Partida Rol por web

Cojo el botiquín que me tiende Alexandra con una sonrisa y lo sumo al otro. Desde luego, todo un hallazgo.

Más adelante llegamos al garaje. Todo destrozado, no parece que ningún vehículo se pueda usar.

Me giro hacia los demás viendo el destrozo que hay en este sitio. No está mucho mejor que otros sitios que hemos encontrado. Deberíamos seguir las paredes ya que, si hay una salida, estará en una de las paredes. Eso sí es que no se ha derrumbado, claro.

En cualquier caso yo no entraría al interior del garaje, uno de los pilares podría fallar y el techo caer de repente. Qué decis, ¿vamos?

Hm...

Cómo no... El garaje estaba destrozado y sin vehículos... Sin moverme mucho del grupo, saco la linterna y miro por la zona. No es que sea el lugar más iluminado, desde luego. Aparte del horrendo estado del lugar me llama la atención el agujero ese. No me sorprendería si algo saliera de ahí.

Estoy de acuerdo. Es más, eso no me da buen rollo.

Comento mirando nerviosamente al agujero.

Habría sido demasiado fácil encontrar un coche funcional que nos permitiera salir de allí. Al igual que lo señalado por Sergio, el agujero en medio de la estancia no me provocaba calma ni tranquilidad. -Apoyo lo de estar lejos del agujero. Pero creo que puedo apañar alguno de los vehículos si tiene al menos el motor funcional y el tanque de gasolina lleno.- Sonreí ante la idea, recorriendo con la mirada sobretodo los coches que parecieran menos latas de conservas gigantes y más modelos rusos casi indestructibles.

Dave se dirige a Alex.-Si te tengo que ayudar en algo con la electrónica, dímelo. La electrónica es igual en computadoras que en vehículos.

Acto seguido comprueba las instalaciones buscando algo que pueda servire

Exploráis el interior del hangar, y empezáis a hacer descubrimientos interesantes. 

Bob y Sergio, cautelosamente pegados a las paredes como roedores en busca de salidas, encuentran escaleras derruidas y puertas bloqueadas por los escombros. La única que queda practicable es la enorme puerta principal que hay en el extremo final del recinto, por donde en condiciones normales deben de haber entrado y salido todos aquellos vehículos. Pero está bajada hasta el suelo, y a un lado, de su panel de control emana humo negro y chispas: algún cortocircuito lo ha reducido a masa frita. Tendréis que buscar otra forma de abrirla. Pero es una gruesa puerta metálica, haría falta algo muy grande y pesado para echarla abajo. 

Mientras, Alessandra, examinando y probando los vehículos presentes con ayuda de Dave, llega a la conclusión de que ninguno está en condiciones de circular en su estado actual, pero un par de los camiones y algún jeep podrían volver a estarlo si se les cambia el motor, las ruedas, y alguna otra cosa. Que a su vez pueden ser extraídas aquí y allá del resto que corrió peor suerte. Eso sí, tendrán que hacerlo entre todos, no es la clase de trabajo que puedan hacer una o dos personas solas en un tiempo razonable. 

El combustible no será un problema, algunos vehículos tenían el depósito cargado y además hay bidones llenos de gasolina, diésel y aceite en una esquina. Además, Dave encuentra algunas cosas útiles entre el desastre...

Cuando llegamos a la única salida que parece practicable, aunque cerrada, toco un poco con el puño. Parece bastante sólida pero me pregunto cuánto.

Apoyo la mano contra la puerta e invoco mi espada, esperando que sea capaz de atravesar la puerta, aunque es más probable que lo que haga sea llevar mi mano hacia atrás. Pero por comprobar...

Después de eso, si no consigo nada, volveré con los demás para ayudar con el coche.

El hueso golpea inútilmente el metal de la puerta con un ruido sordo, y a continuación Bob siente un dolor vagamente similar al de dar un puñetazo a una pared.

Las condiciones no eran las mejores, pero en este momento cualquier cosa nos valdría. De entre todas las posibles opciones me decanté por el jeep, un vehículo que me era más familiar y que al ser todoterreno sería más manejable en este lugar llenos de escombros.

-Venga, pongamos manos a la obra.- Con media sonrisa de suficiencia, me dispuse a hacer las reparaciones pertinentes. De algún modo, hacer este trabajo manual me ayudaba a sentirme un poco más yo misma, aquella de la que no tengo memoria y no la nueva yo que puede hacer sushi de serpiente con las manos desnudas.

Bajo el liderazgo de Alessandra os ponéis manos a la obra en vuestro medio de salida...

Refunfuñando molesto, colaboro en lo necesario. Yo no nací para mancharme las manos de grasa como un vulgar mecánico. Pero es nuestro único medio de salida de este garaje y cuanto antes estemos lejos de ese agujero, mejor para mí y para todos, así que trato de ayudar pese a mis escasos conocimientos sobre motores.  

