Partida Rol por web

Flora, viendo a James machacado, se acercó a él con otro vaso de refresco. Tenía las manos ocupadas, así que no podía ni hacer señas ni escribir. Se hizo entender fácilmente, poniendole el vaso en la mano y haciendo un entendible gesto de beber que traspasaba barreras idiomáticas. 

Mientras tanto, Lilla parecía ir recuperándose. 

—Gracias, chicos —dijo agradecida, entre Alex e Ian. 

Fue en ese momento en el que Ian empezó a relajarse. Parecía que realmente había estado preocupado por Lilla. Después de todo, era el que la había sacado del jardín a cuestas. 

—Ni lo menciones —contestó con una sonrisa, cerraba los ojos y se recostaba contra la silla. 

La profesora Auris se dirigió entonces hacia James. 

—No sé cuántas personas vendrán, pero puedes usar mi despacho. No creo que vaya a pasar por ahí en lo que queda de día. Siento el papeleo que encontrarás encima... Puedes dejarlo sobre el armario de detrás. Estaba trabajando en un nuevo artículo, todo es un poco desastre... 

Pero Will se acercó a ella y le hizo mirarle en los ojos. 

—Melissa, eh, tranquila. No pasa nada, ¿vale? Ya hemos hablado, no te presiones. Si no se llega, será el mes que viene —dijo. 

Cuando su mujer terminó asintiendo. El profesor, en el único gesto que habíais visto de apego explícito con su familia en vuestra presencia, besó su frente. 

Flora puso una sonrisita de felicidad y apartó la mirada. Skye, callado como era habitual, se levantó entonces. 

—Profesora, ¿le importa si dejo esto en el despacho? —dijo señalando al huevo—. Al menos, mientras llamo a casa. No será mucho, no se preocupe —añadió, un poco cohibido. 

La profesora Auris le quitó importancia con un aspaviento y su habitual sonrisa gentil. 

—Os llevaré al teléfono. Tenemos dos terminales, así que podéis llamar dos a la vez. Están al lado de la sala de espera en el área médica. Venid conmigo, por favor. Oh, James, puedes llamar desde el despacho si ya tienes línea... 

Dicho esto, empezó a llevarse gente hacia allí. Emily, Alex, Skye y Flora le siguieron. Al ver la cola, Ian resopló y decidió que iría después. En lugar de eso, decidió ir al jardín. Lilla subió un rato a descansar acompañada de Sunny, que después volvería a ayudar en la clínica.

Así, la profesora Auris enseñó a James el despacho.  

Así, llegasteis al teléfono. Skye ya estaba hablando por uno de ellos sólo por voz. Parecía ser su hermana. El chico casi estaba asintiendo más que otra cosa. Flora os cedió el puesto a vosotras y se sentó en una de las sillas de la sala de espera que había al lado. A su lado, Lili apoyó la cabeza en su regazo y pidió mimos. 

Aún cuando no habíais cogido el telefono para marcar, pudisteis escuchar sirenas que se aproximaban desde la lejanía y ruidos de ruedas aparcando. 

De repente, te viste solo en el despacho de la profesora Auris. No pudiste evitar resoplar de abatimiento. Había sido un día intenso. Al menos, al fin, podías tener un poco de espacio para poner en orden tus pensamientos. Afuera podías escuchar que se aproximaban sirenas. Iba a ser un interludio corto. Pero, por lo menos, podías hacer una llamada corta a casa. 

Aunque, ahora mismo, igual tu atención no estaba tan centrada en casa, como en la personita que estaba en la habitación de al lado llamando por teléfono. Estabas seguro de que no te habías imaginado nada. 

Apenas habíais empezado a bajar cuando veis varios coches con el logo del centro pokemon subiendo a toda velocidad la colina. Green os hace saltar la valla para seguir descendiento por dentro del pasto, por si acaso. Realmente el profesor vivía en una zona bastante alejada. Pero, si la memoria no os fallaba, aquello era el Pueblo Paleta original. 

Justo enfrente, sí, una de esas casitas tenía que ser la casa natal de Red. A alguno, os dio un escalofrío al pensarlo. Para unos, una leyenda. Para otros, alguien a quien parar los pies. 

Delante, el centro de la ciudad se alzaba como si fuera otra cosa totalmente distinta. 

