Partida Rol por web

Me limpio las manos como si tuviera polvo en ellas, satisfecho de mi trabajo pero lo que me encuentro me desilusiona un poco. No había camino disponible. Esto hace que resople molesto. Doy un par de pasos atrás al oír esos ruidos y ver el polvo.

Bueno, parece que este camino no va a ser válido de ninguna forma.

Comento a los presentes encogiéndome de hombros.

Eso parece digo, subrayando lo evidente. Confiemos entonces en qué el ascensor que vimos antes no esté allí, en una burbuja que se mantenga sin daño.

En cualquier caso es evidente que por aquí no podemos seguir. Vamos, miremos por el otro pasillo. Empiezo a retroceder con el arma preparada por si tenemos más sorpresas.

Terminé de lanzar un suspiro hastiado al ver que aquello no funcionaba, aunque admitía que tampoco es que tuviera muchas esperanzas en un principio. -Andando.- Digo, cubriendo la retaguardia, volviendo sobre nuestros pasos para intentar encontrar el jodido ascensor.

Un poco más vestidos, un poco menos enteros, regresáis al medianamente iluminado primer pasillo. Habéis pasado tantas veces por él que sus paredes y puertas ya os resultan incluso familiares.

Sabéis que existe una salida, y sólo os queda un camino por recorrer, así que os internáis en el ramal derecho de su bifurcación, esperando que en el final que no lográis distinguir esté el ansiado ascendor que os librará de este purgatorio.

Parecía que estábamos cerca de nuestro objetivo. No se sabe si habrá un ascensor al final del camino pero independientemente de que lo haya o no, no nos podemos fiar. Vigilo la retaguardia como Ales. Esas cosas u otro alocado podrían venirnos en cualquier momento. Cuento con que los otros dos mantengan todos sus sentidos en lo que haya delante.

No me gustaba que tuviéramos que retornar sobre nuestros pasos para poder encontrar la salida a ese caótico lugar, pero no nos quedaba de otra. Avanzábamos en un tenso silencio, que no me atrevía a romper pues que no estaba en mi naturaleza ser... sociable. Pero de todos modos miré al trío que avanzaba conmigo. Igual ninguno de ellos podía recordar bien su pasado antes de este caótico presente.

Al llegar a la marca que había dejado antes que saliéramos tras la figura que corría, alcé la mano para que se detuvieran. -Cubran mis espaldas.- Pedí, y miré con atención al suelo, piso, y techo del pasillo al que íbamos a acceder. Quería ver si había huellas de las criaturas bestiales  entrando a aquel pasillo, o saliendo de él. Al menos para estar levemente alertados de lo que podríamos encontrar a través de ese camino.

-¿Alguno de ustedes sabe de qué hablaba el hombre ese, antes de cortarse el cuello?- Dije, aún recordando la macabra escena con un escalofrío. -¿Muhawara? ¿Zilaskere?-

Retornamos sobre nuestros pasos, manteniéndonos alerta sobre cualquier sonido o movimiento en torno a nosotros. Sin embargo llegamos a la bifurcación sin problema.

Cuando Ales pide que la cubramos, pongo mi arma el hombro y apunto hacia el pasillo por dónde debemos ir. Sin dejar de apuntar, escucho su pregunta.

No comprendí ni media palabra. Algo de un demonio que se comió a todos los enemigos de unos y luego a los que lo convocaron. Miro alrededor. ¿Creéis que esto es obra... de un demonio?

Justo recordé que en mi bolsillo tenía una linterna que había cogido al principio. La saco y apunto delante mío mientras cojo mi arma como buenamente puedo. Al oír a los presentes recuerdo las campañas políticas en las que he visto partidos hacer afirmaciones religiosas descabelladas, o nada coherentes viniendo de ellos, con tal de calmar a las masas o conseguir votos.

A saber... Cuando la gente ve cosas que le cuesta creer empiezan a relacionarlo a poderes superiores. Pero ahora mismo, ni siquiera yo descarto la posibilidad de que haya algo sobrenatural de por medio.

De repente, al torcer una esquina, encontrais una parte aún iluminada entre la oscuridad.

Allí está, como si os estuviera esperando para llevaros lejos de allí, un ascensor.

