Partida Rol por web

Como si los deseos de las personas que habían llegado a aquel extraño lugar se hubiesen hecho realidad, al avanzar hacia el norte llegaron a lo que parecía un variopinto huerto. Aquel lugar era enorme, cualquier que se hubiese criado en una granja nunca antes había visto el tamaño de uno igual. Todo estaba repleto de verduras, arbustos y árboles frutales grandes, frondosos y sobre todo apetitosos. 

El problema es que ninguno de los presentes reconoció ninguna de las variedades que había ahí. Todo tenía muy buena pinta pero sus formas y colores eran muy extravagantes.

No lejos de allí había otra serie de pokémon totalmente desconocidos, había al menos media docena de  y de 

Ambos tipos de pokémon parecían estar alimentándose del huerto que había ahí plantados, ajenos a la presencia de los humanos recién llegados.

Al Este, el río que bañaba el huerto continuaba y más allá se podía apreciar unas montañas cuyos picos estaban nevados. ;Mientras que al Oeste se podía apreciar un gigantesco volcán cuya cumbre exhalaba una amplia columna negra. 

La visión era alentadora: ¡comida! (al menos aparentemente).

Los frutos que adornaban los árboles tenían buena pinta pero, como todo con lo que se habían topado hasta el momento, resultaban desconocidos. Fue entonces cuando se percató de la presencia de los otros ¿pokémons? Frunció las cejas en un claro desconcierto. -¿También los conoces?- preguntó a Alabaster. Quizás el chico tenía más información acerca del lugar del que cabría esperarse en un principio. -Si ellos comen del huerto, es que será comestible- y eso abría su apetito.

Miró al resto del grupo, sin saber bien cómo proceder mientras esperaba la respuesta por parte del chico del Eevee. 

Bueno, bueno, bueno, Flubber, anda, menuda sorpresa... Intenta acercarte a ellos y transformarte, a ver si consigues algo... Y mira a ver si la comida es comestible, pequeño... - Pittien miró a sus compañeros, y la verdad, se tranquilizó pensando que habia comida cerca. Los Pokemon, los suyos, tenían instintos siempre muy acertados, y seguro que podrían ver si aquellos alimentos eran comestibles o no. Eso le tranquilizaba, y así se lo dijo al resto: -La ventaja de que si esto fuese comestible es que tendríamos comida y agua, solo faltaría refugio, y tendríamos forma de aguantar hasta que nos rescatasen, o se nos ocurra o encontremos una salida. No sé dónde estamos, pero al menos, podremos comer. Yo imagino que será comestible. Si no hay nada extraño, propongo que comamos, descansemos, y veamos de encontrar o hacer un refugio.

Luego de rechazar educadamente el ofrecimiento de comer el huevo del Chansey de Alina, Alabaster siguió al resto de sus compañeros en dirección opuesta al flujo del río. Durante el trayecto el criado en el monasterio de Ciudad Iris, se sintió un tanto incómodo, no por el hecho que su estómago gruñía, sino porque se sentía observado, pero este le restó importancia y siguió caminando. 

Para la suerte de todos llegaron a un huerto de proporciones gigantescas. El asombro de la belleza de este paraje, a las laderas de un volcán, fue sólo sobrepasada por el hecho de observar a unos Pokémon comer los apetitosos frutos que les proveía este sembrado.

De inmediato se le hizo agua la boca a Alabaster quien, sin pensarlo demasiado e ignorando las palabras de los demás, se acercó a un árbol frutal junto con su Eevee que le seguía a unos cuantos pasos atrás.

Al llegar frente a los frondosos árboles, como si olvidase que estaba muerto de hambre, este se detuvo a observar los frutos con gran meticulosidad, sabía que debía elegir los más dulces ya que esos eran los preferidos de Eon. 

