Partida Rol por web

No lo cortes, no me molesta, pero no lo esperaba y me ha sorprendido —me esfuerzo en pensar, oyendo mi propia voz en mi interior para asegurarme de que el pensamiento llegue claramente.

Al oír los pasos, me doy la vuelta, expectante ante la llegada de más compañeros, y veo aparecer a Andrés y Rodrigo, por lo que se dibuja una sonrisa en mi cara.

Buenas noches, Andrés —digo al anfitrión, para luego saludar al otro hombre, con las palabras entremezcladas en una sonora y feliz carcajada—.  ¡Rodrigo de Guadalete! A ti te quería ver yo, llevo tiempo queriendo medir mi pericia contigo, ¡castellano! —mi mano va a la empuñadura de mi espada, con la excitación brillando en mis ojos—. ¡Quiero ver qué queda de la furia visigoda en estas tierras!

Rodrigo se percata de la presencia de otra persona en la sala.

- Buenas noches tengais Señor de Marduf - cortes. Sus palabras son moduladas y no se deja llevar por el entusiasmo que demuestra el Brujah - Para mí es todo un placer verle. Batirse con un noble guerrero, es siempre una delicia digna de ser vivida - no aparta la mano de su empuñadura. Deja la antorcha en algún lugar en la pared y se aproxima a tender el brazo para el saludo cordial, antebrazo - muñeca - codo

Asiente suave y distante

- Me place decirle que la furia visigoda, sigue teniendo vigencia en el territorio. Hacemos lo que podemos para evitar la avanzadilla del infiel, pero es difícil en las noches que vivimos. ¿Y vos? ¿Que os ha traido a tierras tan lejanas del reino de León? Pensé que os tenian ocupado en el Egeo

La dama se sube al corcel, del suelo la estela de Gaia la acompaña hasta la montura, cabalga despacio, caso omiso a los guardias al negro bastion se encamina.... pasando por delante de los centinelas de roca muerta, de perfecto marmol sanguijuelas del eter, de negro ,alma y corazon, oscura.... la sierpe de tierra sisea por la ladera hasta la cima de la colina, montada por la amazona argentea a la que la luna no ilumina, el camino se alarga hasta el castillo.....

Escucho a los hombres hablar como si todavía tuviesen testículos funcionantes y la testosterona fluyera en su sangre como el alcohol fluye al salir de una copa de licor: ambas cosas igual de inútiles. Permanezco sentada, en silencio y dándole vueltas a mi cabeza.

Decido interrumpir la conexión con Mardulf, para que hable con mayor comodidad y no tenga que estar dándole vueltas a las cosas, mientras vuelvo a utilizar los dones de mi sangre para explorar los alrededores. Yo había venido con la esperanza de conseguir algún tipo de conocimiento, pero por lo pronto todo lo que había encontrado eran marionetas...

Había imaginado una construcción más imponente, pero aquella en lugar de eso resultaba tenebrosa, a medio hacer o medio deshecha entre las brumas de la oscuridad.

Los jinetes se fueron y quedé sola, junto a Clemente. No sabía si él podía venir, pues normalmente este tipo de reuniones no eran aptas para simples mortales, así que debería pedirle que se marchase

Toma los caballos y ve hacia el pueblo, busca cobijo en alguna posada para las próximas noches-me bajé del caballo, pidiéndole con amabilidad al noble animal que se agachase lo suficiente como para que yo no tuviera que saltar, y mi fiel Clemente tomó sus riendas, dispuesto a llevárselo consigo-Ah, Clemente, no hace falta que te diga que no hables de más con nadie... -mi compañero de viaje se marchó, profiriento un fervoroso "Sí, mi señora" y yo quedé sola, ante la entrada del túnel.

Me decidí y caminé hacia delante, con cautela, mientras me internaba en la oscuridad.

Le devuelvo el saludo, estrechándole la mano con fuerza, pero controlándome para no arriesgarme a partírsela.

¡Me gusta oír eso! —respondo, siguiendo con otra carcajada, y sin dejar que la otra mano se aleje de mi arma—. ¿Yo? Pues aquí nuestro amigo Andrés me convocó para reunirme con todos, así que aquí estoy. Por cierto, Andrés, ¿qué se supone que tenemos que discutir? —acabo preguntando, sin dejar de mirar a Rodrigo.

- Es curioso la gente que ha reunido el señor de Ponferrada - exquisitamente cortes, pero enmascara un deje... extraño

No se opusieron, pasaste de largo en busca del castillo al que se te habia llamado a asistir, para tu sorpresa... no eran más que ruinas. ¿Como se suponia que os reuniriais? Aparentemente allí no habia nada... ni nadie.

Apenas podias ver nada, pero una luz temblorosa se acercaba a lo lejos. No tardaste en reconocer al que parecia un hombre de armas, igual que los jinetes que te habian traido hasta aquí, que se acercaba antorcha en mano. Quizá tan solo para guiarte.

Esperó a una distancia prudencial, dejándote escoger entre seguirle o retirarte ahora.

Su expresion seguia tranquila

- Todos tenemos nuestros objetivos, pero confio en que con algo de colaboración por parte del resto... podremos conseguirlos con mayor facilidad. Todavía no nos hemos reunido todos, pronto os haré saber más...

Tomó asiento en la cabeza de la mesa que se encontraba en el centro de la habitación, el paso del tiempo no significaba nada para él y la paciencia era una más de sus virtudes.

Esta vez lo que consigues averiguar si te sorpende:

Por un lado una chica joven y rubia se ha adentrado por unas escaleras que descienden aunque no por las que tu entraste sino por otras situadas sobre las propias ruinas del castillo.

