Partida Rol por web

Le dejo hacer e incluso trato de no mostrarme tenso, aunque eso puede ser que no me salga del todo bien. Mantengo mi oscuridad cubriendo la piel que ella va descubriendo y cuando termina con la parte superior de la armadura, nos rodeo a ambos con una nube de impenetrable* oscuridad antes de dejar caer la que me oculta el rostro.

Contengo una respiracion que no me es necesaria mientras espero la reacción de Adaria al ver mi rostro. Ni yo mismo lo he visto desde hace siglos, cuando tome la decisión de ocultarlo a todo el mundo para siempre. Al menos, esa había sido mi intención. Adaria había echo que esa parte cambiara pese a mi resistencia.

Espero unos segundos a que diga algo, y cuando no lo hace, trato de sonreír, aunque apenas recuerdo como hacerlo.

Mal?...peor de lo que esperabas?. Adaria era la diosa mas hermosa del firmamento, y yo podía ser perfectamente un engendro pálido y lamentable.

Cogió el rostro de él entre sus manos, la palidez de su rostro era casi como la de ella, aunque ella parecía más el reflejo de la luna en el agua que una palidez normal, los cabellos de él, largos ondulados, negros y sus ojos... tan profundos que podría perderse e ellos durante siglos, y no le importaría.

Se acercó a su rostro mientras sus manos se enredaban en su cabello, atrayendolo hacia ella, para luego besarlo y susurrarle -Creo que hace demasiado que no te ves, no creo que ningún dios o diosa se atreva a decir que no eres atractivo, solo que nunca les has dejado verte- le sonrió -nunca te me ocultes-

No me gusta mezclarme demasiado con los demás dioses. Tan solo Rendam y ahora...tu, sois tolerables. Viniendo de mi eso es todo un elogio. Entretanto, los dedos de Adaria en mi rostro me causan estremecimientos, como si estuvieran echos de hielo. Casi me extraña no ver salir vapor al contacto con mi piel. Claro que mi piel suele estar fria, aunque noto un progresivo aumento de temperatura según paso mas tiempo en contacto con Adaria.

A partir de ahora, si quieres ver mi rostro, mis sombras no te lo impedirán. Sigo estando nervioso y no puedo pensar en lo que ha de suceder a continuación, lo que quiero que suceda. Es mi primera vez con una diosa y no se lo que eso pueda significar para ambos. La estrecho mas contra mi, cubierto ahora unicamente por los pantalones de cuero oscuro que visto bajo la armadura, con una diosa entre los brazos y una comezón que amenaza con comerme vivo si no me dejo ir de una vez.

Seré una diversión pasajera para ella?, un encuentro de una tarde, o tendremos alguna clase de futuro entre ambos. Todas son dudas perfectamente normales que me cruzan por la mente. Curiosamente, que este casada es lo que menos me importa.Ella le da mil vueltas a su marido.

Puedo...acariciarte?. Me acerco tanto a su rostro para preguntárselo que mi aliento se condensa en el frio aire montañoso que nos rodea, mas ahora que la oscuridad nos protege del mundo exterior, al menos de sus ojos.

Sonríe, parece que ella esta menos nerviosa, aunque no es del todo cierto, en realidad esta muy muy nerviosa, pero rodeada de sentimientos, tantos de él como de ella, se siente algo más cómoda, como el su elemento.

Puso de nuevo un dedo en sus labios y le susurro -Shhhh....No hables, no preguntes, no pienses, solo actúa, deja salir al dios que quiero ver- intentaba darle seguridad con aquellos susurros y mientras esperaba que él se decidiese, comenzó dejando suaves besos por su cuello, hombros, pecho y de cuando en cuando, mordisquitos suaves.

Realmente ahora mismo no pensaba en nada más que en ellos dos, pero no pensaba en el futuro tampoco, no sabia exactamente como acabaría, o si acabaría esto, pero ahora mismo eso no importaba, ya pensaría en las consecuencias más tarde, cuando su deseo le dejase pensar.

