Partida Rol por web

¿Seguro que quieres saberlo? Cambiara tu forma de ver este internado… Advierte Nick mientras mira a una esquina cuyo ángulo era irritantemente diferente de los noventa grados correctos.

Mirando a todos lados para asegurarse de que no hay ningun monitor cerca susurra por lo bajo:

Un cadáver.

¡¿Un cadáver?! - respondió aún en un susurro, pero un poco demasiado emocionada - ¡Sabía que algo raro había ahí! ¿Y el cadáver de quién? ¿No será de Oliver, no? El me cae bien...

Cruzó los dedos porque fuera la profesora chillona y engreída. Quizás el enfermero se había aburrido de sus quejas y la había matado. Aaah, eso sería tan perfecto que hasta lo premiaría de ser cierto. Por otra parte, esto significaba que no se le haría tan difícil encontrar alimento aquí después de todo. Seguro el sexy enfermero nórdico querría escucharla cuando le dijera que podía deshacerse de los cuerpos de sus víctimas. De una manera poco convencional, seguro, pero no por eso menos efectiva. 

Oh, por favor, digan que sí. ¡Entre más, mejor! - dijo mirando a Vincent y Neala, quienes parecían haber tomado algo de interés en el tema

No vi quien era. Aunque si te refieres al Oliver de rizos que llego con nosotros, no creo que sea él. El cuerpo era como de un niño más pequeño, como de esta altura (separa las manos, indicando la medida) Pero tenemos que ser discretos. Si ellos saben que lo sabemos, entonces seremos los siguientes. Y me viene mal morirme en los próximos dos años, tengo algunas ecuaciones que resolver antes de morirme. Hay que investigar este edificio de azotea a sótano para descubrir lo que ocultan.

No sé porque pero ya me lo imaginaba, la curiosidad de algunos podría causar algún que otro inconveniente, y en aquel momento carecía de ganas de perder el tiempo así. Supuse que el mencionado túnel llevaría a un mugriento almacén lleno de trastos, suciedad, bichos, y vete a saber qué más. Era lógico que no tuviera intención de ir a un lugar para nada turístico.

Pero antes de abrir la boca, otra chica más se entrometió en la conversación, y el iluso de Nick mencionó algo que también picó la curiosidad de la princesa de negro. Un cadáver.  Fruncí el ceño con excesiva disconformidad sobre un asunto que de trivial querían que pasara a algo más turbio.

 ¿Estás insinuando que lo que había debajo de la sábana en la consulta es un cadáver?  - Pregunté con voz analítica repitiendo solamente para los oídos de los más cercanos la absurda teoría que el rubio tenía en su maltrecha mente. – ¿Y qué además puede estar escondido en el túnel? – Terminé por añadir dando a entender que no tenía ningún sentido.

Era obvia que para mí me parecía una locura solamente de pensar. Total y absoluta. Pero hubo algo más que comentó captando mi atención y desconcertándome al mismo tiempo. – Espera, espera, ¿has dicho un niño pequeño? ¿Estás seguro?

“No, no puede ser” Negué con mi mente la idiotez sin sentido que pasó por mi mente, sinceramente no era mi momento más cuerdo, entre la medicación y el día que había tenido mi cabeza estaba siendo caprichosa. Sí, seguro que era eso. No tenía otra explicación.

Dejó el servicio sobre el plato y lo apartó de su vista. De pronto, se le había quitado el hambre, incluso la que había acumulado a la mención del cuerpo abandonado. Miró a Vincent sin expresión facial alguna, pero con ojos reminiscentes del terror que la había invadido cuando volvían de la enfermería. 

No dijo nada, pero el recuerdo de ese momento que se había esforzado tanto por hacer parecer totalmente normal, al que Vincent la había instado a restarle importancia, se repetía en su cabeza una y otra vez. Sabía que ese niño no era normal. Y ella, a diferencia de muchos escépticos, creía firmemente en la existencia de fantasmas.

Abres la carpeta y te encuentras que está lleno de papeles de distinto tipo. Hay una libreta de cuadernillo, de esas cuyas hojas van cosidas en el centro, toda escrita a mano con una letra pulcra y muy redonda. Hay una serie de fotos, un sobre de papel manila con más papeles dentro escritos a máquina, una pieza redonda y plana, que brilla metálicamente, y por último un mapa de la isla doblado con sumo cuidado. La libreta tiene algunos esquemas y dibujos que te recuerdan a los apuntes de tu tutor, el profesor Svoboda.