A medida que dejabais atrás la zona vieja, todo se volvía más moderno, con más cristal y más metal. Cruzasteis una de las avenidas principales, prácticamente desiertas, hasta llegar a una de las zonas más céntricas. 

Entonces, el edificio del CEREN, intacto y rodeado de azules se alzó ante vosotros. 

Green a vuestro lado lanzó un murmullo de asombro. 

—Vaya, sinceramente, me esperaba que fuera aquí —dijo mientras, acto seguido, haciendo visera con la mano, buscaba el humo. 

Lo señaló con el dedo, y después os hizo un gesto para seguir caminando. Poco a poco, seguisteis en dirección al ruido y humo. 

Siguiendo la humareda y los sonidos del desastre, al fin llegáis a vuestro destino. O, bueno, lo más cerca que os iba a dejar acercaros. El cordón policial ocupaba toda la calle y había ya demasiados cotillas pegados como para que pudierais ver con claridad. Por suerte, parecía que la cosa estaba controlada. Los heridos estaban siendo atendidos y las autoridades estaban manos a la obra. 

A lo lejos, Ryan, viste a tu padre hablando con un agente del CEREN. Apenas movían los labios cuando intercambiaban frases, asentían mucho y tu padre estaba realmente serio. Un cigarrillo encendido en sus labios te indicaba que la situación era seria. Sólo fumaba en ocasiones puntuales, y todas relacionadas con malas noticias. 

No mucho más allá, todos reconocisteis a Wisteria Oak. Con gestos efusivos, estaba organizando a los suyos. Había varios pokemon esparcidos por el campo, y pudisteis reconocer a Quall, el blastoise de Wisteria, apagando lo que parecía ser restos de un incendido, quizá por la explosión. Colossus, su onix gigante, estaba sosteniendo parte del edificio, como si fuera un andamio viviente. Había más pokemon de piedra. Un Golem estaba apuntalando el edificio, otro onix estaba sujetando los escombros por otra esquina. 

Entonces, en la azotea de un edificio un tanto más bajo, pudisteis ver el charizard negro de Lamrod. Os miraba con ojitos curiosos, porque os habíais quedado lejos del tumulto. Pero si el charizard estaba ahí... Sí, efectivamente, a su lado estaba él. Por alguna razón, estaba escudriñando el edificio, hasta llevaba prismáticos, y los estaba usando sólo con la mano derecha. 

Pero, entonces, ¿qué había explotado? 

Os costó un rato daros cuenta porque, aunque era un edificio conocido, no tenía el más mínimo sentido. 

Esos escombros eran lo que quedaba del Pet Paradise. ¿Por qué demonios alguien querría derribar una tienda de mascotas? 

A vuestro lado, Green tenía la misma expresión de sorpresa que vosotros. Se rascó pensativo la barbilla, hasta que se le ocurrió qué hacer. Sabiendo que el pokemon había estado descansando un ratito, liberó a Hazel y le señaló con el dedo dónde estaba su dueña. 

El pokemon, que lo entendió a la primera, se abrió paso entre la gente buscando espacio entre piernas y personas. Llegó al lado de Wisteria y se hizo ver. Ésta, a su vez, alzó la cabeza, saludó con la mano a su sobrino. Dio un codazo a Ace, el cual se sobresaltó de lo tenso que estaba. Su mirada se relajó al ver a Ryan. Sonrió hacia vosotros, pero volvió a la seriedad al ver el gesto de su hijo. No era el momento para atender sus problemas de paternidad. 

Wisteria, que estaba ocupada y no podía salir, dio un silbido e hizo un gesto hacia la azotea. Arriba, Lamrod llevó los catalejos hacia donde estaba su mujer. Ésta señalo hacia vosotros. 

Casi os imaginasteis a Lamrod resoplando. Parecía que le había tocado a él la pajita más corta. Con su capa negra ondeando tras él, se dio media vuelta y se metió al edificio. Tardó poco en aparecer por la puerta de abajo, habría cogido el ascensor. 

Lamrod, del Alto Mando, se acercaba a vosotros mientras Green le saludaba con la mano. 

Por diez míseros pokes extra no iba a insistir, vestido de gala ya tenía una de sus tres mudas de ropa de hecho, pero igual que ventas más caras, también podría hacerse con alguna ganga, por lo que con un suspiro y encogiéndose de hombros, fue al centro comercial. A ver si algo valía la pena.

