Partida Rol por web

El cazador te detuvo antes de que pudieras dar dos pasos. Te agarró con una mano por el cuello y te levantó medio metro del suelo. Su porte era enorme, y aunque no le veías el rostro porque estaba oculto detrás de un casco bastante sofisticado, podías suponer que disfrutaba con enorme placer de tu sufrimiento.

Sin apenas esfuerzo, sentiste como sus dedos apretaban tu garganta hasta que el aire empezó a faltarte y finalmente, con un "crack", como el hueso de tu cuello se resquebrajaba en dos. En milisegundos, perdiste la capacidad de ver, oír o sentir, de darte cuenta de lo que ocurría o de poder hacer algo para evitarlo.

Tu cuerpo era un muñeco de trapo, pero al menos, no sentiste como tiraba de tu cabeza para arrancar tu médula junto con el cráneo, mientras arrojaba el resto a un lado, como si le sobrase.

Pero afortunadamente, tú ya no estabas para sentirlo.

Aporreé con fuerza aquella barrera mirando con ira a Ripley-¿INCUBADORAS?¡JODER ANTES PREFIERO MORIR AHORA!- grité cargado de odio mientras yo me hundía en aquel suelo-te maldigo Ripley, confiaba en tí, pensaba que podías ayudarnos pero solo me querías para vivir un día más..pues ¿Sabes que? ¡Prefiero morir de pie que vivir de rodillas que es lo que haces tú!- vociferé mientras todo lo que me rodeaba se oscurecía y perdía a aquella mujer de vista.

¿Y ahora qué? ¿Dónde me llevaban? No quería ser ninguna puta incubadora humana, antes me abriría las venas, hasta ahora había sido un despropósito de aventura, pero no iba a desfallecer ni dejarme vencer, joder lucharía hasta morir si hiciera falta, pero aquella furia me había revitalizado y pensaba salir de allí con vida, encontrar a la capitana con vida y que cojones darle un beso, me parecia divertido...

Cuando desapareciste bajo tierra, todo se volvió oscuro, pero no por mucho tiempo. Finalmente, el tubo llegó a un lugar oscuro y silencioso, y el vidrio se abrió, dejándote libre, aunque no había muchos sitios a los que ir puesto que el lugar estaba vacío... o no.

Había mucha humedad en aquel lugar, más de lo normal, y te resultaba bastante familiar. Un sonido a lo lejos, envuelto en las sombras, acompañado de un siseo, te puso la piel de gallina, y entonces, viste algo que no conocías, unas estructuras que estaban por todas partes.

Al llegar a aquel lugar contuve la respiración por un segundo, la humedad era casi insoportable y aquello que había en el suelo.... joder, parecían una especie de huevos, o al menos tenían esa forma, me quedé quieto, inmóvil e inspeccioné con la mirada toda la estancia esperando buscar alguna salida, estaba claro que ese lugar era peligroso y tenía que salir de allí lo antes posible y manteniéndome alejado de esas mierdas ovaladas.

Y entonces escuché aquel siseo, la sangre se heló en mis venas y de repente te el vello de la nuca se herizó al instante, estaba acojonado.

A lo lejos, detrás de aquellas cosas que parecían huevos, había movimiento, figuras que parecían extrañas sombras a contraluz y que no te costó identificar. Era lo mismo que habías visto en la estación espacio. Joder, era aquel bicho de nuevo, solo que no había uno, sino un montón, aunque por alguna extraña razón no entraba en aquel lugar, sino que se mantenía aparte.

Miraste también a tu alrededor en busca de una salida. Todo el lugar parecía estar cerrado completamente, salvo justo en aquella zona, por donde había tanto bicho. Justo por allí había una salida de alguna clase.

La cosa no prometía mucho, la verdad.

Tus ojos también se desviaron hacia algo que estaba en las paredes, envuelto en una especie de cubierta que se parecía externamente a la tela de araña. Eran... cuerpos, que parecían estar en pupas o algo así, y parecían estar muertos. Quizás eso era lo mismo que te esperaba a ti.

El desconocido te miró, sorprendido.

-Por supuesto que no. Sin embargo, en este planeta hay unos microorganismos que se insertan en la corteza cerebral y transfieren los mensajes hechos en cualquier idioma, así que técnicamente, es como si hablásemos diferente... pero oyésemos lo mismo.

Al ver que retrocedías, asustada, él también se echó atrás.

-En efecto, son cazadores, y cuanto más lejos nos mantengamos de ellos, mejor. Si vienes conmigo a nuestro campamento, podrás descansar. Tus amigos... bueno, a estas alturas ya estarán muertos. Si quieres regresar con ellos... por mí de acuerdo. Yo solo pasaba por aquí. Estoy de caza.

