Partida Rol por web

"Sé a que piedra te refieres, pero no, es demasiado inestable como para tenerla y aún menos para vendersela a cualquiera."

Coje el papel y lo levanta, mostrándotelo por ambos lados.

"El papel solo estípula qué queda reflejado en nuestro trato y al poner esta tinta sobre el papel, una marca mágica se queda a modo de firma, de forma que se puede saber quién lo ha firmado. El idioma es el común que usamos en este mundo."

"Entiendo que desconfíes, supongo que no puedo hacer nada más por ti... - dice mientras empieza a enrollar lentamente y con cuidado el papel. - "No, no conozco a ningún Melzir."

No hay ningun sitio donde sentarse, excepto el suelo.

Ante la imposibilidad de encontrar un lugar en el que sentarme me vuelvo hacia la anciana. "Perdonad si desconfío, señora. Para seros sincero las estatuas de la entrada son demasiado realistas en sus expresiones y temo convertirme en una de ellas si incumplo el contrato" -Digo señalando hacia mi espalda

"Por otro lado"- Continúo - "Esta el tema de vuestro aprendiz. Vuestra negativa a llamarlo antes de que pueda sellar el trato también me hace sospechar. Pero qué sabre yo"

Me acerco a la anciana y le tiendo una mano. "Ahora, si sois tan amable, posaré mi mano en el papel. Supongo que valdrá la pena arriesgarse"

La anciana vuelve a desenrollar el papel y te acerca el receptáculo de cristal con tinta. Metes la mano en el cubo de cristal, la tinta parece algo viscosa, pero sin duda alguna pones tu mano en el cuadrado para firmar.

Una vez tu mano se posa en el papel, unos tentáculos aparecen y sujetan tu mano con fuerza, pasados unos segundos te sueltan y se vuelven a esconder por la tienda.

La anciana empieza a reirse desorbitadamente y desaparece. Un vortice rojo empieza a rodearte y el contrato empieza a levitar encima tuya. Las cabezas y ojos de la tienda se vuelven locos, mirandote y moviendose. La risa de la anciana termina y todo parece volver a la normalidad.

Te giras de nuevo al mostrador y le ves.

Su voz ha cambiado a una mas ronca y grave.

"Ah... si, ya nos podemos poner cómodos."

"No nos hemos presentado, soy Yzmondo, pero no necesito que me digas tu nombre, no lo sabes seguramente, pero decirle tu nombre real a un demonio le abre las puertas a ciertos conjuros... considera esto un regalo por tu primer trato." - sonríe.

"Bueno, forastero..." - Suelta un risita. - "Te vuelvo a dar la bienvenida a mi tienda... la de verdad."

Ves que aparecen nuevos objetos, sin duda más poderosos.

"Tu guía vendrá en unos momentos, ¿Te gustaría conseguir algo más...?"

Se acerca a ti y te pone un espejo delante, pasandote la mano por encima, cambia tu rostro a uno muy bello.

"Podrías ser el humano mas apetecible de todos los reinos, mujeres, hombres y cualquier otra raza se matarían entre ellos por una noche contigo..."

Te pone la mano en el pecho. Empiezas a arder con unas llamas negras, pero no te duele... sientes que es tu magia.

"A lo mejor ansías poder... ¿Hmm? ¿Poder para destruir al mesías con solo mirarlo?"

Parece pensativo, pero en seguida se mete la mano en su torso y saca una gema.

"Ah... si... ¿A lo mejor prefieres esto...?" - Te extiende la piedra que buscas para el encargo de Melzir. - "Tiene más usos aparte de lo que ese tal Melzir te haya dicho... incluso se puede usar sin riesgo alguno. La información es poder, y yo puedo otorgartela..."

Pega un chasquido y todo desaparece. Vuelve al mostrador y se sienta.

"¿Y por que no todo?" - Su sonrisa diabólica le cubre casi toda la cara.

Una risa histriónica y demente surge de mi gargante ante la aparición del demonio. "Desde luego, no podía ser menos. La anciana que se convierte en demonio, tal y como sospechaba" vuelto a reir sonoramente.

"Bueno, al menos ya nos conocemos formalmente. Podéis llamarme Babroth." Giro para echar un vistazo alrededor. "Si me dais esa piedra azul... ¿Qué me costaría? ¿Que os transformeis de nuevo? En cualquier caso dudo que sea real, dudo incluso que podáis ofrecerme ese poder del que hablas..." 

