Partida Rol por web

Había tragado saliva al escuchar aquel silbido cortando el aire pero, no sé por qué, lo atribuí a Marshall. Por eso detuve mi paso para girarme hacia él, mirándole con el cejo fruncido hasta que me di cuenta (por la cara de imbécil que puso cuando le miré cuestionándole) de que él no estaba haciendo nada.

- ¿Qué... - "...es eso?". Sí, era la intención preguntar pero ni siquiera me da tiempo, porque uno de aquellos...bueno, no sé lo que son, pero el caso es que cuando quiero esquivarlo él se empeña en cortarme el hombro y lanzarme hacia atrás para clavarse contra la pared. La misma pared contra la que me quedo yo, llevando una mano a mi hombro y emitiendo una especie de gruñido. 

Entonces vuelvo la mirada para ver qué son esos objetos que no paran de llovernos: ¡estrellas ninja!

- ¡Agáchate! - le digo a Marshall. Y hasta a mi me suena absurdo como solución pero a priori no se me ocurre algo mejor. 

Apurada, con la respiración agitada y algo nerviosa intento poner a funcionar mi mente para buscar algo con lo que protegernos. Y la mirada se me fija en los paneles que cubren las paredes de las escaleras. ¿Podría...? Seguramente no y me esté flipando, pero tengo que intentarlo.

Alzo ambos brazos con las palmas de frente y cierro los ojos apretándolos, incluso sintiendo la presión de mi cabeza golpear mi cerebro con fuerza. Quiero que los paneles nos protejan. Necesito que se muevan y se pongan delante para parar los proyectiles que aún no sé de dónde cojones salen. 

Y al final, todos los chiquillos en el puto ascensor. Joder. No sé cómo lo han hecho, pero de repente las puertas que ya se cerraban se abren y tooodos pa'dentro. En fin... no es culpa mía si allí arriba reciben alguna hostia, avisados están.

- Lo fácil que sería ahora dejar caer el ascensor y matarnos a todos de una vez, ¿eh? -Comento con una sonrisita, como quien habla del tiempo. Vuelvo a mirar a la streaper. Me la está poniendo dura, mostrando tanta carne. - A ti te mataba yo sin ascensor ni pollas. No, sí, polla sí -Me río.

Se oye la música de ascensor mientras vais subiendo planta por planta.

Parece que el tiempo sea eterno ahí dentro. Los comentarios cerdos de Jason aún resuenan en los oídos de todos, junto con la bofetada que le ha dado Desliza a éste como respuesta. Finalmente se para el elevador y oís el característico cling! conforma ha llegado a vuestro destino, la planta 11. Las puertas se abren a una entrada enmoquetada en tonos tierra, con muebles caros y cuadros auténticos y reconocibles. Unas puertas de cristal doble separan el Hall de la planta respecto de la zona de oficinas propiamente. A través de las puertas podéis ver una recepción en tonos blanco y negro, con flores naturales adornando distintos rincones. Está todo a oscuras dado que estáis fuera de horarios de trabajo. Tras el mostrador de la recepción hay un panel que bloquea la visión y una puerta cerrada de seguridad. No os lo van a poner fácil, está claro.

Niobe intenta arrancar los paneles de las paredes para usarlos de escudo pero deben estar muy bien anclados porque no lo consigue por más que se esfuerza en concentrarse en ello. Marshall, que se había hecho un ovillo detrás de ella para usarla como escudo humano, trata de hacer lo mismo, alzar un muro de invisibilidad delante de ellos, pero los nervios y el pánico le impiden levantar nada sólido. El aire no parece responderle como tantas otras veces había hecho. Más que un muro, era un flan temblequeante lo que había logrado, un enorme flan invisible. Así que los dos de nuevo están desprotegidos ante el nuevo ataque de su misterioso lanzador de cuchillas. El primer lanzamiento parece encontrar algún tipo de resistencia y cae muerta a los pies de Niobe, sin causarle daño alguno, el flan de Marshall la ha frenado hasta que ha caído. No se puede decir lo mismo de la segunda, que va directa hacia el ladronzuelo chuleta y le alcanza en el tobillo, cortándole la carne con una de sus cuchillas. La shuriken sigue rodando hasta perderse por detrás vuestro. Marshall reniega y lloriquea por el corte, que escuece y duele y está sangrando cada vez más.