No hablar, no pensar...sobre todo esto ultimo seria lo mejor. Quizás deba hacer la prueba a ver que pasa..........

De pronto mi cuerpo deja de mostrar la rigidez que parece acompañar a todos sus movimientos y estos se hacen fluidos y cómodos, llegando a parecer que me derrito sobre Adaria. Mi rostro se mueve buscando su pie y mis cabellos cubren su espalda, en marcado contraste con sus níveos colores. Es como somos ambos, la luz y la oscuridad, los sentimientos y la fría lógica.

Solo que hoy la fría lógica se ha perdido en el interior de si misma.

Mis manos dejan de perder el tiempo y comienzo a buscar sus puntos sensibles, allá donde las caricias hagan mas efecto y estos se puedan contar por los suspiros y exclamaciones de Adaria. Busco quitarle el aliento y apoderarme de el, solo que en el buen sentido por una vez.

Curiosamente, mis dedos parecen recorrer su cuerpo dejándose guiar por el calor, la temperatura del cuerpo de Adaria sufre bruscos contrastes depende de donde y como las toque y pronto encuentro sus pechos, quizás un tanto mas fríos debido al clima pero que enseguida comienzo a acariciar, retornando pronto el calor a estos. Curiosamente, junto con el calor llega la piel de gallina y la recorro con las uñas hasta rozar la cima de sus perfectos pechos.

Se echa hacía atrás para darle fácil acceso a su cuerpo, estando enganchada a su cintura con las piernas, cierra los ojos y se deja acariciar por él, empezando con suspiros, para luego agitar un poco su respiración y morderse el labio inferior, dejando a un lado el miedo de a donde pueda llegar todo esto.

Pone sus propias manos sobre las de él, como enseñándole a acariciar, suave pero firme, con decisión, pero con mimo. Bajo su manos, como sin quererlo, hasta su pantalón, buscando el desabrocharlo. 

El pantalón apenas representa un desafiá, un par de lazos y un leve tirón y deja de ocultar el misterio que hay debajo. Aun necesita un poco de atención, pero es un miembro de bonito tamaño, no excesivo pero si mayor que la media...incluso entre los dioses.

Por mi parte, las manos han seguido tus instrucciones y ahora se concentran en las pautas y recorridos que has marcado, tratando de estimularte para el momento que ambos esperamos.

Con un suspiro, aparece detrás de ti un lecho de esponjosa nieve, que por los caprichos de un dios es cálida y suave en vez de fría y húmeda. Poco a poco voy acercándonos hacia allí, aunque sin tocarla aun.

Escapándose de él y dejando la presa de sus piernas, bajo de allí, y cogiéndole de la mano, le condujo directamente hacia la nube, donde se tumbo, dejando tooodo su cuerpo levemente arqueado y mirándolo desde allí, sonrió llamándolo con la mano.

Se estiro, cerrando lo ojos y soltando un gemidito -Ven, no me hagas esperar-

Un escalofrió de miedo me recorre cuando se aparta de mi, pero por fortuna me toma de la mano y me acerca mas a ella, si eso es posible. El inicio de una sonrisa se percibe en mis labios cuando se tumba en la nieve, su cuerpo casi tan pálido como la sustancia sobre la que esta, sus cabellos fundiéndose contra la pálida superficie. Ella es perfecta, y me llama, me mira con deseo. Quiere que este allí, con ella.

Me acerco lentamente, solo es un paso, pero un paso que cuando termine de dar, estremecerá mi mundo, y quien sabe si el de ella también. Contemplo su cuerpo tendido, expuesto, ofreciéndose a mi, y guardo la imagen en el interior de mi mente por si acaso no pudiera disfrutar mas de su compañía. Es una imagen que tal vez atraiga pensamientos cálidos, tan escasos en mi como la luz en lo mas profundo de mi alma.

Me tumbo a sus pies, y comienzo a ascender, recorriendo su cuerpo desde abajo con mis caricias y besos, jugando con mi lengua en sus lugares mas privados hasta que por fin mis ojos se encuentran a la par de los suyos.

Un segundo de vacilacion, y en seguida la busco con mi cuerpo.