Estáis seguros de que es el que habéis visto por las cámaras, el aspecto de sus sólidas puertas de acero reforzado y de las paredes circundantes coincide plenamente con lo que visteis por el monitor del laboratorio hace un rato. ¿Por fin una salida de este lugar?

Se oye el sonido de otra explosión a lo lejos, sacudiendo toda la estructura. Y a continuación, con un gemido mecánico, esas mismas puertas se abren, dejando pasar a una figura alta, cubierta de pies a cabeza por un enorme chubasquero negro.

Se acerca.

Bajo su capucha, se ve que es un hombre de piel morena, con barba, y una mirada entre la locura desatada y la curiosidad infantil.

Se acerca hasta donde estáis, y empieza a hablar:

-¡Oh! Oh boniitos, bonitos niños, ya estáis despiertos. ¡Los buenos niños ya están despiertos!"

-Decidme...¿os importa que tome un poquito de vuestra sangre?

Notáis algo increíblemente extraño e inquietante en el encapuchado, es la primera vez que lo veis y sin embargo sentís como si lo conocierais desde siempre...para mal.

Con sólo verle de cerca, sabéis, de forma tan clara e inequívoca como sabéis que más allá de estos muros hay un cielo azul, que representa una amenaza mortal.

Y no es sólo en un sentido mental, también físico. Podéis notar que vuestros cuerpos reaccionan a su presencia, que algo indefinible también emerge desde vuestro propio interior. Vuestra carne vibra, tiembla, cambia.

Seguimos el camino vigilando todo nuestro alrededor hasta que encontramos el ascensor. Sonrío pensando que por fin tenemos una vía de escape... hasta que se abre y un encapuchado baja de él.

Todo mi cuerpo tiembla de miedo o de nervios o no comprendo por qué. Solo sé que me he puesto en guardia casi desde el momento en que le he visto.

Cuando se descubre y veo su cara, casi ni pienso la respuesta: mi brazo se convierte en espada y le apunto con ella. Ni se te ocurra acercarte. Apártate ahora mismo.

Mi cara muestra un sonrisa. Al fin, la salida. Luego todo tenía que irse a pique cuando un misterioso hombre aparece. Bueno... Más o menos misterioso. Su presencia parece familiar pero de tal forma que verlo ahí hace que mi cuerpo se bañe en sudor frío en cuestión de segundos. Pero lo peor fue ver su cara. Un escalofrío donde el frío se cambiaba por adrenalina y cada segundo, los nudillos y tendones agonizaban de dolor como si gritaran que los moviera para apuntarlo con mi arma.

Un par de segundos después de la reacción química de mi cuerpo, lo apunto con mi arma completamente serio y preparado para matar. Parecía más un animal salvaje que una persona.

Un solo movimiento y que agujereo a balazos.

Al final quedaba bastante claro que era el camino que debimos haber tomado desde el principio, en vez de perseguir al calvo suicida. Antes de llegar, las puertas del ascensor se abren, dando paso a... No podía decir que fuera "alguien", aún cuando su apariencia parecía humana había algo en su mirada.

Sentí que comenzaba a hiperventilar, dejándome llevar por mi lado más salvaje. Mis garras tomaron forma en mis manos, e incluso empecé a gruñir por lo bajo, inclinándome hacia adelante. -¿Quién eres?- Gruñí, la voz oscurecida por el miedo y la adrenalina.

Da un par de pasos hasta que sólo hay un par de metros entre él y vosotros, como retándoos.

Y de repente, del interior de ese amplio impermeable negro emergen disparados dos tentáculos, que golpean a Sergio y Bob como proyectiles de carne.

Eso, y una mueca torciendo esa desagradable sonrisa, es toda la respuesta que recibís.

¡¿Qué carajos...?!

Ver aquellos tentáculos salir del cuerpo del ser y atacar a mis compañeros me deja desconcertada, pero sólo unos instantes. Sea lo que sea aquel ser, cosa, demonio... Es algo que quiere matarnos. No sé que tendrá que ver con nosotros o con lo que nos han hecho, pero en verdad dudo que nos de respuestas. Así que con mis garras y lanzando un rugido de furia, salté hacia uno de los tentáculos, intentando cortarlo.

El golpe me había dado de lleno. Por un momento mi respiración se había cortado y casi me quedo de rodillas. Pero desesperádamente aprieto el gatillo y disparo enfrente mío cegado por el pánico.