El muchacho entra solo en el comedor con suma cautela, mirando hacia los lados. Lleva el uniforme de la escuela, perfectamente limpio y planchado. Parece estar buscando a alguien con la mirada pero no parece dar con él. Busca una mesa apartada y se sienta a comer, sin charlar con nadie. No parece de muy buen humor.

Abro la libreta y voy pasando las hojas, sin entender nada de nada de lo que allí, a excepción del mapa de la isla, que sí lo reconozco. Bueno, tampoco tengo muy claro si sabría ubicar las zonas de la isla en un trozo de papel, pero al menos sé que es el de Corvale.

- Hmmm... -bostezo, aburrido. Pensé que los "secretos" serían algo interesante, no textos raros. Guardo la libreta debajo de mi almohada y espero a que Shana venga a ponerme el pijama con paciencia. Entonces decido a probar algo: - ¿Mandy? ¿Cassie? ¿Estáis por aquí?

¿Vendrá K a jugar esta noche conmigo? Espero que no se haya enfadado...

Hago un gesto con la mano restándole importancia a las palabras del descubrecadáveres, Nick, creo que era su nombre.

- Seguramente se les haya ido la mano con el somnífero. -Comento, tras lo cual me llevo otro bocado a la boca, y es entonces cuando la comida casi se me atraganta.- ¿Un niño? -Frunzo el ceño, haciendo memoria. La verdad es que no había vuelto a ver al paji desde por la mañana, y era raro. Tenía pinta de ser lo más porculero del mundo.- ¿Lo podrías describir físicamente, o no viste tanto? -Aunque mi mayor interés está en la conversación actual, no puedo evitar echar un ojo de vez en cuando a mi alrededor -nunca he sido demasiado confiada y desde mi encuentro con Rapunkzel, menos- viendo así quién entra y sale del comedor. Al ver al amigo de Dylan, le doy un codazo a AJ, mientras señalo al chico de color con la cabeza.

Pues era como así de alto, estaba cubierto por una sabana así que no lo vi, pero me pareció que tenia una nariz relativamente... Nick les describe lo poco que pudo ver. mientras reordena compulsivamente los platos y cubiertos usados en su bandeja, en una formación elegante en términos matemáticos (Relación entre el radio de los platos y la altura del vaso y ese tipo de cosas)

Me quedé en silencio, pensativo, y bastante disconforme, no me gustaba para nada la idea de ir a ver un cadáver, eso si es que era real. Perfectamente podría haber sido otra cosa. Y sobre lo otro, no tenía nada más que decir ni pensar, no era ese crío ni por asomo. No creía en esas cosas, ni tampoco empezaría hacerlo ahora. Ya tenía bastante con mis historias para inventarme más. 

"Lo que me faltaba"

Pensándolo fríamente, la teoría del rubio, matemático y excéntrico me pareció absurda, y rebuscada. - Si fuese un cuerpo, ¿no tiene mucho sentido que esté ahí para que cualquiera que entrara a la consulta pudiese verlo? Aunque estuviese tapado. - Expuse dejando claro mi esceptitud sobre el asunto. - Es más, dudo de que si un alumno tuviese un accidente o falleciese por alguna case, no perdiesen el tiempo como un día de luto o similar.

Creyendo eso, que claramente tenía todo el sentido del mundo y lo dije con contundencia vi las cosas como eran, sin inventarme nada. Todo lógico.

Nick se encoge de hombros. No está interesado en convencer a nadie. Aunque negarse a creer que allí estuvieran matando gente es el primer paso para ser la siguiente víctima. Pero allá cada cual con su película.

-Esta tarde intento robar alguna linterna del cobertizo del jardín o de algún cuarto de mantenimiento. ¿Quedamos en el acceso del pasillo a las __:__? Si a alguien le pilla un monitor que se invente un cuento chino para no delatar a los demás.

Por más que miras y remiras los esquemas y los textos, no acabas de enterarte de su significado, si es que lo tiene, porque para tí es como si careciera al completo de ello. Al final te cansas y guardas el material de Etienne, frustrado contigo mismo. Llamas a las gemelas pero sólo oyes tu voz rompiendo el silencio de tu cuarto. La luz procedente de varios candiles iluminan suavemente los muebles de tu dormitorio. Estás completamente solo y K tampoco parece tener intención de aparecer por el momento. No te va a quedar otra que irte a dormir. Además, en la habitación empieza a hacer algo de frío, a pesar de que la criada pelirroja ha encendido la chimenea. Afuera, a través de la ventana y el hueco dejado por las cortinas, puedes ver como se ha hecho ya de noche y la oscuridad lo domina todo. Oyes el fuerte oleaje del mar contra las rocas, abajo de todo. Es una noche más en la vieja mansión de los Harrington.