Como no pudo identificar fruto alguno, se decidió por tomar varios de distintos árboles, basando su criterio en cuales lucían más deliciosos. Pasados unos minutos tenía una gran variedad de estos recolectados, de diversos colores y tamaños. Utilizando sus holgadas mangas del kimono como grandes bolsillos, tomó la fruta y se dirigió donde se encontraban los demás.

-¡Hey chicos! Deberían ver el peculiar color que tienen estos frutos!.- Señalo Alabaster con una sincera sonrisa en su rostro. Se le veía de muy buen ánimo. -Sólo hay que esperar a que su sabor sea tan bueno como su apariencia.- Luego de esta frase, le entregó un par a cada uno de los presentes.

Cuando llegaron al huerto, Alina se quedó primero boquiabierta, después un poco preocupada al ver un volcán en la zona y por último maravillada con lo que parecía proporcionarles aquel huertecito.

Se lanzó de rodillas al césped, agotada y se echó a llorar todavía agarrada a su chansey.

- Por fiiiiiiin... - dijo limpiándose las lagrimillas con el pañuelo bordado que siempre llevaba consigo- Mira Daisy más bichitos, parecen contentos ¿verdad?

Suspiró un poco más tranquila, estaba demasiado cansada para levantarse de momento pero asintió con energía a las palabras de Pittien.

- ¡Estoy súper de acuerdo! Aunque yo no sé hacer refugios, nunca he dormido en el campo -miró hacia sus compañeros con un gesto de evidente disculpa, por lo poco que habían contado seguro que ellos era grandes aventureros, pero ella solo era una urbanita estudiante de enfermería completamente desubicada-. Pero puedo ayudar con la comida.

Recibió las frutas que le tendió Alabaster con una sonrisa simpática.

- Gracias Alabaster. A ver a ver.

Observó las frutas y se dispuso a analizarlas un poco, abriéndolas, oliéndolas, separando la piel, incluso contando las pepitas, para ver si discernía algo en ellas que le dijese si eran comestibles.

- Mmm... yo creo que se pueden comer, vamos a probar - y se metió rápidamente un trozo en la boca, masticó y tragó mirando fijamente a la Chansey a los ojos-. Daisy si me pasa algo venga mi muerte, jaja.    

Miki se extrañó al ver aquellas frutas. Se había pasado la infancia viendo como sus padres cultivaban bayas, pero jamás había visto unas como aquellas. Tenían colores extraños y muy vivos, y más extrañas eran aún sus formas. Todo aquello le recordó a algo que le dijo su padre en cierta ocasión:

"Hija, nunca comas una baya que no conozcas, porque si no te toca ir al hospital, te tocará ir mucho al baño"

-Esperad, habría que esperar a ver qué hace el ditto de Pitten, o... no sé, ¿alguno de los pokémon sabe identificar venenos o toxinas? -preguntó preocupada-. Los chansey suelen trabajar en Centros Pokémon, quizás sabe algo.

Se giró hacia la croconaw, que muy probablemente tendría hambre.

-Espérate Sada, todavía no comas nada. Si no quieres volver a tener dolor de barriga como en Navidad no muerdas nada.

Por si no había suficiente con el huerto, por allí había dos pokémon que tampoco conocía. Uno parecía un poochyena albino, y parecía estar guardando las distancias. ¿Sería porque tenía miedo o porque estaría vigilando para alguien?

Pitten: Yo imagino que será comestible. Si no hay nada extraño, propongo que comamos, descansemos, y veamos de encontrar o hacer un refugio.

 -Me parece bien, aunque no sabemos si esto es un huerto natural o alguien lo ha plantado. Quizás por fin encontramos a gente por aquí.

Flubber se acercó a los dos animales o pokémon que había junto a ellos con la misma intención que tuvo con el anterior. Tras varios intentos en los que conseguía adaptar su forma no lo consiguió. Se convirtió brevemente en el Stoutland de Ashley y también en el Eevee de Alabaster, pero no logró tomar la forma de aquellos dos. 

