Partida Rol por web

Con las sacudidas, Dave ve algo desde otro ángulo entre el vapor. Entornando los ojos, saca un momento la cabeza y, apuntando no se sabe muy bien a qué, dispara al coche ya ametrallado por Sergio. 

El disparo a la parte más caliente del interior ha debido de hacer saltar chispas; el capó pasa de echar vapor a llamas y acto seguido el jeep explota. ¿Eso eran pedazos de sus ocupantes? 

Alessandra no puede fijarse mucho, tiene que centrarse en lo que tiene más cerca: furiosa, devuelve una embestida al coche más magullado, con tanta fuerza y habilidad que lo lanza volando y da una tremenda vuelta de campana. 

Aterriza boca abajo con estrépito, claramente inutilizado. Un brazo enguantado negro cae yerto por el lateral.

En cuanto al otro a su lado, cuando Alessandra recupera el camino, los disparos de Sergio distraen la atención de sus ocupantes, permitiendo a Bob extenderse cuan largo es sin preocuparse de recibir un tiro y desgarrar los neumáticos con su hoja de hueso mientras todavía están cerca. Con dos ruedas reventadas, su conductor pierde el control y poco después se estrella contra un árbol. 

Sentí una breve satisfacción al ver como el otro coche rodaba por la embestida, pero no dediqué más tiempo a mirar, pues un descuido y acabaríamos del mismo modo. -Ni que estuviera en una jodida película de acción...- Murmuré por lo bajo, aunque había una sensación exhilarante en ir a toda marcha por caminos peligrosos y ver los árboles pasar como líneas de verde a los costados.

Sería mucho mejor sin estar siendo perseguidos y temiendo que alguna bala nos reviente los neumáticos.

¿Árboles? ¿Ramas? Sí, empezáis a tener árboles más tupidos a vuestro alrededor; la zona talada se estrecha, empezando a parecerse a una pista en lugar de un erial. 

Pero seguís sin saber dónde acaba, y vuestros perseguidores no os dan tregua. Otra ametralladora abre fuego contra vosotros, pero dura poco y no se le suman más.

Pronto descubrís por qué: Dos más se adelantan hacia vosotros, con varios de sus ocupantes encaramados a los lados como en un espectáculo circense. Y cuando os alcanzan, tres soldados vestidos de negro saltan sobre vuestro vehículo, y tratan de entrar por las aberturas para atacaros. El interior se convierte en un caos. Pero lográis zafaros de sus puños y cuchillos - a Bob incluso le resulta insultantemente fácil, como si se movieran a cámara lenta. No están preparados para vuestros reflejos aumentados. 

Pero su aspecto es inquietante ahora que los veis de cerca. No sólo visten unos uniformes completamente negros, sin insignias, a diferencia de cualquier ejército que conozcáis, sino que además van completamente cubiertos de piel a cabeza. Donde sus mangas acaban, empiezan guantes oscuros. Lo que no cubren sus cascos, lo tapan visores ahumados y balaclavas, cuando no máscaras antigás. No revelan un centímetro de piel, a pesar de que os halláis en un entorno más bien tibio. 

En mi fuero interno solo rezo porque Alessandra siga manteniendo el coche como hasta ahora.

Con mi brazo convertido en una espada tremendamente afilada, es difícil que pueda volver a disparar la escopeta. Iba a volverla otra vez un brazo cuando tres tipos saltan a por nosotros de la forma más peliculera posible. Joder, ni que fueran Van Dame.

Lo que más extraño me resulta, sin embargo, es la facilidad con la que esquivo al que me ataca. Casi parece que va a cámara lenta. Muevo mi espada-brazo para acabar con él antes de que lo hagan con nosotros. Joder, si no les hemos hecho nada, mierda...

Disparo a quemarropa a uno de los malditos soldados ninja que se han encaramado a nuestro coche con demasiada facilidad, pero lo cierto es que aquel abordaje me pilla por sorpresa. Estos cabrones tienen pelotas eso hay que admitirlo. ¿Por qué van tan tapados? Menudo yuyu dan. A saber qué hay debajo del Kevlar y los visores militares, aquí no hay nada normal.

—​​​​​​¡Los tenemos encima, encima!—chillo con un gallo tremendo presa de los nervios. 

Dave maldice -¡Aaah puñeta! ¿¡Pero qué les hemos hecho ?!-, y sin pensar, agarra la palanqueta que encontró en el hangar y la estrella contra el soldado de negro de un movimiento. Al final sí que va a servir para algo. 

Despacháis a los asaltantes sorprendentemente deprisa. Un soldado se derrumba tras recibir el impacto por sorpresa de una palanca en un punto vital, mirntras Alessandra consigue por los pelos ignorar la lucha a centímetros de su cabeza y mantener el control del coche. Sergio llena de plomo al segundo (alguien menos hábil probablemente hubiera dado en quien no debía en aquel espacio tan pequeño) y Bob desmembra y desgarra al último con su cuchilla de hueso, llenando de sangre la tapicería. 

Los que tenéis detrás no disparan aún, confusos por la pelea, no ven del todo lo que ha pasado en el interior. 

Sin embargo, los que estaban a vuestro lado sí podían, y al cabo de un momento de estupor, uno embiste con furia, sacudiendo los cadáveres,  y el otro abre fuego a continuación. 

Eran demasiados y no se amilanaban por las balas. Sergio comprende que era cuestión de tiempo que les alcance mortalmente alguno de sus ataques. Simplemente no les repelían con la velocidad suficiente. Sergio mira fijamente al piloto del coche que les seguía y extende los dedos en su dirección. El volante era lo que le interesaba, la pista estaba jalonada de sólidos árboles centenarios con los que tener un choque fatal. En medio de todo el caos siente el cosquilleo en los dedos y su mano se crespa en un garra mientras trata de usar la telequinesia para sacar de la pista de un volantazo al jeep perseguidor. 

—Yaaaargh! —grita desesperadamente, como si le costará un gran esfuerzo. 

Parece que estos tipos no aprenden. Otro vuelve a intentar embestirnos, y me lanzo hacia ese lado del coche moviendo mi brazo espada buscando romper otra de sus ruedas para que deje de perseguirnos, sea porque se estrelle o solo porque deje de funcionar.

¿Por qué motivo estaban intentando matarnos? ¿Estarían trabajando para el hijo de puta de las serpientes? Habían demasiadas incógnitas que simplemente no podíamos resolver en mitad de una carrera a través de los árboles para intentar mantenernos vivos. Y es que desde el momento que abrimos los ojos nos estaban intentando matar, ¡pero nadie explicaba nada!

Mierda, atenta al frente Alessandra, me recriminé mentalmente. Las balas volaban sobre nuestras cabezas y no sabía muy bien que estaba pasando en los asientos traseros. Lo que si sentí fue la segunda embestida, haciendo que mirara de reojo con rabia contenida en la dirección del coche más cercano.

-¡Dejad... de joder... el coche!- Y con un volantazo lancé el jeep en contra del blindado para intentar estamparlo contra un árbol.

Entre el caos, Dave empieza a revolver y examinar los cadáveres,  tratando de encontrar alguna pista de quiénes son o a qué fuerza militar pertenecen. A pesar de que ha leído mucho sobre el tema, tener auténticos cuerpos humanos entre las manos le produce un ligero escalofrío.