Partida Rol por web

El viaje a través de las heladas tierras del norte de Avistán ha sido duro. No obstante, no habéis tenido demasiados problemas en conseguir llegar a Trollheim con el dinero que os dio la Sociedad.

Una vez en la ciudad, las direcciones que os dio el Capitán de Proyectos no son todo lo precisas que debieran pues dais un par de tumbos por la ciudad. Sin embargo, al llegar al lugar donde se suponía que debía estar la casa de Skagni solo encontráis el esqueleto calcinado de un edificio.

Por aquí y por allí hay trozos de madera abrasado y muebles echados a perder, pero si algo hubiese quedado después del fuego, parece que ha sido saqueado a conciencia. Aunque la mayoría de las paredes están ennegrecidas por el hollín, una zona en lo que debió ser la parte delantera de la residencia todavía tiene paredes limpias y blancas. Sobre estas blancas paredes y escrito en unas letras rojizas de más de un metro de alto se puede leer:

PATHFINDERS, IROS A CASA

No hay posibilidad de equivocarse. Las letras en esa pared están escritas con sangre...

-Por Abadar, una terrible desgracia ha ocurrido aquí.- Dice Clarissa mientras besa su símbolo sagrado.

Lorik avanzó con paso pesado por la ciudad. No tenía demasiada curiosidad en las edificaciones o en cómo estaba de limpia la misma. Miraba a las personas.

Siempre había oído hablar que las tierras del norte eran lugar de habitat de numerosos guerreros de impresionante poder. El objetivo del mayor de los Kender siempre había sido el mismo: Probar su acero contra los más impredecibles y poderosos retos.

No le importaban ni la fama ni las mujeres, tampoco le importaba lograr un objetivo como gobernar un lugar o hacerse un renombre. El hecho de que se uniera a Andoran era más bien una cuestión de moral. Una defensa de un ideal un tanto trastocado con respecto a lo que su propia facción defendía.

Pero todo ello iba un poco más allá. Lorik usaba estas misiones para porbar su acero, para crecer como guerrero. Para labrar un camino recto en el cual él pudiese superarse a cada paso. Y el unirse a Andoran y a la Sociedad era lo que le había permitido probarse en los últimos tiempos.

Al detenerse en frente de la casa, el guerrero no pudo reprimir torcer el gesto a una mueca asqueada.

- Últimamente las cosas no andan bien para los miembros de la sociedad. Skagni parece haber tenido problemas. Deberíamos de buscar entre los restos para ver si encontramos su cuerpo. - entonces reparó en las letras - Espero que aún siga con vida.

Neblin llegó detrás y no pudo mas que reprimir una risotada.

- Vaya, así que somos bienvenidos.. - dijo tras leer esa pintada. El curioso mediano se internó en la casa calcinada, buscando algo que explicara los hechos o al menos que arrojara algo de luz al asunto. Miraba a sus compañeros distraído mientras daba vueltas por el esqueleto de esa casa en busca de algo.

- ¿Con vida? Seguro que se lo han cargado. - acabó diciendo Neblin, tras el comentario de Lorik.

Ethelnir se unió a sus compañeros, buscando entre los restos alguna pista de lo ocurrido, pero sin perder de vista a posibles observadores hostiles.

- Esto no esta bien ¿Que clase de gobierno permite que una casa sea arrasada y aparezca una amenaza para los Pathfinder?

No hay que olvidar que nuestro contacto investigaba las formas de gobierno locales ... y tal vez los amigos que lo han visitado nos dediquen una bienvenida similar.

Tal vez nos interese visitar un posible aliado en un templo de Abadar o Iomeade para recibir información, sonsacar a algún tabernero local, preguntar a las autoridades (que tal vez esten implicadas) ... o ofrecernos como cebo y pescar a alguien con información de primera mano, pero eso puede ser bastante arriesgado.

Hagamos algo, y hagamos lo rápido antes de que alguien tome la decisión por nosotros.

-Tienes razón Ethelnir... pero lo primero es buscar a ver si encontramos algo entre las ruinas...- Dice Clarissa entrando a echar un vistazo detrás de Neblin.

Lorik se quedó fuera, mirando a ambos lados de la calle por si alguien les observaba. Lo mejor era que permaneciese alguien atento mientras el resto buscaban. Y él sabía que molestaría más que ayudaría, pues no se fijaba en los pequeños detalles de las cosas que no tenían que ver con un buen combate, principalmente porque no le interesaban demasiado.

Durnak suelta una macabra carcajada al escuchar a Ethelnil cuando escucha su temor de que alguien les haga lo mismo que haya podido hacer con Skagni

- ¡Que lo intenten! - grita mas que habla. - ¡Que intenten pararnos! ¡Haber si estando varios se atreve a intentar dañarnos la asquerosa criatura que haya hecho esto!

Dicho esto, Durnak se dedica a buscar cualquier pista que se pueda encontrar, sin sutileza ninguna. Derribando los montones de objetos calcinados a su camino, siendo, en la mayoría de los casos accidentalmente.

- El gobierno dice... - murmura gruñón para si mientras busca, sin importarle quien le escuche - muchas veces comprado, y muchas otras inútil. Pues si que vamos bien si intentamos pedirles ayuda, seguro que nos entierran entre montañas de papeleo. Aunque seguro que la dama disfrutaba de ello.

Ethelnir sonrie mientras escucha al explorador enano e intenta encontrar alguna pista entre las ruinas.

Mientras procedéis con el registro de la vivienda os dais cuenta de que han debido saquearla después de que se quemase y no encontráis ninguna prueba de qué pudo ocurrir aquí. Sin embargo, parece que vuestra presencia no ha pasado desapercibida. Un grupo de ulfen que estaba oculto en unos árboles cercanos se han acercado con sigilo hasta vuestra posición con las armas en la mano...

Tres de ellos llevan armaduras ligeras mientras que el cuarto tiene una armadura bastante más gruesa. Sus armas son hachas de mano.

Ethelnir intenta cortar el paso de los asaltantes hacia Neblin y Clarissa.

Se dirige a ellos:

- No empeceis algo que no estes dispuestos a terminar ... No os hemos hecho nada y acabamos de llegar. Si nuestra presencia os ofende, explicadnos al menos el motivo y que ha pasado con Skagni.

Neblin miró hacía aquellos tipos que no parecían con ganas de entablar una conversación. Al ver como sus compañeros se prepararon para el combate, deslizó una de sus dagas escondidas de la manga y la lanzó a un ulfen que tenía cerca.

El hombre con la armadura pesada, coge una de sus hachas y la lanza contra Ethelnir. El elfo, que todavía no se ha percatado de la presencia de los enemigos es incapaz de esquivar el arma y sufre un feo impacto en un costado.