Tras desistir de tomar la forma de aquellos dos seres se acercó al huerto de donde su compañero había cogido algunos frutos y asintió conforme. Flubber pensaba que aquella comida era suficientemente buena para todos.

Todo en orden, o al menos eso le pareció a Joy. ¡De hecho está todo bastante rico!

Alabaster ignoró deliberadamente su pregunta para dirigirse a los extraños árboles frutales, trayendo algunos de los alimentos en las mangas de su kimono. Alina peló y preparó algunas de las frutas, no llegó a tiempo de decirle que no comiera ninguna pues la chica metió el primer trozo en su boca con inocencia y hambruna.

Ashley, por su parte, después de ver cómo el Ditto intentaba tomar la forma de aquellos seres de forma totalmente infructuosa, tomó un pedazo de las frutas y se acercó, cautelosa, a los dos ¿pokémons? que había allí. -Hola pequeñines- empezó, hablando con voz suave y pausada mientras se agachaba para no intimidarles. Alargó la mano con el pedazo de fruta, tendiéndoselo para ver si lo comían.

- Perfecto - musitó Pietro cuando parecía que la comida era comestible. Hizo un gesto a su compañero Scizor para que se acercara y comiera con él. - Podríamos comer, descansar y coger todo lo que podamos llevar con nosotros para continuar el camino.

Pietro aportó algo al grupo aunque todavía no tenía claro qué era lo que estaban haciendo allí o si tenían un propósito concreto. Aunque poco le preocupaba, después de todo atrás no dejaba nada y por delante parecía que había un mundo entero por descubrir. 

- Esto es raro - dijo mirando alrededor - Si Flubber no consigue copiarlos... es todo raro pero mucho me temo que no conseguiremos respuestas hasta que encontremos a alguien nativo de este lugar. De momento todos hemos venido de fuera. Miki, tal vez con un poco de suerte nos encontremos al que lo ha plantado y pueda darnos respuestas.

Ditto había vuelto a fallar. Pittien lo miró, y pensó que quizás era él mal entrenador, o quizás estaba despistado por el viaje, o... -No me lo puedo creer, Flubber no lo ha conseguido dos veces. Algo hay aquí que hace que no pueda copiar a estos seres. O Pokémon, o.No se. ¿Podría ser que estuvieras hambriento? No lo creo. ¿Te encuentras bien?  -Flubber parecía y se comportaba como siempre, con lo cual, tenían que ser aquellos Pokémon los extraños, y no Flubber. Le hizo algún mimo, le susurró al oído que todo iba bien, y mirando a sus compañeros, acepto la comida. 

-Creo que si, que es hora de comer, y si Ditto ha dicho que si, yo me fio. Así que comeré, descansaré, y veremos qué hacemos con el estómago lleno. Efectivamente este es un buen punto base... 

Al igual que Alina, Alabaster no dudó en comer la fruta que había recolectado. Reservando las más dulce para su compañero, se sentó sobre la hierba y comenzó a comer acompañado de Eon. Una gran sonrisa le inundaba el rostro ya que tenía algo menos de que preocuparse. 

Mientras disfrutaba de la comida, este observó cuidadosamente al Ditto de Pittien que se acercaba a los 2 Pokémon que habitaban en este lugar. Ladeó la cabeza en señal de no comprender lo ocurrido en la interacción que habían tenido. 

Sin pensarlo mucho el Monje dejó su comida a un lado y se acercó rápidamente junto a Pittien. En cuanto llegó al lado de Ditto el semblante de Alabaster cambió, pasó de lucir una gran sonrisa a un ceño fruncido, se veía bastante serio e interesado en el Pokémon color rosa.  

Llevó su mano izquierda al mentón y sin sacarle los ojos de encima a Ditto lo examinó varias veces.
No parece exhausto ni mucho menos herido. Además, el hecho que le sorprenda a su entrenador el no poder adoptar la forma de otro Pokémon, es suficiente para saber que está bien entrenado en el arte de la Transformación. Pensó para sí. 

