Partida Rol por web

Dave no encuentra insignias ni distintivos sobre o entre el total black look de sus oponentes caídos, pero bajo él hace un descubrimiento sorprendente: sus tonos de piel y fisonomías son extremadamente diferentes entre sí. Puede que lleven el mismo uniforme, pero parecen proceder de rincones completamente distintos del globo. 

A continuación, Alessandra devuelve con furia otra de las embestidas y estampa a su objetivo contra un tronco con un crujido horrendo, dejándolo fuera de persecución. 

Gimiendo por el esfuerzo, Sergio provoca un volantazo en el otro, que lo manda dando vueltas fuera de control hasta darse en una roca. Pero aún no está conpletamente fuera de combate: el cascajo abollado vuelve a arrancar y se mantiene corriendo a vuestro alrededor hasta que en un descuido Bob logra destrozar también sus ruedas, consiguiendo que se desgracie poco después en un margen del camino. Un acordeón se quejaría de la comparación. 

Habéis acabado ya con la mitad de vuestros perseguidores. La otra mitad sigue a vuestra zaga, pero no hacen ademán de intentar recortar la distancia para intentar embestir esta vez. Quizá temen hacerlo, visto lo rápido que os deshacéis de los que se ponen a vuestra altura. 

En su lugar los tres más adelantados del grupo lanzan otra volea de fuego de ametralladora. Vuestra conductora hace lo que puede pero es imposible eludir tal diluvio de plomo. Varias piezas de la carrocería saltan y caen con estruendo metálico, abolladas y agujereadas. 

¿Qué os pasa? Nos tenéis miedo grito al ver que no se acercan para recibir como respuesta una lluvia de balas. Malditos cabrones digo al tiempo que vuelvo a convertir mi brazo en un brazo normal y cojo la escopeta que tenía sujeta con la otra mano.

Voy por el de la izquierda digo mientras apunto al vehículo y aprieto el gatillo. Es familiar retroceso del arma me demuestra antes incluso de escuchar el disparo que los perdigones vuelan hacia su objetivo.

Sergio se puso a cubierto como pudo cuando sus perseguidores arrojaron una cortina de plomo sobre sus cabezas. Cuando pararon para recargar asomo la cabeza lo justo para ver al tipo de la ametralladora. Vale, esta vez esperaría su momento, volvería a disparar, eso seguro, les querían muertos. Y cuando el volviera a disparar estaría preparado, trataría dirigir su cañón a su propio piloto con el poder de su mente. Con algo de suerte sacaría a otro de la carretera. Buscó la fuerza en su interior y se concentró en el cañón del arma, agazapado tras los asientos. Cuando el soldado amartilló el fusil de asalto volvió a sentir el cosquilleo en os dedos al señalarle y soltó cuando había estado reteniendo.

—¡Yeeergh! —gritó de nuevo con una gota de sangre escurriéndose por su nariz.

-¡¡Aaagh!!- Aquellas balas habían pasado demasiado cerca esta vez, pero por suerte sólo habían dado contra la carrocería y ninguno de los presentes estaba herido. De todos modos el coche no iba a aguantar otros disparos así por mucho tiempo.

¿Dónde había una jodida salida? Teníamos que dejar los árboles atrás en algún momento, pero aún no veía nada útil. Seguí concentrada en no chocar, esquivando como podía los obstáculos frente a nosotros, y mascullando por lo bajo esperando poder dejar a los hijos de puta detrás.

Con las manos sobre la cabeza Dave se devana los sesos Qué puedo hacer, qué puedo hacer...Entonces los elementos de la formación que ha recordado encajan, y pasa a rebuscar en sus bolsillos hasta encontrar una gruesa linterna.

Enseguida se pone a abrirla y manipularla con sus herramientas, hurgando en el compartimento de baterías mientras murmura
-...muy bien, ahora conecto el circuito aquí, y una sobrecarga debería hacerla estallar...y yo tengo carga.-Empieza a "alimentarla" con su propia energía a través de un cable.

Su propósito es recablear y sobrecargar la batería para transformarla en una bomba que lanzar contra ellos, provocar lo que habitualmente suele ser un accidente.

Dave, inclinado, trabaja sobre la linterna desesperadamente con una idea que al antiguo Dave nunca se le habría ocurrido. Lo que está haciendo funcionará por increíble que parezca, pero necesita un poco más de tiempo.

Alessandra no presta mucha atención a lo que hace -detecta un desvío apenas visible y enseguida mete el todoterreno por él. El camino se estrecha, o la selva se ensancha, según la perspectivaa. Dejáis atrás la devastación forzada, empieza a resultar simplemente un camino marcado por haber sido atravesado numerosas veces entre la espesura. Debe de haber habido un gran trasiego de vehículos a motor por aquí. Pero eso no significa ni de lejos que lo hayan tenido fácil: serpentea estrechamente entre árboles y rocas.

Sin embargo, vuestros enemigos no dan tregua. Con un rugido quíntuple, siguen en pos vuestra, algunos incluso apisonando la vegetación rozagante que os rodea o saltando las formaciones rocosas porque no caben en el camino.

