas personas dotadas para la música, recordó cuando en el pasado tanto había ansiado la llegada de estos a su aldea. Que lejos quedaban esos días.

 Al terminar la breve actuación el hombre quedós sumido en sus reflexiones, con los brazos apoyados en la mesa y la mirada extraviada en los recuerdos. Finalmente pero, la actividad cercana le sacó del ensimismamiento. Cuando el mediano se había ido este se incorporó, pesadamente, a parte de las heridas que cubrían su cuerpo, parecía que algo más le había envejecido.

 - Voy a descansar.- Dijo antes de retirarse a la parte de los barracones donde permanecían los camastros.

Wilbur come rápidamente sin hacer demasiado caso a sus compañeros de mesa. Cuando ve retirarse a Borateo el hace lo propio musitando un casi inaudible -Buenas noches que no dirige a nadie en particular.

Se aposenta en la cama disponible que esté más cercana a la de Borateo.

- Creo que a este tipo me interesa tenerlo cerca, por si la noche se presentase agitada...

Parecía que se había decidido por unanimidad el quedarse a descansar la noche y recuperar fuerzas. Era lo más sensato, hacía pocas horas habían recibido la paliza de sus vidas y aunque los hechizos les habían repuesto algo, de hecho a Lyranden le habían sacado de una muerte segura, no tendrían muchas posibilidades de enfrentarse con éxito al desafío de la mina.
El pescado y la música hicieron que la cena pasara con rapidez. La presencia de la anciana y la enana hicieron que la mayoría se sintiera más en familia y como poco relajaron los ánimos. Era algo que Lyranden comprendía pero no lograba sentir lo mismo, la vida le había dado muchos reveses y casi nunca se sentía del todo cómodo en ningún lugar. Al retirarse Borateo se hizo evidente que lo mejor sería ir a recuperar fuerzas.
El semielfo se despidió con educación de todos los presentes y se dirigió a su camastro a descansar.

A la mañana siguiente, el hechicero visita la iglesia. Vórtimer recrimina a Wilbur por los dos cadáveres de mineros con la crisma rota. Tras soportar un soporífero sermón, el clérigo le coje de las manos y reza por el alma del humano. Sus heridas se curan, pero muy someramente.

Drassil vió a Cléquetto parado delante de la posada. Parecía estar pensándose dos veces lo de reunirse con Gregor. Cuando el alcalde repara en el mediano, asiente a modo de saludo y obtiene la determinación que le hacía falta para entrar.

La posada está vacía, salvo por la mesa de gañanes que piropearon a Jilokasina hace un par de horas, mientras comía junto a Drassil. En la mesa hay cuatro humanos. Una es John, el silencioso y meditabundo. Después está el gañán que más grosero se puso con Jilokasina. Los otros acompañantes son un desconocido y el mismísimo Gregor.

Antes de que puedan avanzar hasta la mesa, Sara sale sobresaltada directa hacia vosotros dos y os intercepta.

¡Alcalde, bienvenido a nuestra humilde posada! ¿A qué debemos tal honor? ¿Qué le gustaría comer a su señoría?-y de pronto su voz se vuelve susurro-Alcalde, mi marido me ha contado que Gregor se llevó a dos de sus soldados a los cuartos. Después de eso, uno de los soldados bajó y se marchó de la posada. En el establo falta uno de los caballos del Ejército Real.

Del grupo de piropeadores Drassil solo echó en falta a aquél que no hacía alarde de sus malos modos, el tipo del sombrero de ala ancha. Sin ninguna clase de duda sería quien estuviera arriba. Drassil no miró a Clequetto ni a Sara, pero dedicó una mirada y una sonrisa al tabernero y después otro vistazo a la mesa.

Gregor enviaba un mensaje ¿A quien? Una respuesta tan sencilla resolvería casi todo el contenido de su mensaje, y sin embargo, si este pudiera ser sospechoso sería muy difícil de obtener. Drassil estaría atento a cuanto pudiera, pues cada palabra puesta sobre la mesa, eran las cartas que se repartirían en esta singular partida.

A mí no me traigas nada, gracias - Comentó Drassil como si le hubieran preguntado a él, sin ninguna clase de tono sarcástico. Estaba lleno por la sopa de tía Gertrudis

lyranden , fueron 6 ptos de vida :)

Un vaso de vino para mí, Sara.

El alcalde se acercó en cuanto la posadera se quitó de enmedio. La de Gregor era una mesa rectangular para diez personas, y los cuatro estaban sentados de modo que mirasen hacia la calle. Tanto mejor, así no habrá que sentarse codo con codo con nadie hostil.

¡Alcalde! ¿Viene a traerme mi moneda de platino? John tenía varias, pero mi bolsa siempre se vacía con prontitud. Esta mañana compré ropas de paisano para mis hombres. Ya que hemos de quedarnos aquí, visten más cómodos que con el uniforme de soldado.

La moneda se la diste a Vórtimer, no me la reclames ahora a mí.

Su merced viene acompañado... ¿No es una estatura muy baja para la de un guardaespaldas?

Mi nombre es Drassil - Se presentó el mediano con su cortés y ensayada reverencia, tan natural como el saludo del panadero en la mañana al olor del pan horneandose - Y no soy su guardaespaldas - añadió alzando sus pómulos en una juvenil y confiada sonrisa - El señor alcalde es un hombre querido en el pueblo ¿Porqué iba a necesitar un guardaespaldas? - Dicho esto añadió una mirada a los guerreros que habían alrededor de Gregor, ciertamente sus palabras... si realmente se encontraban en un duelo de intereses como se había sugerido, podían interpretarse de muchos modos, tal vez una advertencia. Y en estos enfrentamientos, quien primero sacaba la daga solía ser el perdedor, y aunque en este caso parecía que la banda de Clequetto habían sido los primeros en intentar asaltar a Roger, ya habían pagado su error, y ahora se enfrentaban a otra batalla.

Drassil se sentó junto al alcalde, ambos frente a Gregor, allí estaban seguros, si de verdad sus intenciones eran tan retorcidas como había sido el saludo al alcalde, podían estar planeando algo, y si así era no darían ni un golpe aquí, no, eso se reservaba, esperando que el alcalde fuera el primero en sacar "su daga".

Drassil miró distraído alrededor, observando el interés que esta conversación pudiera causar en los parroquianos y en el propio tabernero de tosco rostro mientras el alcalde procedía a charlar con Gregor.