Luego de dar un par de vueltas inspeccionando al Pokémon, un peculiar fulgor se podía apreciar en los oscuros ojos de Alabaster. Se veía muy interesado en lo que ocurrió: -Metamon pudo adoptar la forma de Eon y del Mooland de Ashley sin problemas.- Musitó, al mismo tiempo que apartaba la mirada por unos cuantos segundos, simplemente para cerciorarse del aspecto de las criaturas del huerto. -¡Ah! Ya veo, así que adoptaste la forma de los Pokémon cuadrúpedos del grupo, porque era los que se parecían más a aquel Pokémon.- 

Alabaster estiró la mano para darle unas palmadas a Ditto. -¡Muy bien! De hecho, si me preguntas se parece bastante a un Eievui, ¿qué listo?.- Elogió al Flubber mientras le ofrecía una mueca de simpatía. 

-Bueno.- Aclaró su garganta para dirigirse al resto. -Al parecer esos Pokémon.- Apuntó a las 2 criaturas que todos desconocían. -No poseen el mismo material genético que los Pokémon que nosotros conocemos.- 

Para él era algo evidente, pero temía que no lo fuese para los demás, así que se intentó explicar de mejor manera: -Metamon no pudo modificar su DNA porque aquellos Pokémon son "diferentes", o al menos esa es mi hipótesis. En su lugar pudo adoptar la forma de Eon y de Pititikli porque era lo más similar a su objetivo.- Claramente el monje no destacaba por sus aptitudes para poder hacerse entender, pero aún así parecía conforme con su explicación.

Eso sí, tras sus palabras se podía apreciar que algo le incomodaba.
Entonces ¿Acaso ese no era un Tatsubay?

- ¡Aaaaah! -gritó echándose de pronto sobre la hierba y agarrando su cara- Me mueroooo, están deliciosas.

Se quedó tumbada saboreando aquel bocado con una cara de felicidad absoluta, hasta que se volvió a incorporar con la mano por delante para pedirle más a Alabaster, pero parecía que ya se le habían acabado, así que Alina se levantó para ir hacia los arbustos y recolectar más frutos. No quiso molestar a Ashley que parecía ocupada intentando interaccionar con los seres. Agarrando un extremo de su falda, para hacer una bolsa improvisada, fue recolectando y una vez lavadas las dividió, colocándolas sobre hojas anchas.

- A comeeer, venga chicos que a este paso no recuperaremos fuerzas para volver a casa. 

Miró al grupo sonriente y se fijó en que hablaban de Ditto así que se acercó al pokemon. 

- ¿Puedo? -preguntó para sostenerlo en brazos y observarlo de cerca- Lo puedo examinar si quieres, si le pasa algo Daisy y yo podemos curarlo, aunque creo que Alabaster tiene razón y no puede porque no son pokémon. Tal vez como dice Pietro deberíamos encontrar a alguien que nos pudiese explicar algo.

Se encogió de hombros y sentándose en el suelo, finalmente sostuvo a Flubber con sumo cuidado y colocándolo sobre sus piernas palpó su cuerpecito viscoso para asegurarse que todo andaba en orden.

- Ven Daisy, dale calorcito -dejó al ditto junto a su Chansey y se sacó del bolsillo de la chaqueta una de las frutas, dándosela al blandito pokemon-. Toma bonito.

No parecía que la comida estuviese envenenada, así que tenían vía libre, al menos aparentemente. A decir verdad había comido hace no mucho, pero con todo lo que había ocurrido parecía una eternidad. Cogió dos frutos y se acercó a su croconaw.

-Sé que la fruta no es lo que más te apasiona, pero no hay otra -dijo dándole una.

Comenzó a comerse la otra, dando pequeños mordiscos con algo de cautela. 

Bueno, ehm... sí, está bastante bien.