Continuáis discutiendo sobre el tema hasta que finalmente todos acabáis de cenar. Os hacen recoger vuestro plato, cubiertos y vaso y dejarlo todo en una mesa apilado. Al final parece que los que seáis más osados quedareis esta noche para ir a hacer "excursionismo". Los profesores y el personal de la escuela os avisan de que ha llegado el toque de queda y todos debéis marcharos a vuestros cuartos a descansar.

-Nada de gente rondando, ni visitas a la biblioteca y menos aún, a los baños comunes. Todo el mundo a su cuarto- anuncia el profesor Svoboda con voz firme y seria. Los demás profesores repiten la misma orden, que espera ser cumplida por cada uno de los alumnos allí presentes. El alumnado, uno a uno, se va levantando, dejando los platos sucios donde toca y se dirige en estricto orden y sin armar mucho follón, hacia las escaleras que llevan a los dormitorios femeninos y masculinos. Pronto el comedor queda vacío de gente, pendiente de ser limpiado y arreglado por sus trabajadores.

Subís las escaleras de vuestra ala residencial, medio empujados por la masa de alumnos que cumplen obedientemente con el horario de la escuela. Cada uno alcanza su cuarto respectivo con el tiempo justo para hacer uso del cuarto de baño común de la planta, antes de que el toque de queda os prohíba salir de vuestros dormitorios.

Llegas a tu cuarto, está exactamente igual que lo dejaste hace unas horas: tu parte en perfecto orden y estado y la de tu compañera como si hubiera pasado un vendaval y lo hubiera arrasado todo a su camino. Oyes unos pasos detrás tuyo, ruidosos, pesados y rápidos. Alguien te aparta del camino con un leve empujón.

-Estás en mi camino, Zorra- dice una voz femenina, de forma brusca. Su mirada es desafiante y sus modales de puta pena. Calza unas botas militares descuidadas y el uniforme lo viste de forma muy dejada. Parece ser que es tu compañera de cuarto.

Etienne está ya en vuestro cuarto, recogiendo su neceser para ir a hacer una última visita al baño. Te sonríe con amabilidad al verte aparecer.

-Ei compi. ¿Todo bien? No te he visto desde esta mañana. ¿Pasaste un buen día?- dice en tono amistoso, sin ningún tono de curiosidad mórbida ni de cotilla malintencionada, sólo con ese deje de pura charla intrascendental.

Entras en tu cuarto, está exactamente igual que lo dejasteis este mediodía, Neala y tú. El lado de tu compañero permanece intocado, tal como estaba esta mañana cuando se fue a clase. No parece que haya vuelto al dormitorio para nada y tampoco está ahora. De hecho, desde la revisión médica que no sabes nada de tu extraño compañero de cuarto, no le has vuelto a ver para nada...

Nick odia la palabra “no” “no puedes ir a la biblioteca en mitad de la noche” “no puedes construir un dispositivo para llamar a otra galaxia” “no puedes dejar de tomarte la medicación” La vida era un jodido NO constante. -Malditos esclavos de la conspiración. Todo esto es para que no descubramos lo que pasa aquí… Pero lo averiguare. Pronto Noet sabrá todo y seréis castigados.

Finge marchar a cepillarse los dientes como un anodino y estúpido bobo medicado cualquiera. Pero en realidad va intentar robar unas linternas o unas velas. Lo que pueda encontrar. Esta noche había excursión  a la escalera misteriosa.

Zorra la puta de tu madre, jodida cerda. - contesta bastante enojada. La cena había estado bastante agradable, a excepción por la mención del cadáver de un niño que le recordaba la experiencia vivida junto a Vincent. Intentó convencerse de que era una coincidencia, pues podía haber muchos niños ahí, pero el asunto la mantenía tensa. Y el tener que pasar desapercibida para su escapada nocturna ni ayudaba. Lo que ciertamente tampoco ayudaba, era lo que acababa de responder, pero tenía tanta hambre... y no podía matar a nadie aquí. Su cena esperaba en aquel lugar escondido que visitarían. Y podría alimentarse antes que su piel empezara a caer y convertirse en amorfos trozos ensangrentados de su rostro.