Por más que pensara, la explosión no iba a remitir, un atentado tan pobre... Estaría CEREN investigando algo y la han fastidiado? Sería una buena noticia para poner a ese grupo de estúpidos en peligro.

El Paleta original...He visto fotografías en recortes de prensa antiguos y reportajes. Pequeñas casas, pero confortables, ideales para familias que deseaban vivir alejadas de las bulliciosas ciudades. Un lugar soleado y apacible, al contrario que el aura lúgubre que imperaba en la Lavanda antigua. Y en una de esas casas vivió y se crió él...

Aprieto el puño y frunzo el ceño mientras sigo caminando detrás de Green. Miro las casas una a una, tratando de descubrir el más leve signo de pista que pueda indicar donde vivió Red, pero no veo nada. Seguramente las autoridades se hayan hecho cargo de eso. Normal por otra parte...

Compruebo con alivio que el edificio de CEREN sigue activo, aunque la alta eficacia de los inhibidores daba claros indicios de ello. Nos acercamos al lugar de la explosión y abro los ojos un poco más de lo habitual en mi expresión. Los nombres delante de mi son grandes, no cabe duda. Ace Long, miembro de la Guardia de Kanto. Wisteria Oak, líder de la Guardia de Kanto, y sus pokémon imposibles de confundir. Y hablando de pokémon imposibles de confundir, miro fijamente el Charizard negro de Lamrod, que parece que nos observa también. El marido de la líder de la Guardia de Kanto y líder del Alto Mando. Por fin una fuerza de élite para pararle los pies al Frente Rojo.

Miro entonces el edificio que ha explotado y vuelvo a fruncir el ceño. Saco mi cuaderno de notas y tomo nota. "Pet Paradise / explosión / Frente Rojo / ¿Edén?". Guardo el cuaderno y cuando levanto la mirada veo que Lamrod camina hacia nosotros. Entonces veo que Green le saluda. Oh, claro. "Su sobrino".

Ahora eramos el equipo "telefono", los chicos que querían hablar con sus padres para no preocuparles. Eramos yo, Flora, Skye y Emily -Muchas gracias por traernos profesora Auris... ahora váyase ha descansar un poco, antes de que empiece a llegar gente a la que atender- le dije a la profesora una vez habíamos llegado, y entonces se marchó para guiar a James a su despacho.

El primero en coger el telefono fue Skye, que parecía estar dandole la razón a su hermana muchas veces... o al menos eso parecía con todo lo que asentía. Flora nos cedió el turno para llamar, por lo que se lo agradecí -Muchas gracias Flora. Trataré de hablar rápido- le dije a la chica agradecida por el gesto. Luego miré a mi otra amiga -Llamaré primera si no te importa, ¿vale?- le dije a Emily, tomando su sitio si no le importaba. Me acerqué al teléfono, y marqué el telefono de mi madre... de mis padres era la más responsable... mejor llamarla a ella y que ella informase a mi padre.

-Muchas gracias profesora Auris - dije al tiempo junto a Alex cuando la profesora nos trajo junto a los telefonos. Sin duda era algo de poca importancia, pero de seguro buscariamos el modo de devolverle el favor por las molestias. - Como dice Alex, es mejor que descanse, además que si lo necesitan ayudaremos en todo lo posible. - aunque no fueramos muy utiles, dos manos más para tratar de ayudar siempre eran utiles.

Ya allí, Skye fue a hablar por el primer telefono y Flora nos cedió su turno. Alex pedía ir primero y yo asentí sonriendo un poco. - Claro, no te preocupes. - y acto seguido me senté cerca de Flora soltando un suspiro preocupada. Miré a Flora y sonreí de nuevo un poco - Gracias por ceder el turno, aunque no tenias por qué. Eres muy amable. Y pensar que ya hemos estado en un peligro muy cercano, seguramente mis padres estarán muy preocupados cuando se enteren... ¿Tu estás bien? - Pregunté preocupandome también por ella. Si bien parecía estar por el momento bien, nunca estaba de más preguntar.

Lamrod se detuvo primero frente a Green. Le puso la mano en el hombro en gesto cercano. Sonrió (sí, sonrió) brevemente a su sobrino y le saludó: 

—Hola, Green. ¿Todo bien por el laboratorio? 