"ese aprendiz vuestro... ¿Es también un demonio?" 

Le clavo la mirada, febril y medio ausente mientras enarbolo una sonrisa. "pero quizás podamos ayudarnos mutuamente..." 

"Sí... sabías perfectamente a qué estabas jugando y aun así, aceptaste el trato. Eso me gusta mucho, ¿Es valentía o estupidez? Déjalo, debe de ser ambas, solo un necio creería que puede sacar provecho de una situación así."

"Ahí es donde te equivocas, Babroth... Yo nunca engaño, al menos si se hace mediante un contrato nunca se puede engañar, o el castigo sería terrible."

"Solo busco divertirme, a cambio, otorgo favores..." - La sonrisa se ensancha. Sus afilados dientes sobresalen, es bastante perturbador y tétrico.

Yzmondo ignora la pregunta del aprendiz, parece que vas a saberlo pronto, solo sonrie.

"¿En qué puede un necio mortal ayudarme?" - Suelta una carcajada.

Mientras sigues hablando con Yzmondo, lo que parece un alma sale de un tarro de la tienda. Sale disparado y se mete a tu cuerpo. Notas el golpe y te tambaleas, pero consigues no caer y permanecer erguido.

"Diez mil años encerrado en ese sucio tarro, sienta bien salir finalmente." - Escuchas una terrible voz a tu espalda, te giras y ves a una figura enorme.

Te mira con desprecio.

"¿Este es el alma que he de destruir?" - Dice mientras levanta la mano, con la intención de desgarrarte.

Notas como tu alma empieza a salir de tu cuerpo, el demonio se relame, pero justo antes de que pueda golpear, el contrato que firmaste aparece delante de él.

"¿Qué significa esto?" - Agarra el papel y empieza a leerlo.

El demonio empieza a arder, parece muy furioso.

"¡¿MORTAL INÚTIL, DE TODOS LOS INGRATOS TENÍAS QUE SER TU EL QUE REALIZARA ESTE TIPO DE CONTRATO CONMIGO?!"

Su frustación es titánica. Empieza a lanzar insultos en un lenguaje diabólico, que extrañamente entiendes. Te lanza el pergamino a la cara con fuerza y apartándotelo de la cara lo miras. Comprendes el significado del pergamino, te das cuenta de que entiendes y escribes perfectamente el idioma demoníaco.

Empiezas a leerlo y sacas conclusiones de lo que estipula el contrato:

- Debes de llegar a tu mundo, tienes 500 años, de lo contrario Yzmondo se llevará tu alma.

- El demonio no podrá separarse de ti hasta que pasen 8964 años.

- Si tu mueres, Horxus (supones que es el otro demonio) será borrado de la existencia.

- Hoxrus te deberá guíar hasta tu mundo.

- Casi todo el poder de Horxus ha sido arrebatado, se le devolverá cuando el contrato termine.

- El contrato terminará cuando el demonio se haya separado o tu hayas muerto.

Estás absorto leyendo las condiciones. Una vez terminas, Hoxrus sigue lamentandose.

"!HE COMBATIDO EN CIENTOS DE MILES DE BATALLAS, HE BEBIDO DE LOS CRÁNEOS DE CADA UNO DE MIS ENEMIGOS, ¡¿TENÍA QUE SER ESTA MI RECOMPENSA, ATADO A UNA ESCORIA Y NO EL ESTAR CUBIERTO DE GLORIA EN MI TRONO?!"

Yzmondo está partiendose de la risa, lo está disfrutando con creces.

Horrorizado, atemorizado y asombrado comienzo a reirme muy alto, con terribles carcajadas chirriantes. Miro a los demonios y luego comienzo a dar vueltas por la tienda, saltando y encogiéndome sobre mí mismo. No digo nada, sólo río y doy vueltas mientras me acerco a los objetos, los tiro al suelo y los revuelvo. 

Nada mas tocas un objeto, tu mano se queda pegada a este. No parece poder despegarse ni tampoco mueves el objeto.

Yzmodan se empieza a reir mucho más.

Hoxrus se empieza a enfadar... aún más al ver que tu mano se queda pegada.

"¡MALDITO DESCEREBRADO!"

