Partida Rol por web

Cuando agarró el meteorito escuchó un fuerte chasquido, después una horrible sensación de vacío bajo los pies, como si cayera por un agujero eterno y de una profundidad incalculable para después oler un fuerte y desagradable aroma a azufre. La sensación había sido similar a los saltos que a veces pegaba al soñar.

Todo había sido muy raro. Excesivamente raro. No entendía nada. ¿Qué había pasado? Miró alrededor y después miró al cielo, no reconocía absolutamente nada. Sobre su cabeza había miles de estrellas, pero no era capaz de reconocerlas, también había un enorme planeta de color azul que podía apreciarse como se apreciaba la luna desde la ciudad de donde venía.

¿Acaso todo eso significaba que estaba en un planeta totalmente diferente?

¡No podía ser!

-¿Qué pasa? No puede ser, no entiendo, ¿estoy cayendo? ¿A dónde? ¿Qué es esto?

Los pensamientos de Pittien a lo largo de los breves instantes (¿o no tan breves?) de la "caída" fueron lentos y confusos, y tan sólo se preocupó de caer adecuadamente. Y lo hizo. Lo primero que notó, y le asombró sobremanera, fue toda la diferencia del cielo. Eso no era el cielo de Arrecípolis, ni desde luego, el cielo que él conocía. 

- ¿Dónde está la Estrella Polar? ¿Y la Cruz del Sur en su defecto? ¿La Luna? ¿Qué pasa aquí? 

De pronto, se sintió perdido. No solía pasarle, pero estaba sin ninguna referencia, sin ninguna cosa a la que agarrarse. ¿Quién le mandaría tocar aquel meteorito? Tendría que haber preguntado a alguien, pero todo había sido tan rápido y su padre tan cabezota que no había tenido más que darle una lección. Estaba sólo allí, y de pronto se empezó a angustiar, ¿cómo se defendería? 

Cayó en la cuenta de que Ditto le había acompañado hasta aquel momento, y cayó en la cuenta de que él podría echarle un cable. Lo buscó, tenía que ver si estaba allí. Lo llamó, a ver si estaba cerca. Tenía que encontrarlo, antes de ponerse a explorar todo aquel lugar.

En cuanto Pittien llamó a Flubber éste se presentó y se enroscó a su pierna para saludarle. ¡No tenía nada que temer si su Ditto estaba con él!

Cuando los dos miraron a su alrededor se dieron cuenta de que estaban ante una extensa y amplia pradera, aunque la hierba era de un color anaranjado, muy diferente al que recordaban de su ciudad natal. No muy lejos de allí había un río de aguas sumamente cristalinas. Una tonalidad que nunca habían podido ver en su ciudad de origen por culpa de la contaminación. Ese lugar parecía muy hermoso, limpio y puro, aunque no lo reconocieran, no parecía un lugar muy peligroso. Podían estar tranquilas.

-¡Eih! -Dijo Pittien, aliviado- Estás aquí, pequeño, ya me empezaba a preocupar. - Volvió a mirar a su alrededor, con mayor atención esta vez. - A ver, Flubber, ¿qué ha pasado? Esto - Dijo señalando a su alrededor- parece extraño, un lugar diferente a dónde estábamos, pero, a la par, - Y señaló entonces el agua- parece que no es del todo un lugar tan diferente. Al menos, hay agua. 

Se acercó al río, con parsimonia, con tranquilidad. También con algo de cautela, mirando a Flubber y sus reacciones. Ditto era muy bueno en todo lo que era detectar cosas, para desaparecerse por ser algo asustadizo. Aunque quizás, estaba tan intrigado cómo el. Ya en el río, se paró, y observó todo lo que pasaba a su alrededor. ¿Qué dirección tomar? ¿A dónde ir? Primero querría observar bien los alrededores, por si alguna pista le dijera hacia dónde ir, pero, si no, ya tenía dirección preferida: -Ditto, todos los ríos, llevan al mar. Si no hay mejores pistas, esa será nuestra idea. En el mar, está Arrecípolis, si es que está aquí. 

Cuando Pittien y su compañero decidieron tomar dirección sur al no haber visto nada más relevante en aquel lugar se encontró que hacia ellas se dirigían un par de chicas, una iba acompañada de una hermosa y grande Stoutland y la otra iba de la mano de una Chansey.