—Hola, tí... Lamrod. Sí todo bien. Vine a traer la pokeball de Hazel —dijo éste tendiendole la pokeball. 

Lamrod la cogió son una media sonrisilla al ver cómo su sobrino trataba de mantener la distancia profesional. 

—Green, a estas alturas, creo que todo Paleta sabe que somos familia —contestó, increíblemente cercano mientras guardaba la pokeball. 

Levantó entonces la cabeza y vio a Ryan y Rowan. Se fijó primero en Ryan y tras mirarlo unos segundos asintió con la cabeza.

—Tú debes ser el chico de Ace. Creo que no tuve oportunidad de conocerte antes, encantado —dijo tendiendo a Ryan la mano derecha. 

Finalmente los ojos de Lamrod se posaron en Rowan. Lo escudriñó de arriba abajo, mostrando una ligera sorpresa al ver aquel Deino a su lado. Quizá era un deja vu, o quizá es que vio una sombra de su pasado. Pero todos fuisteis conscientes de que, de repente, a pesar de que estaba tratando de quitarle peso a la actual situación, se volvió serio. Después se fijó en el cuaderno que sostenía y por último, le miró fijamente a los ojos.

—Tú eres el chico de Lavanda, ¿no? El hijo de Wynn. 

Retiró la mano del hombro de Green y adquirió una pose mucho más firme y regia.

—Me imagino, por las circunstancias, que sois los aspirantes de este año, ¿me equivoco? Sois de los pocos que habéis conseguido obtener la licencia. Mi enhorabuena —su tono de voz se había vuelto frío e imponente, aunque apenas había cambiado unas octavas.

Giró la cabeza en dirección a la zona acordonada. La multitud, como si tuviese una aura repelente, se apartó de su paso. Con la mano derecha, levantó la cinta del cordón y luego volvió a mirar a los recién llegados.

—Este no es el lugar para hablar. Seguidme. Todos.

Sin decir más, esperó a que todos pasaseis el cordón, se dio media vuelta y echó a andar hacia el edificio en el que parecía que el equipo de Wisteria había hecho progresos. Ya había gente entrando y saliendo de él. 

El Persian Palace era una delicia en todos los aspectos. Aunque sabiendo que los Corleone tenían un cariño especial por ese local hacía que no te pareciera una sorpresa el cuidado exquisito en el detalle. Llevabas ahí desde por la mañana. Habías quedado a desayunar con Luca para poneros al día sobre los últimos meses que no os habíais visto apenas. Le habías contado sobre el papel en Danza de Dragonites. Él guardó silencio, sabiendo lo que significaba rechazar ese papel. 

Por desgracia, Luca había tenido que salir pronto aquella mañana para recoger la licencia y su pokemon. Sentías curiosidad por saber con cuál volvería. Tú escogiste un Cyndaquil, pero la decisión fue extremadamente sencilla.

Ahora estabas en la azotea, disfrutando de un Margarita bien merecido (hasta habías pedido la sombrillita rosa a propósito para hacerte un selfie para pokegraph. No tenías mucho que hacer hasta que... 

¡BOOM!

Toda la terraza se tambaleó. Todo el edificio se estremeció. La sombrillita de papel se cayó del vaso con el zarandeo, al igual que la mitad de su contenido. Una suerte que no te haya manchado los zapatos. No muy lejos de donde te encuentras, empieza a levantarse el humo. Espera, eso es demasiado humo, ¡va hacia donde estás!

Rápidamente, te metes en el edificio, acompañado por el personal, que se apresuran a cerrar ventanas. 

Algo gordo ha sucedido en Paleta. Pero estás ahí encerrado. Espera, ¿y Luca? Esperabas que estuviera bien. 

Desde que Luca se había marchado por la mañana no había tenido mucho que hacer, pero tampoco es que eso le resultara del todo desagradable. Los últimos meses habían sido terriblemente caóticos, tanto por el rodaje de las últimas escenas de En Busca del Unknown Perdido como por las evasivas que había tenido que dar a las constantes demandas de su manager. Incluso pensó en echarse para atrás en unas cuantas ocasiones, pero al rechazar el papel de John Froslass terminó de sellar su destino. Así que no, no estaba de más tener un momento para si mismo, y la azotea del Persian Palace había resultado perfecta para eso.