Se deja hacer estando tumbada, y arquea levemente la espalda cuando el pasa sus caricias, sus labios y su lengua por sitios claves, donde a la vez que arquear la espalda suelta algún que otro gemido. Abre las piernas, una a cada lado para dejarlo en medio de ellas, mientras lo besa y posa sus manos en su espalda acariciándole. Lo mira a los ojos, y sonríe a la par que él, por fin sonreía, empezaba a creer que no sabia.

En uno de los besos que da en su cuello, estando bajo él le susurra -Hazme tuya- y deja un mordisco en el lobulo de su oreja

Hay palabras mas dulces que se puedan escuchar, pero pocas son mas esperadas que ese simple "hazme tuya" que pronuncia Adaria. Significa muchas mas cosas que la simple posesión momentánea de su cuerpo. Eso es la parte sencilla, por difícil que pueda parecer. La complicada es la de poseer su corazón o su mente. Espero que este sea un primer paso en la dirección correcta.

Llegado el momento, estoy mas que dispuesto y la busco con mi miembro, rozando ligeramente su sexo antes de poseerla, pasando por fin a ser uno en lugar de dos dioses antagónicos como hemos sido hasta ahora debido a nuestros campos de mecenazgo.

Me introduzco en ella poco a poco y no despego mis ojos de los suyos, de su rostro, buscando ver la reacción que le causa que estemos conectando por fin. Pese a que mas de una vez soñé con esto, jamas pensé que se daría el caso, sobre todo cuando ella se desposo con su pareja.

Mientras me muevo, me apoyo sobre una mano para darme estabilidad mientras que con la otra aparto los cabellos de su rostro y le acaricio los pómulos. Mi primer instinto es ser violento, pero trato de hacerlo como creo que le gustara a ella.

A pesar de intentar mantenerle la mirada, sus ojos se cierran, perdiendo así el sentido de la vista y agudizando el del tacto, dejando que el torrente de sentimientos la lleve, la embriague, la inunde. Echa la cabeza hacia atrás, soltando un gemido cuando le siente dentro de ella, cerrando nuevamente las piernas en torno a su cintura.

Mueve un poco la cintura acomodándose y mordiéndose el labio, abre los ojos, su boca se abre ligeramente dejando escapar gemidos, saliendo de lo más profundo de su ser, como si se le escapase la vida con cada embestida de él. Arquea su cuerpo para sentirlo completamente dentro, y haciendo fuerza con la presa de sus piernas en su cintura, posa sus manos en los hombros de el no pudiendo controlar las uñas que clava en su espalda.

Siento las uñas de Adaria en mi espalda y se que si lo permitiera me dejaría unas marcas mas que visibles. Pensándolo bien, creo que las dejare ahí, al menos por un tiempo.

Yo por mi parte y siendo muy consciente de que Adaria a de presentar su mejor aspecto, como siempre y siendo también muy consciente de que las heridas que nos causamos los dioses unos a otros no son tan sencillas de curar, incluso pueden dejar cicatrices, me contengo a la hora de morder sus preciosos hombros, haciéndolo con suavidad y sin clavar apenas los dientes...aunque me pida el cuerpo otra cosa.

Me concentro por seguir un ritmo moderado sobre la diosa, decidido a que si quiere algo mas, sea ella quien me lo pida. Es mi primera experiencia con una diosa y mas con ella, por lo que no se si sera fogosa o preferirá el sexo solo de tipo matrimonio, como el que pueda tener con Kerejam.

Lo que tengo seguro mientras me muevo sobre ella, acelerando mis movimientos y embestidas un poco en contra de mi voluntad, es que desde ya se, que quiero que esto se repita...aunque sea un error táctico.

Si pudiese, no pensaría, en ese momento prefería no pensar, había demasiada cosas en contra... para pensar, no debía pensar o todo se fastidiaría, pero era difícil, a pesar de todo, no quería que acabase. Kerejam.... no Adaria, ahora no, pensó.