Cuando los dos miraron a su alrededor se dieron cuenta de que estaban ante una extensa y amplia pradera, aunque la hierba era de un color anaranjado, muy diferente al que recordaban de su ciudad natal. No muy lejos de allí había un río de aguas sumamente cristalinas. Una tonalidad que nunca habían podido ver en su ciudad de origen por culpa de la contaminación. Ese lugar parecía muy hermoso, limpio y puro, aunque no lo reconocieran, no parecía un lugar muy peligroso. Podían estar tranquilas.

-Se te ve bastante perdida y hablando de rascacielos- Ashley había visto alguno en libros, pero nunca había visitado una ciudad lo suficientemente grande como para que tuviesen uno. -¿Vienes de alguna metrópoli? Yo vengo de un pequeño rancho- admitió con una sonrisa orgullosa. -Pero inicié un viaje con Stoutland para ver mundo y sacar las mejores fotografías de la historia- hablando de fotografías... Buscó entre sus pertenencias para ver si continuaba conservando su cámara. De ser así, no perdería la oportunidad de fotografiar los extraños colores "naturales" que les rodeaban.

Tras un paseo amenizado por las charlas llegaron hasta el río.

 -¿Qué dices?- preguntó mientras acariciaba el liso pelaje de Pititikli. -¿Será potable?- estaba claro que en ese lugar habían muchas cosas que le resultaban incomprensibles y diferentes.

-Lo lógico sería pensar que siguiendo el curso del río habrá algún pueblo- propuso a su compañera humana. Por si acaso, dirigió su mirada hacia el Norte, tratando de evaluar cuánto de diferente sería aquel lugar a lo que ya creía conocer.

- Oh, -parecía algo sorprendida de escuchar que tal vez la desconocida no venía del mismo sitio que ella- sí, pero ¿dónde estabas tú antes de llegar aquí? Yo estaba paseando por el parque en... en Ciudad Porcelana, de allí vengo.

Al llegar al río miró estupefacta aquellas aguas.

- ¡Se ve el fondo! -Alina no había visto nunca nada igual, incluso el riachuelo que había cerca de casa de sus tías en Pueblo Ocre parecía sucio al lado de aquel. Se arrodilló para observarlo mejor y toquetear el agua mientras Ashley sugería seguir el río.

La miró sonriente.

- Vale, si lo seguimos en algún momento veremos alguno, seguro segurísimo.

Se levantó y después de secarse las manos emprendió de nuevo la marcha, tomando la patita de Daisy. Entonces fue cuando se toparon con un extraño señor.

- Ashley mira, ¡un hombre! Menos mal, seguro que sabe cómo llegar al próximo pueblo -soltó a Chansey y se acercó corriendo felizmente hacia el extraño-. ¡Señor, disculpe, señor! Nos hemos perdido ¿nos puede indicar cómo podemos llegar al pueblo más cercano? 

-Me encontraba en Sierra Croma, Almia, cuando vi caer una estrella. Fui a ver lo que era- extendió los brazos -,y aparecí aquí-. Todo le parecía un sinsentido, pero prefería simplemente continuar hacia adelante antes que quedarse de brazos cruzados esperando comprender lo que ocurría.

Se acercó también a ver lo exageradamente cristalina que era el agua, cosa que nunca antes había visto, quedándose maravillada. Alina parecía bastante cooperativa y dispuesta a seguir sus instrucciones, cosa que se agradecía.

Sin embargo, ante la visión de un extraño, ambas tuvieron comportamientos bastante diferentes. Mientras la chica de rasgos asiáticos se acercaba risueña e inocentemente hacia el desconocido, Ashley la siguió pero guardó las distancias mientras evaluaba la situación.

Cuando ya había decidido la dirección Sur para seguir, porque todas las corrientes llevan al mar, Flubber, su ditto, le indicó que se acercaba alguien. Dos muchachas y sus pokémon, un Chansey y un Stoutland. ¡Alegría! Podría saber al fin dónde estaba, y hacia dónde ir, y que alguien le explicara, o no, lo que le había pasado. 

Se dirigió hacia ellas, con una sonrisa, subiendo a FLubber en su hombro, y las saludó con la mano y un fuerte: - ¡Hola!

