Partida Rol por web

Los aventureros abandonaron Mena de Oro confiando en que Clea pudiera hacer su parte y movilizar a las autoridades (o al menos a los sacerdotes) de la ciudad. Ellos por su lado, tendrían que encargarse del tanatocultor, terminar de frustrar sus planes, detenerle y recuperar la droga.

La noche estaba despejada y la luna nueva iluminaba suficiente el camino como para no ser necesario usar ninguna antorcha. Los alrededores de Mena de Oro no tenían ningún tipo de arboleda profunda. Era una suerte porque podrían moverse sin ser detectados, aunque lo mismo podía significar para posibles vigías. 

Sin embargo el grupo, guiado por Corianne, no tuvo ningún problema en llegar hasta las inmediaciones del nacimiento de la rivera del Burdin. Los diferentes puntos luminosos que vieron a lo lejos, les indicó que allí había alguien. Puede que realmente hubieran acertado.

Con cautela, el grupo se acercó, buscando el refugio entre arbustos y árboles. Conforme estaban más cerca, escuchaban el ruido de pasos, trabajos y voces. Finalmente estuvieron lo suficientemente cerca como para poder hacerse una idea de la situación.

Habían colocado una decena de marmitas a lo largo del nacimiento del río y habían excavado unos canales que conducían hasta el mismo. Una docena de trabajadores se encargaban de llenar las marmitas de agua, echarles botellas de licor y el polvo. Y cuando la mezcla bullían, volcaban el contenido sobre el canal que iba directo al río. Por suerte ninguno de esos trabajadores parecían posibles combatientes, ni iban armados, ni llevaban armadura.

Pero no eran los únicos que allí estaban. Había cuatro hombres armados con equipo básico, muy parecidos a los que habían luchado junto a la arquera. Posiblemente se tratase de mercenarios. Pero había otras tres personas que no lo eran, pues las tres llevaban medallones de Izar colgados del cuello. Uno era un elfo con dos espadas cortas a la cintura y armadura ligera. El otro una mediana de mirada siniestra. Y por último el inconfundible tanatocultor, con su armadura completa, su guadaña y una capa negra por encima. La mismísima imagen de la muerte a la cual decía representar. Aunque en este caso era una muerte muy conocida. 

El tanatocultor no era otro que Gordon, la pareja del padre de Corianne.

Daha miró Corianne. Gordon era aquel hombre tan amable que les recibió en el Oso y el Cazador el día que llegaron a Mena de Oro. Nunca hubiera sospechado de él, pero allí estaba, vestido con aquella túnica y dirigiendo los trabajos para envenenar el agua. Un giro de los acontecimientos totalmente inesperado, que nadie hubiera podido prever. Ni siquiera la buena de Corianne, o al menos eso esperaba. Lo que estaba claro era que tenían que enfrentarse a él.

Enseguida trató de salir de la vista de cualquiera que pudiera dar con ellos e instó al grupo a hacer lo mismo. De momento no les habían visto, por lo que contaban con el factor sorpresa. Era el momento de trazar un plan y si llegaba el momento de combatir, hacerlo en las mejores condiciones posibles.

- ¿Tú sabías algo de...? - No acabó la frase. Era evidente que no sabía nada. - ¿Qué hacemos? - Les preguntó entonces. - Si vamos a atacar, tengo algunas cosas que lanzar para el combate que se avecina...

Desde la cobertura que les proporcionaba el follaje, gracias a los fuegos encendidos por los izaritas, Nekaua podía ver todo lo que sucedía en el nacimiento del Burdin. 

Los izaritas les superaban en número, y dos de ellos, además del tanatocultor, parecían algo más que simples matones como los Merantia o los que acompañaban a la arquera.

La razón dictaba planear, esperar al momento propicio, pero ella apenas era capaz de mantenerse allí, agazapada. La desfachatez de los izaritas, el sinsentido de sus actos, hacer daño por el mero placer de su consecución, el sinsentido de la maldad pura. Le rechinaban los dientes. Contener la furia y la vieja sed de sangre en la batalla era más sencillo que hacerlo en aquel momento. Hubiese deseado lanzarse como un ariete contra todos ellos y borrar sus miserables existencias del mundo.

Ni siquiera se dio cuenta de que el rostro del tanatocultor era conocido. Para ella, el hombrecillo de la guadaña y la armadura era una caricatura enfermiza, indigna de más consideración que la destrucción.

Corianne tenía la mandíbula desencajada, y tenía la mirada clavada en el tontocultor: Gordon, nada menos.

—Le voy a meter los huevos por el culo —le contestó a Daha—. Tengo entendido que es físicamente posible, pero si no lo es y tengo que cortárselos antes, me da igual. Me tomaré mi tiempo con él. Disfrutaré viéndole retorcerse.

Pedazo de hijo de puta. ¿Cómo puede estar papá con semejante desgraciado? 