Llevo sus manos a su rostro, y las dejo seguir, hasta echarse el pelo hacia atrás, mirándolo a los ojos, dejaba escapar leves suspiros y no dejaba que su respiración se asentase, pues cada vez iba más rápido, su corazón luchaba por salirsele del pecho y su cuerpo se debatía en espasmos con cada embestida de él. Finalmente necesitaba algo más -Demuestramé que sabes hacer, se que puedes darme mucho más de lo que me demuestras ahora mismo- le sonrió, esperando que reaccionase, sabía que se estaba conteniendo y no era eso lo que ella quería, no era la única que debía disfrutar y sabia que no disfrutaría él plenamente si se controlaba -deja el control fuera de esto y dame lo que sabes que quiero- le sonrío esta vez más traviesa

Pese a que las palabras de Adaria puedan sonar a una tarjeta en blanco para poder hacer lo que quiera con ella, en el fondo intuyo que no es así, no del todo al menos. Al fin y al cabo, ella es mas del tipo "dama" y yo del tipo "rufián". Supongo que si supiera lo que me gusta de verdad y lo que pasa cuando no me contengo, saldría huyendo entre gritos. Claro que también he visto mas de una vez, que las mas angelicales criaturas a menudo son las mas lascivas y viciosas de todas. Mi civilización a tenido un par de soberanas así. Fueron tiempos muy entretenidos para mi.

La miro un instante antes de asentir y le sonrío un poco mas, no tanto por su invitación a darnos placer a ambos, como por poder comportarme de una forma un poco menos acartonada.

Vario levemente la postura de mi cuerpo, buscando afianzarme mas y encontrar un mayor soporte y entonces comienzo a moverme de verdad, dejo de contener mis fuerzas y comienzo a hacer el amor como es debido con ella, moviéndome con pasión, con verdadera lujuria y dejando que mis ojos y mi gesto dejen ver lo que siente por estar con ella ahora mismo.

La situación cambia como de la noche a la mañana y dejo de comportarme como un amante esposo para ser tan solo un amante, buscando extraer de nuestros cuerpos el máximo placer y olvidarnos de todo y de todos.

No tardo mucho en explotar dentro de ella, es posible que sea un dios, pero ella es una diosa y me vuelve loco. Cuando sucede, me inclino sobre ella y la beso de forma apasionada, buscando sus pechos con una mano y con la otra acariciando el pequeño bulto de la zona superior de su sexo. No creo que haya llegado a terminar, pero busco lograrlo a cualquier medio.

Adaria, espero que no tengas nada que hacer en las próximas horas, porque ahora que no me controlo, quiero darte todo lo que deseas y quieres. Definitivamente, lo del control por mi parte es solo un recuerdo, ahora mismo, solo puedo pensar en ella y en lo mucho que la deseo.

La deseo tanto, que por primera vez en mi existencia, siento dolor.

¿Porque le gustaba tanto? ¿que tenia que la hacia perder la cabeza? Solían decir que el "mal" atraía ¿pero tanto? Realmente llegaba a sorprenderse de lo cómoda que podía llegar a estar con él y es que no podía pensar en nada más y quizás ni quisiese.

Movía la cabeza hacia ambos lados y se agarraba a los brazos de él clavando las uñas de cuando en cuando, por fin había conseguido que sacase parte de su esencia, pero por algo que no terminada de esclarecer, sentía que algo se guardaba él, una parte de "golfo" que no terminaba de mostrarle, aún así todo pareció ir muy bien y termino dándole lo que buscaba y comportándose, por lo menos, por una pequeña parte de lo que esperaba de él, porque sabía que escondía más.

Se abrazo a él cuando se tumbo sobre ella, relajándose  y sonrió ampliamente, suspiro casi aliviada cuando vio que seguía, pues cierto es que ella no había conseguido llegar, pero estaba a punto -¿hacer? absolutamente nada, por ahora, soy toda tuya-

Cuando dice que es miá, contengo la respiración, se me olvida que hago ese fútil intento de aparentar ser humano y solo cuando me doy cuenta del resto de sus palabras recuerdo respirar, aunque sea un poco. No sabe lo que palabras como esas...el efecto devastador que supone para mi el escuchar algo como eso, de los labios de alguien como ella.