Luego, terminaron de acercarse, y ellas, antes de que él pudiera decir algo más, le preguntaron si sabía dónde estaban. Al menos una de ellas. Se le cayó el alma a los pies... ¡Ellas estaban tan perdidas cómo él! ¿Cómo podía ser? ¿Qué estaba pasando allí? Decidió contestar a la muchacha, que tenía unos rasgos asiáticos, mientras que la otra le miraba inquisitivamente. 

- Señoritas, yo les iba a hacer la misma pregunta. Y por cierto, no se si soy un señor con mi juventud, apenas he realizado el primer curso de carrera. Pensé que me podrían decir dónde estábamos. Porque yo, decididamente, no se cómo hemos llegado Flubber y yo aquí. - Suspiró, y miró a las dos muchachas. ¿De dónde serían, quienes serían, qué hacían ahí? Si el lugar era raro, de pronto, juntarse con más personas a las que el lugar les era raro también le parecía muy extraño, pero interesante. 

- En cualquier caso, mi nombre es Pittien, y este ditto es Flubber, quien me ayuda con mi trabajo. ¿Cómo se llaman señoritas? ¿Y cómo es que están tan perdidas como yo?- Les inquirió el muchacho... 

Conforme se iba acercando se dio cuenta de su error garrafal con la edad de su interlocutor y se puso roja como un cherubi.

- ¡Ay, lo siento mucho!

Se sintió terriblemente decepcionada con aquella información, esperaba poder encontrar a alguien que las ayudase, se giró para mirar a Ashley confusa un momento antes de responder al señor que en realidad era muy joven. 

- Oh pues... como nosotras, qué extraño -se llevó el puño a la barbilla en un gesto pensativo-. Las dos vimos caer una estrella fugaz pero en sitios diferentes. Yo soy de ciudad Porcelana y ella estaba en... ¿Almia? -le parecía haber escuchado- En cualquier caso, encantada de conocerte Pittien, yo soy Alina Joy y esta es Daisy -dijo señalando a la Chansey con el lacito azul para luego sonreír con aprecio hacia el pokémon del joven, le gustaban mucho los dittos-. Hola Flubber, que mono eres. Bueno, y ella es...

Esperó a que Ashley se presentase por sí sola, ya que se había quedado rezagada y a ella se le iba a veces demasiado la lengua.

Al escuchar al joven -que no aparentaba ser tan joven-, Ashley optó por acercarse un poco más. "Primero de carrera", o eso había mencionado el tal Pittien. Sí, ella era la más mayor del pintoresco grupo.

Asintió, confirmando que Almia era el lugar en el que se encontraba aquella noche.

-Ashley- se presentó ante el gesto de Alina. Resultaba una niña de lo más risueña, aunque igual demasiado despreocupada. -Ella es Pititikli- presentó también a su Stoutland. -¿Qué me dices pequeña?- acarició su hocico con mimo -, ¿hueles algo?

Se volvió hacia el resto del grupo. -Lo mejor será mantenernos juntos. Ninguno conocemos el lugar donde nos encontramos...- miró a Pittien. -Pensábamos ir río abajo, buscando algún pueblo en el que puedan resolver nuestras dudas.

¡Habían visto también una estrella fugaz y la habían seguido! Aquello dejo a Pittien unos segundo sin capacidad de respuesta, mientras las dos terminaban de presentarse, y entonces, habló: 

No, no me lo puedo creer, ¿Un meteorito o estrella fugaz también? Yo lo he visto, cerca de Arrecipolis, donde estaba, en Hoenn. Y lo localizamos Flubber y yo, y de pronto, estábamos aquí, sin más. Sin saber nada. Iba a ir río abajo, porque los ríos llevan al mar, y pensé que el mar siempre podía estar cerca de algún sitio conocido, pero ahora, con lo que decis., No estaría tan seguro. Somos de lugares muy diferentes.

Aquello era sumamente extraño, más de lo que pensaba. Al menos, ahora, estaba con gente, además de Flubber, y eso podía ser bueno. Más ojos verían más cosas, y podrían llegar a mejor puerto. 

-¿Hoenn?- preguntó a su vez. Todo aquello le parecía cada vez más paranoico y loco. -Debe haber una respuesta coherente a todo esto- o al menos quería convencerse de ello. -Avancemos entonces. Si tenías pensado también seguir el curso del río, puedes venir con nosotras. Tal vez encontremos a quien nos pueda ayudar- volvió a mirar a su pokémon, esperando que hubiese olfateado algo que pudiese serles de ayuda.