Durante unas cuantas horas antes de haber empezado a rumiar, por lo menos. Por suerte, en la época moderna casi todo el mundo llevaba el opio perfecto contra los pensamientos adversivos al alcance de la mano: El móvil. Le habría costado definir la clase de relación que tenía con Pokégram, porque era una extraña espiral de amor-odio que terminaba convirtiéndose en dependencia. Al principio sólo lo había utilizado porque su manager insistía en que era positivo para su caché, pero con el tiempo, y por mucha pereza que le diera todo eso de dar una imagen tan selectiva como retocada de su vida, había terminado subiendo contenido casi a diario sin tener muy claro el por qué. Aunque no podía negar que tener más followers que Ren McFletchin le causaba una satisfacción visceral, por absurdo que fuera.

Y así, con la parsimonia de un autómata, sostuvo el Margarita que había pedido expresamente con paraguas para la ocasión con la diestra y alzó el móvil con la zurda, posando para el selfie del día. Enfocó bien la imagen. Sonrió un poco, pero tampoco demasiado. Ajusto la postura y... sna-¡BOOOM!

Cerró los ojos con fuerza y agachó la cabeza, completamente desorientado por un pítido agudo y perforante que le taladraba los oídos. Los sintió enlagrimados cuando consiguió volver a abrirlos, y necesitó de varios parpadeos para terminar de aclarar la vista sobre la gran columna de humo negro que empezaba a levantarse cerca. Demasiado cerca. Dejó el Margarita - lo poco que quedaba de él, y no por haberselo bebido - sobre la mesa y se levantó a toda prisa para trotar hasta el interior, sintiendo todavía cómo le flaqueaban un poco las piernas. ¿Pero qué demonios había pasado?

Apoyandose en la pared, alzó la cabeza para ver cómo el humo alcanzaba el otro lado de los ventanales. Se iba encontrando mejor, pero cuanto más se recuperaba físicamente, más preocupado estaba, porque estar a ciegas lo ponía de los nervios y hasta donde sabía Luca todavía no había llegado. No quería ser ave de mal agüero, pero sintió la tentación de llamarlo sólo por asegurarse de que estaba bien, una tentación que controló muy por los pelos: Si le había pasado algo, ocuparle la linea era posiblemente lo peor que podía hacer. Por lo pronto lo mejor era al menos enterarse de qué había pasado, de modo que se decidió por bajar al piso inferior, figurandose que tras el caos inicial la información no tardaría en llegar.

Y mientras lo hacía sacó el móvil para comprobar que no le llegaba ningún mensaje ni llamada, pero lo que se encontró en su lugar fue la selfie que había capturado, con los ojos cerrados, mueca de susto y el paraguas del Margarita levitando peligrosamente cerca de su oreja. Y aunque basta decir que no la subió... tampoco la borró. Le pareció simpática.

Seguimos a Green hasta el objetivo del ataque: ¿una tienda de mascotas? Estamos en el famoso pueblo Paleta, hay muchisimas zonas donde atacar que podrian causar mucho más daño o ser más simbolicas en una revolucion, ¿porque Pet Paradise? Tal vez querian robar pokemon o podia ser un ataque contra el sistema de mascotas pokemon...

Sacudo la cabeza para dejar de darle vueltas, a mi eso me daba igual, era cosa de mi padre y el resto de guardias de Kanto, solo habia venido por pura curiosidad...

Cuando liberamos a Hazel busco con la mirada a mi padre, fumando y dando ordenes, no veo a Rifuru asi que debe estar por los alrededores vigilando la zona. Cuando me sonrie, simplemente muevo la cabeza en su dirección a modo de saludo.

Antes de que podamos movernos el mismisimo lider del alto mando viene a saludarnos: Lamrod. Habia oido hablar de él en las noticias y por las historias que mi padre me contaba de niño pero nunca lo habia visto en persona, trago saliva nervioso al estar ante una figura así.

Por suerte su reaccion al hablar con Green hace que respire tranquilo, no parece tan sombrio ni tan frio como en las historias de mi padre. Sonrio cuando me tiende la mano y se la estrecho sin decir mucho más, no sabia bien qué decirle a alguien como él, estaba aun algo nervioso.