A la pirata ni siquiera se le pasó por la cabeza que su padre pudiera estar involucrado en la trama. Ese malnacido tenía que tenerlo engañado. Era la única opción posible.

Desenvainó las espadas cortas del tirón. Su mirada, depredadora, seguía clavada en Gordon.

—Lanza lo que tengas que lanzar, Daha. Nekaua, Iskal... —dijo y miró a la Goliath y al félido respectivamente—. Cubridme, voy a sacar los riñones a ese negro cabrón y hacer que se ahogue en su propia sangre. Rajarle la garganta es demasiado indoloro.

Torció el labio.

—Una muerte lenta será su recompensa. 

Daha empezó a preparar a sus compañeros para el combate que se avecinaba. Las defensas divinas eran imprescindibles, pues los enemigos eran muchos. Pero también tenía conjuros que mejorarían a sus compañeros en el combate, lo cual también era imprescindible. Comenzó lanzando conjuros defensivos sobre ella misma y sobre Nekaua. Acto seguido lanzó otro más poderoso sobre Corianne, que además contrarrestaría el control mental si es que el tanacultor podía intentar hechizarla. Mejoró las armas de Iskal y de la propia Corianne para el combate y luego lanzó una bendición sobre todos ellos.

- Con ésto puede que el combate esté más igualado. - Les dijo a sus compañeros. - ¿Y ahora, como queréis acercaros? - Les preguntó. - Creo que lo suyo es emboscarlos sin preguntar nada. Al fin y al cabo, sabemos que nada bueno están tramando...

Como único varón del grupo, Iskal no pudo evitar sentir un escalofrío con la explícita declaración de intenciones de Corianne.

Que aquel tipo estuviera allí podía significar muchas cosas. Tan solo esperaba que una de ellas no fuera que el padre de la pirata también estaba implicado, o peor aún, que estuviese muerto. No quiso decirlo en voz alta sin embargo, ya bastante alterada estaba como para meterle más cosas desagradables en la cabeza.

Lo que si hizo fue darle un par de palmadas en la espalda, no sabía qué más podía hacer.

—Vale. Pero cabeza  fría—dijo. Aunque enseguida añadió:—. Ya sabes, es la mejor forma de servir una venganza.

Lo cierto es que le daba igual que Corianne quisiera torturar a un tipo que hasta dodne él sabía pretendía envenenar a una ciudad entera porque le salía del trasero. Y ya no sólo por eso, sino que había algo personal en el asunto además.

Tras agradecer sus conjuros de apoyo a Daha, cogió su arco y cargó una flecha esperando que, por variar un poco la línea, su emboscada saliera bien.

Nekaua esperó, con paciencia decreciente, a que Daha terminara de concederles las bendiciones de Alcor.

Las palabras de unas y otras la alcanzaron apagadas, como si la llamaran desde el otro lado de una pared. Ella asentía sin entender lo que escuchaba, y apretaba el escudo con tanta fuerza que el metal cedía bajo bajo sus dedos.  

Vamos ya masculló. Para ella no era personal. No conocía al hombre; tan solo quería hacer que él y sus secuaces desaparecieran.

—Encanto... yo siempre estoy caliente —fue lo que le contestó Corianne a Iskal, mientras se preparaba para rajar gargantas.

Una vez preparados con los conjuros de Daha, e grupo de aventureros se preparó para salir de su escondite y lanzarse al ataque. Los izaritas seguían con su ponzoñosa labor cuando estos irrumpieron en la escena.

Mapa del combate.

Iniciativa: Corianne -> Daha -> Gordon -> Trabajadores Rojos -> Trabajadores Azules -> Trabajadores Amarillos -> Armando -> Matones Rojo&Azul -> Adora -> Iskal -> Nekaua -> Matones Amarillo&Verde

¡Es el turno de Corianne y Daha!

Comentarios: Los objetos rojo son las marmitas. Cuentan como casillas ocupadas y a efectos de cobertura cuentan como muros bajos.

- Voy a ir a por el tontocultor... - Le susurró a Corianne. 

Acto seguido realizó un movimiento con sus manos y mencionó unas palabras mágicas.

- ¡Alcor ayúdame en esta batalla con el favor de tu arma predilecta! - Acto seguido apareció una maza espiritual tras el traidor de Gordon y lanzó un inesperado mazazo contra él. Esperaba pillarlo desprevenido y que de esa manera recibiera el primer golpe.

Corianne tensó la mandíbula.

—Bien.

Hizo una floritura con las espadas cortas, pero se detuvo buscando que fuera Nekaua quien fuera delante.

Corianne comienza en T18.

Retraso iniciativa hasta después de Nekaua.

Una maza dorada se materializó y atacó a Gordon. El golpe le cogió por sorrpresa acertándole en el hombro. Eso puso en alerta también a sus dos acompañantes y el trío no tardó en localizar a los aventureros. El hombre compuso un gesto triste en su rostro y negó con la cabeza. 