Alina abrió mucho los ojos sorprendida:

- Vaya, así que también tú. ¡Qué extraño todo! Encima en regiones distintas ¿Qué sería esa estrella? -preguntó pensativa, no esperaba que nadie lo supiese en realidad, entonces recordó lo que le había contado Ashley y se dirigió luego a Pittien- ¿tu también lo tocaste? Yo me acerqué a ver qué era y lo saqué del agujero, había más gente alrededor pero me caí sola aquí. Bueno, sola no, con Daisy. 

Se giró para acariciar la cabecita de su compañera y se entretuvo arreglándole el lacito que llevaba.

- Ashley tiene razón, mejor estar juntitos -dijo, aunque quizá más por miedo a quedarse sola que a realmente haber analizado detenidamente la situación-. ¿Vamos?

-Avancemos entonces. Si tenías pensado también seguir el curso del río, puedes venir con nosotras. Tal vez encontremos a quien nos pueda ayudar

- ¡Sí, vente! Así somos más si nos encontramos alguna cosa rara -dijo mirando a Pittien y luego dirigiéndose a Ashley- espero que tengas razón y encontremos al menos algún sitio donde descansar, porque nadie lleva una tienda de campaña ¿verdad? 

-Vale, Ashley y Alina, vayamos hacia el sur. No se de qué va todo esto, pero me parece curioso. En mi caso, el meteorito cayó en la parte exterior de Arrecípolis, y Flubber y yo lo buscamos, y estábamos solos. Es posible que no nos busquen, al menos en unas horas. Diría que nadie del interior de la ciudad lo vio. - Habló en voz alta, haciendo repaso de lo que le había pasado, para darse cuenta de que aquella discusión familiar tan sólo haría que retrasasen más el buscarle. 

Debe haber una respuesta coherente a todo esto- 

-Yo lo espero también, pero, ¿qué puede tener sentido en este caso? ¿Tenéis alguna teoría? - Pittien estaba empezando a pensar en todas las leyendas y maravillas del pasado que recordaba, intentando ver si alguna encajaba en lo que estaban viviendo, o si algún pokémon de leyenda podía ser el causante de aquello... - Si vamos varios, y ya somos tres pokémon y tres personas, siempre podemos ayudarnos más que estando sólos. ¿Vamos entonces?

Una vez más llegaron a la pradera por la que pasaba el río. Al menos en aquella zona no parecía haber ningún extraño pokémon, ni tampoco más seres humanos.

Volvieron río arriba. Siempre junto a su fiel Stoutland.

Tanto andar le había abierto el apetito, pero no quería ser quien se quejara. Debía ser la mayor, el ejemplo a seguir... Aguantaría.

-¿Cómo estáis? ¿Queréis que descansemos un poco o continuamos hasta que encontremos algo?- miró al pequeño grupo que habían creado. Curioso y muy rosa (sobre todo por el Ditto y el Chansey).

Al menos, el lugar dónde él había aparecido continuaba igual, o eso parecía, sin nadie extraño, ni pokémon ni humano, por lo menos a la vista. De ese modo, la pregunta de Ashley tenía sentido, ¿qué hacer? 

- Primero, miremos de nuevo bien esta zona. Deberíamos empezar a encontrar ya algo para comer, dado que parece que no hay nadie. Bebida hay, ese agua tiene buena pinta. Quizás veamos alguna pista, pasos humanos o pokémon. Yo aparecí en esta zona, y ahora que lo pienso, ¿estará aquí el trozo de roca que me trajo hasta aquí? ¿Vosotras tenéis la vuestra? Luego, quizás, descansaría unos minutos, y deberíamos ir al norte. Por ahora, no me separaría del río, porque al menos, nos puede proporcionar agua, y un punto de referencia. 

Miró al variopinto grupo, y  le pareció que estaban despistados, algo perdidos. Normal. Se repitió a si mismo, que todo aquello no tenía sentido. O al menos, no ninguno que conociera. Todavía. Pensaba hacer todo lo posible para conocerlo. Flubber parecía animado. 

- FLubber, anda, ¿no puedes transformarte en un Exeguttor de Alola? Viste uno hace dos meses, haz el esfuerzo, anda, y mira a lo lejos. - Sabía que era muy difícil que pasara, y que aún pasando, aquello fuese útil. Además, Ditto prefería ayudarme siendo herramientas u objetos que no un pokémon.