No sabía que estaba haciendo allí, entre aquellos tipos, me parecía que era la vuelta a lo del metro y a los tipejos esos, incluso algunos de éstos eran peores. O más malhablados, si había entendido bien lo que había dicho el chulito este.

Sólo estaba allí porque la muchacha japonesa sabía algo, sí, esa chica, sabía a donde íbamos y era más que valiente. 

Las puertas se abrieron y dejaron ver una recepción antes de una puerta de seguridad. Si hubiera algún guardia o recepcionista, Shizuro podría ayudar, pero tal como estaban, ni siquiera sabía que querían encontrar.

Ufa. Me froto la cara, que me duele por la hostia que me acaba de meter la rubia stripper. Sonrío de lado. Me gustan las chicas agresivas. Cuando estamos en la planta 10, aún con la mejilla colorada, me giro hacia los demás. Los miro. La verdad es que, aparte de Jamal, no veo a los demás capacitados para lo que sea que nos encontremos aquí. Bueno, siendo sinceros, creo que en caso de meternos en problemas, mejor que seamos nosotros dos los que pringemos y no ellos, que aún deben ser de utilidad para algo y para alguien. En especial Haruka, que parece demasiado inocente como para ir a un correccional.
- Vosotros esperad aquí. Jamal y yo vamos a ver, en caso de que os necesitemos, diremos algo para que vengáis a echarnos una mano.

No es una sugerencia. Es una orden. Pero si no me hacen caso, yo me desentiendo, tampoco soy su padre ni su hermano mayor ni nada por el estilo. A decir verdad, ni siquiera los conozco, no debería ni perder el tiempo en preocuparme por ellos. Cuando se abren las puertas, avanzo con tranquilidad, hundiendo las manos en los bolsillos despreocupadamente.

Se supone que las cancioncillas de los ascensores deben ser relajantes, ¿no? ¿Entonces por qué me hacen pensar siempre en hilo musical de psiquiátrico? Perturbantemente en calma... Menos mal que la stripper le cruzó la cara a Jason (algo que logró sacarme una breve sonrisa, por cierto) y todo volvió a su caos natural antes de que empezase a confiarme demasiado.

Planta 11. Vacío. - Pero si no hay nadie... -sí, estoy casi decepcionada. Pero bueno, no todo pueden ser pelis en esta vida, ¿verdad? Jason se sacrifica muy amablemente. Yo por si acaso al ver la puerta cerrada empiezo a revisarme, no sea caso que tenga alguna horquilla por aquí.

¿En serio, Marshall? ¿En serio te escondes detrás de mi: una niña delgada y escuchimizada? ¿En qué momento has pensado que ese sería un buen plan para que no te alcanzaran las estrellas ninja?

Bueno, está claro que ninguno de los dos ha tenido un buen plan respecto a eso, porque no hemos sido capaces de frenarlas. ¿Por qué no quiere funcionar ahora el maldito poder? Vale, he intentado algo que no creo que pueda hacer, bueno que no estoy segura de poder hacer, pero... ¡¿Por qué he tenido que hacerle caso a este tio y venir hasta aquí cuando estaba claro que era un jodido suicidio?!

- ¡Joder! - termino exclamando, cabreada con todo, y sobretodo, conmigo misma. Y estoy a punto de gritarle a Marshall que termine de comportarse como una nenaza y espabile, pero al girarme hacia él... Veo la sangre en su tobillo, y cómo se pone aún mas histérico - Eh, eh... Vale... Tranquilo, ¿de acuerdo? - intento tranquilizarle y me agacho un momento para mirarle la herida. Desde luego, parece peor que la que yo tengo en el hombro - Saldremos de esta, te lo prometo - sí, siempre tiendo a prometer cosas, ¿por qué? Porque así me tomo mas en serio el conseguir que se cumplan. Me ayuda a concienciarme, a creérmelo - Usa algo para intentar tapar la herida - es lo que le digo antes de echarle un par de cojones y volver a incorporarme - ¡Y estate preparado para echar a correr! - advierto, por si acaso.

Miro los paneles de nuevo, con rabia, como si pudiera transmitirles esa rabia, que se acojonaran y que me hicieran caso. Alzo los brazos de nuevo, con las manos en dirección a los mismos. Una buena posición para que me corten la yugular con una estrella ninja, desde luego: un blanco demasiado fácil. Pero ¿acaso nos queda otra alternativa? ¿Estar agachados como ratas? Yo he dormido con ratas a mi alrededor, ya basta de eso. ¿Huir escaleras abajo? Sí, esa es otra idea, pero nunca me ha gustado darle la espalda a mi enemigo.

