Partida Rol por web

Rápidamente me doy la vuelta y disparo otra flecha, pero esta vez al ojo derecho del monstruo

Nada.

-Será posible...- Digo visiblemente sofocado al ver pasar a Glorfindel. Cuando veo a Glorfindel dispuesto a disparar giro rápidamente a la derecha con la intención de dar la vuelta al edificio, pero sin adentrarme en la niebla.

Glorfindel se para en seco y vuelve a demostrar que la puntería elfica es la mejor de todo el mundo. La flecha que lanza impacta en el otro ojo y provocando un gran dolor a la bestia.

Esta, en vez de parar y retirarse, sigue avanzando aún más violentamente hacia el elfo, arrasando con los edificios de vuestros alrededores.

La criatura está muy cerca de aplastar a Glorfindel.

Dothur sigue corriendo a la derecha.

Sin inmutar palabra sigo corriendo para rodear el edificio y a ser posible encaminarme hacia el templo en el que yace el cadáver de Merebor.

Me giro rápidamente y salgo corriendo detrás de Dothur

La bestia se acerca demasiado a Glorfindel. Este empieza a correr pero la bestia ya tenia una inercia de la carrera anterior y lo alcanza sin mucho problema. El Dhahalakka baja la cabeza y se traga a Glorfindel de un mordisco.

Dothur sigue corriendo.

Dothur se hace un ovillo bajo la arena y deja que la bestia pase. Tras esperar un tiempo bajo el abrasador sol, se levanta y mira a su alrededor. Todo esto no ha servido para nada.

Quitándose la arena de las orejas, decide registrar a Merebor por sus provisiones y cruzar a la niebla. No ve ni rastro de Gulog, habrá corrido la misma suerte que Glorfindel, supone.

Con todo listo y teniendo cierto cuidado de no hacer ruido, Glorfindel atraviesa la niebla evitando los peligros que acechan en esta, para finalmente llegar a la ciudad portuaria de donde partió. Allí empezará una nueva carrera como mercenario.

Sigues corriendo hasta alcanzar esa niebla roja que no tiene muy buena pinta. Miras a tu espalda y no ves a la bestia, te alivia un poco. Te sientas a la sombra y miras al goblin muerto en tu mano. Sin pensartelo mucho te lo comes y te entra más hambre.

Con el cuidado que puede tener un troll, te aproximas al lugar de donde te separaste de tus aliados, no hay rastro de ellos, ni si quiera del cadáver de Mebor; no hay comida.

Notas que los edificios de la zona estan más destruidos que antes, sin duda la bestia pasó por allí. Deambulas con la maza en la mano por las antiguas ruinas, pero todo está desolado.

Pasarán los días y te quedaras sin agua y sin comida, finalmente muriendo al no tener a tus compañeros al lado ni una forma de continuar.