Poco a poco comienzo a calmarme y con aire resignado me dirijo a Horxus. "Tranquilo, amigo hastado. Ocho mil y pico años es mucho tiempo como para estar enfadados. Aunque me temo que no viviremos tanto." Intento soltar lo que quiera que me mantiene pegado sin éxito. "Y ahora" -hablo a Yzmondo - "podrías soltarme. ¿O acaso he firmado algún otro contrato por el que deba permanecer pegado a un tarro de mermelada otros nueve mil años? Cantarían canciones sobre mí. Babroth... el del tarro y el demonio." Sonrío laconicamente.

Yzmondo parece disfrutar muchísimo de esta situación, mientras que Horxus sigue murmurando maldiciones.

"Me encanta tu sentido del humor Babroth, ojalá pudiese tenerte aquí toda la eternidad." - Sigue riendo.

Dando un suspiro, se acerca y lame tu mano. Esta se desprende del objeto, también te quitas las babas con tu ropa.

Vuelve a su asiento, detras del mostrador.

"Entonces, ¿Quieres algo más?"

"Sí claro"-respondo-"Que devuelvas a nuestro malhumorado amigo al tarro..."

Pero supongo que un contrato es un contrato. Sin embargo, sí me gustaría que me respondieseis a un par de preguntas.

¿A qué distancia debe encontrarse Horxus para no considerarse "separado"? La verdad es que soy bastante tímido cuando se trata de hacer mis necesidades... y dudo mucho que un demonio malhumorado ayude. ¿Debe estar siempre visible? ¿Puede desvanecerse? Si vamos por ahí de esta guisa no tardarán en quemarme en una hoguera. ¿Me llevará donde yo elija o sólo a "mi mundo"? La verdad, no me gustaría aparecer en mitad de los desiertos de Visirtan.

"Y una última cosa... ¿Qué sabéis de ese Mesías Oscuro? No recuerdo haberos hablado de él..."

Yzmondo sonríe con tu ultima burla y mira a Horxus, que no parece haberle gustado tu comentario.

"Tu alma y la de Horxus están unidas en un mismo ser, solo que tu tienes el control. Su forma corporea, qué es la que ves aquí, solo puede alejarse quince metros, cuando el contrato dice separar, se refiere a vuestras almas, no condición fisica. Nadie ajeno a los poderes demoníacos o con grandes habilidades mágicas puede verle o notarle."

Yzmondo sigue sonriendo, parece que le gusta restregarle a Horxus los detalles sobre sus limitaciones.

"Puede desvanecerse y actuar como una voz en tu mente y si, puede llevarte a un sitio que conozcas en tu mundo, recuerda que tu muerte no le conviene en absoluto, puedes usar eso para someterle." - Mira con una sonrisa macabra a Horxus.

"También compartís poder, él te enseñara a usarlo más adelante, cuando salgáis de aquí, aunque creo que eso ya lo has notado, entiendes perfectamente el idioma demoníaco, un síntoma de esto mismo."

"Sobre ese mesías oscuro, sí, aquí también hubo uno, y por lo que me has contado está cerca de suceder en tu mundo." - empieza a reir descaradamente.

"No te voy a decir nada de eso, ya te he revelado suficiente."

Te acercas a Hoxrus, parece resentido. En un instante, se desvanece.

Me dirijo a Horxus mentalmente: "Horxus, entiendo que puedes oirme. Ahora estas dentro de mí. Dime rápido... ¿Podríamos los dos, en este momento, destruir a este desgraciado sonriente? Nada me complacería más que verlo sufrir una agonía eterna. Juro por mi sangre que esta afrenta no quedará impune y antes de mi último aliento acabaré con él y te liberaré de esta atadura"

"Sucio cerdo, ni en mil vidas lograrías siquiera tocarle. Si yo no pude, tu aún menos, ahorrame todas tus estúpidas ideas."

"Haz todas las preguntas banales que ansíes a Yzmondo y vayámonos de aquí, hay mucho que hacer."

"Va a ser una vida muy larga" Digo en voz alta, apesadumbrado. "Bueno, creo que todo lo que tenía que hacer aquí esta hecho. Me encantaría quedarme a charlar y disfrutar de vuestra compañía, Yzmondo, pero tengo cosas que hacer, como sabéis." Digo con profundo sarcasmo "me gustaría decir que ha sido todo un placer, pero mentir no esta bien. Aunque sí puedo aseguraros que espero veros cuanto antes" - continuo mientras aprieto los dientes.

"Vayamos a la taberna de Melzir, Horxur" Digo mientras me encamino a la salida y agito una mano a modo de despedida. "Hasta pronto Yzmondo"