Cuando nos indica que nos movamos lo sigo en silencio mientras tomo nota de todo a mi alrededor y las dudas vienen a mi mente, ¿por qué Pet Paradise?

- Intentaré llamar. - mostró su pokegear. Si no tenía cobertura, no lo cogían o no daba señal, enviaría un par de mensajes para tranquilizar a todo el mundo. La pokegear de James tenía sus años, austera y con ningún tipo de personalización. Era como si la herramienta en si misma fuera todo el recuerdo que necesitaba de un objeto como ese.

Algo más atrasado que los demás, dando por entendido que nadie le observaba sonrió al ver el gesto de ambos profesores. Dio un paso atrás, dispuesto a darles algo más de espacio cuando vió a Flora sonreir ante la misma imagen. Él apartó la vista, dándose la vuelta para ver como Rauru y Ruto le miraban. - No pienses nada. - le pidió a Ruto, mientras su mirada iba hacia el Abra. - Y tu ya sé que estás pensando. Casi no hace falta ser telépata. - acabó por decirle, mientras se agachaba junto a ellos para comprobar en esta ocasión como estaban.

- Ahí fuera lo habeis hecho muy bien. - felicitó a ambos. - Pero ahora tenemos que trabajar, y necesito que volvais a vuestras pokeball. Será solo un ratito. - Se puso en pie, y usando el poder de la mente, hizo que ambas pokeball salieran del cinturón, comenzando a orbitar lentamente, y llamando a ambos pokemon a su interior. Recogió las pokeballs al vuelo y las colocó en el cinto. No era momento de entrenar, era momento de trabajar.

Al seguir a la Profesora Auris, se situó junto a Flora. - ¿Nos vemos al terminar? - le preguntó a la chica, esperándose junto a la puerta, cediendo el paso a la profesora primero. Se despidió de los demás, dejando en último lugar a Flora, para después entrar en el despacho.

- Muchas gracias, Profesora. - Hizo una leve inclinación con la cabeza, mientras cerraba la puerta. Lo primero que hizo, fue acercarse al sillón detrás del escritorio y dejarse caer, lanzando un largo resoplido. Él mismo había hecho de psicólogo para si mismo después de los atentados en Azafrán mientras atendía a más gente. En esta ocasión, él no había estado en primeral inea, pero el recuerdo seguía muy vivo y el intento de normalizar una situación como aquella, difícil.

Al abrir la pokegear, miró la agenda. No era precisamente la agenda más extensa, pero si podía decir con todas las letras que cuantos estaban allí, podía considerarlos amigos con todas las letras. Resopló, mirando el móvil mientras pasaba la agenda y en algún nombre indeterminado, se paró, mirando hacia la pared, en la dirección que se encontraba Flora.

Frunció el ceño durante unos segundos, y bajó la mirada al teléfono una vez más en un movimiento autoimpuesto, un gesto de pura fuerza de voluntad. Sabía que debía hacer, y era lo que haría. Pero por otro lado, estaba lo que le apetecía hacer, y era terminar rápido y sentarse a estar con Flora un rato.

Perdido una vez más en sus divagaciones mentales, centró la vista en el teléfono. Comenzó por quien consideraba no solo una maestra, también una madre adoptiva. Caterina lo había recogido del orfanato cuando era pequeño, y lo había criado en su casa, lo había educado, lo había moldeado y lo había lanzado contra la realidad. Si cuando pasa una cosa de estas, la primera en la lista es tu madre, James debía informar a Caterina.

Pero el móvil no parecía dar buena cobertura, apenas daba tono y decidió pasar a una linea más segura. Le enviaría un mensaje de voz, así se enviaría en cuanto hubiera señal y Caterina podría escucharlo.

Caterina, estoy bien. No tengo mucho tiempo, voy a ayudar al CEREN con los heridos.

Aunque la segunda parte era una verdad a medias, toda frase que incluía algo positivo sobre CEREN tendría una opinión positiva con ella. Además, en el fondo iba a ayudar al CEREN con los heridos que no pudieran atender... así que en el fondo, no era tan mentira. Y resopló, viendose una vez más autojustificandose por haber hecho algo eticamente cuestionable como era decirle una verdad maquillada a Caterina.