Los coches nunca han sido lo mío, pero con la suficiente atención intento colaborar en todo lo que puedo para llevar el trabajo adelante.

Pese a mis escasos conocimientos, las indicaciones de Alessandra son lo suficientemente buenas como para no estropear las cosas y colaborar un poco en conseguir un vehículo funcional.

Con entusiasmo, conecta, recablea, empalma y puentea con manos expertas por las entrañas del Jeep. 

El trabajo sería más fácil con las herramientas adecuadas, pero para el apaño que estábamos necesitando podría bastarme con lo que teníamos a la mano y lo que podían ir ofreciendo el resto de los compañeros. Mi sonrisa se iba ampliando a medida que veía el tiempo avanzar. -Esto ya casi está, chicos.- Dije, segura de lo que estábamos por lograr.

Y en efecto, al cabo de media hora de duro trabajo, conseguís montar y reparar un todoterreno descubierto perfectamente funcional, listo para correr,. Su aspecto contrahecho y ligeramente abollado no ganaría ningún concurso de belleza, pero en las actuales circunstancias se os antoja limusina de la jet-set. 

Con el depósito lleno, probáis el motor y ruge de fábula. Rápidamente lo abordáis, con Alessandra al volante, listos para abandonar ese infierno rumbo a donde sea antes de que alguna otra circunstancia os sorprenda. Con cuidado, ella lo aleja lo más posible de la puerta. A continuación, gira para enfilarla, aferra el volante con ojos entornados, ¡y pisa el acelerador sin piedad!

Rugiendo, el jeep atraviesa el hangar arruinado, zigzagueando a toda velocidad entre columnas y chatarra. 

Alessandra, que estaba empezabdo a pensar después de salir del ascensor que todos necesitaban una buena ducha, y aquel lugar que lo ventilaran, siente el olor de los gases de escape, intoxicante, metálico; es mucho más fuerte de lo que recuerda haber olido nunca sobre su moto. Se da cuenta que, además de las garras de una depredadora, ahora también posee el olfato de una. 

Dave, que veía un brillo extraño, rojizo, salir de algunas cosas y especialmente de las personas, achacándolo a la confusión del golpe, se percata mientras aceleran de que dentro del capó hay algo está brillando cada vez más, y que el humo que están dejando detrás, de algún modo también se ilumina. Su imaginación lo compara con un visor térmico y entonces se hace la luz en su cerebro. ¡Es calor! ¡Sus ojos, de algún modo, ahora perciben la radiación infrarroja superpuesta al espectro normal!

Más deprisa, más deprisa. Ya estáis lejos de ese horrible agujero, la puerta cada vez más cerca y más sólida. Miedo y rabia a la vez.  Los otros os tres agarráis a lo que podéis. Tercera marcha. ¡Cuarta! ¡QUINTA!

Esquiváis por los pelos una escalera caída y de nuevo vais directos contra la puerta. Pronto seréis libres. Vais subidos a un ariete, un misil liberador con motor de explosión, directo al objetivo que se acerca y cada vez es más grande, más grande. Dave y Sergio gritan y cierran los ojos. 

El coche se estrella contra la puerta metálica con el sonido de un trueno 

¡Y no se detiene! ¡Es la puerta la que cede! Se dobla con un crujido y cae sobre vosotros mientras seguís en movimiento, cegándoos por unas décimas de segundo. Enseguida dejáis de tenerla encima y entonces que dais anonadados porque lo primero que veis es ¡LA LUZ!

¡Luz solar!!  ¡Luz natural, no procedente de bombillas y tubos de neón titubeantes en habitáculos sin ventanas! ¡Luz pura y cálida como la que no habéis visto desde que os despertasteis en ese purgatorio mutante, pero que instintivamente reconocéis, a nivel tanto consciente como atávico! ¡Y que, con vuestros sentidos intensificados, desborda incluso los más vívidos recuerdos que habíais ido recuperando de ella! 

Y el aire, ¿qué decir del aire puro que ahors inunda vuestros pulmones? 

Estáis deslumbrados, pero al mismo tiempo el choque sobre vuestros sentidos de volver a estar en un espacio abierto estimula vuestras memorias. Vuestro yo pasado vuelve a formar con vuestro presente un único conjunto, las lagunas en vuestra memoria terminan de rellenarse. Por fin, estáis completos. Durante unos momentos, el tiempo parece detenerse...

Bob estudió medicina, pero no le iba demasiado bien en los estudios. Al final, aburridos de pagarle una carrera que parecía que nunca terminaría, sus padres dejaron de pagarle.

Pero bob encontró el modo de seguir en la universidad: médico para peleas clandestinas. Allí utilizó sus conocimientos médicos para salvar a algunos.

Pero cuando unos matones que querían a uno muerto supieron que le había salvado, amenazaron con matarle a él y sus seres queridos. Temiendo por la seguridad de sus padres, aclos que sigue queriendo, se enteró de esto y se ofreció voluntario.