Sergio asoma la cabeza y, fijando su atención, consigue fijar su control invisible sobre la ametralladora montada de uno de los jeeps. En el momento en que su actual artillero dispare, se llevará una desagradable sorpresa. Parece que su ingenio y la telequinesis son una peligrosa combinación.

Bob reabsorbe su cuchilla de hueso y vuelve a asir la escopeta: las perdigonadas atraviesan salpicadero, bordes de parabrisas, parte del volante y puede que el chófer de otro coche. Pero aun perjudicados, sus ocupantes siguen persiguiendo como el resto.

Vuestros perseguidores tratan de repetir la táctica, pero sólo uno de ellos llega a dispararos: cuando otro, vigilado por Sergio, aprieta el gatillo, Sergio abre el puño que estaba tensando y la ametralladora gira de golpe, vomitando una lluvia de plomo sobre el tercero que hace trizas artillero y carrocería antes de que puedan reaccionar o disparar. El operador del arma así subvertida grita con horror mientras el cascajo que no sabe cómo ha contribuido a crear sale del camino por inercia y se desmorona con estrépito entre la maleza.

-Iros...todos ¡a tomar POR CULO!- exclama Dave con rabia mientras se levanta y arroja la bomba que acaba de improvisar a partir de una enorme linterna contra los que van detrás.

Recargo el arma y vuelvo a apuntar al mismo vehículo con la intención de finalmente librarnos de él. Nuestro coche está muy dañado, mucho, pero al menos cada vez son menos los que nos persiguen.

Incluso si tenemos que parar, igual ahora hasta podríamos hacerles frente. Pero mejor si podemos seguir, no quisiera bajarme de este coche. Aprieto el gatillo y escucho la familiar detonación.

El coche no iba a aguantar mucho más. Y el camino se estaba haciendo cada vez más complicado.

-Agarrense fuerte.- Les dije al resto de mis compañeros. Podía escuchar los gritos e insultos, los disparos que no paraban. Coño, teníamos que estar cerca del final, ¿no?

Apreté el acelerador y fui tratando de esquivar los baches lo mejor posible. Venga, venga, tu puedes...

Me agarró a los asientos con fuerza. El coche se mueve dando violentos bandazos y estoy a punto de caer. Maldigo nuestra suerte y saco fuerzas de flaqueza para recuperar mi posición y volver a recurrir a mi nuevo juguete mental. Le empiezo a coger el truco y me gusta. Pruebo la jugada del volantazo de nuevo, pero el cansancio mental empieza a hacer mella. 

La linterna surca el aire ya humeante, y estalla con un fogonazo contra el grupo enemigo, abollando como un martillazo a tres de ellos.

Alessandra logra que os adelantéis pese a la dificultad del camino y la violencia recibida, empieza a verlos más lejos, muy pronto os los habréis quitado de encima.

Sergio saca de la carretera al que mejor había soportado la explosión de otro volantazo sorpresa a distancia, y aunque el anterior objetivo de Bob había logrado esquivar la explosión, no logra hacer lo propio con los esfuerzos de éste por rematarlo; Sus ruedas estallan por los perdigones, parece que también ha reventado la dirección o los frenos, y termina volcando fuera de control.

Sólo quedan dos, uno de los cuales a punto de desmoronarse.

En un último esfuerzo desesperado, esos dos jeeps casi destrozados dan un acelerón, y sus ocupantes saltan en masa sobre vuestro maltrecho vehículo.

El alud de soldados de negro que se agarran y escalan la carrocería os impide ver qué más hay a vuestro alrededor. Varios a la vez atacan a Alessandra, buscando tomar el control del coche o quizás simplemente estrellarlo, zafándose la aguerrida conductora por los pelos. Otros tantos caen sobre Sergio, que aullando recibe dolorosas puñaladas.

Parecen decididos a arriesgarlo todo con tal de no dejaros ir.

¡Mierda! Podría electrocutarlos a todos, pero entonces se transmitiría también a los demás de lo apretados que estamos! piensa Dave con rabia , mientras embiste con furia con la palanca en las costillas de uno y otro.

Locos murmuro mientras sujeto la escopeta con una mano y transformo mi brazo en una espada con la otra.

Con dos rápidos espadazos, intento librar a nuestra conductora de la difícil situación en que estamos, antes de que nos ahostiemos con un árbol o algo similar.

Sergio aúlla de dolor encajando las puñaladas mientras se hace un ovillo en su sitio. El frío del acero despierta algo en él y le recuerda que el frío también puede ser su aliado. Respirando con dificultad genera una estructura cristalina a modo de muro de hielo entre él y sus atacantes, tratando de extender su protección hasta Alessandra.

-¡Ostias, ostias!- No sólo el jeep se había llevado ya varios golpes, no sólo el camino se había hecho cada vez más complicado, ahora además tenía a aquellos... lo que fueran, impidiéndome ver bien hacia donde nos dirigíamos. Había hecho todo lo que estaba en mis manos...