Partida Rol por web

Apenas puedo dar un vistazo rápido en el pasillo antes de notar los golpes en la parte superior de ascensor ya destartalado. -Vayan saliendo.- Les indiqué, aunque ya Bob estaba haciendo lo propio, mientras yo levantaba el arma y apuntaba en aquella dirección. Si era alguno de los perros o las serpientes gigantes blancas, me aseguraría de que no legaran a nosotros tan fácilmente. De este modo, esperé que Sergio saliera antes de retroceder de espaldas, sin dejar de apuntar al interior del ascensor.

¡Uff!

No puedo evitar sino soltar esa reacción al oír los ruidos en el techo. Asegurándome de tener mi arma a mano salgo del ascensor y saco la linterna. Tras esto me niego a que nos pillen desprevenidos.

No queda nadie, deberíamos irnos ya.

Lo último que quiero es demorarme y que animales mutados me ataquen. O lo que es peor, nuestro viejo amigo encapuchado.

En cuanto escucha el chirrido metálico, Dave sabe que es el momento de apresurarse. Haciendo gala de una fuera renovada, sin saber por qué, abre la trampilla con cuidado, esperando encontrar esas voces que dejó atrás en su momento.

Dave abre la trampilla suavemente

La trampilla del techo del ascensor se abre suavemente...

Y al otro lado hay una sorpresa mayúscula. No es lo que esperabais. 

En lugar de un enemigo peligroso, lo que Alessandra ve es algo familiar: el rostro sorprendido y los brazos de Dave. En lugar de cadáveres destrozados o desconocidos, Dave encuentra a los demás vivos y saliendo por su peopio pie o mirándole con poses que pasan de la amenaza a la sorpresa en segundos. 

Parece que todos habéis tenido mucha suerte. Contra todo pronóstico, el trío del ascensor y Dave estáis vivos y juntos de nuevo

Observo a Dave sin llegar a creerme que lo hayamos podido volver a encontrar. Sonrío e indico detrás de nosotros. Allí hay un parking, y todo parking tiene que tener una salida exterior. Estoy encantado de verte en buen estado pero no tenemos tiempo, será mejor que nos alejemos de este sitio. ¿Vamos?

Ostia.

-¿Pero qué carajos, tío?- Me guardé la pistola y traté de ayudar a Dave a bajar del techo del ascensor. -¿Cómo mierda llegaste ahí?-

Una vez Dave estuvo abajo, miré al resto. -Podemos ver si alguno de los coches funciona. También podríamos averiguar más pistas sobre qué fue lo que nos hicieron, quizás tras esa puerta.- Señalé la puerta donde se veía la cruz.

¡¿Sigue vivo?! Menos mal que era el y no un bichejo...

Ante la sorpresa, me quedo sorprendido un par de segundos. Luego me doy cuenta de que tenemos que planear nuestro siguiente paso.

Mejor que comprobemos los coches o qué anda cerca de ellos. No sería la primera vez que nos chafan un intento de huida.

Dave sonríe mientras baja por la trampilla...

Qué de caras conocidas...  si han sobrevivido a la caida.... También... ¿Creo que menos mal!

-Me alegro de veros, ¡gente! Mira que os avisé.... pero no me hicisteis caso... - Señala el arnés que lleva puesto en la cintura- Pues así bajé, aunque me pegué un hostiazo de vértigo arriba, tenéis que haber oído el golpe por narices en la chapa del ascensor.

Mira a todos, ve que están bien, y dice: - Venga, os sigo

¿Eras tú? Creí que un elefante se estaba peleando con un hipopótamo y ese era el ruido bromeo. Luego me acerco. Esperad un momento, deja que vea esa herida...

Mientras bromeáis por el reencuentro y discutís hacia dónde continuar en el pasillo, Bob vuelve a hacer un espléndido trabajo sobre las doloridas carnes de Dave. 

Miro hacia la puerta que nos lleva al garaje, y puede que a la libertad, y luego la otra marcada con una cruz. Una u otra. Chasqueo la lengua con molestia y me coloco justo detrás de Alessandra. Pero un vistazo, si no encontramos nada no deberíamos perder el tiempo en este sitio más de lo necesario.

Dave mueve sus brazos y el cuello, y notáis como cruje. Parece ser que se recolocan las cervicales y dice: -¡Gracias Doc!! te debo una!

Mira a Alex, se sitúa detrás de ella y dice: -Seguro que en el garaje hay una puerta que tenemos que abrir con la llave que está en la X ... Es como los videojuegos antiguos... ¡Yo os sigo, siempre que no haya ascensores!

Atravesáis el pasillo y, antes de acabarlo, abrís la puerta con la cruz. 

Lo que encontráis es sorprendentemente banal.

Se trata de una simple enfermería como la de cualquier parte, tan corriente que parece fuera de lugar. Una luz de emergencia, sustituyendo a la principal, ilumina un perchero, un par de carteles, una camilla estrecha (distinta y más acolchada que aquellas en las que os despertasteis) un armarito de puertas de cristal y un escritorio minúsculo. 

No encontráis a nadie dentro.

En el armarito, cuyas puertas están abiertas de par en par, hay algunos packs médicos. Algunos frascos y envoltorios están tirados alrededor. 

Desde luego, esto era algo útil... Lo raro era no encontrarse algún engendro aquí. Ojeo la zona con mi linterna, con esperanzas de notar algo que me haya pasado desapercibido.

Esto nos vendrá bien. ¿No, Bob?

Comento con una sonrisa.

Y tanto digo, adentrándome en la pequeña enfermería para agenciarme todo lo que pude de medicamentos y elementos para curar.

Una vez tenemos todo lo utilizable recogido, sería cosa de seguir hacia el parking. Con esto tengo para curarnos varias veces más, pero esperemos poder llegar a un hospital y que nos traten las heridas como es debido.

No parecía haber gran cosa, pero definitivamente algo de ayuda si había. -Esto te serviría más a ti que a mi, doc.- Dije, entregando mi parte a Bob.[*]

Revisé el escritorio para asegurarme que no había nada más, de repente un par de llaves de coche que nos hiciera más fácil el escape. Si no había nada más allí, haría una seña al grupo para comenzar a alejarnos del lugar.

En la enfermería, aparte de los packs, sólo halláis fruslerías revueltas sin importancia: tiritas usadas, bolígrafos, un paquete de tabaco casi vacío, algún papelito con la típica letra ininteligible de médico...casi parece que alguien hubiera agarrado lo que importaba y salido a toda prisa. 

Por ello, la abandonáis y continuáis por el pasillo hacia los coches, llegando hasta...

EL HANGAR

Ante vuestros ojos, se extiende un enorme garaje-taller de vehículos destrozado. 

Es realmente grande y espacioso, calculáis a ojo que el techo debe de tener diez metros de altura, y que su longitud abarca doscientos metros de un extremo a otro. 

Este espacio lo ocupa irregularmente un surtido de camiones, todoterrenos, y motocicletas, tumbados y en diversos estados de destrozo. Pero a juzgar por el tamaño, no os cuesta imaginar vehículos incluso mayores en algún momento.

Parece haber estado dividido en estancias, pero ahora la mayoría de los tabiques están destruidos, por lo que todo está comunicado. Techo y pilares, más sólidos, resisten, a la limitada luz de algunas lámparas de emergencia que no se han roto. 

El centro del local queda decorado por un oscuro hoyo de tres metros de diámetro y lo que os parece cientos de profundidad.