Por otro, otra mujer a caballo mucho más llamativa se acerca pasando junto a los jinetes que no parecen hacer caso a su presencia. Parece encaminarse más o menos correctamente hacia el castillo.

Por último en los lindes del bosque, dos enormes bestias negras parecidas a lobos pero deformados, como si se tratara de seres que solo existen en la imaginación fruto de una pesadilla. La curiosidad te puede con ellos, pero son seres sin alma... ni humanos ni animales... solo "entes de sombra". Te horroriza darte cuenta de lo que estan haciendo: despedazan el cuerpo inerte de Darius, el pequeño vampiro. Sus negros colmillos se hunden en su carne y la sangre se derrama junto a la trampilla que da paso al subterraneo y se desliza escaleras abajo.

la dama retira la cabez, duda, en su rostro a fino pincel se dibuja una expresion irreconocible para ella, un paso mas, hacia el negro abismo con recelo, paso lento la porta, sombrio destino la aguarda... ruinas, de piedra y madera, de tierra y lodo, ¿cuanto tiempo sin vida se han alzado las torres de chimenea? ¿como todavia no cen agotadas al suelo tras la increible fatiga del cansancio?...  golpea dos veces mas el sulo, sisea, y vacilante aguarda unos instantes estatua de marmol y marfil solidificada ante el porvenir.... dos pasos mas....

 con los orbes manchados de hielo busca en la lejania quien la ampare, quien en su desgracia pueda guiarla ahora, oh, cuan es la deshonra de una diosa pidiendo ayuda a u mortal... mas necesaria, recuerda de donde viene, y a donde va, pero no como hacerlo, y si Anubis cruzó agipto en su carruaje dorado sin ser ayudado, ella sera menos que su hermano, pero cuando regrese, su cuadriga sera de diamante y jade, ambar y oro blanco, no simple hierro amarillo....

Me levanto de golpe de mi asiento alarmada y nerviosa, en un gesto torpe y ruidoso, a la vez que ahogo un grito...

Ante la mirada de atención de mis compañeros por mi escandalosa reacción, los miro fijamente uno a uno. Siempre he odiado hablar, así que intento establecer contacto telepático con todos los miembros de la sala, identificandome para que me dejen pasar sus fronteras mentales sin tener que esforzarme en romperlas.

La imagen que mando a mis compañeros a los que me acepten muestra los lindes del bosque. Dos enormes bestias negras parecidas a lobos pero deformados, como si se tratara de seres que solo existen en la imaginación fruto de una pesadilla se muestran allí. Muestro también los conocimientos que me transmite mi visión, la autentica naturaleza de las criaturas. Son seres sin alma... ni humanos ni animales... solo "entes de sombra". La imagen que muestro a continuación es algo más aterrorizante: están despedazando el cuerpo inerte de Darius, el pequeño vampiro. Sus negros colmillos se hunden en su carne y la sangre se derrama junto a la trampilla que da paso al subterraneo y se desliza escaleras abajo.

Mi mirada severa se dirige hacia Andrés, el único Lasombra presente, el único con los dones de Lucien que sabía de esta reunión - ¡Explícaos! - digo, con un tono de voz descontrolado. Me aterra pensar que dos criaturas han podido acabar con un Malkavian tan poderoso como Darius sin mayor problema - ¡Qué son esas criaturas! ¡Qué diablos está ocurriendo!

Desconozco si Giovanna Paola o Neferata se encuentran en peligro, pero intento entablar contacto telepático con ellas en la distancia, para advertirles de la hostil situación

Sigue mostrandose tranquilo

- Trató de matarme, yo solo le pagué con la misma moneda.

No dijo nada más, ni su mente dijo nada más por él.

- ¿Sería demasiado descortes por mi parte, Doña Myriam, pediros que compartierais todos los pensamientos con el resto de la reunion? - educado

Recordandote que hay mas gente alli.

No te cuesta encontrar entre las ruinas una pequeña trampilla abierta, parece estar dispuesta para ocultar unas escaleras de piedra que bajan al sótano. Al otro lado la luz ténue y temblorosa de una antorcha ilumina, quizá haya alguien.

La aparatosa reacción de la Tzimisce me alarma y entonces veo lo que nos transmite, mente a mente.

¿Qué es esto? ¿Por qué esas sombras están destrozando al pequeño lunático? ¿Esto está pasando de verdad? —frunzo el ceño y la mano que agarra mi espada se ciñe alrededor del mango con mayor fuerza. La respuesta del anfitrión me sorprende todavía más.

¿Por qué iba Darius a intentar matar a Andrés? ¿Intentarán atacarnos a los que ya estamos aquí? Pero... si fue Andrés quien nos reunió...

¿Cómo que intentó matarte? No recuerdo a Darius tan estúpido como para hacer eso —estoy perdido, aunque veo las imágenes que nos muestra Myriam, no puedo evitar sentir desconfianza hacia todos lados, por lo que mi espada empieza a vibrar en su vaina mientras mi sangre amenaza con empezar a bullir, insultada por la ignorancia.

Andrés se puso en pie y miró directamente a Marduf

- ¿Os atreveis a amenazarme en mis dominios? - seco, sin alterarse

Rodrigo se levanta y se interpone ante Andrés.

- Calma - dice suave y protector. Su voz está modulada para producir impresión sin ser una amenaza - Quizas mi señora Myriam desee poner en alto todos los pensamientos y debatirlos - se nota que no te ha dado acceso a su mente - Sería más agradable - algo en su mirada es demasiado fuerte