Jason encabeza el grupo, cruzando las puertas de cristal. Jamal afirma con la cabeza a la propuesta de Jason y le sigue. Haruka y Cifra hacen lo mismo. Mientras, Valary se queda atrás junto con Desliza, Travis y Shizuro, que no parecen muy decididos a colarse en aquellas oficinas de lujo. Todo parece estar en silencio y muy tranquilo. Los tres jóvenes cruzan las puertas de cristal sin que aparentemente salte ninguna alarma ni nada similar. Al acercarse al mostrador de recepción se ve un ordenador de pantalla plana, una silla de despacho y objetos varios típicos de oficina, junto con una agenda y un montón de post-its escritos con notas pegados por dentro del mueble, a la vista de la recepcionista pero no del cliente que esté atendiendo. La moqueta hace mullidos vuestros pasos y apenas hacéis ruido alguno con los pies. Los cuatro en seguida rodean el mostrador y se pierden detrás de la pared que separa la recepción del resto de la oficina, perdiéndose de vista respecto al resto del grupo.

Al alcanzar el otro lado del muro divisorio se extiende ante tí una sala enorme llena de cubículos y mesas de oficina, cada una con un ordenador y varias pantallas planas. Debe haber al menos unas 15 mesas a cada lado, eso sin contar que hacia los costados hay diversas puertas de cristal que dan a varios despachos privados. Al fondo hay unas grandes puertas dobles de madera de ébano, cerradas. Delante tuyo hay un amplio pasillo que va directo hacia ahí, dividiendo la sala llena de escritorios en dos mitades perfectas. Hay luces de emergencias a los lados de la sala, permitiendo una iluminación tenue del sitio a pesar de ser de noche y de que todo esté apagado. Avanzas silenciosamente, flanqueado por Jamal, Haruka y Cifra os siguen detrás vuestro, hacia las puertas dobles, que es donde claramente tiene que haber algo importante, lo que estáis buscando. Entonces Haruka te coge del brazo, tirando de tí, y en silencio os pide que os detengáis. Te indica con señas que ha oído algo raro tras las puertas dobles...

Mientras, Valary, Desliza, Shizuro y Travis esperan pacientemente al lado del ascensor, en plena oscuridad y silencio, sin saber muy bien qué hacen ahí o porqué están en ese edificio. Bueno, todos no, Valary, la chica latina, sí lo sabe pero se calla. Y los otros dos que se fueron por las escaleras siguen sin aparecer...

-Habéis oído eso?- dice de repente el chico rubio llamado Travis -Viene de ahí, es como un sonido metálico- señala hacia una puerta lateral de emergencia.

—Pero qué estamos haciendo aquí— musitó Shizuro. Todo había salido bien, salvo por Mickey, claro, todavía no podía creer lo fría que había sido Desliza al darlo por muerto, pero era obvio, ya no estaría entre los vivos.

—¿Me puedes decir que hacemos?— susurró a la guapa chica latina. Al menos estos días no estaba nunca mal acompañado. Pero ahora Travis escuchaba algo.

—¿Un sonido metálico?— dijo al final... — Vamos a ver— Y ya, como en un sueño, como en un viaje surrealista, acudió a la puerta y la abrió.

Ya no se ni que hago, su decisión de largarse de casa para vivir emociones, pensándolo bien, no había salido como quería, y las emociones eran las contrarias.

Espera, ¿y la alarma? Los sitios cerrados a estas horas tienen alarmas, ¿o es que no han aprendido nada del sitio ese que ha atracado la Panda Pota aquí presente? Arrugo la frente hasta que me duele al no oír nada, y empiezo a mirar alrededor: es cuando caigo en que sigo con el no-chino, la stripper y el Rubito 2.
- Ah... Bueno, long story short, hay un gran capo que anda detrás de una droga que quita/da poderes. Es lo único que he podido pillar hasta ahora. -y no es mentira, sigo tan perdida como antes de salir.

Algo suena tras la puerta de emergencia, que no nos queda muy lejos. Algo que no es una alarma, lo que sigue pareciéndome raro, pero esa clase de puertas sí que suelen tener alarm... - ¡Pero espérate, bestia! -exclamo llevándome las manos a las orejas y cerrando los ojos de golpe, esperando un pitido estridente y rompeneuronas.