Entonces perfecto, disfrutaremos juntos de la mutua compañía. Dejo que mis dedos jueguen de forma mas agresiva en su sexo, diciéndome que he de olvidarme de tratarla como una dama, que ahora mismo, es una igual que desea lo mismo que yo, y que si no voy por buen camino, es mas que capaz de decírmelo a la cara.

En otro momento la haría terminar con mi lengua, pero ahora mismo, prefiero que sean mis dedos los que lo hagan, tal vez sea mas lento, pero me resisto a dejar de besarla una vez que comienzo a hacerlo. Estoy deseando que llegue su orgasmo, que se deje llevar entre mis manos , mientras la beso, y literalmente, bebiendo sus gemidos de placer.

Parecía estar dentro de su mente, pues sabia como hacer para que perdiese la cabeza y el sentido del tiempo, cerraba los ojos y se dejaba totalmente volar, no tenía si quiera que hablar, no había nada que decir, sabía exactamente que darle y que quería en cada momento, era como si le leyese la mente.

No dejaba de besarlo, aunque cada vez le costaba más, por sus gemidos y agitada respiración, y a pesar de no necesitar respirar, era algo que le daba como sensación de asfixia, un momento ¿era asfixia? no, no lo era, era como si la fuerza la abandonase, como si más placer no entrase en ella, como si todo su mundo se derrumbase ¿era eso a lo que llamaban un orgasmo? soltó un grito/gemido más alto que los demás, y se quedo tumbada, realmente sorprendida, casi asustada, nunca lo había sentido así de fuerte, de... real. Lo miro y sonrió, lo empujo poniendo una mano en su pecho y lo tumbo, y apoyo su cabeza en el hombro de él, tumbada a su lado, poniendo una de sus piernas flexionada sobre él.

Siento algo parecido a lo que sucede cuando tengo un alma humana entre mis manos. Esa sensación electrizante, de tocar energía pura apenas contenida. Eso es lo que siento mientras mi cuerpo y el de Adaria están en contacto en el primer orgasmo que tiene por mi causa. Espero que el primero de muchos. Si esta en mi mano, el primero de una larga serie de ellos.

Dejo que me mueva sin oponer resistencia, me siento...orgulloso?, si, algo parecido al provocar un orgasmo que ha echo vibrar el aire mismo a nuestro alrededor. Realmente Adaria parecía necesitar algo parecido.

Me intento relajar junto a ella, comportarme como un humano cuando esta junto a la mujer que le gusta. Me finjo cansado, esperando el momento de estar de nuevo preparado para la intimidad que acabamos de compartir y mientras tanto, acaricio con gesto posesivo la pierna que coloca sobre mi. Su muslo es sedoso y firme bajo mis caricias y solo puedo pensar en que la deseo. Ahora, mucho mas que antes.

Te he sentido Adaria, en mas de un sentido. Es algo que jamas me había pasado antes. Con la otra mano la abrazo y la atraigo junto a mi, para poder sentir su calidez, sin agobiarla demasiado.

Se apoyo en su hombro haciéndose casi un hueco y lo miro desde ahí, los ojos le brillaban y sus mejillas habían cogido un color rosado, cuando acaricio su muslo un escalofrío recorrió su espalda y se le puso la carne de gallina, aun así se rió como si le hubiese hecho cosquillas -Me alegra escucharlo, porque yo he sentido lo mismo, jamás había sentido una conexión tan fuerte, tan... cómplice- paso sus uñas acariciando por su pecho.

-He de confesar... tengo un poco de miedo, esto que hemos empezado... no quiero que termine, no quiero que acabe aquí, pero.... sabes lo que voy a decir ¿verdad?- lo miro, casi llorando. Era obvio que había empezado nuevamente a pensar -pero no me siento mal, al revés, lo repetiría una y mil veces- dejo un beso en su cuello, sin moverse ni un ápice, mientras se dejaba acercar por él.