El sujeto parecía tranquilo y en ningún momento dio alguna muestra de querer hacerte daño. Otra cosa que fuera así, pero se apartó, dándote algo de espacio y esperando a que te decidieras.

- ¿A vosotros no os cazan? - Le preguntó a aquel extraño ser. 

Desde luego no tenía mucha mejor opción que seguirle. Eso significaría en el mejor de los casos, si le dejaban vivir con ellos, que nunca regresaría a casa, pero al menos conservaría la vida. No es que dejara atrás una vida demasiado plena. No tenía familia y podía pasar sin ver a los que podían considerarse amigos. Era como volver a empezar en un lugar completamente diferente. 

- Iré contigo... - Dijo resignada. Siempre era mejor que morir a manos de uno de aquellos cazadores de humanos. Quien sabe, quizás algún día alguna nave humana aterrizara en aquel extraño planeta y pudiera regresar con ellos a la Tierra. - ¿Quieres que te ayude en algo? - Le preguntó. Quería serle útil. Era la única forma de que no se cansara de ella y la mandara de nuevo a la selva o algo por. Además, tenía hambre y quería ganarse el pan... o lo que allí se comiera.

A la pregunta de si os cazaban, el desconocido te miró con curiosidad.

-Por supuesto que nos cazan, pero nosotros somos más listos -te dijo, guiñándote un ojo. Entonces te ofreció una de sus manos para ponerte en pie.

Puede que solo fuera un nativo o que quizás se tratase de alguien que como tú, hubiese ido a parar a aquel planeta por casualidad, pero el caso es que no tenías más opciones.

-Estoy seguro de que estarás bien con nosotros. Nunca había conocido a un ser con dos brazos nada más. ¿Es incomodo?

Y mientras caminabais, empezasteis a hablar sobre cómo erais y si suponía algún problema. Y como ocurría en aquella viejísima película...

Presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad.

- Me llamo Sarah... - Dijo mientras se alejaban de aquella zona.

En efecto, como bien había dicho aquel cuatro brazos, sus compañeros posiblemente estuvieran ya muertos. Era una lástima, le hubiera gustado haberse follado a Jack, aunque en el fondo sabía que si presumía tanto de lo suyo, al final podría ser una gran decepción en la cama. 

- No, no es incómodo... - Dijo la muchacha. - Lo mismo me preguntaba yo de tener cuatro brazos. - Sonrió. - ¿Y que dices que coméis por aquí? ¡Tengo tanta hambre!

¿Fin?

El cazador vio como Amber se daba la vuelta y echaba a correr a toda velocidad, dejando atrás los cuerpos sin vida de Jo y por supuesto, de Jack, que yacía descompuesto y preparado para pudrirse en aquella jungla. Pero no tenía ninguna oportunidad. El cazador extrajo un disco metálico de sus ropas y lo lanzó con fuerza hacia Amber, que se movía desesperada entre arbustos y árboles, esperando la salvación.

Quizás debido a la errática carrera de la capitana, el disco no acabó con ella, sino que se clavó directamente en su omóplato izquierdo. Eso sí, con tanta fuerza, que la arrojó al suelo. El dolor era insoportable. El disco había atravesado la piel y los huesos y prácticamente cercenado en dos el brazo del resto del cuerpo, aunque por algún tipo de milagro, aún estaba allí.

El cazador estaba lejos... pero se acercaba a ella. 

Sus posibilidades huir pasaban por levantarse y continuar corriendo hasta perderse en la selva.

Sintió un gran dolor en el omóplato aterrada, pero con algunas fuerzas, se levantó, debía de luchar. Debía de ponerse a salvo y encontrar a Jericó. Y así fue, aunque el disco tenía que esperar a que estuviera más calmada, debido a que lo intentó y vio las estrellas.

El lugar era oscuro a más no poder, pero sobre todo, te parecía que no había ningún lugar por donde huir. En ese momento, además, varias de aquellas cosas con aspecto de huevos empezaron a abrirse.

No veías posibilidad alguna de escapar, hasta que te fijaste en que muchos de esos cuerpos... eran soldados y tenían armas. Cuchillos, granadas, e incluso pistolas. Las criaturas permanecían alejadas de aquella zona, pero en cualquier momento podían entrar y además, algo parecía estar saliendo de aquellos huevos.

Viendo el movimiento de aquellas cosas solo podía augurar cosas horribles así que con todo el sigilo y templanza que pude reunir, me acerqué a los cuerpos inertes de los soldados y comencé a recoger el armamento posible.