Pietro: Miki, tal vez con un poco de suerte nos encontremos al que lo ha plantado y pueda darnos respuestas.

-Sí -dijo escutamente.

Se acabó la pieza de fruta y se limpió un poco con la manga.

-Voy a echar un vistazo por los alrededores, a ver si encuentro a alguien o algo -comentó para el grupo. 

Le hizo una señal a la croconaw para que la acompañara y comenzó a inspeccionar la zona.

Pîttien asintió a lo que comentaba el resto sobre Ditto, o Metamon, como comentaba Alabaster. Estaba de acuerdo en que sabía transformarse muy bien, y de hecho era un experto en la transformación, incluso en objetos inanimados, pero por ello mismo le extrañaba que no pudiera hacerlo con aquellos seres. Sabía incluso que alguna vez se había transformado en personas, y aunque tenía en ello errores muy visibles, había observado que siempre era capaz de hacer cambios en su estructura molecular... menos en esta ocasión, y ya en dos fallos. Algo pasaba con aquellos. Y ciertamente, Ditto, para no decepcionarle había hecho su transformación a otro pokémon parecido, pero eso no dejaba nada claro la razón de porqué no podía hacerlo con el resto. 

- Gracias, Alina, - Dijo ante el ofrecimiento de curar a Flubber- , pero estoy convencido, como tu y Alabaster, de que es algo más bien de esos seres, o pokémon, más que de Flubber. Aunque si Daisy quiere echarle un vistazo, por si acaso, no está de más, aunque, ¿estás bien, no, amigo? - Dijo dirigiéndose al gelatinoso pokémon, que estaba comiendo uno de los frutos que habían conseguido, gracias a Alina. El bonito ditto se dejó mimar y revisar, y sonrió. - Creo que le has caído bien, Alina, gracias por cuidarlo. Y a ti también, Daisy. - Pittien le dio una caricia al Chansey, y se quedó más tranquilo. Aunque igualmente, prepocupado por lo que estaba pasando. ¿Dónde estaban? ¿Qué pasaba allí? 

Los pokémon o los animalillos que fueran esos se pusieron en una actitud defensiva cuando Ashley se acercó a ellos para ofrecerles algo de comida. No atacaron, pero no parecían tener claro que el gesto de la humana fuese algo bueno para ellos.

Después de que Daisy revisara a Flubber alzó sus diminutos pulgares y sonrió conforme. Aquel gesto fue interpretado por su compañera, Alina, como que el pokémon se encontraba perfectamente bien y no había nada de lo que preocuparse.

Ashley decidió sentarse en el suelo, despacio, aparentemente relajada. Entornó los ojos para poder ver las acciones de los seres desconocidos para todos ellos y que, a su vez, no se sintieran amenazados. Prefería no realizar movimiento alguno, esperando su reacción para reconocer el supuesto peligro.

Ahora que habían comido, y comprobado que Flubber estaba bastante bien, y que los pokémon extraños eran, cuanto menos, bastante recelosos de los humanos, Pittien dijo: 

- Pues hay que decidir que hacer, compañeros. Estos pokemon o lo que sea se muestran recelosos ante los humanos, como si fueran o recelosos por naturaleza, o bien han visto humanos antes y no les han hecho bien. Tampoco congenian demasiado con nuestros compañeros... Tendríamos que decidir entonces qué hacer: Si quedarnos aquí y buscar pistas, o hacer un refugio y quedarnos aquí y explorar desde aquí, o un poco de todo, dividiéndonos. Pero aquí hay comida y agua. Y eso es un comienzo... 

Cuando Ashley se sentó en el suelo con aptitud relajada, parece que los pokémon, o lo que fueran, continuaron comiendo algo más calmados. De vez en cuando alzaban su cabezita para mirar que Ashley no se moviera o para vigilar si aquellos humanos y sus compañeros representaban o no un peligro para ellos.