—Venid aquí hijos míos—dijo mirando a sus hombres—. Unas almas han venido en busca del regalo de Izar.

Después miró a Corianne.

—Aunque no lo creas, esto me duele a mí más que a ti.

El ataque del Arma Espiritual de Daha acierta.
Gordon retrasa su acción hasta los Matones Rojo&Azul.

La petición de Gordon no pareció ir dirigida a los trabajadores, porque estos no tardaron en poner pies en polvorosa en cualquier dirección excepto en la que se encontraban los aventureros. Allí podrían estar por dinero, por chantaje o por fe, pero de una manera u otra no parecían dispuestos a luchar contra los recién llegados.

El hombre que había a la derecha de Gordon resultó no ser un humano como parecía desde la distancia sino un semielfo. Cogió un arco corto que tenía colgado en la parte trasera de la cintura, una flecha y disparó contra Daha. El proyectil fue directo al escudo de Daha y ahí se quedó clavado.

Armando da un paso de 5 pies a R5 dispara a Daha y falla.

Los matones si siguieron las órdenes de Gordon y se acercaron hacia donde estaba el tanatocultor quedándose a la espera de que el hombre hiciese lo que tenía en mente.

Matón azul se mueve a N7
Matón rojo se mueve a S7.

Gordon agachó la cabeza y recitó un salmo en una lengua desconocida pero cuyo sonido pondría a cualquier los pelos de punta. Una luz rojácea surgió en torno a todos los izaritas excepto al matón que se encontraba junto a las cajas. Ésta brilló fulgurantemente unos instantes y finalmente los haces de luz penetraron en todos los que estaban en el área de acción.

Gordon lanza un conjuro desconocido.

—Vamos Armando, déjame a mí a la alcorita.

La mediana apretó su puño y este se imbuyo de una energía de arcana de color violeta y lo lanzó hacía Daha. La clérigo de Alcor se protegió instintivamente con su escudo como había hecho con el flechazo, pero esta vez fue inutil. La energía la golpeo igualmente y la semielfa sintió como sus energías se reducían considerablemente.

Adora utiliza Explosión sobrenatural. Lanza un ataque de toque a distancia contra Daha y acierta. Le provoca 9 puntos de daño.

—No te dejes llevar por el odio Adora. Que lo que te mueve sea el amor.

Mapa del combate.

Iniciativa: Iskal -> Nekaua -> Corianne -> Matones Amarillo&Verde -> Daha -> Armando -> Matones Rojo&Azul -> Gordon -> Adora

¡Es el turno de Iskal, Nekaua y Corianne!

En cuanto estuvieron a distancia de carga, justo después de que la maza mágica de Daha se materializara en el aire, y los secuaces del tanatocultor dispararan, Nekaua se lanzó rugiendo hacia la maraña de enemigos y marmitas, dando zancadas tan largas que parecía volar más que correr, con el escudo por delante, hasta chocar con el primero de los matones izaritas que se interpuso en su camino como un tren de mercancías.

Acción gratuita: Nekaua entra en furia (7 asaltos). Recuerda que se vuelve grande, tiene dos casillas de alcance, y puede hacer un AdO a quien se acerque sin hacer piruetas con éxito.
Acción de asalto completo: Carga (a casillas S-T-9-10) contra matón colorado intentando derribo.
Ataque de toque 24 / Prueba de FUE 29.
Ataque extra (derribo mejorado): Ataque 20 / Daño 18.

pg: 30/30.
CA: 15 - 2 (carga)  + 2 (escudo de la fe) = 15

«Ya lo creo que te va a doler más a ti... »

Iskal pensó aquello mirando de reojo a Corianne. Cuando la pirata le pusiera las manos encima a Gordon no iba a dejar ni las pestañas. Aquel tipejo tenía un concepto desquiciado y repugnante de "amor" que prefería ni intentar entender. Apuntó a la mediana, que no sabía qué rayos había hecho pero parecía querer atacar a Daha... aunque en ese momento Nekaua cargó.

El félido se lo pensó mejor, o quizá simplemente el parpadeo anecdótico se debió a que de pronto la goliath era enorme. Anotó mentalmente que tenía que preguntarle en algún momento cómo lograba hacer aquello a base de agarrarse un cabreo. Luego se encogió de hombros, se situó cerca de la clériga y cambió de blanco para echarle una mano a la guerrera azul con su objetivo.

—Oh, desde luego Gordon, no te lo discuto. Esto te va a doler más a ti que a mí —dijo haciendo una floritura con sus espadas cortas—. Y luego dicen que ya nadie promete nada... yo te prometo que esto te va a doler. Mucho.

Corianne avanzó detrás de Nekaua, buscando un flanco y sin exponerse a un contraataque.