Siguió bajando en la agenda del teléfono y llegó a Kat. Durante un par de segundos, estuvo tentado a enviarle un mensaje, pero en vez de eso pasó de largo y se lo envió a Biggs, uno de sus mejores amigos en el Gimnasio.

- Estoy bien, estoy bien... No estaba cercad e la explosión, pero lo vi todo. Ya os contaré. Dile a los chicos que estoy bien, y saludalos de paso. Diles que se porten ahora que no estoy ¿eh? Espero poder veros cuando llegue a Azafrán. Ahora voy a ayudar a los heridos, os llamo después con algo más de tiempo. -

Biggs se encargaría de avisar a todos los demás -Incluida Kat- y decirle que estaba bien. Ahora, le quitó el sonido al móvil y lo guardó en la gabardina, prenda que dejó sobre el perchero, así como su maletín lo dejó a los pies de esta. Y esta vez si, se sentó en el sillón a tomarse unos segundos de relax y tranquilidad, mientras intentaba poner la mente en blanco para descargar todo lo que había vivido hasta el momento.

El centro comercia tenía el centro abierto al aire libre. A su alrededor, se concentraban multitud de tiendas. En medio, porque ya empezaba a hacer sol, habían colgado un enorme toldo de colores brillantes que ahora no se hallaba en su mejor momento. El humo lo había dejado de un color apagado y ceniciento. No te compadecías del que tuviera que lavarlo. ¿Habría lavadoras de ese tamaño?

El centro comercial estaba bastante vacío. Había tiendas que, seguramente bajo órdenes de CEREN, habían cerrado y se hallaban vacías en medio de la jornada. 

Sin embargo, parecía que las de las grandes cadenas permanecían. Lo cual eran buenas y malas noticias. ¿Cuándo era más importante vender que una amenaza terrorista? Aunque, desde el otro ángulo, a ti te venía bien. 

Flora, mirando hacia los costados, hasta darse cuenta de que James se dirigía a ella, asintió en silencio y se despidió con la mano. Acto seguido es cuando se sentó a esperar en la salita hasta que se le unió Emily. 

James entró en el despacho de la profesora, y desapareció de la vista seguido de ésta. 

Mientras tanto, Alex cogió el teléfono y empezó a marcar los números. 

Mientras Alex hablaba, Emily se acercó a Flora y se puso a hablar con ella. 

- Gracias por ceder el turno, aunque no tenias por qué. Eres muy amable. Y pensar que ya hemos estado en un peligro muy cercano, seguramente mis padres estarán muy preocupados cuando se enteren... ¿Tu estás bien? - Pregunté preocupandome también por ella. Si bien parecía estar por el momento bien, nunca estaba de más preguntar.

Mientras rascaba a Lili detrás de las orejas, respondió con un gesto que indicaba que no le importaba y que no le pasaba nada. 

A la hora de responder cómo estaba, primero asintió con la cabeza. Después, cogió su cuaderno y escribió en él, dejando un ratito de tranquilidad a Lili. 

"Menos mal que no ha pasado nada grave. Ha sido una suerte que llegara la Guardia. Ese espeon... ¡Ha sido impresionante! me pregunto si habrá más como él. Nunca lo vi en persona, aunque sé historias. Mi hermano me cuenta muchas."

Iba revisando lo que quedaba abierto "CEREN siempre es una molestia", tocaba buscar ofertas, esperando que no se vendieran demasiadas cosas más caras de lo habitual, estaría bien saber si podía permitirse alguna MT útil, pues tener solo un ataque dejaría mucho que desear, tal vez algún colgante para complementar su besatido o una horquilla "despierta Aqua, no tienes tanto dinero", sólo quedaba ver que encontraba.

Le miro de arriba abajo, examinando cada uno de sus gestos y movimientos. Cuando habla con Green no parece ese hombre frío del que he escuchado hablar siempre que su nombre salía a la palestra. Sin embargo, no puedo evitar sentir respeto hacia él. Es una autoridad, de las grandes. Y está aquí para poner orden. Eso es lo que necesitamos ahora mismo. Orden y justicia.

-Sí señor. Rowan. Rowan Wynn.

Cuando nos dice que le sigamos me pongo en marcha enseguida. Miro de reojo a la gente y esbozo una pequeña sonrisa. La gente sabe que él representa el anhelado orden y lo demuestran. Como debe ser.